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Soy profesor de economía en la Universidad de la Salle-Colombia, allí enseño Fundamentos de economía, microeconomia y macroeconomía. Soy Magíster en Economía y me encuentro haciendo una maestría en Ciencias Políticas, tambien me dedico a investigación y consultoria.

martes, 27 de julio de 2010

APUNTES DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO PARA EXPOSICIONES

APUNTES DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO
Extractados del Libro "The Growth Of Economic Thought del autor Henry William Spiegel
Antología por Rafael Hernández Arizti. M.B.A
Corregido para el curso de microeconomía por Santiago Andrés Roa Ortiz. Ms.C

LA ACUMULACIÓN DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO
Es posible contemplar el crecimiento del pensamiento económico como algo progresivo en el sentido de que cada generación aprende y absorbe algo del pensamiento de las generaciones precedentes. Sin embargo, es cierto también que la herencia del pasado no siempre es una bendición; de hecho puede resultar una carga. Esto ocurre cuando el pensamiento generado para enfrentar una cierta época cumplió su propósito pero resulta anacrónico en épocas para las que ya no resulta adecuado. Ejemplo de tales anacronismos lo encontramos en las doctrinas mercantilistas, útiles sólo durante el desarrollo de las naciones-estado, de las doctrinas de los fisiócratas, diseñadas para períodos de amplia expansión económica basada en la agricultura, la utilización inmoderada del laissez-faire que hizo necesaria la intervención de los gobiernos para moderarla, la fascinación inicial de las ideas de Marx, quien desarrolló sus ideas antes de que los propios gobiernos pusieran un freno al capitalismo liberal y que, sin embargo sigan siendo atractivas para países en vías de desarrollo, cuando Marx escribía para países desarrollados. Como dijo Keynes: "Hombres prácticos, que se creen a sí mismos exentos de cualquier influencia intelectual, son por lo general esclavos de algún economista difunto. Locos con autoridad, que oyen voces en el aire, están destilando su pasión por algún académico de años atrás."
EL ECONOMISTA COMO LEGISLADOR
Parece existir una común afición entre quienes se ocupan del pensamiento económico a expresar éste en forma de leyes. Algunas, como la de Gresham, tienen origen desde la antigüedad; otras son mero sentido común, como la de Commons; algunas más son banales, como la de Friedman. Rara es la que tiene una validez inexorable, como la de Walras. La mayoría son empíricas, esto es, derivadas de la observación, como las Engel, Pareto y Gibrat. Algunas son teóricas, como la antigua ley de rendimientos decrecientes, enfrentadas en el Nuevo Mundo por Carey. Algunas son restrictivas como la Say; otras han fallado con el tiempo, como la ley de bronce de los salarios.
LA ECONOMÍA Y LA PERSECUCIÓN DEL PODER
La ley de bronce de los salarios, que asociaba la elevación de los salarios con el crecimiento de la población trabajadora, de manera que dicho crecimiento provocaría un baja en los salarios hace parecer absurda, por lo menos en el largo plazo, la demanda por mayores salarios. Otra idea del siglo XIX, la del fondo para salarios, buscaba demostrar que el monto total del dinero disponible para salarios es un fondo fijo, así que un incremento en los salarios de un grupo requerirá el decremento de los salarios de otros. Tales ideas hacen obvio que el pensamiento económico se utilice como instrumento de poder.
El uso de las ideas económicas para aumentar el poder es de antiguo origen. Las ideas de Platón acerca de la división del trabajo en la comunidad ideal conducías a su propósito de colocar su comunidad bajo el dominio de un rey filósofo.
Los mercantilistas buscaban la acumulación del tesoro para aumentar la fuerza y la seguridad de la nación. Para alcanzar este fin promovían las exportaciones y una industria nacional fuerte. En tiempos más recientes, el libre cambio y el laissez-faire han sido identificados como tendencias que proveen beneficios sólo a las más fuertes y desarrolladas naciones.
La historia de la economía como un proceso dialéctico.
Es posible contemplar la historia del pensamiento económico como un proceso dialéctico que opera en términos de acción y reacción. Los filósofos de la Grecia clásica menospreciaban el hacer dinero, mientras que los escolásticos medievales buscaban razones especiales para redimir las actividades del comerciante. Esta tendencia culminó en la prohibición medie-val del interés, la llamada doctrina de la usura. Esta doctrina a su vez impulsaba el uso de capital propio más que de fondos prestados, impulsando así el espíritu empresarial, que eventualmente transformó la organización medieval de la sociedad en el capitalismo moderno, en el cual, en principio, el interés es determinado por las fuerzas del mercado.
Durante la época del mercantilismo se tomaron las posturas exactamente opuestas a las de los griegos y los pensadores del medievo. Los mercantilistas respaldaban abiertamente el hacer dinero y elevaban al comerciante a una posición exaltada en la sociedad. Subsecuentemente los fisiócratas promovieron la agricultura, actividad considerada como menos importante que la manufactura por los mercantilistas. Los mercantilistas igualmente impusieron una red de reglamentos sobre los asuntos económicos, mientras que los fisiócratas favorecían en principio la libertad económica. En el sistema clásico permeó la libertad económica, para ser moderado por Stuart Mill y Marshall, que formaron el eslabón con la economía social.
Los clásicos tenían una teoría del valor trabajo o costo de producción; esta teoría fue abandonada por la revolución marginal, que puso en el foro una teoría del valor utilidad.
Otra manera de contemplar la historia del pensamiento económico, la elegida para este curso, es examinar los diferentes métodos por los cuales las diferentes escuelas de pensamiento propusieron resolver el problema central de la escasez. Por largo tiempo numerosos pensadores sugirieron que este problema podría ser resuelto manipulando la demanda de productos, - así los griegos y los pensadores medievales recomendaron la moderación y elogiaron las virtudes de la pobreza. Sólo mucho después en la historia los economistas se ocuparon de ideas destinadas a incrementar la provisión de bienes.
LAS FUENTES DE LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL: DE LA BIBLIA A PLATÓN
Se ha dicho que la Historia es un campo de estudio en el que no se puede comenzar por el principio. Si hemos de buscar los antecedentes del pensamiento económico deberemos remontarnos a la prehistoria. Encontramos indicaciones de pensamiento económico durante las Eras de Piedra, Bronce y Hierro. Ya 3000 A.C. florecía una civilización en la India que rivalizaría con las de Egipto y Babilonia. Todas estas culturas han desaparecido. Queda apenas un tenue eslabón entre sus sistemas de valores y sus logros con los de nuestra civilización occidental.
La Civilización Occidental tiene su origen no en la antigua India, Babilonia o Egipto sino más bien en los Hebreos de los tiempos bíblicos y en los Griegos de la Edad Clásica. Tres religiones de alcance mundial y la ley moral que poseemos son de herencia hebraica. Grecia nos inspiró el amor por la belleza y la búsqueda de la sabiduría. Con los griegos empieza la era lógica del hombre, esto es, su emancipación de la magia y la astrología, que marca también el surgimiento de la individualidad y el pensamiento ético.
Pensamiento Económico en la Biblia.
Muchos pasajes de la Biblia confirman el valor de una buena vida. Dios promete a los hijos de Israel la abundancia en la tierra que mana leche y miel y nadie sufrirá necesidad (Deut. 3:8, 15:4). Surge el principio moral "Ama a tu prójimo como a ti mismo" dando nacimiento a una moral que toma en cuenta tanto nuestro interés como el de los demás.
Existen numerosas provisiones para la protección de los pobres que mandan realizar actos de caridad así como provisiones para proteger al hombre que trabaja, el patrón no le debe negar su salario al término de la jornada (Rev. 19:13). La jornada de trabajo no debe requerir un alto número de horas, aún cuando se pague un salario alto. Un artesano empleado por sus habilidades no debe ser sujeto a labores distintas de las de su profesión.
El sábado
La piedra angular de la legislación social bíblica es la institución del Sábado, el día de descanso semanal para el patrón, sus trabajadores, esclavos y extranjeros. Esta institución no tiene paralelo en las civilizaciones griega, romana o más antiguas.
La esclavitud.
Otro aspecto distintivo de la legislación bíblica requiere la liberación periódica de los esclavos de raza israelita. No deberán estar sujetos por más de seis años, debiendo ser liberados al séptimo y proporcionársele libe-realmente comida y otros bienes para que pueda iniciar una vida nueva (Deut. 15:12). El esclavo israelita escapado no debe ser devuelto a su amo sino que podrá vivir sin ser molestado, provisión que se interpreta como primer paso en la abolición de la esclavitud (Deut. 23:16; Jera 34:8-22; Rev. 25:39). Otras provisiones prohibían al amo tratar al esclavo con violencia. Contrasta esto con las instituciones de Roma. Si un esclavo es muerto por la violencia de su amo, este es a su vez reo de muerte (Exudo. 21:20,26).
El año sabático.
El año sabático, en el que ha de liberarse a los esclavos, tenía una significación adicional. Era también el año en que debían cancelarse todas las deudas (Deut. 15:2) y debía permitirse a los pobres comer de la tierra ajena (Éxodo. 23:10).
El año jubilar.
Los derechos del propietario de la tierra, ya limitados por el año sabático, lo era aún más por la institución del año jubilar, el que establecía la liberación de la tierra después de 50 años (Rev. 25:13). Estas provisiones tendían a impedir la concentración de la tierra por latifundistas, si bien tal concentración de propiedad se daba con frecuencia (Isaías 5:( y Miqueas 2:2).
Las instituciones del año sabático y el año jubilar pueden ser interpretadas como instrumentos para aliviar periódicamente las tensiones sociales.
Protección del débil.
El individuo económicamente débil era protegido por provisiones de las cuales la liberación de las deudas en el año sabático era sólo una. Bajo las condiciones económicas primitivas se contraían deudas frecuentemente sólo para el consumo, más que para efectos productivos, lo que colocaba al deudor en una posición de negociación débil. La Biblia toma en cuenta esta posibilidad declarando ilegales los préstamos con interés en estos casos (Deut. 23:20).
El trabajo.
La Biblia coloca un énfasis especial para la dignidad y el valor del trabajo humano. Más que una maldición, el trabajo es considerado como una bendición (Prov. 10:16), y la dignidad del trabajo humano se deriva del trabajo de Dios mismo, realizado por el hombre. Contrasta esto con Platón, que consideraba el empleo y las artes manuales como denigrantes.
El pensamiento económico en la Grecia clásica.
Se ha dicho que "excepto por las fuerzas ciegas de la naturaleza, nada mueve a este mundo que no sea de origen griego." Adam Smith, en La Riqueza de las Naciones hace referencia a Pitágoras, Demócrito, Epicuro, Platón y Aristóteles. Malthus basaba sus trabajos en los trabajos de Platón y Aristóteles. Mill tradujo notas para cuatro diálogos de Platón. Marx escribió su tesis doctoral sobre la filosofía natural de Demócrito y Epicuro.
Siendo tan rico el legado de los Griegos, no es sorprendente encontrar paralelismo entre las ideas griegas y el pensamiento económico desarrollado 2000 años después. El pensamiento económico de los antiguos Hebreos está representado en los mandatos morales de la Biblia. El de los griegos se encuentra en las discusiones de los filósofos. La Biblia se dirige a la gente en general. Por otro lado, el público de los pensadores griegos es un grupo mas selecto compuesto primariamente de una élite bien educada. Mientras que el pensamiento económico de la Biblia está inspirado en impulsos religiosos, el pensamiento económico de los grandes pensadores griegos se desarrolló principalmente en conexión con sus ideas políticas.
La ciudad-estado griega
El escenario de la vida griega era la polis, o ciudad estado, que floreció sobre todo en Atenas. Los griegos eran excesivamente celosos de su participación en la vida política, aún en detrimento de su trabajo productivo. Mucho de éste era efectuado por esclavos y por residentes extranjeros sin los cuales el sistema no hubiera tenido la capacidad de producir el superávit necesario para mantener a tantos políticos.
Cuatro eventos en la historia económica griega.
Cuatro eventos destacan en la historia económica griega antigua que habrían de producir profundos efectos en la estructura de la ciudad-estado.
El primero fue la adopción del alfabeto fenicio en el siglo IX A.C. La disponibilidad de la palabra escrita fue un factor altamente significativo en el desarrollo del comercio y en el acomodo de las clases económicas.
El segundo evento fue la fundación de colonias griegas alrededor del Mediterráneo y el Mar Negro al final del siglo VIII A.C. Las colonias, independientes políticamente de su ciudad fundadora, se convirtieron en socios comerciales de la última, intercambiando esclavos, granos, y otros artículos.
El tercer evento fue la invención de la moneda acuñada en Lydia, Asia Menor, en el siglo VII A.C., que pronto se extendió a toda Grecia. La introducción de la moneda marca el fin de una era en la que la riqueza se tenía principal-mente en tierras, ganado, aceite u otros productos que, o bien eran perecederos o no podían acumularse sin límite. La acuñación de moneda fue un estímulo para la acumulación de riqueza.
El cuarto evento, que ocurrió casi en forma paralela a la aparición de la moneda fue el nacimiento del crédito con interés. El interés probablemente tuvo su origen en los antiguos préstamos de ganado o grano, en los que la naturaleza produce un rendimiento.
Desarrollo económico.
La promoción del comercio y la empresa parece haber ensanchado la brecha entre ricos y pobres en la ciudad-estado, entre grandes terratenientes y pequeños propietarios, y entre las antiguas clases aristocráticas y las nuevas clases adineradas. Existían además otros factores que impedían un desarrollo económico. El crecimiento de la población daba lugar a la emigración mas que a un crecimiento de la producción. La esclavitud impedía el desarrollo económico debido a la falta de motivación y capacidad del esclavo y porque bloqueaba a buena parte de la población, tal como trabajadores libres, un reclamo por un mejor nivel de vida. La empresa era de tamaño pequeño y era mantenida por propietarios de tierras, artesanos, comerciantes y tenderos. La guerra era una actividad económica importante porque producía esclavos y tributos a pagar por el derrota-do. No existía desempleo, ni siquiera el término existe en la lengua griega, pero su antónimo, el monopolio, era conocido, practicado y desaprobado.
Las reformas de Solón.
Políticamente Grecia alcanza su madurez con Solón. Sus muchas reformas incluyeron también medidas económicas como la cancelación de todas las hipotecas y deudas en las que el deudor hubiera otorgado su persona como garantía, la liberación de todos aquellos esclavizados por razón de deudas, la abolición de la esclavitud por deudas, una limitación al tamaño de las propiedades, y la prohibición de la exportación de productos, excepto el aceite. Las reformas económicas de Solón implicaron una gran bonanza para los pequeños propietarios y los trabajadores sin tierras ya que otorgaban una medida de protección contra la pérdida de la tierra o de la libertad. La prohibición de las exportaciones tenía como objeto evitar la escasez y aumento de precio de los granos en la ciudad.
Los filósofos griegos
Resulta difícil el examen del contenido económico de la filosofía griega por la destrucción de la mayor parte de esta literatura. Sólo se conservan intactos los diálogos de Platón y las principales obras de Aristóteles. De los demás pensadores griegos sólo existen fragmentos. Así, la visión que tiene generalmente el estudiante acerca de la filosofía griega queda distorsionada.
Filosofía presocrática: Pitágoras.
Las ideas de algunos han influido sobre el pensamiento económico. Uno de ellos fue Pitágoras, cuyos escritos se han perdido, pero que, de acuerdo a un escritor griego posterior que le cita, "promovió el estudio de los números, sacándolos de la pura actividad mercantil". El mismo escritor atribuye a Pitágoras la introducción de un sistema de pesos y medidas entre los griegos. Las ideas pitagóricas sirvieron también para el enfoque matemático de la teoría del justo cambio propuesta más tarde por Aristóteles.
Heráclito.
Pensaba que "la guerra es la madre de todas las cosas" una idea que ha sido interpretada en el sentido de la lucha entre fuerzas opuestas que genera balance, equilibrio o un orden armonioso. De ahí emanan las ideas del Darwinismo social del siglo XVIII con su creencia de que de la lucha competitiva asegura la supervivencia del mejor preparado. Igualmente sirve de base para la dialéctica de Hegel, cuyo pensamiento implica que un concepto, la tesis, inevitable-mente dará lugar a su opuesto, la antítesis, y que la inter-acción de ambas genera una síntesis, que a su vez se con-vierte en el primer término de una nueva terna. La misma afinidad la encontraremos en las teorías de Marx.
Demócrito
Se le recuerda más que nada por haber definido el átomo, pero entre sus obras se incluye un tratado sobre economía. Sólo se conservan algunas citas de este tratado.
Aunque Demócrito enseñaba que los valores morales son absolutos, su teoría del valor económico tiene carácter subjetivo. Dice que la misma cosa es buena y cierta para todos los hombres, pero su gusto difiere de uno a otro. Las cosas más agradables se vuelven desagradables si no prevalece la moderación. Este es un pensamiento que anticipa la noción de la utilidad decreciente y la transformación de los bienes en estorbo cuando se alcanza un nivel de saturación. La intención de Demócrito, así, es atacar el problema económico de la escasez por el lado de la demanda. En materia de organización económica subraya la importancia de la liberalidad y ayuda mutua como medios para integrar la sociedad. Es muy probable que la defensa que hace Aristóteles de la propiedad privada esté inspirada en las ideas de Demócrito.
Platón
Los diálogos de Platón que contienen ideas económicas son la República y las Leyes, aunque se encuentran algunas en sus otros diálogos. Estos trabajos tratan de asuntos que caen dentro del rubro de la ciencia política.
La república.
El propósito ostensible en La República es dar respuesta a la pregunta que ha perseguido a los filósofos a través de los tiempos: ¿Qué es la justicia? No le impresiona mucho el pensamiento corriente de que la justicia sea solamente decir la verdad y pagar las propias deudas. Con este punto de vista Platón desarrolla su propio pensamiento respecto a la riqueza. Establece una distinción entre la riqueza heredada y la adquirida. Aquellos que han forjado su propia fortuna están mucho más ligados a ella que otras personas: su riqueza no solamente le es útil; es algo que es su creación.
Otra teoría que Platón rechaza respecto a la justicia es la del contrato social que sostiene que la conducta de todos los individuos está limitada por el interés de todos.
Establece la división de los bienes en tres categorías: una clase consiste de placeres y satisfacciones inocuas que recibimos por sí mismas, y que no tienen consecuencias posteriores que la satisfacción del momento. Otra clase está formada por objetivos que en sí mismos son una carga y que no son buscados por sí mismos sino por las consecuencias deseables de sus resultados, tal como realizar el propio trabajo. La tercera y más elevada de las clases está formada por aquellas cosas que son buenas por sí mismas y por sus consecuencias, como el conocimiento y la salud.
La división del trabajo.
El análisis de Platón es de interés para el estudioso de la Economía porque uno de sus conceptos centrales, la división del trabajo, es de importancia suma en la historia del pensamiento económico. Dos mil años después sería la piedra angular del sistema económico propuesto por Adam Smith. Pero existen diferencias en sus enfoques. Para Platón el hecho más importante es la desigualdad humana, que da lugar a la especialización. Para Smith, el aspecto del asunto es destacar la mejora en productividad que resulta de la especialización. La gran preocupación de Smith son las "causas de la riqueza de las naciones" mientras que Platón busca la estructura de la comunidad ideal. Smith racionaliza el hacer dinero; Platón racionaliza la distinción de clases y la estratificación de la sociedad.
El estado ideal.
El primer "modelo" de la ciudad-estado ideal de Platón tiene en cuenta las necesidades humanas básicas. En él, se produce la justicia si cada quien se dedica a la ocupación para la que la naturaleza le ha dotado mejor. Es de notar el punto de vista de Platón, de que "todas las guerras se hacen para obtener dinero (Fedón, 66c) En su segunda aproximación al estado ideal Platón plantea por ello la necesidad de contar con una fuerza militar capaz de resistir la agresión. Así a la clase de productores - agricultores, artesanos, comerciantes, tenderos, etc. - se suma una segunda clase, la de los soldados.
En la tercera aproximación emerge íntegro el estado ideal de Platón. Aquí el sistema de dos clases gobernantes: soldados y gobernados - productores, diferencia la clase gobernante en soldados y aquellos que se encuentran el vértice de la pirámide, los filósofos. Las tres clases de productores, soldados, y filósofos reflejan el punto de vista de Platón respecto a la mente y el alma humana, la que divide en tres partes, "una que procura, otra que lucha, y otra que piensa." Tal orden armonioso de la sociedad constituye la justicia. Para permitir a los filósofos el obtener y mantener el poder del estado, Platón propone que influyan sobre la población por medio de mentiras "nobles" o "medicinales" en relación a su origen divino y el linaje inferior de las demás clases.
Propiedad privada versus propiedad comunitaria.
En las aproximaciones segunda y tercera de Platón se dice poco respecto a la clase productora y su organización económica. Respecto a los dos componentes de la clase gobernante, soldados y filósofos, debe liberárseles de la carga de la propiedad privada y la familia a fin de que puedan dedicar sus vidas a los asuntos para los cuales les ha equipado mejor la naturaleza. Establece para estas clases una comunidad de propiedad, así como de mujeres. Esto quiere decir que las clases superiores no habitarán en casas privadas sino que vivirán juntos y compartirán alimentos comunes. La importancia que Platón da al requerimiento de que las clases superiores deban tener sólo una propiedad comunitaria queda de relieve en su discusión de las causas responsables de la degeneración del estado ideal. Tal degeneración puede presentarse principalmente como resultado de la operación de factores económicos. Las clases gobernantes se corromperán al adquirir un gusto por el dinero y las posesiones, y la clase productora, cuyos miembros por su misma naturaleza ya tienen tal gusto, no tendrán deseo de acceder a la posición de gobernantes si esta excluye la acumulación de riqueza.
Tipos de gobierno
En su conjunto Platón distingue cinco clases de gobierno: el aristocrático de la comunidad ideal gobernada por los mejores, y cuatro formas degeneradas: timocracia a gobierno de los soldados, oligarquía o plutocracia, gobierno de los ricos; democracia; y despotismo.
Si el soldado usurpa el poder, el libertinaje subsecuente, envidias y rivalidades, son estimulados por la posesión de tierras, casas, y otros tipos de propiedad. En la escala de valores del público la riqueza alcanza un valor preponderante, reemplazando al conocimiento y la virtud. Al reflejar este cambio en valuación, se requieren calificaciones de riqueza para el ejercicio del poder político, el cual es tomado por los ricos, estableciéndose la plutocracia. Así el estado queda dividido en ricos y pobres, con las dos clases antagónicas. Las filas de los pobres se verán engrosadas por ricos empobrecidos inevitablemente y, finalmente, las clases depauperadas se rebelarán, y al ganar los pobres se establece la democracia. Entonces el deseo imposible de satisfacer por la riqueza pierde su lugar como el bien más alto y es reemplazado por un también imposible de satisfacer anhelo por una libertad irrestricta. A Platón le disgusta este arreglo social en el que todo mundo es libre de hablar y actuar como le parezca, aunque tiene que admitir que una constitución social bajo la cual cada quien puede desarrollar al máximo sus capacidades puede resultar el mejor. Eventualmente, la lucha económica traerá el fin de la democracia, tal como ha destruido otras formas de gobierno. En esta situación se presenta un campeón del pueblo. Este se transforma en un déspota porque es incapaz de mantenerse en el poder por medios distintos del terror, haciendo la guerra igualmente a los ricos, a los que persigue como enemigos del pueblo, y a los hombres de coraje y razón, que le detestan.
Las leyes
La eliminación de la propiedad privada de las instituciones aplicables a las vidas de la gente que cuenta, la clase gobernante, es así la piedra angular del sistema de Platón, lo que demuestra en Las Leyes. Nuevamente señala aquí que la mejor comunidad política es la compuesta por amigos que comparten todo, mujeres, hijos, y propiedades. Tal comunidad en la que no existe el término propiedad privada estará unida en torno a un mismo sistema de valores. Sin embargo, en las Leyes, Platón abandona su ideal por impráctico, y recomienda otro tipo de organización social definido por una comunidad pequeña. Por último es de destacar el énfasis puesto por Platón en el término solidaridad, en Las Leyes, cuyo cumplimiento al máximo, afirma, destruirá al individuo transformándolo en un mero ente del organismo político.
DE ARISTÓTELES A LOS PADRES DE LA IGLESIA
Los escritos de Aristóteles cubren la totalidad del tramo del conocimiento humano. Su contribución al campo de la economía no constituye un sistema coherente de pensamiento sino que se encuentra en diferentes campos no integrados entre sí. La inclinación básica de Aristóteles de tipo aristocrático como la de Platón, como lo es también su creencia en la desigualdad básica entre los seres humanos. Pero, a diferencia de Platón, Aristóteles no propone un reglamentación estricta y severa de la sociedad, y su solución al problema económico pone más énfasis en la mejora moral que en la reglamentación. Las personas pueden cambiar por un medio ambiente adecuado, por instituciones adecuadas, y por el poder de persuasión, y si se convierten en mejores hombres, entonces el problema de la escasez de bienes materia-les se vuelve menos opresivo. Se destaca una mayor productividad de la propiedad privada, ante la propuesta de pro-piedad comunitaria de Platón.
Las contribuciones de Aristóteles al pensamiento económico se refieren a la organización económica de la sociedad, la propiedad comunitaria versus propiedad privada, y valor e intercambio. La mayoría de sus ideas se encuentra en su Política, el primer tratado de ciencia política; algunas en la Ética; y algunas más en los Tópicos y en la Retórica. Al discutir la institución de la esclavitud admite que algunos la consideran injusta, una mera convención hecha por el hombre y contraria a la naturaleza. Rechaza esta forma de pensar porque "desde la hora de nuestro nacimiento, algunos están marcados para la sumisión, otros para gobernar." Arguye que el amo puede prever por el ejercicio de su mente; el esclavo puede con su cuerpo dar efecto a tal previsión:
El arte de la adquisición.
El término griego economía significa literalmente "administración de la casa." Se distingue fundamentalmente de este el "arte de la adquisición" La primera tiene la función de usar lo que la segunda proporciona. Diferentes métodos de adquisición corresponden a diferentes maneras de vida, que son cinco, que se pueden presentar en su forma pura o combinada: pastoreo, agricultura, pesca, cacería y, sorprendentemente, piratería. La práctica de estas artes de adquisición producen lo que la naturaleza a proveído para el hombre - verdadera riqueza que es limitada en cantidad por las necesidades del hogar y de la ciudad. "La vida es acción, no producción." Aristóteles discute otras formas de ejercitar el arte de la adquisición, a las que considera no naturales. Las naturales son aquellas relacionadas funcionalmente con la satisfacción de las necesidades y así producen una riqueza limitada en cantidad por el propósito que sirve, la satis-facción. Los ejercicios no naturales del arte de la adquisición, por otro lado, persiguen la ganancia monetaria, y la riqueza que rinden es potencialmente ilimitada, ya que la acumulación de riqueza se vuelve un fin en sí misma más que como un medio - la satisfacción de las necesidades - que pondría un límite a tal acumulación. Añade Aristóteles que tal riqueza no conoce límites porque el deseo de las personas por bienes materiales tampoco tiene límite.
Uso e intercambio.
En línea con este razonamiento Aristóteles hace una importante distinción entre uso e intercambio, lo que más tarde ampliaría para distinguir entre valor de uso y valor de cambio. Argumenta que el uso verdadero y adecuado de las cosas es la satisfacción de las necesidades naturales. Se presenta un segundo e impropio uso cuando las cosas son intercambiadas con vistas a una ganancia monetaria. Así considera como no natural el intercambio para obtener una ganancia monetaria. Esto incluye el comercio y el transporte, el empleo de mano obra no calificada y calificada, y el préstamo con interés. El intercambio de dinero por una promesa de pago del principal con su interés lo considera el menos natural de todos, y esto por dos razones. El préstamo con interés produce una ganancia a partir de la moneda misma en lugar de alguna otra transacción de intercambio la cual la moneda tienen la misión de facilitar como medio de cambio. El dinero no se reproduce por sí mismo; Por ello el interés es contrario a la naturaleza.
Las ideas aquí desarrolladas indican que Aristóteles compartía con Platón su rechazo por el comercialismo y su baja opinión sobre las cualidades del trabajo empleado. No todas las transacciones comerciales son condenadas por Aristóteles sino sólo aquellas orientadas a la obtención de una ganancia monetaria. El trueque queda expresamente exento. Se asigna un status más dudoso a las transacciones que involucran el uso de dinero, pero sólo como medida de valor y no como fuente de ganancia.
Aristóteles, en la Ética enfatiza el hecho de que la ciudad se mantiene unida por un mutuo dar y tomar, por el cual cada quien da a otros algo equivalente a lo que recibe de ellos. En la Política, este principio es referido como "la salvación de los estados." Más aún, la Ética trata específicamente la justicia en el intercambio, y si todos los intercambios fueran no naturales es difícil contemplar cómo podría existir la calidad de justicia.
La dificultad básica en esta línea es la distinción entre actos de adquisición natural y no natural. El criterio se señala en el carácter limitado de las necesidades humanas para los primeros y el carácter ilimitado de la ambición humana para los segundos. La dificultad sólo puede ser resuelta mediante una apelación general a la moderación, un principio de orden más moral que económico.
Dinero.
En conjunto con su discusión acerca del arte de la adquisición, Aristóteles desarrolla su teoría sobre el dinero. El dinero, sostiene, no es "natural" en el sentido de ser indispensable para la completa satisfacción de las necesidades del hombre sino que se deriva de una ley o convención. El dinero vino a usarse para servir los requerimientos del comercio exterior, en el que la distancia hacía el trueque impracticable. Al principio se usó como dinero algunos bienes útiles, medidos por peso y cantidad. Más tarde se usaron monedas, en las cuales el troquelado marcaba el valor de la moneda, eliminando la necesidad de pesar o medir. Con el uso de la moneda quedó establecido un instrumento de cambio y una medida para la riqueza, que facilitó una acumulación de tipo no natural. Sin embargo no deben confundirse dinero y riqueza. El dinero no es riqueza porque la substitución de un elemento monetario por otros deja sin valor al primero. El dinero no satisface de manera inmediata las necesidades de la vida, y quien es rico en monedas puede sufrir carencia de otros bienes, como el fabuloso Rey Midas cuyo toque convertía todo en oro.
En la Ética, se amplía la discusión sobre el dinero. El dinero es una forma representativa de la demanda, "que mantiene juntos todos los bienes." Como el dinero existe por una convención, su valor puede ser cambiado o cancelarse. Así, aunque su valor no es siempre constante, es sin embargo más estable que el valor de otros bienes.
Propiedad privada
Es notoria la defensa que Aristóteles hace de la propiedad privada oponiéndose no sólo a su substitución por la propiedad comunitaria sino también a la imposición de restricciones a la cantidad de propiedad privada que puede poseerse como propuso Platón en sus Leyes. Su defensa de la propiedad privada fue escrita como una crítica al ideal de Platón en la República, en la cual los gobernantes han de poseer propiedad sólo en común.
En primer lugar toma Aristóteles el objetivo de Platón, la perfecta unidad del estado, para la cual sirve como medio la abolición de la propiedad privada de los gobernantes. Tan perfecta unidad, sostiene, va en contra de tres principios - diversidad, reciprocidad y autosuficiencia. El principio de diversidad requiere que un estado esté compuesto no sólo de muchos hombres sino de diferentes clases de hombres. Como entonces sería posible vivir el principio de reciprocidad, de acuerdo al cual la ciudad se mantiene unida por el mutuo dar y tomar de sus ciudadanos, lo cuales dan a los demás un monto equivalente a lo que reciben de ellos. Más aún, la ciudad debe buscar la autosuficiencia, que hace la vida deseable y completa. Esto ha sido interpretado como que la ciudad debe ser un lugar equipado con recursos, materiales y otros, adecuados para permitir a los ciudadanos desarrollar al máximo sus personalidades, sin dependencia de recursos externos. La autosuficiencia es inversamente proporcional a la unidad. Si es deseable la autosuficiencia, un menor grado de unidad, dice Aristóteles es preferible a un grado mayor, porque sin diversidad no puede haber autosuficiencia.
Aristóteles compara la propiedad comunitaria y la propiedad privada y encuentra que esta última es superior de acuerdo a cinco diferentes bases - progreso, paz, placer, practicidad y filantropía.
1.- La propiedad privada es más altamente productiva que la propiedad comunitaria y proporciona mas progreso. Los bienes que son propiedad de gran número de personas reciben muy poco cuidado. Las personas tienen la inclinación de preocuparse principalmente de su propio interés y es probable que se muestren negligentes respecto a deberes que esperan cumplan otras. El mayor interés y cuidado se encuentra cuando una persona se dedica a su propia propiedad.
2.- La propiedad comunitaria no conduce a la paz social porque la gente, al verse involucrada en su asociación estrecha, encara todo género de dificultades. Se quejarán de que han contribuido más trabajo y obtenido una menor retribución que otros que han hecho menos trabajo y recibido un mayor rendimiento.
3.- La propiedad privada proporciona placer al propietario. La naturaleza ha implantado en él, como en los demás seres humanos, el amor a sí mismo, al dinero y a la propiedad. Este sentimiento se ve frustrado cuando todas las personas "pueden llamar mía a una cosa."
4.- Existe una referencia a la experiencia práctica. Si la propiedad comunitaria fuera una cosa tan buena, seguramente hubiera sido instituida hace largo tiempo. La experiencia de las eras testifica el uso extendido de la propiedad privada. Renunciar a ella significa no considerar tal experiencia.
5.- La propiedad privada permite a las personas practicar la filantropía y les proporciona entrenamiento en la práctica de las virtudes de la templanza y la liberalidad. En lugar de una compulsión, existe una oportunidad para que se desarrolle el bien moral entre los ciudadanos si la propiedad de cada uno se pone al servicio de los demás. Parte de la propiedad de cada quien puede destinarse al uso privado, otra puede ponerse a disposición de los amigos, y otra más dedicarse al bienestar de los conciudadanos. La personas deben tener una propiedad suficiente para permitirles practicar tanto la templanza como la liberalidad. La templanza sin la liberalidad tiende a volverse miseria, y la liberalidad sin templanza conduce a la lujuria.
Aristóteles se opone también a las limitaciones a la cantidad de propiedad privada que un individuo puede tener, y describe las dificultades prácticas que enfrentarían tales restricciones. En sus propias palabras, "es más necesario limitar la población que la propiedad." La negligencia en este sentido es inevitablemente causa de pobreza y "la pobreza es madre de la revolución y del crimen." "Sería más importante igualar los deseos de la gente que sus propiedades." Esto podría lograrse con la ayuda de la educación; pero una educación que tuviera en cuenta las diferencias individuales más que una que ofreciera el mismo programa para todos. Más aún, la desigualdad económica, aunque es una causa importante del disgusto social, no es la única causa. La desigualdad de cargo o prestigio son también importantes, pero operan de manera distinta: las masas son incitadas a la revolución por una desigual distribución de la propiedad, mientras que la élite es incitada de igual manera por una desigual distribución de cargos y prestigio. No todos los crímenes son causados por la ambición, especialmente los grandes: "los hombres no se vuelven tiranos para no sufrir frío." Por tanto, el factor económico, aunque importante, no es el único que opera en la historia.
El uso que se hace de la propiedad es de la más alta significación moral. Las personas ambicionan siempre más y más; sus deseos son ilimitados y nunca satisfechos. En esta situación no es la abolición de la propiedad privada ni su igualación lo que considera útil Aristóteles. En lugar de ello propone una confianza en la educación e instituciones adecuadas: las mejores personas, capaces de recibir tal entrenamiento, deben ser enseñadas a moderar sus deseos, refrenando así su ambición de mayores riquezas.
Justicia aristotélica.
El principio de moderación, ya discutido, es central en el pensamiento de Aristóteles. En él subyace el concepto Aristotélico de virtud. El hombre virtuoso practicará la liberalidad, más que comportarse de manera miserable o con dispendio. La noción de media o promedio asume gran importancia en la Ética de Aristóteles, en la cual, como en muchos otros escritos absorbe mucho de las enseñanzas matemáticas de la escuela Pitagórica. Puesto que las personas, más que los bienes, son ligadas en el análisis económico de Aristóteles, aparecen lado a lado en términos de fórmulas matemáticas, de una manera no aceptable fácilmente al estudiante moderno.
La media o promedio es a su vez ligada con el concepto de proporcionalidad, y todos estos conceptos se utilizan en el análisis Aristotélico de justicia. Se distinguen varios tipos de justicia, incluida la justicia distributiva y la justicia correctiva. La justicia distributiva tiene que ver con la distribución de la riqueza y los honores en la sociedad. No son distribuidos de manera igual sino en proporción a los méritos o valor individual de cada ciudadano.
Como ilustración Aristóteles refiere la distribución de los egresos del tesoro público, los que son divididos en la misma proporción en que contribuyen los ciudadanos a los fondos públicos. Si A y B fueran los contribuyentes y C y D los egresos públicos tendríamos
A:B = C:D
De acuerdo a Aristóteles esto reflejaría una "pro-porción geométrica" bajo la cual personas desiguales reciben partes también desiguales. Mientras que la justicia distributiva establece una diferenciación de esta manera, la justicia correctiva iguala. Se relaciona con la corrección de males por el juez al reducir la ganancia de una parte y la pérdida de la otra. Esto se logra con la ayuda de una "proporción aritmética" cuyos términos medios son equidistantes de los extremos:
A-C=C-B
Por ejemplo, si se encuentra que una mercancía que ha sido vendida por 10 unidades de moneda está defectuosa y el comprador reclama que el precio debe reducirse a 2 unidades de moneda, la proporción aritmética sería 10-6=6-2. El juez fijaría el precio en 6 unidades de moneda, la media aritmética del precio original y el que el comprador reclama es su valor.
Justicia en el intercambio.
Después de discusión acerca de la justicia distributiva y la correctiva Aristóteles vuelve su análisis a la justicia en el intercambio desarrollando así un tercer tipo de justicia, al que algunas autoridades llaman justicia conmutativa.
Aristóteles comienza su análisis de la justicia en el cambio introduciendo la noción de reciprocidad. El hombre busca devolver mal por mal, y bien por bien, constituyendo esto último el elemento recíproco en el intercambio. Aclara Aristóteles que la reciprocidad en el intercambio no implica una correspondencia igual sino una "proporcional." Dice: Si A es un constructor y B un zapatero, C una casa y D un zapato y el constructor y el zapatero van a intercambiar sus pro-ductos, se conseguirá un rendimiento proporcional por la acción recíproca - cada uno entrega su bien al otro - siempre y cuando exista igualdad proporcional de bienes antes de que tenga lugar tal intercambio. Esto sería si el número de zapatos cambiados por la casa corresponde a la razón del constructor al zapatero, o
A.B:=xD:C
Esta interpretación de la justicia en el intercambio, en términos de una proporción recíproca euclidiana plantea dos interrogantes. Primero, queremos saber cómo determinar el valor de x en el lado derecho de la ecuación - el número de zapatos equivalente a la casa. Segundo, queremos conocer el significado del lado izquierdo de la ecuación, la razón del constructor al zapatero.
La respuesta que sucesivas generaciones de intérpretes del pensamiento Aristotélico ha dado a la primera pregunta ha reflejado el pensamiento económico de su época. Desde la Edad Media hasta el último cuarto del siglo XIX era común derivar el valor económico del trabajo, esto es, se creía que los bienes se intercambiaban en razón de la cantidad de trabajo incorporado en ellos. Así, conforme a esta interpretación, la teoría Aristotélica del cambio era que x igualaría el trabajo del zapatero al del constructor. En el curso de los últimos cien años, sin embargo, la "teoría del valor-trabajo" ha sido descartada, al menos por lo economistas del mundo occidental, aunque Marx continúa atendiéndose a ella. De acuerdo al punto de vista que ha venido a reemplazar gradualmente la teoría del valor-trabajo, el valor de un bien es interpretado subjetivamente y derivado de su utilidad.
Los estudiosos de la materia contemporáneos determinarían la x de tal manera que fuera igual a la utilidad - más que al trabajo - de los bienes a intercambiar. De acuerdo a las palabras usadas por Aristóteles, la interpretación en términos de la utilidad parece estar construida sobre bases más sólidas que aquella en términos del trabajo. Como él dice, los bienes a intercambiar deben ser de alguna manera iguales, y debe ser valuados mediante una medida común. Esta medida, continúa, es la demanda o la necesidad, con el dinero sirviendo como símbolo representativo: "si los hombres no necesitan los bienes de otros, o no los necesitan en forma igual, no existiría el intercambio, o por lo menos el mismo intercambio.
Dice también Aristóteles en su Política que puede existir demasiado a alguna cosa útil, lo que dañará o no será de utilidad alguna para su poseedor. Esto anticipa la noción moderna de los rendimientos decrecientes. En los Tópicos declara que lo deseable de un bien puede juzgarse por la ganancia resultante de aumentarlo a un grupo de bienes, o la pérdida resultante de restárselo. Esto es también una anticipación del concepto moderno de marginalidad.
La segunda pregunta - el significado del lado izquierdo de la ecuación - ha preocupado mucho a los estudiosos. Para resolverlo debemos recordar lo que ya hemos anotado respecto del examen de Aristóteles sobre la justicia distributiva, esto es, que en sus ecuaciones personas y bienes aparecen lado a lado y que para él la relación entre personas es más significativa que entre los bienes. Una vez que xD es igualado con C - en términos de trabajo o en términos de utilidad - y una vez que ha tenido lugar el intercambio, la posición relativa de las personas queda inalterada.. Si xD=C, A=B, entonces, A + xD=B+C, lo que podría interpretarse como implicando que el inter-cambio de equivalentes ha dejado a los participantes iguales en términos de satisfacción.
A la luz de la teoría del intercambio no es apropiado hablar de Aristóteles como un constructor de modelos matemáticos tan en boga en la teoría económica moderna. El modelo por él construido se aplica sólo a una pareja interesada en el cambio, no a un mercado con un número mucho mayor de participantes. Se extiende, sin embargo, más allá del simple trueque y cubre el intercambio de bienes por dinero. Si A es una casa, B 10 unidades de dinero y C una cama; y si
A=1/2 B y
c= 1/10 B, entonces
A= 5 unidades de moneda = 5C
"y no hay diferencia en si se intercambian cinco camas por una casa, o el valor monetario de cinco camas.
Monopolio.
La discusión de Aristóteles del intercambio aislado se expande en el caso del monopolio, lo que hace en la Política.- Reporta una historia acerca de Tales, el conocido filósofo, cuyas gentes le reprochaban su pobreza, la cual probaba la inutilidad de la filosofía. Tales puso en práctica sus conocimientos de meteorología, anticipando una cosecha de aceitunas, rentando por un valor insignificante todas las prensas disponibles para la extracción del aceite con suma anticipación. Al tiempo de la cosecha pudo rentarlas al precio que le vino en gana, demostrando así que los filósofos pueden ser ricos si se lo proponen, pero que su mira está puesta en otras cosas.
La creación de monopolios, dice Aristóteles, es practicada no sólo por los individuos sino por los gobiernos también, los que urgidos de fondos pueden constituir monopolios sobre los alimentos. Aristóteles no liga culpa moral alguna a esta clase de negocio.
Cinismo, estoicismo y epicureísmo.
Los pensadores griegos que siguieron a Platón y Aristóteles trabajaron en un medio ambiente distinto. Sometidas las ciudades griegas surgió un nuevo orden de ideas para un mundo diferente. Su pensamiento se dirige más allá de la ciudad-estado hacia la humanidad en general. Las nuevas filosofías ya no se dirigen más a los ciudadanos unidos por estrecha solidaridad sino a individuos a los que esta no afecta. La simpatía de las nuevas filosofías por el pobre y el desposeído requirió un tratamiento del problema económico muy diferente del propuesto por Platón y Aristóteles, quienes enfrentaban el problema de la escasez a su propio modo: Platón proponiendo una reglamentación estricta, y Aristóteles elevando la moderación al rango de virtud. Lo que ahora encontramos es un énfasis mayor en la restricción de la demanda de bienes valiosos, la cual, si es aceptada, sería una manera de resolver el problema económico, trayendo así satisfacción a los nuevos clientes del filósofo - los pobres.
Los cínicos.
Fundados por Diógenes buscaban "liberarse de la ambición", no produciendo bienes, sino extinguiendo el deseo y renunciando a las posesiones. Los Cínicos, establecieron el estándar del mínimo, para demostrar que la vida puede ser vivida bajo las más humildes y miserables circunstancias.
Diógenes se refiere al amor al dinero como la causa de todo mal. En esto coincide con la observación de San Pablo en 1 Tim. Pero la motivación de la negación de los cínicos es muy diferente de la del Nuevo Testamento. El ascetismo cristiano tiene por objeto la salvación del alma, mientras que los cínicos persiguen la salvación del cuerpo, o a la libertad e independencia respecto a los bienes materiales.
Los estoicos
Fundados por Zenón, bajo la Stoa o pórtico de Atenas, enseñaban que existía sólo un bien, la virtud, y que su práctica sola asegura la felicidad. Para ellos la virtud significaba una conducta libre de emociones y pasiones, cuyo rechazo traería al individuo una serenidad de mente que ningún evento externo podría perturbar. Aunque esta doctrina podría implicar un desdén de los bienes materiales, el Estoicismo llegó a aceptar la adquisición y el cuidado de la propiedad que pudiera ayudar al sabio a ser virtuoso. Para todos los nuevos filósofos la esclavitud aparece como algo obscuro. La doctrina estoica otorga aprobación expresa a las ganancias por la enseñanza, por el servicio a los ricos, y por el empleo en el gobierno.
Ley natural.
Las ideas de los estoicos pasaron a la posteridad gracias al Derecho Romano, que recogió el concepto de ley natural, implicando por ésta todas las razones que gobiernan este mundo y reflejan la naturaleza de las cosas. La ley natural vino a ser usada como la piedra de toque para probar las leyes del derecho positivo. El concepto ha sobrevivido hasta la jurisprudencia y la ética de nuestros días, especialmente en aquellas civilizaciones ligadas a un ideal de humanidad universal.
Jurisprudencia romana.
La ley natural desarrollada por los estoicos fue común en el sentido de que se aplica a toda la humanidad. Así el concepto tiene una significación mayor al proporcionar un concepto que sirva de cimiento para una ley entre las naciones. Como los romanos eran un pueblo más activo que reflexivo, su contribución a la especulación económica no fue más allá de algunos comentarios acerca de las ventajas de una vida sencilla, de intereses agrícolas, y de la comparación del trabajo libre ante el del esclavo. Por otra parte, el Derecho Romano fue de una excelencia tal que hasta nuestros días ha sido fuente de inspiración para los legisladores que redactan la "ley civil" en los países de la Europa continental y en Latinoamérica. Otro ejemplo, de suma importancia en la vida económica, es la doctrina de la corporación o sociedad. Bajo esta doctrina los activos de la sociedad quedan separados de los activos de sus propietarios y, aunque estos cambien, la sociedad permanece la misma. Este principio puede encontrarse ya en el Derecho Romano.
Casi todos los países han sentido el efecto de las leyes romanas respecto a propiedad y contratos. La ley romana era casi absoluta en su protección al propietario y a su derecho a usar de su propiedad como le parezca, y mantuvo también la libertad de contratación. Algunos juristas romanos llegaron a considerar la propiedad como instituida por ley natural. Esta idea fue recogida por John Locke, quien declaró que la protección de la propiedad es el principal propósito del gobierno.
Epicuro
No es, sin embargo, en las enseñanzas de los estoicos sino en las de Epicuro en que la manera en la cual las escuelas filosóficas enfocaron el problema económico encuentra su expresión más concisa y enfática. Epicuro sugiere: "Si deseas hacer rica a una persona, no le des más dinero, sino disminuye su ambición." Los deseos los divide en tres categorías: Los deseos básicos que son naturales y necesarios, otros naturales pero no necesarios, y otros mas ni naturales ni necesarios. Sólo los deseos naturales y sólo aquellos que no sean dañinos merecen satisfacción.
No es el deseo o ambición lo que ilimitado, sostiene Epicuro. Argumenta más bien que las mentes de las personas están cautivas de la noción errónea de que se requiere una cantidad ilimitada de bienes para satisfacer sus deseos. No aconseja a sus seguidores conformarse con muy poco en todas las circunstancias. Más bien predica la satisfacción con lo poco si no hay suficiente. Consideraba el placer como un componente normal y natural de la vida y, en términos negativos, la ausencia de dolor.
La caída de roma y el surgimiento de la cristiandad.
El legado romano ha sido magro en materia de ideas. La historia de Roma está llena de problemas económicos, pero no encontramos pensamiento especulativo acerca de la economía. La educación era estrictamente literaria y retórica, y la ciencia no tenía lugar alguno en el curriculum.
La expansión territorial jugó un papel singular en la historia económica de Roma. Amplió el mercado, pero a la vez dio surgimiento a nuevos centros de producción que competían con los antiguos. De esta manera la expansión del Imperio colocó a al agricultura italiana en una posición precaria, como lo hizo con el comercio y la industria. Según la civilización y la urbanización se extendieron sobre las provincias conquistadas, Italia perdió su posición de liderazgo en el comercio y la industria. Sin embargo la industria continuó floreciendo según el Imperio se expandía y se desarrollaban nuevos mercados. Después del reinado de Adriano (117-138 D.C.) cesó la expansión territorial, por lo que los productores italianos tuvieron que atenerse desde entonces al poder de compra de algunas personas de bienestar relativo en las ciudades y en el creciente número de pobres urbanos y rurales.
La caída del Imperio Romano, uno de los grandes eventos en la historia del mundo, fue acompañada de graves desordenes económicos. Las guerras y las invasiones destruían las propiedades y absorbían la mano de obra. Los impuestos llegaron a ser mas y mas ruinosos y eran suplementados por requisiciones y exacciones de todo tipo, con servicio militar forzado y trabajo también forzado. La moneda era devaluada y depreciada continuamente, y la inflación, al principio crónica, se hizo galopante. En Egipto, por ejemplo, el precio del trigo se triplicó entre el siglo primero y el tercero D.C., y al final del siglo III su precio era cien mil veces mayor que tres siglos atrás. Este tipo de desordenes reflejan las presiones económicas a que se veía sometido el Imperio por las guerras que mantenía.
Roma estableció la ley y el orden dentro de los con-fines del Imperio pero ejerció poca o ninguna influencia civilizadora sobre las tribus bárbaras mas allá de sus fronteras. Hubo necesidad de un nuevo mensaje para civilizar a los invasores y traerlos dentro de los límites de una comunidad universal. Este nuevo mensaje fue trasmitido por el Cristianismo, cuyo auge se traslapa con la declinación del Imperio Romano. La nueva civilización que tomó el lugar de la romana atraería pronto a millones de personas inspira-da por una idea nueva, diferente de la sabiduría de los griegos y la ley de los romanos: el evangelio del amor.
La enseñanza cristiana.
El cristianismo comparte algunos aspectos con las filosofías cínicas, estoica y epicúrea que llegaron a ser tan prominentes en Roma. Los ideales de pobreza y ascetismo de los cínicos, la concepción de los estoicos de la ley natural y su aguda distinción entre virtud y vicio, el amor por la humanidad de Epicuro, todos encuentran afinidad, si no su plenitud, en la enseñanza cristiana.
En las enseñanzas de Jesús no se da peso alguno a las consideraciones económicas porque no hay necesidad de producción y bienestar material en el Reino de Dios, cuya llegada es inminente. Cuando los Doce son enviados a predicar, no se les permite llevar dinero (Mat. 10:9). El joven rico preocupado por la ruta hacia la perfección recibe el consejo de vender sus propiedades y dar el dinero a los pobres (Mat. 19:21; Mar. 10:21; y Luc. 18:22).
Puede encontrarse también una indiferencia hacia las consideraciones económicas en la parábola de los trabajado-res de la viña, que reciben el mismo salario independiente-mente de las horas trabajadas (Mat. 20;10), así como en la admonición a Marta, que en lugar de escuchar las enseñanzas de Jesús como lo hace su hermana María, está absorta en el trabajo (Luc. 10:38). Más aún, ya no indiferencia hacia las consideraciones económicas sino hostilidad y desaprobación de la riqueza y su búsqueda se expresan en el Sermón de la Montaña. El tesoro no debe guardarse en esta tierra sino en el Cielo (Mat 6: 19-20), No hay necesidad de preocuparse de las necesidades de la vida; el Señor mantiene a los pájaros del aire y los lirios de los campos (Mat. 6: 25-34). Y más expresamente: "Nadie puede servir a dos señores. No se puede servir a Dios y a Mammon (el dinero) (Mat. 6:24). "¡Cuán difícil es para el rico entrar en el Reino de Dios! es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios (Mar. 10:23-31).
Puede encontrarse una condenación apasionada del rico en la Epístola de Santiago (leer). Varios pasajes de los Hechos de los Apóstoles dan testimonio de la aceptación de los primeros cristianos de las enseñanzas de Jesús. "Todos los creyentes estaban juntos y tenían las cosas en común; y vendieron sus posesiones y bienes y los distribuyeron entre todos, según su necesidad." "...tenían todo en común... no había entre ellos persona necesitada, porque aquellos que tenían tierras o casas las vendían y entregaban su importe a los apóstoles; y se hacía la distribución de ellos según cada quien necesitara (Hechos 4:32; 34-35).
Al correr del tiempo, el Cristianismo se extendió entre diferentes pueblos y entre diferentes clases de sociedad. La venida del Reino de Dios gradualmente pareció menos próxima de lo que les había sido a los primeros discípulos de Jesús. La vida en este mundo tiene que vivirse y había que tomar disposiciones para acomodar la carrera de los primeros creyentes con las instituciones sociales y económicas de su ambiente. La esclavitud, la pobreza, y la coexistencia del rico y el pobre eran parte de esas instituciones. Por ello, la enseñanza de Pablo, reconoce la necesidad de la actividad productiva. "Si un hombre no trabaja, que no coma." Se exhorta a la gente a realizar su trabajo calladamente y ganarse el propio sustento (2 Tes. 3: 10-12) con sus propias manos, de manera que puedan demandar el respeto de los extraños y no ser dependientes de nadie (1 Tes. 4: 11-12). No se condena al rico incondicionalmente pero se le apremia a hacer el bien (1 Tim. 6: 17-19).
Clemente de Alejandría.
Algunas décadas después de la muerte de Pablo, el cónsul romano Tito Flavio abrazaba la nueva fe. La actitud hacia el status económico y la propiedad y la cuestión de la salvación de los ricos se convirtieron en premisas que constituían un reto para el pensamiento de los hombres eminentes de la época. Uno de ellos fue Clemente de Alejandría, que vivió en el siglo segundo en una comunicada bien conocida por su riqueza comercial. En uno de sus sermones, conocido por su nombre en latín ¿Quis Dives Salvetur?, quién es el rico que puede salvarse?, Clemente establece el deber cristiano de liberar la mente del rico de la desesperación y le muestra un camino para la salvación. La Escritura, sostiene Clemente, debe ser interpretada en forma más bien alegórica que literaria. Si el joven rico recibe el consejo de vender todas sus propiedades, quiere esto decir que debe rechazar de su mente todo apego a la riqueza y el deseo de ella. Lo que Jesús aconseja no es una acto externo sino un sacrificio en el alma. EN sí mismo, no existe mérito alguno en la pobreza. Si todos renunciáramos a la riqueza, sería imposible encontrar las virtudes de liberalidad y caridad -argumento que encontramos ya en Aristóteles. Según Clemente, la riqueza ha sido diseñada como un don de Dios, proporcionada para promover el bienestar humano. Es una herramienta, y como tal, puede ser bien o mal usada. Estos pensamientos, especialmente el énfasis en el uso de la propiedad como criterio de bondad, marcan una actitud doctrinal que alcanzaría preeminencia en los siglos posteriores. En su sentido más amplio, la imposición de deberes - para con Dios y para con otros señores espirituales y temporales - sobre aquellos que tienen el derecho de usar algún bien, llegaría a convertirse en un aspecto sobresaliente del sistema económico medieval.
Los padres de la iglesia.
Tanto la riqueza como la propiedad privada fueron alguna vez criticados severamente por los Padres de la Iglesia. Estas críticas cuestionaban el origen recto de la riqueza y caracterizaban la propiedad privada como una desviación de la economía de Dios. Así, Juan Crisóstomo, el más grande de los Padres Griegos, alababa la economía de Dios, que creó ciertos bienes para ser compartidos igual-mente entre los hombres como hermanos. La propiedad privada, resultante de la naturaleza defectuosa del hombre, es responsable de muchos problemas. Respecto a la riqueza, es cuestionable sin puede o no ser adquirida sin ser causa de injusticia por parte de su propietario o por quien quienes le heredaron. Los ricos se redimen a sí mismos sólo mediante el reparto de su riqueza. Basilio el Grande, destacaba un espíritu igualitario: "aquel que ama a su prójimo como a sí mismo, no habrá de poseer más que su prójimo."
Ambrosio, rechazaba de plano la división de los bienes en públicos y privados. La naturaleza, sostenía, da todos los bienes en común a todos los hombres. Por tanto, la caridad no es un regalo sino que puede ser considera como la materia de un derecho. El pobre recibe lo que realmente es de él; el rico sólo paga una deuda. Jerónimo compartía el punto de vista de Juan Crisóstomo de que el hombre rico o bien es injusto el mismo o es heredero de una persona injusta. Para Jerónimo toda la riqueza aparece manchada de iniquidad: la ganancia de un hombre, insistía, es probable que provenga de la pérdida de otro.
Agustín declaró que la riqueza es un don de Dios y un bien, pero no el mayor ni el más alto. Consideraba a la propiedad privada como responsable de varios males - disensiones, guerras, injusticias -. Aquellos que pueden, decía, deben abstenerse de ella, pero aquellos que no puedan deben por lo menos de abstenerse de amar sus propiedades.
Aunque se atribuían muchos defectos a la riqueza y la propiedad privada, ordinariamente la conclusión no era la abolición de estas instituciones en un mundo imperfecto. Para la multitud de la gente ordinaria, la conclusión no era la institución de la propiedad comunitaria sino la necesidad de la caridad. En esto los Padres insisten en los términos más enérgicos. De un modo genérico, puede decirse que la doctrina y la práctica estaban en línea con el pensamiento de Clemente de Alejandría.
La propiedad privada era tolerada pero no se le consideraba sacrosanta. Agustín dejó bien claro que consideraba la propiedad privada como una creación del estado, un derecho humano más que divino. "Por ley divina, decía, la Tierra y cuanto hay en ella son del Señor. El pobre y el rico están formados del mismo barro; la misma tierra provee para el pobre y para el rico. Por derecho humano, sin embargo, alguien dice, esta tierra es mía, esta casa es mía, este es mi sirviente. Por derecho humano, esto es por derecho de los emperadores. ¿Por qué así? Porque Dios ha distribuido a la humanidad estos derechos humanos a través de reyes y emperadores." La legitimidad de la propiedad privada a la luz de la doctrina de la ley natural de la propiedad comunitaria fue un problema con el hubieron de luchar los canonistas hasta que fue resuelto por Santo Tomás de Aquino en el siglo trece.
La tolerancia de la propiedad privada tuvo su corolario también en el reconocimiento del valor de ciertas actividades económicas. A primera vista la declaración de Jerónimo de que la ganancia de un hombre es la pérdida de otro parece implicar la noción de que todos los intereses económicos privados están opuestos irreconciablemente entre sí y que las transacciones económicas benefician a sólo una de las partes. No se consideraba sin embargo que todas las actividades económicas fueran censurables. El valor y la dignidad del trabajo humano fueron enfatizados por varios de los Padres de la Iglesia. Llegó a pensarse -como llegó a ser prominente con los escritos de Adam Smith quince siglos después - que las actividades económicas perseguidas con fines de ganancia privada pueden tener como resultado un beneficio para la sociedad. Juan Crisóstomo, a pesar de su ataque a la riqueza, afirma este punto cuando enseña que el trabajo por el propio beneficio y por el beneficio de otros están tan íntimamente ligados que ningún trabajador puede ganarse su paga sin producir algo que satisfaga las necesidades de otros. La economía del intercambio se conforma así al plan de Dios en el cual los hombres están interconectados unos con otros en razón de sus necesidades.
PENSAMIENTO ECONÓMICO MEDIEVAL.
La civilización medieval temprana se caracteriza por la continua lucha con los invasores. Estas guerras eran costosas. Equipar solamente a un caballero requería un desembolso equivalente a la compra de veinte bueyes, o el equipo de labranza de diez labriegos. Más aún, se incurría en gastos de importancia en el mantenimiento y reemplazo de caballo para el caballero y su escudero.
Era posible "financiar" este nuevo tipo de guerra por la imposición del deber militar y otros servicios adecuados sobre los poseedores de la tierra, la que en aquel tiempo constituía la forma de riqueza más importante. Bajo el feudalismo la propiedad de la tierra no era absoluta y divorciada de ciertos deberes como la había sido en Roma y como ha vuelto a ser en los tiempos modernos. La propiedad original de la tierra era del rey, el señor todopoderoso. Este donaba grandes parcelas a sus nobles más importantes, quienes podían a su vez nombrar representantes. Estos nobles y sus lugartenientes no adquirían la propiedad plena de la tierra sino más bien un derecho de uso sobre ella, que tendió a volverse hereditario. Pero su derecho estaba condicionado a la prestación de cierto tipo de servicios, militar, personal, de trabajo, o entrega de los productos.
Pero la propiedad feudal no era solamente sujeta de derechos. Era también la base del poder político. Los seño-res feudales estaban investidos de numerosas funciones gubernamentales, disposición que nacía de la debilidad de las autoridades centrales en tiempos de pobres comunicaciones e inseguridad general.
El Señorío
Económicamente la tenencia feudal, especialmente en el norte de Europa, estaba frecuentemente organizada en forma de señoríos, un estado agrícola que tendía a la autosuficiencia, y era trabajado por varios tipos de mano de obra, aldeanos y siervos, los que estaban más bien ligados a la tierra que a la persona del propietario. Se les permitía tener sus propias parcelas, a cambio de las cuales prestaban sus servicios al señor. Este sistema subsistió hasta el final de la Edad Media en casi todos los países de Europa y en Francia hasta el siglo XVIII y en Prusia y Rusia en el XIX. En Inglaterra el sistema señorial se desintegró antes, entre 1300 y 1500 bajo la influencia de la comercialización de la agricultura que trajo consigo la creación de grandes granjas operadas por propietarios y trabajadores.
Un aspecto de esta llamada Revolución Agrícola fue el aislamiento, esto es, la colocación de cercas divisorias de las tierras que antes eran utilizadas en común para propósitos de pastoreo o agricultura intensiva. Incrementó la productividad agrícola y puso disponible para su venta en el mercado una cantidad mayor de productos de los que el seño-río había tenido la capacidad de producir. Es sin embargo un asunto de controversia porque trajo consigo penurias para que ellos que habían estado dependientes del uso de la tierra común para su supervivencia.
Cambios en las técnicas agrícolas
En tiempos de Roma, la tierra era trabajada mediante una pala manual. Ahora que la civilización se había trasladado hacia el norte con ricos suelos de aluvión empezó a usarse el pesado arado con ruedas, arrastrado por yuntas de bueyes, frecuentemente fuera del alcance del campesino aislado y solo disponible dentro de la organización más amplia del señorío. La introducción del caballo trajo con-sigo mayor velocidad y resistencia permitiendo trabajar el doble de tierra que con bueyes.
Junto con el arnés y la herradura se produjeron mejo-ras en el transporte y la comunicación que proporcionaban un servicio más rápido y de bajo costo. Mientras que en tiempos de Roma el acarreo de bienes a granel provocaba que se duplicara su precio cada 100 millas, el movimiento de grano en el Siglo XIII solamente subía su precio en 30% por la misma distancia.
Además del arado y del caballo de tiro, la productividad agrícola fue también incrementada por la introducción de la rotación de cosechas en tres campos, el primero dedicado a cosechas de invierno, el segundo a las de primavera, y el tercero alternado.
El sistema gremial
El derecho a ejercer el comercio estaba restringido a los miembros del gremio de mercaderes de una ciudad, mientras que los gremios artesanales compuestos de aprendices, jornaleros, y maestros regulaban detalladamente la producción y el mercadeo de los talleres de la ciudad. El gremio artesanal medieval tiene aspectos comunes con el sindicato laboral moderno pero existían también diferencias importantes. El primero era estrictamente una institución local; el sindicato típico es una organización nacional. La membrecía en el gremio estaba restringida estrictamente a los artesa-nos calificados; los sindicatos industriales contemporáneos incluyen empleados con todos los grados de habilidad, incluyendo los no calificados. El gremio medieval incluía a los maestros, patrones-empresarios que difícilmente podríamos encontrar en alguna organización laboral moderna. El gremio medieval era un cuerpo semipúblico con responsabilidades también para la protección del público consumidor. La membrecía en un gremio artesanal era obligatoria para cual-quiera que quisiera dedicarse a esa actividad. Los sindica-tos modernos pretenden ser asociaciones voluntarias.
Con el crecimiento de la especialización los gremios artesanales perdieron sus funciones mercantiles en favor de otras organizaciones. Así el artesano ya no es más propietario de su equipo y material el cual le es proporcionado por un empresario que se encarga también de la disposición de la mercancía.
Cambio tecnológico
Durante la última parte de la Edad Media, del año 1000 a 1500, los artesanos y los empresarios empezaron a utilizar la fuerza mecánica, primero del agua y después del viento. A partir de entonces la fuerza del agua y el viento fue utilizada en una gran variedad de procesos industriales, incluyendo textiles y manufacturas de hierro, teñido, lavado, serrado, trabajos de metal, molienda y pulido.
En el siglo XIII se empezó a mostrar interés en la utilización de la fuerza de los gases y vapores en expansión, primero para juguetes y luego para armas. Con el cañón que es un motor de combustión interna de un cilindro, nació el antecedente del motor moderno que utiliza combustible líquido en lugar de sólido.
La maquinaria y la fuerza mecánica fueron primero utilizadas por la industria lanera inglesa que junto con la extracción de mineral fue la primera industria inglesa en proporcionar ejemplos de empresa de gran escala.
Políticas económicas nacionales
El comercio exterior dio algún impulso al surgimiento de políticas económicas nacionales en forma de derechos sobre exportaciones e importaciones. En la industria lanera la Corona designaba funcionarios para vigilar la calidad y la medida de la tela. Existieron reglas nacionales también para el precio de la cerveza y el precio del pan para la protección del consumidor, así como reglas relativas a la moneda y a las condiciones de trabajo. El Estatuto de los Trabajadores de 1351 estuvo próximo a establecer tasas máximas de pago, y un acta de 1495 estableció lo que puede considerarse como un mínimo de horas de trabajo. Se establecieron provisiones para declarar ilegales las prácticas monopolísticas.
Luchas sociales
En general la gente de la Edad Media aceptaba su situación en la vida. Sin embargo, existieron algunas revueltas y luchas entre señores y siervos. Otros ejemplos de revoluciones sociales ocurrieron cuando las empresas de negocios habían crecido mucho y empleaban a un número significativo de trabajadores. Tanto en Flandes como en Italia, los trabajadores textiles se levantaron en revuelta en el Siglo XIV y sus intentos de formar organizaciones fueron reprimidos cruelmente con la pena de muerte en Florencia.
Operaciones de crédito
Según fue comercializándose la agricultura y fueron creciendo en amplitud las transacciones mercantiles y haciéndose más comunes, se hizo más presionante la necesidad de efectivo, la que fue superada solamente por las remesas de oro. Así pues, el dinero amonedado fue suplementado por el crédito. Fue en Venecia que las primeras instancias medievales de operaciones de crédito - no para consumo sino para propósitos de negocios - pudieron ser observadas desde el Siglo IX. En vista de la prohibición medieval del interés, de la que ya hablaremos, estas transacciones no asumían la forma de préstamos directos sino de comenda, una forma de convenio de asociación bajo la cual el capitalista financiaba la expedición comercial de un marino mercantil. El préstamo no podía ser hecho por individuos sino por organizaciones las cuales podían más fácilmente evadir la prohibición de cobrar intereses.
Organización social
En cierta forma la organización social de la Edad Media puso en práctica las ideas de Platón, así como las de los Estoicos. En principio, la sociedad estaba organizada en tres clases, el clero que rezaba, los guerreros que luchaban, y los campesinos que producían, una división a la medida del sueño de Platón. Estaba sin embargo unida por la idea de una comunidad universal, a la manera pensada por los Estoicos. Esta era una comunidad de creyentes, preocupados profundamente con la salvación y que asignaba a la Iglesia el papel mediador entre el hombre y Dios. Fue la Era de la Fe.
La iglesia
Además de sus funciones espirituales, la clerecía medieval preservó la luz del aprendizaje en la Edad del Oscurantismo, cuando ni siquiera los reyes dominaban el arte de leer y escribir y quien encabezaba al Sacro Imperio Romano firmaba sus documentos trazando líneas que conectaban las letras que formaban su nombre. Más aún, la Iglesia fue uno de los grandes poderes de la política medieval y los conflictos entre emperadores, reyes y príncipes de la Iglesia eran seculares. Las doctrinas económicas de la Iglesia se derivaban de la Biblia, de las enseñanzas de los Padres griegos y latinos y de Aristóteles, cuyo prestigio era tan alto en el Siglo XIII que se le llamaba " El Filósofo". Otra influencia importante fueron el Derecho Romano y el Derecho Canónico formado por la legislación llevada a cabo en Concilios así como por Papas y obispos.
Las doctrinas económicas de la Iglesia, brevemente, estaban dirigidas a minimizar el pecado y maximizar la caridad, pero no de una manera tal que hubiera impedido que tuvieran lugar importantes desarrollos económicos durante la última parte de la Edad Media.
Caridad y pecado
En un sentido, se veía a la caridad como el principal camino hacia la solución del problema económico de la escasez durante la Edad Media, aunque fuera de manera imperfecta. El pensamiento económico medieval por tanto, estaba entrelazado invariablemente con consideraciones teológicas. Enseñaba lo que debía ser, y su carácter era normativo.
Entre los factores que afectaban la demanda de bienes, la austeridad y el ascetismo fueron confirmadas como virtudes por el pensamiento medieval, aunque de unos pocos elegidos. Los ricos estaban ligados al deber de practicar no solo la caridad, sino la liberalidad y la magnificencia igualmente, esto es, usar sus riquezas de una manera generosa y para el logro de algún propósito grande y noble. Desde el punto de vista económico, la construcción de las imponentes catedrales y edificios de gobierno, que en ocasiones llevó siglos construir, absorbió una porción substancial de los recursos disponibles y puede haber sido una función económica importante al producir empleo e inducir el gasto. Pero la caridad, practicada universalmente, se destaca como el método para superar el problema económico de acuerdo al pensamiento medieval.
Santo Tomas
Una declaración completa y con autoridad del pensamiento económico medieval puede encontrarse en los escritos de Santo Tomás de Aquino (1225-74), que constituyen una estructura integral y consistente de pensamiento que busca la reconciliación de la Fe y el conocimiento racional, una síntesis de la Doctrina Cristiana tal como surgió después de mil años de Aristotelismo.
En el método escolástico, que Santo Tomás llevó a la perfección, se plantea una cuestión, la cual es seguida por una exposición justa, detallada y citando a las autoridades, del punto de vista a refutar o re interpretar. Luego se da la respuesta, y los puntos de vista contrarios son objeto de crítica, nuevamente con amplitud de citas.
Propiedad privada
Las doctrinas económicas de Santo Tomás cubren asuntos tales como la institución de la propiedad privada, el justo precio, la prohibición de la usura, asuntos que formaban el núcleo del pensamiento económico medieval. Sobre la propiedad privada, Santo Tomás establece que la institución está de acuerdo con la ley natural, puede ser regulada por el gobierno, el propietario está bajo el deber de compartir el uso de sus posesiones con otros, y la propiedad comunal se reserva solo para aquellos que desean conducir una vida de perfección.
La propiedad privada no es contraria a la ley natural
Algunos de los pensamientos de Santo Tomás sobre la propiedad privada están en su "Tratado Sobre la Ley" que es parte de la "Summa Teológica". Santo Tomás concilia la enseñanza de los Padres de la Iglesia que enseñaban que todos los bienes son comunes a todos los hombres con la de Aristóteles que escribió una defensa enérgica de la propiedad privada. Santo Tomás afirma que ciertas cosas pertenecen a la ley natural porque no se encuentra su contrario en la naturaleza.
Reglamentación de la propiedad
Santo Tomás aprueba la reglamentación de la propiedad privada por parte del gobierno para el bien común. Santo Tomás no establece preferencia alguna hacia una distribución igualitaria de la propiedad privada, ni establece un derecho absoluto del propietario contra el estado.
La mayordomía de la riqueza
Santo Tomás mantiene que existen dos aspectos respecto a las propiedades, primero su adquisición y disposición; segundo su uso. Con respecto a la adquisición y disposición se justifica la propiedad privada sobre la base de las razones dadas por Aristóteles. Respecto al uso de las posesiones, Santo Tomás insiste en que debe permitirse a otros participar en ellas. Este deber, que refleja la idea de la mayordomía de la riqueza, puede ser cumplido mediante actos de caridad, liberalidad, y magnificencia. En un pasaje de sus escritos discute el deber de compartir con otros las propiedades cuando la ley humana es suspendida bajo condiciones de urgente necesidad, cuando la apropiación de los bienes deja de ser un robo.
La redención del negocio
La rehabilitación de la propiedad fue acompañada de la rehabilitación del hombre de negocios. El Eclesiástico (27:2) enseñaba: "como un clavo se encaja entre las grietas de las piedras, así se encaja el pecado entre el comprar y el vender", y los Padres expresaban de manera similar su preocupación acerca de las múltiples tentaciones a que se ve expuesto el comerciante por su actividad. San Agustín no cierra totalmente la puerta a la redención del hombre de negocios cuando aprueba la distinción entre el mercader y su actividad: la avaricia y el fraude son vicios del hombre, no de la actividad, la cual puede ser llevada a cabo sin tales vicios."
Durante la última parte de la Edad Media las autoridades legales y teológicas estaban dispuestas a dar reconocimiento a la importancia funcional del comerciante en una economía que había llegado a ser más desarrollada y compleja y solo podría prescindir de los servicios del comerciante al costo de revertir a unas formas de vida económica más primitivas, tales como el trueque y la producción para el uso inmediato del productor. Existe una razón más profunda, sin embargo, para la disposición de los últimos medievalistas para aceptar al comerciante y sus servicios. El punto no es tanto que su actitud difiera de la tradición Patrística sino que las enseñanzas de los Padres habían sido dirigidas a un mundo que era todavía pagano y gradualmente dejaba de serlo. Existían sin embargo, restricciones legales y espirituales, para moderar la ambición y la avaricia. Como el comerciante era un fiel creyente y operaba bajo todas las restricciones impuestas al creyente, la comunidad de creyentes podía aceptarlo.
En el Siglo XIII, cuando Santo Tomás escribe su Summa, los canonistas y escolásticos no encuentran falta en los ganancias del mercader que pueden ser interpretadas como un pago por su trabajo y gastos. La Escritura ha hablado de que es digno el obrero de su salario, y la justicia demanda una remuneración justa por el mismo. Este pensamiento fue aplicado al trabajo dependiente así como al de los artesanos independientes que llevaban a cabo servicios que implicaban la transformación tangible de los bienes. En el caso de las actividades mercantiles en las que no tenía lugar tal transformación, no fue difícil extender la idea a los servicios de transporte, almacenaje y cuidado. Se veía la transportación como la función más importante del comerciante, la cual a menudo solo podía cumplir asumiendo graves riesgos, y el riesgo a su vez llegó a ser reconocido como otro concepto cargable a los gastos del comerciante.
Otro problema más difícil era el tratamiento de la parte del ingreso del negocio que no era identificable con el trabajo y los gastos en el sentido que acaba de describirse. Nuevamente aquí los canonistas y escolásticos mostra-ron el camino para la rehabilitación de las utilidades del negocio estableciendo como criterio la intención o motivo del comerciante. Tres motivos de justificación se reconocieron. El uso de las utilidades para auto subsistencia, el uso de las utilidades para la caridad, y la intención de llevar a cabo los negocios como un servicio al proporcionar los bienes al público.
En la Summa Santo Tomás plantea la cuestión: "¿en el comercio es legítimo vender algo por más de lo que se pagó por ello?". Santo Tomás primero define la función del comerciante como el acto de involucrarse en el intercambio. Establece que la utilidad en sí misma no es reprensible ni motivo de alabanza sino moralmente neutra. Se hace legítima, o por lo menos se hace la utilidad moderada, si el comerciante persigue un propósito necesario y honorable, tal como la auto manutención, la caridad o el servicio público.
El justo precio
La cuestión de la legitimidad del comercio y las utilidades derivadas de él se presentaría más frecuentemente ante el foro de la conciencia del comerciante, para ser resuelto por su consejero espiritual más que un tribunal eclesiástico o civil.
La situación era diferente respecto a otro problema importante en la economía medieval, el justo precio. Aquí los legisladores canonistas y civiles tenían ante sí la tradición del Derecho Romano con su principio de la "violación excesiva" expandido por la práctica medieval. El Derecho Romano clásico en principio mantenía la libertad de contratación y negociación y no colocaba mayor restricción sobre el precio a que podrían llegar los negociadores. La violación excesiva era una excepción muy estrecha a esta regla, aplicable solamente a transacciones con tierras y con precios que fueran indebidamente bajos. En la doctrina legal medieval la regla de la violación excesiva fue más amplia y llegó a ser posible presentar ante las cortes la cuestión de la validez de cualquier transacción en la que se hubiera cargado al comprador más del cincuenta por ciento del justo precio o el vendedor hubiera aceptado menos de la mitad del mismo.
La discusión del justo precio por Santo Tomás se encuentra en la Summa bajo la cuestión "¿puede un hombre vender legítimamente una cosa por más de lo que vale?". El valor de un bien es su precio justo, y si el precio de venta se desvía de él, el comprador o el vendedor, según el caso, debe restituir. La desviación debe ser considerable. Este último requisito es debido a que el justo precio no es algo "definitivo y absoluto" sino el resultado de una estimación.
La divergencia entre la ley civil y la prohibición más estricta adoptada en la Doctrina Teológica es explicada por Santo Tomás por la diferencia fundamental entre la ley humana y la Ley Divina. La primera postula un "mínimo ético", mientras que la segunda no deja sin castigo nada contrario a la virtud.
El justo precio era el precio corriente prevaleciente en un lugar dado en un tiempo dado, a determinarse por la estimación de una persona recta.
El requerimiento de que el precio sea justo es derivado por Santo Tomás de la regla dorada sobre la naturaleza del intercambio. La Escritura manda: "todo lo que quieras que hagan para ti, hazlo tu también para ellos" (Mat. 7:12). Puesto que nadie desea adquirir un bien a un precio excesivo sobre su valor, nadie debe tratar de venderlo por más de lo que vale. Más aún, y aquí hay referencias que se encuentran en la Política y en la Ética de Aristóteles, los intercabios han sido instituidos para ventaja común del comprador y el vendedor. No deben ser una carga más para uno que para el otro, y el contrato entre ellos debe estar basado en la igualdad de las cosas. "El valor de una cosa que se pone para uso humano es medido por el precio dado; y para este propósito fue inventado el dinero como se explicó en la Ética. Por tanto, bien sea que el precio exceda el valor de la cosa o viceversa, falta la igualdad requerida por la justicia".
La cuestión general, qué es la justicia, y la especial, qué es el justo precio, nunca han dejado de ser premisas inquietantes para el estudioso. Algunos han dicho que Santo Tomás fue un precursor de la teoría del valor-trabajo, que fue doctrina económica aceptada hasta fines del siglo XIX. Otros lo han interpretado como un exponente de la teoría subjetiva del valor, que considera el valor económico de un bien como derivado de su utilidad. No hay ningún pasaje en la Summa que indique que Santo Tomás implica que el valor de un bien sea igual a la cantidad de trabajo agregado en él. Más aún, enfatiza el punto de vista aristotélico y patrístico de que el valor de un bien está reflejado por su utilidad, y su precio por la demanda o la necesidad.
El sistema de precios medieval
Santo Tomás escribió también un comentario a la Ética de Aristóteles. En estos comentarios, se adscriben las diferencias en el valor de los bienes a factores subjetivos y objetivos, esto es diferencias en su capacidad de satisfacer las necesidades y en la cantidad de trabajo y gastos utilizados en su producción.
Los estudiosos modernos han interpretado estos pasajes, junto con otros de Alberto el Grande, maestro de Santo Tomás, señalando el justo precio como algo funcional, esto es, como un instrumento para facilitar la operación del sistema medieval de precios. Según este punto de vista ambos contemplan valores que surgen de valuaciones subjetivas de los mercaderes individuales que se vuelven objetivas como un "estimado común", reflejando las cualidades objetivas de los bienes y midiendo el valor de los servicios involucrados en ellos. Ambos afirman que la vida social está basada en la especialización del intercambio. No habría intercambio y la sociedad se hundiría si los productores no reciben un justo precio que cubra su trabajo y gastos.
Así el justo precio llega a ser un instrumento que facilita la descarga de funciones especializadas. Su tendencia es conservar el orden de la sociedad medieval, con su estructura ocupacional de costumbre y los niveles tradicionales de vida de cada grupo no competitivo, y protegerla de los monopolistas y de las fuerzas de una competencia irrestricta.
Regulación de precios
Debe recordarse que en el mundo medieval muchos precios estaban sujetos a reglamentación por parte de las autoridades y los grupos ocupacionales. Cuando era obligatorio tal precio regulado, la adherencia al mismo se consideraba que cumplía con el requerimiento del justo precio.
El pecado de la usura
La prohibición medieval del interés es contraria a las ideas del Derecho Romano que permitía una tasa del 12% anual en préstamos monetarios y del 50% en préstamos en especie. La doctrina medieval del interés, derivada de las enseñanzas de los Padres, tiene su confirmación en varios pasajes del Antiguo Testamento y en las palabras de Jesús, citado por Lucas 6:35 "presta libremente, sin esperar nada a cambio".
En 325 el Concilio de Nicea negó a los clérigos la toma de intereses sobre los préstamos de todas las clases y en 789 ocurrió la primera instancia de legislación civil cuando Carlomagno prohibió la usura por parte de clérigos y laicos. Carlomagno definía la usura en términos generales, como "pedir a cambio más de lo que se da". En 1139 el Segundo Concilio de Letrán expresamente prohibió toda usura. Desde entonces canonistas y teólogos dieron creciente atención a la usura interpretándola como una violación a la ley natural y a la justicia o como un pecado de avaricia o falta de caridad.
Esta actitud hacia el interés no puede explicarse en términos de ventajas para la Iglesia puesto que la prohibición era más bien una desventaja económica porque los clérigos eran más prestadores que acreditados. Por cuanto toca a la economía en general, la sociedad medieval era primitiva y predominantemente agraria, para la cual era muy adecuada la prohibición del interés.
Santo Tomás re define la doctrina de la usura. Sobre la base de conceptos derivados del Derecho Romano se establece una distinción entre bienes consumibles y no consumibles, y entre un préstamo y un arrendamiento. Una casa o una granja pueden rentarse porque su uso produce un usufructo o rendimiento. Bajo los términos del contrato el arrendador puede no solo recibir a cambio el bien rentado sino también el importe de la renta. No es así en el caso de un préstamo de bienes consumibles, como vino o grano, que no rinden un usufructo o rendimiento como la casa o la granja. Así, si el prestador de tales bienes pide de regreso más de lo que prestó, estaría pidiendo más de lo que existe, esto es, un rendimiento más allá del proporcionado por su uso. Al hacer-lo, viola la justicia.
Respecto al dinero, su propósito principal, como dijo Aristóteles, es servir como medio de intercambio siendo gastado o consumido. Es un bien consumible, y se prohíbe al prestador de dinero pedir de regreso un exceso sobre el importe prestado, como en el caso del vino o el grano.
Santo Tomás estaba consciente de que los precios cambian a través del tiempo, pero le era extraña la noción de que el mero paso del tiempo da un valor futuro a los bienes diferente del valor presente.
Títulos de interés extrínseco
La teoría de la usura de Santo Tomás es así, más aplicable de manera inmediata a los préstamos para el consumo que a los arreglos destinados a facilitar el uso productivo del capital. Estos no quedan desde luego excluidos de la prohibición de la usura porque el capitalista, en lugar de poner disponibles los fondos en forma de crédito, tiene la libertad de escoger otras formas legales tales como la sociedad o la asociación, bajo las cuales los socios comparten pérdidas y ganancias. Todavía más, aún si el arreglo tuviera la forma de un crédito y no pudiera demandarse legalmente ningún interés bajo el título intrínseco del préstamo mismo, existirían títulos extrínsecos bajo los cuales el acreedor podría recibir un rendimiento sobre el principal. Uno de estos títulos extrínsecos se deriva de la doctrina de damnum emergens, el "daño sufrido," la cual era explícitamente aceptada por Santo Tomás y bajo el cual el acreedor podía reclamar compensaciones por las pérdidas incurridas al tener que separarse de sus fondos. Santo Tomás excluye de tal compensación las pérdidas incurridas por el acreedor al no tener la oportunidad de colocar el importe del préstamo en un uso lucrativo - lucrum cessans, "ganancia escapada."
Un título extrínseco relacionado, explícitamente aprobado por Santo Tomás, era la mora. El deudor que dejaba de cubrir sus obligaciones oportunamente debía al acreedor una compensación por la demora. Este arreglo abrió la puerta a la evasión a la prohibición de la usura, por ejemplo simulando un plazo muy corto para el crédito y una mora temprana para el deudor.
Otro título extrínseco, periculum sortis, el "riesgo," se permitía sólo en circunstancias muy estrechas. El riesgo aquel por cuya asunción el acreedor podría pedir compensación no era la mera posibilidad de que el deudor pudiera dejar de pagar el principal. Solo era permitido en casos de fracaso de una empresa conjunta, ya que no era riesgo proveniente de un contrato de crédito sino una de asociación, en el que se compartían pérdidas y ganancias.
La asociación
Así la asociación llegó a ser la forma preferida de inversión, sin la mancha de la usura. Era exactamente la suposición del riesgo de fracaso lo que distinguía la asociación permitida ante el prohibido préstamo con interés. En la transacción de crédito el deudor no queda liberado de su deuda si fracasa. Si la transacción se lleva a cabo en forma de un empresa conjunta o asociación, la incidencia del fracaso cae sobre todos los socios, incluyendo y ante todo al capitalista. La concentración en este tipo de inversión más que el uso de fondos prestados puede haber sido un estímulo para la expansión que ocurrió en un amplio frente durante la última parte de la Edad Media. Mucho más de lo que pudo hacerlo el financiamiento con préstamos a interés, la inversión en la asociación animaba la participación activa del socio propietario del capital en la administración de los fondos invertidos, introduciendo un cuidado extraordinario en un negocio cuyo peso, de otro modo, habría caído sólo sobre los hombros del deudor. La concentración en la asociación tuvo así el efecto de convertir al capitalista en un empresario que toma riesgos.
Por cuanto hace a la posición del socio sin capital, debe haber sido encontrada más atractiva que la del deudor, quien en caso de fracaso del negocio continuaría con la carga de su deuda.
Las anualidades
Por supuesto, debió existir algún tipo de arreglo necesario para aquellos que ni pudieran tomar el papel de empresarios que toman riesgos pero querrían obtener algún rendimiento sobre su dinero. Tal persona podría entregar sus fondos al propietario de tierras, al estado, o al clero, y podría a cambio adquirir una anualidad, una renta anual derivada de un activo productivo del vendedor de la anualidad, tal como su tierra, su empresa o, en el caso de entidades públicas, de los ingresos por impuestos. Las anualidades fueron una importante institución de financiamiento en la Edad Media. Sin embargo, su distinción de los préstamos no fue siempre fácil, por la dificultad de trazar una línea divisoria cuando la anualidad no estaba ligada a una propiedad específica del vendedor pero estaba basada en su capacidad de producción de ingresos; o cuando el rendimiento anual era fijo más que ligado al rendimiento de la propiedad sobre la que estaba basado; o cuando la anualidad se establecía a plazo más que en forma perpetua; o cuando la anualidad pudiera ser redimible por el comprador o el vendedor en lugar de no ser redimible. En lo general las anualidades tuvieron la aprobación de los teólogos medievales porque era un tipo de inversión no exenta de riesgo.
Banca de depósito y cambio.
El tenedor de una anualidad podía venderla con descuento, práctica controvertida como lo fue la banca de depósito. Los grandes banqueros mercantiles de Italia, sobre todo en Florencia, aceptaban depósitos y pagaban una tasa fija de interés sobre ellos, algunas veces incondicionalmente y otras si existían rendimientos. Además de operaciones de depósito, estos banqueros estaban involucrados en transacciones de cambio extranjero, que frecuentemente servían para encubrir operaciones de crédito. Las letras de cambio fueron ampliamente usadas en el siglo catorce. En una transacción conocida como cambio sicco, "cambio seco," se extendía una letra de cambio para disimular una clara operación de crédito.
Las letras de cambio cumplieron importantes funciones sirviendo como una substituto del dinero en un tiempo en el que el dinero era ostensiblemente abultado y su provisión no podía expandirse fácilmente. Su uso obvió el envió de dinero, el cual aunque estando disponible, era difícil y costoso de enviar. Su uso facilitó el ajuste de los pagos internacionales. Esto fue particularmente cierto en las actividades de cambio de los comerciantes encargados de los negocios del papado, cuyos intereses financieros estaban extendidos ampliamente y eran de mayor volumen que los de cualquiera otra organización.
En los escritos contemporáneos de los teólogos las actividades de los banqueros cambiarios fueron identificadas a menudo como usurarias. El tratamiento más amplio del cambio bancario puede encontrarse en los escritos de San Antonio, arzobispo de Florencia. Rechaza por usura las transacciones de cambio internacional que involucraban crédito, incluyendo el anticipo de fondos por parte del banquero, pagable en otro lugar y tiempo futuro.
Las actividades de los banqueros de depósito y cambio durante la última parte de la Edad Media indican que no existía completo acuerdo entre la doctrina teológica y las prácticas financieras.
La doctrina sobre la usura en los tiempos modernos
A fines de la Edad Media la doctrina escolástica fue aceptando gradualmente una creciente variedad de préstamos a interés. Se fue reconociendo que la entrega de los fondos propios constituye en sí mismo una pérdida y que el dinero en mano tiene para el que lo posee un valor mayor que el dinero futuro. Como se ha dicho, muchas transacciones de crédito tales como las letras de cambio y las anualidades, fueron interpretadas como compras y ventas y no como préstamos, y no debían supeditarse a la regla de la usura sino a la del justo precio, que admitía las ganancias. Tanto la regla del justo precio como la doctrina de la usura fueron interpretadas en ocasiones como un artificio ideado, no para declarar ilícito el interés sino mantenerlo dentro de límites moderados. En el Siglo XIX, las autoridades eclesiásticas dieron su aprobación implícita al cobro de intereses, siempre que estuvieran por debajo de las tasas máximas establecidas por las leyes del país.
Adam Smith condenó toda prohibición legal explícita del interés, pero donde las leyes estipulaban un tipo máximo de interés, él propugnaba el establecimiento de una tasa baja, ligeramente superior al tipo de mercado. Smith favoreció una tasa de interés baja porque esto incrementaría las oportunidades de conseguir que el ahorro se dirigiera a nuevas inversiones más que a contraer deudas.
Según Keynes, "La destrucción del estímulo hacia la inversión, sustituida por la excesiva preferencia por el dinero en efectivo fue el peor de los males, y el principal impedimento para el crecimiento de la riqueza".
Ideas sobre el dinero
Nicolás de Oresme compiló las diferentes corrientes de pensamiento de su época en su libro Origen, Naturaleza, Derecho y Alteraciones de la Moneda en el que reflexiona sobre los desórdenes de que habían sido responsables los reyes franceses al recurrir continuamente a la falsificación o alteración del dinero.
Antecedentes medievales
El papel moneda, que según Goethe fue invención de Mefistófeles, no se usó en Europa durante la Edad Media. El dinero en aquella época está representado por monedas. En Europa el papel moneda no surge sino hasta finales del Siglo XVII y su aparición refleja los interminables problemas que surgían a causa de las continuas alteraciones del dinero.
La adulteración de la moneda, bien fuera por falta de peso, recorte o mezcla con metal común, no tuvo su origen en los tiempos medievales. La falsificación de la moneda es tan antigua como la moneda misma. La moneda empezó a usarse en el reino de Lydia en Asia Menor en el Siglo VII A.C. Parece que los déspotas orientales no introdujeron la moneda para utilidad del pueblo sino más bien como una forma de obtener ingresos. La gente entregaba metales preciosos al tesoro y recibía a cambio unas monedas cuyo contenido de metal monetario era mucho menor. No parecía que nadie perdiera en tanto las monedas fueron aceptadas para su valor nominal.
Se practicó la devaluación de la moneda desde tiempo inmemorial, ya que las autoridades monetarias retiraban en ocasiones las monedas para sustituirlas por otras nuevas de menor contenido metálico. En 594 A.C. Solón en Atenas redujo el valor metálico de la moneda ateniense en una cuarta parte. La falsificación y adulteración de la moneda arruinó el dinero romano. A mediados de la Edad Media, los deberes feudales se saldaban en especie o en trabajo, por lo que la economía estaba divorciada de todo tipo de dinero. En todas partes se desarrollaba una economía de trueque para la que la moneda continuaba sirviendo como unidad de valor o de cuenta aunque no ejerciera ya su función como medio de cambio. Las obligaciones se estipulaban en términos de moneda pero podían ser satisfecha por la entrega de bienes equivalentes.
La práctica de la adulteración de moneda fue condenada por los canonistas y teólogos medievales así como por los escritores seculares de la época. Daban a este asunto un tratamiento semejante al que los escritores modernos dan a la inflación - era una abominación que no debía permitirse.
La condenación por parte de los escolásticos de las manipulaciones con el contenido metálico de la moneda a través de su falsificación o alteración era una aplicación consistente de su teoría monetaria, la cual a su vez estaba ligada a la doctrina de la usura. John Buridan, maestro de Oresme en la Universidad de París, analizó la naturaleza del dinero en función de las cuatro causas aristotélicas. Su causa material, de la que surge, es una substancia rara o escasa. Su causa eficiente, la que produce el dinero, es el gobierno. Su causa formal, que transforma la substancia rara en dinero, es el símbolo de su valor grabado en la cara de la moneda. Su causa final, o propósito, es servir a las necesidades del hombre facilitando el intercambio de bienes.
El tratado de Oresme
La fuerza del trabajo de Oresme radica no tanto en sus consideraciones metafísicas o argumentos legales como en el énfasis en los aspectos políticos y económicos de la materia. El criterio empleado frecuentemente por Oresme al resolver una cuestión o al evaluar una política gubernamental es la utilidad común - utilitas communis - "para la que el dinero fue inventado y por lo que éste se regula." El príncipe, así como está a cargo de otras pesas y medidas, tiene la prerrogativa exclusiva de la acuñación, pero no es propietario de la moneda circulante ni su amo. En lugar de ello pertenece a aquellos que la han adquirido a cambio de bienes o servicios, esto es, la comunidad.
El material del cual se hacen las monedas no debe ser ni demasiado escaso ni demasiado abundante.
Así como las leyes no pueden ser alteradas sin una necesidad evidente, tampoco debe alterarse el sistema monetario excepto bajo condiciones de grave necesidad o de claras ventajas para toda la comunidad. Oresme distingue cinco diferentes tipos de alteración de la moneda: forma, razón bimetálica, denominación, peso, y material. Como regla general, no se permite ninguna de estas alteraciones.
La utilidad que el príncipe obtenga de la alteración de la moneda es una pérdida para la comunidad. Por medio de alteraciones repetidas el príncipe puede imperceptiblemente extraer casi toda la riqueza de sus súbditos y esclavizar-los. La utilidad resultante de las alteraciones o devaluaciones es injusta porque es hecha a costas de la comunidad propietaria del dinero. Es también no natural porque el dinero está diseñado para servir como una cierta medida, y no debe derivarse utilidad alguna de tal medida. Más aún, la devaluación es peor que la usura, la cual por lo menos ocurre en forma de un contrato al que se adhiere voluntariamente el deudor, mientras que la devaluación se lleva a cabo contra la voluntad de los ciudadanos y está próxima al robo y la extorsión.
Como una consecuencia posterior de la devaluación puede verse en operación la ley de Gresham - el dinero malo hace desaparecer el bueno - que fue introducida por Oresme dos siglos antes de Gresham. Hay otros efectos indeseables de la devaluación sobre la economía. El tráfico externo e interno se verá dificultado cuando el dinero pierda solidez. Los ingresos determinados en moneda no pueden ser correctamente gravados y valuados. El dinero no puede prestarse con seguridad. El mal ejemplo que dan los soberanos invita a su imitación por los falsificadores.
LA TRANSICIÓN DEL SIGLO XVI
La unidad de pensamiento que había sido la característica más sobresaliente de la Edad Media, empezó a desvanecerse en el Siglo XVI y a ser sustituida por una mayor diversidad de opiniones. Esta diversidad reflejaba la formación de las distintas naciones-estado que iban marcando diferencias en el pensamiento de sus ciudadanos, así como la aparición de un pensamiento secular, en lugar del anterior pensamiento religioso universalmente extendido y la diferenciación de las distintas ramas de la misma base religiosa.
La aparición de la nación-estado
La aparición de la nación-estado que tuvo lugar primeramente en Inglaterra y Francia y mucho más tarde en el Siglo XIX en Italia y Alemania consolidó y fortaleció el poder del gobierno central, con la consiguiente disminución del poder de las autoridades feudales y regionales. Su decadencia fue acompañada del divorcio de la religión y de la moralidad por un lado, y la política por el otro. La razón de estado, más que la compatibilidad de las políticas públicas con normas éticas o religiosas, pasó a ser el criterio preponderante de las acciones gubernamentales.
La autonomía de la política
Nadie expresó esta idea con más fuerza ni en forma tan extrema que el diplomático florentino Nicolás Maquiavelo. En su libro El Príncipe la persecución del poder por el estado es un fin en sí mismo y que confiere una total autonomía a la esfera política, en la cual están fuera de lugar todos los modelos éticos y religiosos: una política es buena si contribuye de forma efectiva al poder del estado.
Como filosofía política, el maquiavelismo ha sido siempre un fracaso porque, a pesar de su pretendido realismo, olvida el anhelo de libertad existente siempre en el hombre y su adhesión a los valores espirituales. Sin embargo, al separar la ciencia política de la moral y de la religión, Maquiavelo sienta un precedente que en tiempos posteriores había de ser seguido por los exponentes de otras ciencias sociales, incluyendo la economía, que establecieron análogamente la autonomía de sus disciplinas.
Maquiavelo empieza con un postulado general acerca de la índole de la naturaleza humana, a la que considera constante y específica, independientemente de las diferencias de cultura y medio ambiente, y la cual para propósitos de análisis y en línea con el pensamiento teológico de su tiempo acerca de la depravación universal de la humanidad, da por sentado que dicha naturaleza es perversa.
El postulado de Maquiavelo acerca de la naturaleza humana encontró un paralelo en el modelo de Adam Smith del hombre movido por su egoísmo y con "propensión a los tratos, trueques, e intercambio", que Smith consideraba "comunes a todos los hombres."
La decadencia de la caridad
La dispersión de la antigua fe trajo consigo el que la caridad perdiera la posición central que mantuvo en el sistema económico medieval. Para los reformadores, la salvación por la fe era más aceptable que la salvación por las buenas obras específicas. Un medio de gracia que parecía desacreditado por el sobre extendido tráfico de las indulgencias. Gradualmente la acción más impersonal del gobierno fue convirtiéndose en la máxima dispensadora de ayuda para los pobres y necesitados, no ya en forma de caridad sino mediante una legislación adecuada. La Poor Law de la Reina Isabel en 1601 que aceptaba la responsabilidad pública por el cuidado de los pobres, marca un hito en esa transformación.
La búsqueda de la ganancia
La búsqueda de ganancias nacionales entró a ocupar el lugar que le correspondía como el medio principal para resolver el problema económico de la escasez. El ascendiente de esta noción se asocia comúnmente con la aparición del mercantilismo.
Lo que es legal y lo que está prohibido en la búsqueda de la ganancia era un asunto todavía a resolver por el clero.
Martin Lutero
Martín Lutero, monje agustino de origen campesino, se alarmó por el comercialismo de su tiempo, y sus puntos de vista acerca de las actividades económicas estaban más a tono con el pensamiento patrístico y la vida económica primitiva de la primera parte de la Edad Media que con los refinamientos posteriores reflejados en las doctrinas escolásticas del final de ella. Lutero mantuvo lo más substancial de la teoría económica medieval, incluyendo las doctrinas de la usura y del justo precio - la primera en su forma más severa y despojada de los "títulos extrínsecos para el interés" - pero su doctrina sobre el sacerdocio de todos los creyentes puso fin a la autoridad de la Iglesia en estos asuntos. En su lugar la puesta en vigor de las antiguas prohibiciones quedaba ahora a cargo de las autoridades seculares.
El pensamiento luterano proporciona también una base para la aparición del mercantilismo en Alemania, no solo porque asignó al gobierno importantes funciones económicas sino también porque vio con más simpatía la utilidad nacional que la privada y toleraba en el gobierno actividades empresariales y de adquisición que negaba al individuo.
Para Lutero el hombre tiene el deber de trabajar, y el trabajo a su vez produce la propiedad privada - un pensamiento que se anticipa a Locke si no es que a Adam Smith.
Juan Calvino
El pensamiento del francés Juan Calvino se extendió sobre todo el mundo occidental afectando particularmente Francia, Suiza, Holanda, Escocia, y en América la Nueva Inglaterra. Calvino resucitó la antigua doctrina de la predestinación en una forma opuesta a la de el libre albedrío. La doctrina de la predestinación, conjuntamente con la doctrina de la "vocación" que asigna a cada creyente una función terrenal en la que tenga la oportunidad de probar sus merecimientos pareció premiar el éxito en la tierra, haciendo de dicho éxito una especie de señal de que se posee la gracia. El éxito económico no solo tenía ahora una recompensa pecuniaria, sino que podía también interpretarse como una prueba de salvación. Puesto que los calvinistas no miraban favorablemente el consumo ostentoso, buena parte de las ganancias tenía que dedicarse por fuerza a inversiones posteriores, es decir a la acumulación de capital adicional. Esta viene a ser en substancia, la famosa tesis de Weber y Tawney sobre el origen calvinista o puritano del capitalismo que adjudica a sus seguidores un importante papel como causantes del nacimiento del mundo económico moderno.
Esta tesis ha sido criticada frecuentemente, y puesto que no es susceptible de una comprobación completa, debe aceptarse más como hipótesis que como tesis. Sus críticos han señalado que el florecimiento económico de las ciudades italianas y otras regiones no afectadas por el pensamiento calvinista, y el papel desempeñado por gran número de hombres de negocios católicos y sus familias en los siglos XV y XVI que tuvieron grandes logros económicos, riqueza e influencia sin paralelo en su tiempo. Las interpretaciones alternativas del origen del capitalismo han enfatizado la importancia de los inmigrantes y los extranjeros, puritanos y otros, en la asunción de funciones empresariales y la promoción del desarrollo económico. Otras interpretaciones le dan menos valor al factor religioso en la aparición del capitalismo, al asignar a la religión y a su insistencia sobre la importancia de la vida en el otro mundo una influencia negativa como móvil para promover las actividades económicas. Según estas interpretaciones el racionalismo, el libre pensamiento y el materialismo fueron con mayor probabilidad los precursores de la economía moderna. Sin embargo, en conjunto, esta hipótesis ha sido muy útil al abrir nuevos enfoques al estudio de la historia económica y estimular la discusión de interpretaciones alternativas para el origen del moderno mundo económico.
A diferencia de Lutero, Calvino subordina el estado a la autoridad eclesiástica. El puritano, aunque se esperaba que observara un modelo estricto de justicia en sus tratos de negocios, para adherirse a un precio justo, y para quedar satisfecho con una utilidad moderada, operaba bajo fuertes impulsos religiosos para probar su salvación para el otro mundo mediante una carrera de éxito en este.
En materia de usura, la actitud de Calvino era más conciliatoria que la de Lutero, pero en substancia no era muy diferente de la de los últimos medievalistas. Mientras éstos, en principio, prohibían la toma de intereses pero la llegaron a tolerar en algunas circunstancias, Calvino hizo lo contrario permitiendo el interés en principio, pero rodeándolo de tal cantidad de restricciones que para efectos prácticos el resultado sería igual al del otro enfoque.
La erosión de la doctrina de la usura formó parte de un movimiento de pensamiento más amplio que se aparta de la autoridad de Aristóteles, a quien los medievalistas rara vez cuestionaron y que era una de las fuentes para la doctrina medieval de la usura.
Literatura económica del siglo XVI
Aproximadamente 40 de los 217 títulos publicados antes del año 1600, listados en el catálogo de la Biblioteca Kress de economía y negocios en Harvard, tocaba de una manera u otra la cuestión de la usura. El siglo XVI vio crecer junto con la imprenta la literatura económica escrita por legos. El aprendizaje se secularizó gradualmente.
La mayor parte de los escritores económicos del siglo XVI fueron profesores de derecho o funcionarios gubernamentales. Esto habría de cambiar en el siglo XVII, sobre todo en Inglaterra, donde la mayor parte de la literatura mercantilista fue escrita por hombres de negocios, el único período en la historia de la economía en que esto se ha presentado.
El pensamiento económico en el siglo XVI fue solo una actividad colateral de individuos con otras actividades como legisladores y funcionarios gubernamentales. La expresión de la idea económica frecuentemente fue el equivalente de un compromiso político o religioso de consecuencias para la carrera si no es que para la vida del autor.
Thomas Wilson
Inglés que escribió Discourse on Usury. La legislación inglesa al respecto había variado repetidas veces, permitiendo en ocasiones un interés hasta del 10 por ciento y prohibiéndolo de plano en otras. En 1571 se promulgó una ley que consideraba legal el interés con tal de que no rebasara el 10 por ciento. No se podía sin embargo reclamarlo en los tribunales. Wilson en su libro, escrito en forma de un diálogo entre un predicador, un abogado, un comerciante y un doctor en derecho civil, se opuso a todo tipo de interés -excepto por algún título extrínseco.
Dumoulin
Un escritor que tomó un punto de vista diametralmente opuesto al de Wilson fue el jurista francés Charles Dumoulin en su Treaties on Contracts and Usury. En él ataca la base misma de la doctrina de la usura, negando que los intereses sobre préstamos estén prohibidos por ley divina, y proponiendo la reglamentación de las tasas de interés por parte de las autoridades públicas.
John Hales
Buen número de las ideas de Hales han probado ser progresistas e influyentes en su época. He aquí a un hombre que especula sobre cuestiones económicas y que no es ni teólogo ni jurista. Su grandeza consiste en que se dio cuenta de la necesidad de ordenar el nuevo e incipiente pensamiento, buscándole un lugar adecuado en la jerarquía de las ciencias. Éste debía tener unos límites precisos y llevar consigo al mismo tiempo cohesión, método, firmeza intelectual, y un nombre honrado.
Para Hales, el pensamiento económico debía ser, sin lugar a dudas una rama de la filosofía moral.
La rama de la filosofía moral de la que Hales habla trata de: "primero la forma en que cada hombre debe gobernarse a sí mismo honrada y provechosamente; segundo, como debe guiar a su familia sabiamente, y tercero como debe ordenarse y gobernarse a la ciudad, el reino o cualquier otro bien común". La hipótesis general que sirve de base para la discusión de Hales es que el hombre se deja llevar por el egoísmo, y que cada hombre busca solo su ventaja. Para Hales la armonía de intereses es menos evidente de lo que llegaría a serlo para Adam Smith y se requiere algo más que competencia para conseguirlo. La guía del egoísmo se vuelve así una preocupación importante de la política pública.
Hales describe la actuación de los incentivos económicos que impulsan el traslado de los recursos económicos de las aplicaciones menos provechosas a las más provechosas. Si se desea aumentar la producción de las primeras deberá conseguirse que sea más ventajosa o bien que sea menos ventajosa la producción de las segundas. Si se quiere hacer una transferencia desde el terreno político, se podrá conseguir de forma más efectiva mediante premios e incentivos que por compulsión.
En materia de economía internacional, para Hales, la balanza de pagos, que las exportaciones paguen por las importaciones queda claramente reconocida. Aún si los pro-ductos extranjeros son más baratos, es todavía preferible "pagar más a nuestras propias gentes por los mismos que menos a los extranjeros," ya que de otra manera la utilidad del comprador sería una pérdida para el país. El desarrollo económico debe ser fomentado, especial-mente mediante la introducción de nuevas artes y oficios, "con los que los hombres puedan establecerse, obteniéndose así trabajo para los operarios y un aumento del tesoro o de los artículos existentes en el país." Será conveniente que exista libertad para ejercer cualquier oficio o industria, sobre todo para rehabilitar las áreas y localidades más deprimidas. Pueden distinguirse tres tipos de ocupación: primero los que venden en el interior mercancías ultramarinas llevándose parte del tesoro; segundo los que venden en el interior productos producidos en el país; y tercero, los que aumentan el tesoro al vender sus mercancías en el exterior. El primer tipo es tolerable pero no necesario; el tercero es el más apreciado.
Hales deplora la maldición de la devaluación. En este sentido menciona el papel moneda, pero como algo absurdo. Formula de algún modo la Ley de Gresham, lugar común en aquella época.
El problema especial que es el tema central del libro de Hales es el problema del alza general de precios. Esta no tiene lugar como resultado de una deficiencia en el abasto; por el contrario Hales plantea la paradoja. Los que vienen a comprar y vender son los más favorecidos por el alza de precios, pues como compran caro venderán todavía más caro después. Los que más pierden son los que viven de ingresos fijos. Hales señala que la causa principal de la devaluación es la adulteración de la moneda.
Otra referencia importante es la relativa a otro factor para la elevación de precios que no es relativo al deterioro de la calidad de la moneda sino al incremento en la cantidad de la misma, "a la abundancia de moneda".
La aparición de la teoría cuantitativa del dinero
La aparición de la teoría cuantitativa del dinero en la segunda mitad del Siglo XVI constituye un hecho de enorme importancia en la historia de la economía. Esta teoría lleva consigo la aplicación del análisis de la demanda y oferta de dinero. Se contemplan los precios como determinados por la oferta y demanda de dinero. Si la demanda de dinero, esto es, la oferta de bienes a cambio de dinero, permanece inalterable, y si la oferta de dinero aumenta, el nivel de precios subirá. Por el contrario, si la oferta de dinero cae, el nivel de precios disminuirá. Esta es la teoría en su forma más simple.
Su importancia en la historia doctrinal es tan grande porque al llevar implícito el sistema de oferta y demanda, prepara el terreno para la aparición en su momento del análisis de oferta y demanda como un principio explicativo general, un avance que se alargó durante tres siglos y culminó con los trabajos de Alfred Marshall al final del siglo XIX.
Aunque nadie puede negar la importancia de la aparición de la teoría cuantitativa en sí misma, las circunstancias de su nacimiento arrojan también luz sobre la manera y condiciones referentes a la evolución de nuevas ideas en el pensamiento económico. Como ocurre con muchos otros des-cubrimientos semejantes, los cambios en las condiciones económicas fueron un factor importante en el estímulo del nuevo pensamiento. Durante la Edad Media lo inadecuado de la oferta de dinero había desalentado la expansión económica. Ahora, con el descubrimiento del Nuevo Mundo, una corriente incesante de tesoro arribó a España y se difundió por toda Europa. Los precios subieron, y como la explicación tradicional de los cambios en el nivel de precios, que señalaba como causa de los mismos la devaluación de la moneda, no parecía ya adecuada para las cambiantes circunstancias como lo había sido antes, la gente reflexiva de muchos países buscó una mejor razón.
Ciertas consideraciones de política práctica fueron un segundo factor que impulsó el nuevo pensamiento. Si la devaluación no era ya la principal causa de la elevación de precios, una mayor estabilidad en el nivel de los mismos hacían necesarias otras medidas aparte de la de evitar simplemente la devaluación. Para hacer esto, una nueva explicación, hipótesis, o teoría tenía que ser desarrollada. De manera similar, algunos teólogos españoles estuvieron entre los pioneros en la formación de la teoría cuantitativa del dinero, si bien no lo hicieron con fines meramente especulativos sino porque querían resolver algunos problemas prácticos de la ética mercantil.
Como muchos otros grandes descubrimientos la teoría cuantitativa fue observada primero por alguien que observó el problema desde el exterior y que se enfrentó a él con una perspectiva más amplia que la de los especialistas que ven el problema desde un punto de vista más cercano. Este observador externo fue Copérnico.
Copernico
Copérnico fue un genio universal que combinó el ser-vicio de la fe como clérigo con un conocimiento experto de diversas ciencias, entre las que se cuentan las matemáticas, el derecho canónico y la medicina. En 1522 explicó ante la asamblea prusiana los principios en que debe basarse una moneda firme. Todo esto ilustra nuevamente las implicaciones políticas del nuevo sistema económico. Su afirmación más importante es que el dinero se deprecia normalmente cuando se hace demasiado abundante. Añade un ejemplo: "cuando mucha plata ha sido transformada en moneda existe más demanda para los lingotes que para las monedas." Esta peculiar ilustración puede indicar que la disminución en el valor del dinero que acompaña a un incremento de su cantidad fue considerada por Copérnico como debida principal o exclusivamente a la relación del valor de mercado del metal monetario y no con el valor de todas las demás mercancías.
"El dinero normalmente se deprecia cuando se vuelve demasiado abundante." Una mente extraordinaria es capaz de ensanchar las fronteras de la ciencia estableciendo una verdad general, mientras que un investigador ordinario es probable que vea solo lo concreto, observando en este caso la llegada de tesoros y relacionándola con la subida de precios.
Navarro
Puesto que el efecto inmediato de la revolución de precios como el movimiento de largo plazo del ascenso de los precios que siguió al descubrimiento de América fue primero sentido en España, no es sorprendente que fueran algunos observadores dotados del escenario español los que primero relacionaron el incremento del precio con la llegada de los metales preciosos del Nuevo Mundo. Uno de ellos fue Navarro, conocido también como Martín de Azpilcueta, un predicador dominico que enseñaba derecho canónico en Tolousse y Cahors antes de unirse a la facultad de Salamanca. En 1556 publicó un manual sobre teología moral con un apéndice dedicado a la discusión de la usura.
Una de las cuestiones que Navarro examina en su trabajo es la licitud de las transacciones de cambio con el exterior. ¿Pueden los financieros aprovecharse legítimamente de las disparidades en el valor del dinero, comprando barato en un país y vendiendo caro en otro? Navarro responde en principio a esta pregunta con un resonante "sí". Entre otras razones que él da para las disparidades en los valores de dos monedas es su escasez relativa. "El dinero," dice, "vale más cuando es escaso que cuando es abundante...; se hace caro cuando existe una fuerte demanda y pobre oferta del mismo." Cuando el dinero es escaso, las mercancías y los servicios productivos tendrán bajos precios; cuando es abundante, como en España después del descubrimiento de las Indias, los precios son altos. Navarro así desarrolló la teoría cuantitativa del dinero conjuntamente con una discusión sobre los precios internacionales. Las diferencias en el valor del dinero están unidas a las diferencias en el poder adquisitivo, debidas éstas a su vez a las diferencias en la cantidad de dinero.
No es un accidente que fuera un miembro de la escuela de Salamanca el primero que escribió un trabajo sobre la teoría cuantitativa del dinero. Siguiendo la sugerencia de Aristóteles de que la demanda o necesidad humana se refleja en los precios, estos autores mencionan igualmente la deseabilidad subjetiva y el costo de producción como determinantes del precio. Así se acercan a una teoría de oferta y demanda, de la cual, como se ha visto, la teoría cuantitativa del dinero es una aplicación especial. Dice Navarro "todas las mercancías se encarecen cuando existe una fuerte demanda y una pobre oferta. El dinero, en cuanto puede ser vendido, sujeto de trueque, o cambiado en alguna otra forma de contrato, es también una mercancía, por lo que se encarece cuando la demanda es grande y la oferta del mismo pequeña."
Jean Bodin
El hallazgo de la teoría cuantitativa del dinero es atribuido normalmente a Jean Bodin, jurista francés, cuya fama se extiende también a los campos de la filosofía de la historia y la ciencia política. Bodin desarrolló la teoría cuantitativa del dinero en su obra Respuesta a las Paradojas de M. Malestroit. No hay certidumbre de si Bodin fue influido por Navarro o Navarro por Bodin. Bodin mismo reclama para sí el haber sido el primero en atribuir el existente alto nivel de precios a la abundancia de oro y plata.
Hay dos puntos de vista contrastantes sobre la naturaleza del pensamiento creativo, la teoría heroica y la teoría sistemática. La teoría heroica interpreta los avances en el pensamiento como un accidente, como el trabajo espontáneo de un hombre que de repente aparece en escena. La teoría sistemática enfatiza los factores ambientales, las circunstancias de la época, y el trabajo de los predecesores que, combinados, preparan el escenario para el desarrollo de la nueva idea. La teoría heroica es adecuada para explicar la visión del asunto por una persona ajena al tema de que se trate. La sistemática aclara el hecho de que las innovaciones en economía aparezcan con tanta frecuencia en forma múltiple. Es especialmente adecuada para explicar los avances de la economía moderna, que si bien se ha hecho más analítica y técnica, es también más mecánica. Por lo que resulta posible que un hombre joven abra un nuevo camino por el simple hecho de dar un paso más allá que sus predecesores.
El pensamiento de Bodin es más clasificador que analítico, y su principal contribución es una clasificación de los factores que intervienen en las variaciones del nivel de precios. Distingue los cambios de los precios generales de los cambios de los precios relativos. Para él son cinco las causas del alza en los precios. La abundancia de oro y plata, los monopolios, la escasez de mercancías debida a las exportaciones y al gasto excesivo, el lujo de monarcas y nobles, y la devaluación de la moneda. Lo que Bodin dice acerca del lujo de monarcas y nobles merece especial atención porque describe no solamente su impacto inmediato sobre los precios sino que introduce consideraciones psicológicas: la gente, dice, "estima y aumenta el precio de todo lo que los grandes señores prefieren, aunque las cosas en sí mismas puedan no ser dignas de tal valuación." El "efecto de snob" se pone en juego "cuando los grandes señores ven que sus súbditos tienen en abundancia las cosas que ellos prefieren." Entonces empiezan a despreciarlas, causando la caída de los precios.
Puesto que Bodin ve en la abundancia de oro y plata la principal y casi única razón del alza de precios, no se preocupa demasiado por el consiguiente aumento del tesoro, y su discusión está libre de los prejuicios mercantilistas de épocas posteriores. Apoya el comercio exterior, no solo por motivos económicos, sino también como una forma de mantener la comunicación y los buenos sentimientos entre las naciones. Aunque las exportaciones pueden ser responsables del alza de precios, las importaciones tendrán un efecto opuesto.
Para impedir las alteraciones de la moneda debidas a la competencia, sugiere que los países se unan en un acuerdo internacional, por el que se comprometan a emitir exclusivamente dinero de valor auténtico.
EL MERCANTILISMO
La guerra económica para utilidad nacional.
En los siglos XVII y XVIII se presenta una gran expansión del pensamiento y la literatura económica pero, a diferencia de los siglos anteriores, no son ya los teólogos quienes se ocupan de la materia. Los pensadores del período incluyen a funcionarios públicos, periodistas, científicos, filósofos y, sobre todo, hombres de negocios.
Nada marca tanto el rompimiento con el pasado que el hecho de que los pensadores sobre economía del período fueron prominentes hombres de negocios. Child, una figura destacada en la discusión económica, que fue el hombre más rico de Inglaterra en el siglo XVII. Tanto él como Mun, otro escritor destacado en asuntos económicos, ocuparon puestos de dirección en la Compañía de las Indias Orientales. El comercio y la utilidad pecuniaria, que en épocas anteriores habían sido vistas con sospecha, tomaron su propio lugar. En la Edad Media los escolásticos habían trazado una estrecha ruta a recorrer por el hombre de negocios para no poner en peligro su salvación. Mucho de lo que expresaron fue dirigido a proteger la posición económica del consumidor. Pero ahora en lo general fueron los hombres de negocios mas los que los moralistas quienes se constituyeron en jueces de la conducta de negocios y de las políticas públicas que afectan la economía. Con los nuevos jueces aparecen nuevos criterios para determinar la propiedad de los actos, y entre estos el alcance del poder y la abundancia en este mundo llegaron a tener más peso que la salvación del alma en el mundo por venir.
Pensamiento económico del periodo.
En general, el pensamiento del período fue eminente-mente práctico y orientado a la política. Los escritores del período estaban interesados en algunos problemas económicos especiales y no trataron de construir un modelo de economía que mostrara las relaciones entre las variables fundamentales que sólo un enfoque sistemático puede producir. Como usualmente se preocupaban sólo de un segmento de la economía, a su punto de vista le faltó integración y estaba lleno de contradicciones.
Características nacionales
Las mayores aportaciones se dieron lógicamente en los países con mayor desarrollo comercial, especialmente en Inglaterra.
Nuevos conceptos introducidos por el mercantilismo
La balanza comercial.
La doctrina central en el pensamiento mercantilista es la de la balanza comercial. Según fue expresada por Francis Bacon, la doctrina señala: " Pongamos los cimientos de un comercio ventajoso, haciendo que la exportación del artículos del interior exceda en valor a la importación de artículos extranjeros; con ello aseguraremos el incremento de las reservas del Reino, pues la balanza comercial deberá ser saldada en dinero o en metálico."
Milles
La primera controversia que se planteó en el pensamiento económico inglés fue respecto a la reglamentación de la exportación de metales preciosos. Thomas Milles quería restaurar el sistema primitivo con sus "mercados" que restringían el comercio de exportación a ciertas compañías y ciudades, sus "inspecciones" que implicaban la supervisión de los comerciantes extranjeros por los inspectores locales, sus "estatutos de empleo" que obligaban al vendedor extranjero a emplear el dinero obtenido de una importación en la compra de mercancías inglesas, su "Royal Exchequer" que había de ser transformado en un instrumento de control de cambios, y otras instituciones que habían caído en desuso con el tiempo.
Milles se encontraba tan fuera de época que sus panfletos tuvieron poca influencia, pero como contenían ataques contra los mercaderes, John Wheeler, secretario de la sociedad, escribió su Tratado sobre el Comercio. Este trabajo es una apología de lo que hoy llamaríamos competencia ordenada, tal como era llevada a cabo por tres Milles quinientos miembros de la sociedad. De acuerdo a Wheeler, "el monopolio existe cuando un hombre sólo compra toda la existencia de una mercancía, de manera que al final puede venderla como le plazca para su provecho." Aunque niega que la sociedad sea un monopolio, Wheeler señala las ventajas que el productor de mercancías para la exportación deriva de su mercadeo por los miembros de la sociedad.
Milles critica a las compañías reguladas tanto como a los banqueros. El objeto de su denuncia más violenta fueron las transacciones de cambio exterior. " El intercambio de mercancías - afirmó -, es tal laberinto de errores y prácticas privadas, que aunque los reyes llevan la corona y parecen reinar en forma absoluta, cuando los banqueros particulares, las sociedades particulares de mercaderes, y las personas ambiciosas, que sólo buscan su propia ganancia, hacen que ellos suspendan sus consejos, controlando sus sistemas de gobierno y convierten a los reyes en súbditos y a los vasallos en reyes."
Malynes.
Los prejuicios de Milles contra las transacciones de cambio exterior fueron compartidos por Gerard de Malynes, mercader de la época, y quien tenía la tendencia a generalizar a partir de su propio infortunio y echaba la culpa de sus desgracias a las maquinaciones de los banqueros.
La visión del mundo que tenía Malynes era la de un medievalista que vivió en un entorno que le resultaba difícil de aceptar. Se mostraba profundamente sospechoso respecto de la usura. Concentró su ira contra las transacciones de cambio exterior, las que le parecían servir de tapadera para una especie de usura viciosa. Su queja de que el dinero, por naturaleza una unidad de medida, se ha vuelto un artículo de comercio y su insistencia de que los cambios debían ser negociados a la par recordaban las nociones medievales sobre el dinero y el justo precio. Su ideal era un universo económico ordenado, estático, y bien regulado, en que el deseo de lucro estuviera siempre limitado por normas gubernamentales.
Los términos comerciales.
Aunque Malynes no habla de la balanza comercial utilizando esta expresión, insiste en que en un país debe haber cierta igualdad entre exportaciones e importaciones. No debe haber preponderancia de artículos extranjeros sobre artículos domésticos, pues ello se traduciría en una pérdida de riqueza. Puede incurrirse en esta pérdida en tres formas: exportando oro, plata o monedas, vendiendo los artículos fabricados en el propio país demasiado baratos o comprando demasiado caros los artículos extranjeros. Malynes se preocupa por tanto de algo más que la simple balanza comercial o relación entre exportaciones e importaciones. " Esta descompensación se debe en realidad al precio de los artículos y no a su cantidad o su calidad," es decir, la descompensación está relacionada con lo que se conoce como "términos comerciales," o sea la relación entre los precios de las exportaciones y las importaciones.
Los términos comerciales se han deteriorado porque los precios se han elevado en el exterior más rápidamente que en Inglaterra. Inglaterra compra caro y vende barato. ¿Puede aliviarse esta situación con una devaluación de la moneda inglesa, como proponían algunos? Malynes rechaza esta solución y afirma que ello elevaría los precios tanto en el interior como en el exterior y además estos últimos en mayor proporción que los primeros.
La tasa de cambio.
Cuando las exportaciones inglesas queden por debajo de las importaciones, Inglaterra deberá al exterior más de lo que en el exterior deban a su vez a Inglaterra. La demanda de moneda extranjera excederá a la oferta, la moneda inglesa bajará y la moneda extranjera se elevará hasta provocar la salida de numerario. Éste estaría considerablemente por encima de la paridad en mayor medida de lo que ocurre en los tiempos actuales, ya que entonces había que tener en cuenta el recargo por la amonedación o acuñación de moneda. Una vez que la tasa de cambio exterior haya provocado la salida de numerario, un comerciante que tuviera que hacer un pago en el extranjero encontraría ventajoso enviar monedas o metal en vez de comprar moneda extranjera. Malynes se dio perfecta cuenta de todo esto, pero cegado por sus creencias en las manipulaciones de los banqueros, cerró los ojos al hecho de que las fluctuaciones de la tasa de cambio que daban lugar a exportaciones de dinero en metálico, reflejaban operaciones comerciales. En su lugar atribuyó a los banqueros el poder de manipular las tasas de cambio con la única finalidad de aumentar sus propias ganancias y los denunció como responsables de la salida de dinero en metálico hacia el exterior.
Así, de acuerdo con Malynes, ni una tasa de cambio baja ni una alta de la moneda inglesa traerán numerario al país. Repetidamente las fluctuaciones en la tasa de cambio son atribuidas a las tretas de los banqueros más que al movimiento de exportaciones e importaciones. El remedio que propone Malynes es la eliminación de las fluctuaciones en las tasas de cambio, estabilizando las tasas en la paridad que marca el valor intrínseco de cada moneda y uniendo esto a un amplio sistema de control de cambios.
Misselden
Los puntos de vista de Malynes acerca del cambio fueron enfrentados por teóricos de la balanza comercial, tales como Misselden y Mun, los que descartaron la influencia de los banqueros y creían que el flujo de efectivo hacia el exterior no era consecuencia de un bajo cambio inglés sino de una balanza comercial desfavorable.
Como todos los mercantilistas, Misselden está obsesionado con la idea de que Inglaterra necesita más efectivo. Para obtenerlo, debe forzar las exportaciones y restringir las importaciones. Cuando Misselden emplea los términos de "libertad de comercio" no implica lo que se entiende por ello hoy en día, esto es la ausencia de restricciones a las importaciones. Su idea era en realidad libertad de competencia y libertad de exportación, es decir, deseaba la existencia de un comercio que ni estuviera desorganizado como el de los competidores intrusos, ni monopolizado por una compañía de accionistas como la Compañía de las Indias Orientales. Misselden trata de absolver del cargo de monopolio a los Mercaderes Aventureros, que comerciaban cada uno por su cuenta. Mas adecuadamente que su predecesor define el mono-polio como "una clase de comercio en que la compra, venta, cambio o trueque, es usurpada y acaparada por unos pocos, para ganancia del monopolista y detrimento de toda la población." El monopolio gira siempre sobre dos goznes: "la restricción de la libertad de comercio, permitida sólo a unos pocos, y la fijación de los precios al capricho del monopolista para su provecho particular y perjuicio del público en general." Pero mientras censura el monopolio, Misselden de ninguna manera favorece la competencia pura o perfecta en el sentido moderno. La competencia ordenada que el apoya es una estructura de mercado clasificada mas adecuadamente como oligopolio, aunque él no usa tal término.
Mun
Publicó primero Un Discurso sobre el Comercio de Inglaterra con las Indias Orientales. Póstumamente se publicó su principal trabajo, La Riqueza de Inglaterra por el Comer-cio Exterior, de cuyo título Adam Smith diría más tarde: " se convirtió en máxima fundamental de política económica, no sólo en Inglaterra, sino para todo país comercial. Expresa perfectamente el espíritu de la época para la que fue escrito, época dominada por el deseo de expansión económica y poder político.
El discurso sobre el comercio
Tal como su título indica, el trabajo está dedicado a proporcionar una respuesta a las distintas objeciones que con frecuencia se hacen a dicho Comercio. El comercio con las Indias Orientales, dicen sus detractores, no ha sido beneficioso para la Cristiandad, porque está privando a Europa, y especialmente a Inglaterra, de su riqueza. Ha constituido una pérdida de hombres y materiales, y es responsable de la escasez de plata producida en Inglaterra por la acuñación de moneda.
¿Es útil el comercio con las Indias Orientales si está drenando a Europa de numerario? Mun contesta con un rotundo sí. Las drogas y especias del oriente son una necesidad; el índigo es indispensable para el teñido; el calicó es un substituto para las importaciones de lino y hace bajar el precio de estas. Antes de que hubiera abierto el camino para rodear África por mar, estas mercancías tenían que viajar por tierra y pagarse a los intermediarios turcos tres veces lo que costaba adquirirlas en la India. gran parte de esta diferencia se va actualmente en el embarque de las mercancías desde la India hasta Europa, pero esto no requiere dinero contante como cuando había que pagar a los turcos; lo único que lleva consigo dicho transporte es trabajo y mate-riales de nuestro propio país. Es cierto que la Compañía de las Indias Orientales tiene licencia para exportar anual-mente una cierta cantidad de plata, pero tiene también la obligación de devolver al país una cantidad equivalente a la que ha sacado. También se ha abierto mercados para los paños ingleses, el plomo y el estaño. Algunas de las mercancías importadas por la Compañía se quedan en Inglaterra donde son vendidas mucho más barato que antes. Pero más de tres veces de lo que se queda en Inglaterra para uso doméstico es reexportado a otros países, y el superávit producido por el comercio con las Indias Orientales es mayor que el producido por todos los demás tipos de comercio juntos.
Se admite que el comercio con las Indias Orientales consume materias primas inglesas, como la madera. Pero este es precisamente el fin de estos materiales. La construcción de barcos proporciona trabajo a los pobres. Si Inglaterra renunciara a su comercio con las Indias Orientales este sería tomado de inmediato por los holandeses. Esto solamente aumentaría el flujo de efectivo hacia el exterior porque los holandeses duplicarían el precio o cargarían lo que quisieran por los bienes importados a Inglaterra.
Las verdaderas causas de la presente zozobra económica son la devaluación de la moneda en el exterior y la circulación allá de la moneda inglesa sobrevalorada. Contra esto no encuentra Mun un remedio sencillo; la devaluación de la moneda inglesa empobrecería las condiciones de vida de los particulares, y sería un asunto que no tendría fin, pues estimularía nuevas devaluaciones en el exterior. Otros factores incluyen el bajo tipo de cambio inglés que es causa de exportaciones de metal. Porque en tanto los precios del cambio deban subir o bajar según halla escasez o abundancia de dinero y este haya de ser traído y llevado, el cambio será más bien un negocio para algunos hombres adinerados más que adecuarse a las necesidades de cambio de los mercaderes.
Mun concluye sus observaciones aconsejando la restricción del uso doméstico de artículos importados de manera que queden mas disponibles de estos para su reexportación; aconseja también que se estimulen la pesca y la producción interior de artículos que puedan competir con los importados, y evitar el dispendio en comer y vestir. Aunque no utiliza todavía el término balanza comercial, el concepto subyacente permea todo el trabajo.
La riqueza de Inglaterra por medio del comercio exterior.
El segundo trabajo de Mun destaca la significación que el comercio exterior de la nación en general tiene para la economía nacional. Al principio de la obra se alude abierta-mente a la teoría de la balanza comercial: "La forma normal de aumentar nuestros bienes y riquezas es por medio del comercio exterior, en el que debemos observar siempre la siguiente regla: el valor de lo que vendemos a los extranjeros anualmente debe ser siempre mayor a nuestro consumo de sus productos."
El mismo propósito se consigue reduciendo el consumo de artículos extranjeros. Mun elogia la legislación suntuaria de los demás países y las leyes que ordenan el uso de manufacturas nacionales.
Una vida frugal no sólo reducirá las importaciones, sino que dejará más artículos disponibles para la exportación. Las exportaciones pueden provenir igualmente de las riquezas "naturales" o de las "artificiales." Las primeras son principalmente productos minerales o del suelo, mientras que las últimas son los productos manufacturados, o el comercio de importación-exportación. Inglaterra debe sacar el máximo partido de ambas, pero debe cultivar especialmente las últimas.
El cultivo de la riqueza artificial tiene también otras ventajas. La riqueza natural, aunque es la más noble y provechosa por estar siempre a punto y ser segura, hace a la gente descuidada, orgullosa y entregada al despilfarro; la riqueza artificial, por el contrario, promueve la vigilancia, la literatura, las artes y la política. La riqueza artificial proporciona oportunidades para una mayor diversidad de empleos.
La promoción de las exportaciones requiere que se preste atención adecuada a los precios de los artículos. Una política de precios atinada reflejará el tipo de mercado en el que tiene lugar la venta así como la elasticidad de la demanda por los productos de exportación. Los artículos que sean necesarios al comprador extranjero, por serle a este imposible conseguirlos por otro medio, deberán venderse caros, en tanto que su alto precio no sea causa de una disminución cuantitativa de la venta. En cuanto a los demás artículos, debemos procurar venderlos tan barato como sea posible para no perder su exportación. Una reducción en precios puede reducir las ganancias particulares pero puede ser de beneficio para el público si con ello se consigue un aumento en los ingresos totales.
Las mercancías, a pesar de su importancia, no son los únicos bienes que pueden intercambiarse en el comercio exterior. Los exportadores europeos deben buscar la exportación de servicios como complemento o sustituto de la exportación de mercancías.
Las partidas invisibles
Mun llama la atención sobre la importancia que las partidas de servicio o invisibles tienen sobre la balanza comercial y da una lista casi completa de las mismas, entre las que incluye el seguro de las mercancías, los gastos de los comerciantes, las remesas enviadas a Roma, etc.
La política comercial debe estar concebida en tales términos que las manufacturas realizadas a partir de mate-riales extranjeros estuvieran exentas de los impuestos sobre la exportación. Esta medida conduciría a un incremento en las exportaciones y crearía empleos para los pobres. En general, los impuestos a la exportación no deben ser demasiado elevados, ni ser responsables de un incremento importante en los precios que desanime la venta de artículos exportados. Los derechos de importación de los artículos destinados a su reexportación deben ser bajos, mientras que se debe poner una carga mayor sobre las importaciones para uso doméstico. Todas estas medidas están en línea con el concepto de balanza comercial.
Balanzas generales y particulares.
El comercio con las Indias Orientales, con su balanza pasiva, constituye una aparente contradicción de la teoría de la balanza comercial, que exige que la exportación de mercancías exceda a su importación. Para demostrar que esa contradicción es más aparente que real. Mun hace una distinción entre las balanzas comerciales particular y general; la primera representa las relaciones comerciales con un país determinado y la segunda el comercio con el resto del mundo. La que importa es la balanza general.
Riqueza y comercio.
El dinero no debe dejarse ocioso, sino que debe utilizarse como reserva de capital; debe ser convertido en mercancías y nuevamente en dinero, lográndose así su multiplicación. Si el dinero se conserva en casa, la exportación de mercancías acabará por decaer, ya que los precios se elevarán y los extranjeros comprarán menos. Aquí Mun se aproxima a la teoría de la fluctuación de los precios inter-nacionales.
A diferencia de otros mercantilistas, Mun no considera que la expansión monetaria sea algo indispensable para el crecimiento de la economía del país, ni está a favor de la elevación de precios. Se dice que el dinero es al alma del comercio, sin darse cuenta de que aquel no podría subsistir sin este último. Antes que el dinero existía el trueque; y en Italia las operaciones bancarias y las transferencias de letras de cambio se encargaron de las necesidades monetarias del país.
El activo de cada persona no tiene por qué incluir sino una pequeña cantidad de dinero en efectivo. El resto debe pasar continuamente de mano en mano en los negocios, para beneficio de todos. La teoría monetaria, cuyo germen encontramos en estas citas, especialmente en lo que respecta a la adecuada oferta de dinero, los motivos para tener saldos en efectivo, y la velocidad de circulación, no fue explicada por Mun, sino que fue desarrollada por John Locke décadas más tarde.
En la teoría de la balanza comercial de Mun no existe otra forma de traer riqueza al país que no sea la exportación de bienes y servicios. Mun se separa de Misselden que había apoyado la devaluación y de Malynes que había propuesto un control y paridad de tasa en los cambios. Mun considera estas medidas como innecesarias y hasta perjudiciales.
La devaluación de la moneda, la alteración en la ley o el peso del metal obligarán a la moneda a permanecer en el interior porque los extranjeros no la aceptarán a su valor nominal. Además la devaluación no sería efectiva porque otros países responderían tomando medidas idénticas.
A diferencia de Malynes, Mun describe los cambios como algo esencialmente pasivo e indica que sus variaciones reflejan los movimientos del comercio y no las manipulaciones de los banqueros.
Critica el estatuto de empleo, que obliga a quienes exportan mercancía hacia Inglaterra a comprar mercancías inglesas. Invita a la revancha, con lo que reducirá el volumen comercial.
A diferencia de otros mercantilistas, especialmente Child, Mun, cuando discute las razones de la depresión en los negocios, no espera que estos se estimulen por una reducción en las tasas de interés. Estos son bajos, afirma, porque la demanda de fondos prestados es baja a causa de la disminución del volumen comercial. El comercio y el tipo de interés suben o bajan juntos.
MÁS ALLÁ DEL MERCANTILISMO: SURGIMIENTO DE MÉTODOS CUANTITATIVOS
Después de que Mun hubo colocado los cimientos del pensamiento mercantilista, de la discusión económica de la época, surgieron dos tendencias. Una fue la gradual liberalización del pensamiento económico, que veremos en el capítulo siguiente. La otra tendencia revivió el desarrollo de la economía política. Se trata de los métodos cuantitativos.
La búsqueda de la medida
El que los métodos cuantitativos empezaran a utilizarse en la economía durante el siglo XVII no fue por mera casualidad. La innovación fue al encuentro de las necesidades de la época, estuvo sancionada por el pensamiento filosófico y su aparición es paralela a la de la geografía y la contabilidad privada.
La conversión de los tributos y las demás obligaciones en pagos en efectivo alentó la necesidad de las operaciones cuantitativas. La estadística, en el sentido original y primitivo de la palabra, es decir, la recolección y estimación de datos para fines estatales, fue una compañía natural para los tributos nacionales fijados y exigidos en dinero.
En el campo del comercio exterior, la antigua reglamentación sobre metales preciosos para las transacciones individuales había retrasado el interés por los cálculos o el volumen del comercio. Con la aparición de la doctrina de la balanza comercial y al ocupar un puesto central en la teoría y en la práctica de la época tales cálculos se convirtieron en un instrumento de la mayor importancia para el éxito de las políticas comerciales y también para la comprensión de lo que había sucedido en el pasado y de lo que se esperaba fuera a suceder en el futuro. La recolección de datos cuantitativos fue también estimulada por el desarrollo de la cartografía al incorporarse a los mapas datos cuantitativos. La relación entre el uso de métodos cuantitativos en economía y las tendencias filosóficas de la época es un tema mucho más complicado. Muchos de los grandes pensadores de la época fueron también matemáticos. En el siglo XVII, Newton y Leibinitz inventaron el cálculo diferencial y Descartes creó la geometría analítica. Habrían de pasar, sin embargo, otros doscientos años para que dichas técnicas encontraran su lugar en la economía. Lo que absorbió el pensamiento económico del siglo XVII no fueron tanto las técnicas matemáticas, como la filosofía mecanicista de los grandes pensadores de la época, y junto con ella, el concepto de que es posible medir la mayor parte o casi la totalidad de las cosas.
Descartes, Hobbes y Bacon.
La filosofía del siglo XVII fue cayendo gradualmente bajo el hechizo de Descartes cuyo pensamiento tomó forma en gran parte a través de una experiencia mística que tuvo Descartes que le reveló el universo como un mecanismo que podía ser descrito en términos matemáticos. Aristóteles y los sabios de la antigüedad habían desarrollado sus argumentos en términos verbales. Ahora los matemáticos poseían un poderoso instrumento para revelar dichos misterios y para asegurar a sus descubrimientos el atributo de la certeza.
Descartes, sin embargo, no aplicó las matemáticas a la mente humana ni a las relaciones entre los hombres. Esto fue realizado por Hobbes cuya inclinación al mecanicismo matemático tenía una gran dosis de empirismo.
Bacon, el apóstol del experimentalismo inductivo, subestimó tanto la deducción como el poder del razonamiento matemático y quizá la influencia de su pensamiento esté relacionada con el retraso de la economía puramente matemática que no avanzó ni un solo paso hasta el siglo XIX. Spinoza, una de las mentes más preclaras de la época, propuso desarrollar la ética siguiendo líneas geométricas. En el campo de la economía Petty introdujo el método de la aritmética política, que describe de la siguiente manera: "en lugar de utilizar solo comparativos, superlativos y argumentos intelectuales, yo me he propuesto expresarme en términos de números, pesos y medidas, usar solo argumentos que tengan sentido y considerar únicamente las causas que estén visiblemente basadas en la naturaleza".
Petty
(Revisar su biografía)
El principal trabajo de Petty fue su A Treaties of Taxes and Contributions, así como su Political Arithmetic y su Political Anatomy. Todos estos escritos fueron consecuencia de acontecimientos de la época. Discuten los cambios del sistema de ingresos del erario, los recursos para la guerra, la reforma monetaria, el potencial de guerra de las grandes naciones y otros problemas del día.
Estos principios generales, surgen incidentalmente a lo largo de la discusión de problemas concretos y puede decirse que su enunciado constituye una de las más importantes aportaciones al tema de la economía antes de Adam Smith.
El enfoque de petty a la economía
La inclinación de Petty hacia la estadística y lo cuantitativo y su forma de abordar la economía a través de los hechos tienen quizá su origen en su trabajo como agrimensor. Los hábitos de pensamiento y acción originados por este tipo de trabajo pueden encontrarse de nuevo en su forma de estudiar la economía e influyen tanto en lo que el se disponía a hacer - expresarse en forma de números, pesos y medidas, utilizar sólo argumentos razonables y considerar únicamente las causas que estuvieran visiblemente basadas en la naturaleza - como en lo que no pensaba hacer.
Petty procura no abandonar el reino de lo tangible para desarrollar así una teoría de decisión económica basada en una psicología mecanicista, tal como la enseñada por su maestro Hobbes. Sin embargo, a pesar de ser una mente matemática, Petty no fue cartesiano, es decir, no fue un ex-ponente de la economía matemática pura en el sentido de buscar fórmulas matemáticas para interpretar la mecánica social.
Petty como estadístico
En lo que concierne a las técnicas de la estadística, el único método utilizado por Petty que se les acerca es el promedio simple. Tal y como hoy lo entendemos, un estadístico es un hombre que utiliza técnicas especiales para manejar y analizar una serie de datos cuantitativos. En ese sentido moderno de la palabra Petty no fue un estadístico; pero si estadístico significa el simple empleo de datos cuantitativos, entonces Petty si fue un estadístico y un pionero de esta ciencia. Como tales datos eran difíciles de obtener en tiempos de Petty, éste utilizaba con frecuencia métodos abreviados para calcularlos en forma aproximada y esta fue la base de su método de aritmética política, método que tenía evidentes defectos y cuya arbitrariedad invitaba al engaño.
Bastan unos pocos ejemplos para hacer ver los defectos del método de Petty. Al no existir un censo de las variaciones de población en Irlanda, Petty toma como base el in-cremento en las exportaciones que era de un 30% para afirmar que la población ha aumentado en la misma proporción. Para calcular la población de Londres multiplica el número de entierros por treinta, suponiendo que anualmente muere una persona de cada treinta.
Petty se daba perfecta cuenta de que la apariencia de precisión creada por el empleo de cifras con frecuencia era engañosa pero él rara vez presentaba sus hallazgos como tentativas o hipótesis. Llegó incluso a ser acusado de alterar las cifras. Adam Smith expresó esta opinión respecto a la aritmética política de Petty: "no tengo mucha fe en la aritmética política".
La renta nacional
Petty contribuyó en gran medida a la esencia de la teoría económica. A la luz del interés de importancia que se le da hoy día, su principal logro fue la derivación conceptual de la renta nacional, un paso que abrió nuevos caminos, pero que no tuvo gran influencia ni sobre el pensamiento de sus contemporáneos ni el de economistas posteriores. Fue un concepto que no se perdió nunca por completo en las discusiones sobre economía, aunque no existieran datos estadísticos que lo apoyaran. El concepto de la renta nacional no llegó al primer plano de la economía sino hasta la tercera década del siglo XX, cuando apareció no sólo como piedra angular de la teoría macroeconómica de Keynes, sino como estructura sistemática y continua del estado de cuentas de la economía nacional.
La discusión completa de este concepto ocupa solo unas páginas llenas de aritmética política. Petty supone implícitamente que la renta nacional es igual a los gastos nacionales y fija los últimos "por alimentos, vivienda, ropa y otras cosas necesarias" en cuarenta millones de libras anuales. Procede entonces a calcular la riqueza nacional que estima en 250 millones de libras. Esta riqueza o capital no produce, sin embargo, más que 15 millones de libras, por lo que los 25 millones de renta nacional restantes deben proceder de otra fuente, que para Petty es el trabajo humano. A continuación capitaliza el valor de este último y lo calcula en 417 millones de libras, o sea, 69 libras per cápita.
Petty no introduce la renta nacional para medir sus cambios o para desarrollar una teoría sobre su determinación. Si la renta y la riqueza nacional aparecen en su discusión, es porque dichos asuntos son importantes para sus argumentos en favor de una base de tributación más amplia. Sirven para sostener su conclusión de que los impuestos deberían fijarse "sobre la tierra y las existencias" y sobre "los hombres considerados independientemente de sus bienes", en la misma proporción en que los bienes tangibles se encuentran respecto al valor capitalizado del trabajo, es decir a razón de 3 a 5. A la luz de esta conclusión, el hombre que trabaja está sometido a menos impuestos de los que debiera. Petty afirma que debería trabajar más duramente y gastar menos, ambas en un 20%, con lo que podría pagar unos impuestos del 10%, siendo esta la proporción en que se encuentran los impuestos de la nación respecto a la renta nacional.
El uso que hace Petty del concepto de renta nacional invita a algunos comentarios. La supuesta igualdad entre los ingresos y los gastos parece un antecedente de la ley de Keynes, según la cual los ingresos de una persona suponen el gastos de otra. Petty no hace ninguna concesión ni al ahorro ni a la inversión.
Un rasgo del pensamiento de Petty es su olvido relativo de la acumulación de capital. Para él la fuerza dinámica principal que promueve el progreso económico es más bien el aumento de población que la inversión. Para Petty, "la riqueza, capital o provisión de una nación son el resultado de un trabajo anterior" formulación ésta de su teoría del valor trabajo que había de repercutir en la literatura clásica de la época posterior.
La teoría del valor
La microeconomía de Petty, es decir sus puntos de vista acerca del valor de la distribución, son un subproducto de su preocupación pragmática por las medidas y su propuesta política. Su teoría del valor para empezar, no es abierta-mente una teoría del trabajo, sino que coloca la tierra y el trabajo uno junto a otro: "la tierra es la madre de la riqueza, de la misma manera que el trabajo es el padre y principio activo de la misma".
La doctrina de la paridad
La doctrina de Petty señala especialmente los factores originales de producción, tierra y trabajo, como las fuentes del valor económico. En su Anatomía Política de Irlanda enfrenta lo que considera el "asunto más importante de la economía política," esto es, como hacer un par o equivalencia y una ecuación entre tierra y trabajo, de manera que pueda expresarse el valor de cualquier cosa en función de una u otro por separado. Petty relaciona el valor de la tierra con el valor del trabajo mediante una unidad de medida común en la que puede expresarse tanto el producto de la tierra como el producto del trabajo. Petty cree que ha encontrado este patrón o unidad de medida común en la cantidad de alimentos que un hombre necesita diariamente por término medio.
Petty llama producto de la tierra lo que esta produce cuando es utilizada sin el trabajo humano. Por ejemplo, el aumento de peso de una ternera que sea puesta a pastar será el producto de la tierra y también su renta. Este producto, transformado en "alimentos-día", puede ya compararse con el rendimiento de una tierra a la que se aplique un trabajo humano y la diferencia, expresada una vez más en "alimentos-día”, servirá para medir el valor del producto del trabajo o su jornal. Petty se da cuenta, sin embargo, de que es dinero y no la unidad por él propuesta, la que se usa normalmente para medir el valor y se ve en apuros para encontrar una forma de transformar en dinero la renta anual de una tierra. Esto lo realiza en su Tratado sobre las Tasas y las Contribuciones, en el que iguala el rendimiento de la tierra, libre de los gastos de producción que se supone medirían la contribución del trabajo, con el rendimiento de una mina de plata, también libre de gastos de producción. Así, la "renta natural y verdadera de la tierra" - es decir, su rendimiento menos el grano utilizado por el agricultor para su propia subsistencia, bien sea directamente o por su intercambio por otros bienes, fuera por término medio de veinte "bushels de trigo por año y si el mismo hombre trabajando en una mina de plata, obtuviera veinte onzas de plata después de deducir los gastos anuales de producción, podríamos decir que un bushel de trigo equivale a una onza de plata.
Así pues, la primera variante de la doctrina del par de Petty, o sea, el alimentos día, hace posible hallar la equivalencia entre el valor de la tierra y el valor del trabajo. Su segunda variante hace posible la conversión de la renta natural en dinero; y, en una tercera variante, relaciona la renta con el interés: "interés natural simple", es decir, el interés sin contar la prima por riesgo que no puede ser menor que la renta producida por una cantidad de tierra igual a la que el dinero prestado permitiría comprar. Si el interés fuera menor, el presunto prestamista preferiría comprar tierra para obtener un rédito mayor.
Criterios sobre la distribución.
Los criterios de Petty acerca de la relación entre el interés y la renta y su pensamiento acerca de los salarios, son sólo los rudimentos de una teoría sobre la distribución. El interés es una compensación por las molestias. Por lo tanto no debe permitirse en el caso de los créditos pagaderos a la vista, criterio éste análogo a las regulaciones actuales de la banca comercial estadounidense en la que se prohíbe el pago de intereses sobre los depósitos a la vista en los bancos comerciales. En cuanto a la renta, reflejará los precios de los productos de la tierra y, si estos suben, también las rentas subirán. Si la agricultura se expansiona a consecuencia de un incremento en la demanda de productos agrícolas, las rentas de las tierras mejor situadas también subirán. Estas consideraciones, realizadas en el Tratado de las Tasas y Contribuciones, contienen el germen de la Teoría de Ricardo sobre la renta diferencial.
El rasgo más notable de la teoría salarial de Petty no es que fuera una teoría de la subsistencia, ya que esto era conforme al pensamiento de la época. Para él, la teoría de la subsistencia tiene un contenido normativo que está atestiguado por el decrecimiento de la curva de la oferta de trabajo. Nuevamente, en el citado Tratado, afirma que los salarios deben estar regulados y quedar por debajo de un techo instituido, de forma que no proporcionen más de lo necesario para la subsistencia. Si fuesen mayores, el trabajador respondería reduciendo proporcionalmente el tiempo o el esfuerzo de trabajo. Petty alude a una paradoja que posteriormente daría qué pensar a Malthus y a Ricardo: los salarios reales serán altos cuando haya abundancia de alimentos ya que los salarios monetarios son relativamente rígidos a la luz de precios decrecientes de los alimentos. Para evitar en este caso una reducción de la cantidad de trabajo realizado, Petty sugiere que en el caso de una cosecha especialmente abundante se separe y almacene una cierta cantidad de alimentos.
Criterios acerca de la población.
Petty afirma que " la escasez de personas es la verdadera pobreza." El crecimiento de la población va acompañado de un aumento de ingresos, puesto que los gastos generales o del gobierno no crecen con la misma rapidez. Más aún, al aumentar la densidad de población se producen importantes mejoras en la calidad de la misma. Al crecer la población, se desarrolla el trabajo y el aprendizaje de especializaciones y sobre la base de este entrenamiento las personas se vuelven aptas para realizar tareas intelectuales.
Petty esperaba tanto del crecimiento de la población que éste, y no la ganancia nacional, era para él el instrumento más importante para resolver el problema económico. La ganancia en el sentido mercantilista, es decir, la ganancia a costas de los demás, no le parecía que fuera el principal camino hacia la solución del problema económico. Lo que puede considerarse como la idea central de la economía de Petty, encuentra paralelo en las ideas de Benjamín Franklin, mientras que es totalmente opuesto a las ideas de Malthus.
La balanza comercial
En los escritos de Petty no se encuentra el entusiasmo por la balanza comercial favorable, tan característico de sus contemporáneos. En su opinión el examen de la doctrina de la balanza comercial no podía dar sino resultados negativos. En el Tratado citado señala: "Irlanda, aunque exporta más de lo que importa, se empobrece cada día más como paradoja, porque los terratenientes ausentes le quitan el superávit comercial, sin darle nada a cambio."
Pensamiento monetario.
En cuanto al dinero, Petty está de acuerdo con la opinión de sus contemporáneos, de que es necesaria una determinada cantidad o proporción de dinero para llevar a cabo el comercio de una nación, pero que para el comercio no sólo sería perjudicial la existencia de una cantidad de dinero inferior a la necesaria, sino también igualmente una cantidad mayor. En el último caso, convendría hacer impro-ductivo el exceso, colocándolo en las arcas reales. A diferencia de otros escritores, Petty no se refiere al dinero como la sangre sino más bien como la grasa del cuerpo político, que le resta agilidad y le pone enfermo. Aquí también hace Petty un cálculo aproximado de la cantidad de dinero deseable y la relaciona con la velocidad de circulación, considerando a esta última, a su vez, en función de la periodicidad con que se paga al trabajador. Si no hay suficiente dinero, será conveniente crear un banco, porque ello "casi doblará la eficacia de la moneda acuñada." Si existe demasiado dinero se fundirá y convertirá en lingotes, para exportarlo como un producto más, o bien será prestado a interés.
La hacienda pública
En cuanto a las diversas formas de incrementar los ingresos públicos, Petty compara las ventajas relativas de las tierras de la corona con la contribución sobre la tierra y considera que esta última es la mejor, pues el rey tendrá más seguridad y mas contribuyentes, cuidando que los gastos de la recaudación no excedan sus ventajas. El impuesto sobre la tierra, al gravar las rentas de la misma, será adecuado para los nuevos territorios. Probablemente se capitalice de inmediato y el precio de la tierra se reducirá en consecuencia. En un país ya habitado, la imposición de impuestos sobre la renta tendría diferentes efectos que influirían sobre los plazos de arrendamiento. Si el arrendamiento es a corto plazo, el terrateniente elevará la renta y los arrendatarios los precios de sus productos. En el caso de arrendamiento a largo plazo el terrateniente no puede trasladar el impuesto a los arrendatarios, y como la renta no aumenta, el importe del impuesto, siendo un porcentaje de la renta, será menor que en el caso anterior. Sin embargo, los productos del arrendatario alcanzarán también los mismos altos precios que los productos de los arrendatarios a corto plazo, por lo que los arrendatarios de largo plazo estarán en mejor situación económica que antes de que se presentara el impuesto. La carga final, descansa sobre el arrendador de largo plazo y sobre los consumidores.
Como regla general, los impuestos deben ser proporcionales e indiferentes a la distribución de la riqueza prevaleciente en el país. Lo que importa realmente al pueblo es más bien la posición relativa en que se encuentra más que el tamaño absoluto de su riqueza e ingresos. Si los impuestos son proporcionales, nadie sufre una pérdida por ello.
En línea con este pensamiento, se encuentra el juicio de Petty favorable al sistema de contribuciones holandés, donde no se imponen las contribuciones sobre lo que se gana sino siempre según lo que se gasta. Tanto aquí, como en su repulsa de las tierras de la corona como fuente de ingresos públicos, Petty repite las ideas desarrolladas por su maestro Hobbes en el Leviathán. Hobbes ofrece una defensa mas profunda del hecho de basar los impuestos en el consumo y no en la riqueza ni en la renta. Como Petty, insiste en la imposición de impuestos uniformes pero tal uniformidad no depende de la uniformidad de bienes sino de la igualdad de la deuda que cada hombre debe a la república por su protección. La igualdad de imposición para Hobbes consiste más en la igualdad de lo que se consume que en los bienes que poseen los consumidores. Cuando los gravámenes están basados en lo que el hombre consume, cada hombre paga con arreglo a lo que utiliza: la república no queda defraudada por los gastos ostentosos del hombre particular. Esta proposición ha tenido el respaldo en los tiempos modernos de Mill, Marshall, Pigou, Fischer y Kaldor.
¿Un impuesto sobre la renta negativo?
Petty propone en su Aritmética Política que se fije una asignación regular y adecuada con cargo a los impuestos públicos para todos aquellos que de otra manera vivirían de la caridad o del crimen. Petty argumenta que el Estado está obligado a cargar con el peso de la subsistencia de estas personas si no hay trabajo para ellas. Esta disposición, afirma, resultará más económica y servirá para evitar los crímenes engendrados por la indisciplina. Lo que Petty quería con todo esto era probablemente hacer una demanda de auxilio público para los pobres, en forma de donativos de dinero. Sin embargo, los términos en que está expresada esta propuesta hacen confundirla con un impuesto sobre la renta negativo, forma de subvencionar al pobre que existe en los países escandinavos y que es defendida aún en los Estados Unidos.
Graunt
Discute temas tales como la relación entre los nacimientos de varones y mujeres o entre la mortalidad y factores tales como la edad y la residencia. Su logro principal fue la demostración empírica de la regularidad de los fenómenos sociales cuando se los estudia sobre la masa y en forma de promedios. Graunt no era economista y los asuntos que discutió no caen dentro del campo de la economía. Pero la importancia de su método empírico y su aplicación de la ley de los grandes números es obviamente importante en la economía. La ley de los grandes números mantiene que en la observación de fenómenos de masas la validez general y la independencia respecto a variaciones accidentales aumentan cuando aumenta también el número de casos en observación. Este es uno de los grandes principios en los que se basan las ciencias estadísticas y actuariales.
Fleetwood
Otra rama de investigación abierta por las tendencias cuantitativas de la época fue el estudio de la historia de los precios. La obra de Fleetwood contiene la primera historia sistemática de los precios y durante mucho tiempo fue el único trabajo de su clase. Tiene un lugar también en la historia de los números índices, puesto que Fleetwood empleó promedios sobre los precios de los bienes individuales.
Davenant
Quien más conexión tiene con Petty es Charles Davenant, el principal apóstol de la aritmética política de Petty, quien representa el eslabón con el emergente pensamiento liberal. Los escritos de Davenant están dedicados a los problemas políticos y económicos de su tiempo.
El trabajo de Davenant es de particular importancia porque sirve para ilustrar que, al menos en Inglaterra, el pensamiento mercantilista estuvo frecuentemente en desacuerdo con la política mercantilista y de que por ello no deben confundirse uno y otra. Davenant se mofa de una ley que ordena enterrar a los muertos con vestiduras de lana y se opone a una legislación que restringe la importación y el uso dentro del país de los tejidos provenientes de la India.
El comercio y el poder
En todos sus escritos, Davenant destaca la importancia de la política comercial mercantilista como fuente de poder político. En su Ensayo sobre las formas y modos de pertrechar la guerra señala que el superávit procedente de la importación y obtenido por el comercio con países lejanos es indispensable para financiar la guerra, añadiendo que este comercio es el que hace de Inglaterra una potencia marítima.
Criterios acerca de la población
En el mismo trabajo Davenant descubre un nuevo aspecto del problema de la población. Afirma que el crecimiento de la población es benéfico porque el aumento de la densidad de población es un incentivo para el ingenio, la frugalidad y la laboriosidad. En los países poco poblados no hay más que pereza y miseria. Inglaterra debería recibir a todos los hombres afligidos y oprimidos. Al aumentar la población ciertamente subirá el valor de la tierra y de las rentas. La libertad general de conciencia atraerá a los emigrantes. No debe tenerse miedo a la tolerancia religiosa. La industriosa frugalidad de los artesanos extranjeros servirá de acicate a la sana competencia y será un buen correctivo para la pereza y el lujo de nuestro propio pueblo.
Restricciones al comercio
En su Ensayo sobre el comercio con las Indias Orientales, el punto de discusión es el proyectado embargo de las importaciones textiles de la India, consideradas como una amenaza para la industria inglesa de la lana. Davenant se opone a este embargo, ya que una parte importante de las importaciones van a ser reexportadas. Si Inglaterra renunciara a este lucrativo comercio, pronto los holandeses se harían cargo del mismo. Davenant afirma "El comercio es libre por naturaleza, encuentra sus propios canales y dirige mejor que nadie su propio curso. Todas las leyes promulgadas para gobernarlo y dirigirlo o para limitarlo y circunscribirlo, podrán ser útiles quizá para los fines de los hombres particulares, pero rara vez servirán al bien público. Sin embargo los gobiernos deberán cuidar del conjunto pero dejando en general que sean las causas segundas las que hagan el trabajo... El comercio no debe ser suprimido pero tampoco debe ser alentado en los casos en los que no esté basado en las conveniencias naturales"
Davenant es también un habilidoso especialista de las finanzas públicas. Como la mayoría de las autoridades de su época, mantiene que la incidencia final de todos los impuestos recae sobre la tierra.
La aritmética política
Davenant define la aritmética política como "El arte de razonar, por medio de las cifras, sobre las cosas relativas al gobierno. La aritmética política tiene muchos e importantes usos como, por ejemplo, el cálculo del potencial de guerra del propio país, el del enemigo y el de los aliados; para predecir el desarrollo o la decadencia económica de un país; la relación del sistema tributario y otras políticas públicas; y facilitando un informe cierto sobre la balanza comercial".
Para Davenant sólo pueden controlarse los precios de los productos perfectamente normalizados, puesto que dichos artículos son uniformes y no se prestan a mejoras. Los precios de los otros artículos deben permanecer inciertos y libres, a fin de que puedan proporcionar un incentivo para los que quieren conseguir productos mejores.
Pensamiento monetario
Davenant argumenta en contra de aquellos mercantilistas que consideran que el oro y la plata son el único y más útil tesoro de una nación. Ellos son en verdad, la medida del comercio, pero el manantial y la raíz de toda riqueza se encuentra en los productos naturales y artificiales del país, es decir, en lo que la tierra da o en lo que el trabajo y la industria producen. En el fondo, el dinero no es más que una forma de contar a la que los hombres se han acostumbrado en sus tratos.
Davenant amplía la discusión de los asuntos monetarios para incluir el crédito. En la época en que escribió, la letra de cambio se había emancipado de las transacciones de cambio exterior; se había hecho negociable y descontable y se había transformado en un sustituto del dinero para los simples propósitos del comercio interior. El sistema bancario desarrolló el descuento de las letras y puso en circulación pagarés. El tema del papel moneda se convirtió en un tema ampliamente discutido. "Ninguna nación comercial, afirma, ha subsistido nunca ni ha llevado a cabo sus negocios mediante un capital real. EL comercio general de este país se lleva a cabo hoy en día más a base de créditos que con dinero en efectivo. La moneda ha sido devaluada tanto que solo se utiliza para pequeñas transacciones. Para todas las transacciones importantes, lo que se utiliza son letras y pagarés. Estos instrumentos han aumentado en gran medida el dinero disponible en el país y para este efecto son más útiles que el dinero metálico". Esta es una exposición temprana del llamado criterio nominalista del dinero que sería frecuente entre escritores posteriores. Los nominalistas se oponen al criterio de los metalistas que propugnaban una teoría del valor del dinero como mercancía y que consideraban esencial que el dinero estuviera formado, o bien cubierto por el metal correspondiente - considerado como mercancía -, por lo que hacían derivar el valor del dinero, del valor de la misma, es decir del valor del metal. El papel moneda fue sin duda el invento social más grande de fines del siglo XVII. Incrementó enormemente la oferta de dinero, facilitando el desarrollo y el cambio - al mismo tiempo que la inflación - y el surgimiento de nuevas clases sociales. En una sociedad abierta, como la propuesta por Child y Davenant, los hombres de talento pueden elevarse desde una clase social baja hasta alcanzar posiciones prominentes. Davenant fue consciente de esta transformación de la sociedad y quizá fue el primer escritor de economía en llamar la atención sobre la importancia de la clase media "los hombres de posición intermedia que subsisten de los oficios y la industria", en la que junto con los obreros y la clase acomodada, yace la fuerza de un gobierno.
Davenant calculaba las necesidades monetarias de la nación, o sea la renta nacional. La renta nacional comprende todo lo que se produce en un país, desde la tierra y sus productos, hasta el comercio exterior y los trabajos interiores, tales como los oficios, la industria, etc. El gasto nacional incluye lo que se consume por necesidad en ropas y alimentos para el pueblo o lo que se requiere para su defensa en tiempo de guerra o para su ornato en tiempo de paz. El exceso de ingresos sobre gastos es una plusvalía que puede llamarse riqueza nacional, es decir, la reserva de capital en el sentido moderno de la palabra.
King
Davenant no solo contribuyó a los métodos cuantitativos con su propio trabajo sino diseminando los importantes datos estadísticos de Gregory King. Durante un siglo, el trabajo demográfico de King, su cálculo de la renta nacional y las relaciones estadísticas entre el precio del trigo y la cantidad vendida que ilustran tanto la ley de la elasticidad como de la demanda, se encuentran en el Ensayo de Davenant. Su exposición de la relación existente entre el precio del trigo y la cantidad vendida, prefigura el estudio teórico y estadístico de la demanda, que no llegó a realizarse hasta el siglo XX. Su estimación, conocida en ocasiones como la ley de King muestra que una reducción de la cosecha de trigo puede ir acompañada de un incremento de su precio en proporciones superiores a la tarifa común (ejemplo numérico).
Bernoulli
La primera aplicación del cálculo y la geometría analítica a un problema que ahora se reconoce como económico fue hecho por Daniel Bernoulli, matemático suizo, con su intento de resolver la llamada paradoja de San Petersburgo. La paradoja es la discrepancia existente entre el valor matemático de una probabilidad y el valor que la gente le da ordinariamente. Por ejemplo, un jugador pagará solo unos dólares por un boleto de admisión en el que reciba 1 dólar si la moneda sale cara en la primera tirada, 2 si ello ocurre en la segunda, 4 si ocurre en la tercera, 8 en la cuarta y 2 n-1 si es en la tirada "n" y ello, a pesar de que el valor matemático de esta probabilidad es infinitamente grande. Bernoulli introduce así el elemento subjetivo como uno de los determinantes del valor, es decir, la utilidad que depende de las circunstancias particulares de la persona que realiza la estimación. Los problemas del tipo de la paradoja de San Petersburgo solo se pueden resolver si se tienen en cuenta las circunstancias particulares de cada persona y especialmente su riqueza. Bernoulli va sin embargo más lejos y desarrolla tanto el concepto de la utilidad marginal como el principio de la utilidad marginal decreciente. No hay duda -afirma- que una ganancia de Mil ducados tiene más importancia para un pobre que para un rico aun cuando ambos ganen la misma cantidad.
9. Mas alla del mercantilismo.- El surgimiento de las Ideas liberales.
El lema de Petty de que "el mundo se rehúsa a ser mal gobernado" y muchos de los aforismos de Davenant son los eslabones que unen el pensamiento económico del Siglo XVII con el movimiento liberal. Esta tendencia encontró expresión formal en los trabajos de Child, de Locke y de North.
Child
Sir Josiah Child fue el hombre más rico de su época. Como Mun estuvo conectado con la Compañía de las indias orientales y su posición fue tan poderosa en ocasiones que llegó a caracterizarse como el director virtual de la compañía. Publicó un libro con el título de Nuevo Discurso Sobre el Comercio.
La obra de Child contiene discusiones que incluyen temas como la colonización, políticas y salarios, población, y ayuda a los pobres. Su preocupación principal es la tasa de interés que considera que en Inglaterra es demasiado alta. La teoría de la balanza comercial es dada por sentada por Child aunque admite la dificultad operacional de obtener un cálculo exacto de las importaciones y las exportaciones. Child desarrolla con gran claridad el concepto mercantilista de la productividad. Para Child los mercaderes, artesanos y campesinos son las tres clases de personas que hacen la riqueza de una nación o la traen del exterior. Otras clases como la nobleza, la burguesía, los hombres de leyes, los médicos, intelectuales y vendedores lo único que hacen es pasar la riqueza de mano en mano dentro del país.
Child hace notar que la economía nacional y los objetivos políticos no siempre son compatibles entre sí. Una política determinada puede ayudar a una a expensas de la otra. Así, Child da primacía al poderío nacional sobre el lucro. Señala "me parece absolutamente necesario que el lucro y el poder sean considerados en forma conjunta". Child señala también la posibilidad de conflicto entre los intereses privados y el interés de la sociedad, poniendo sobre aviso contra la confusión de ambos. Child considera que las exclusiones monopolísticas y las restricciones la época gremial eran contrarias al interés nacional. Añade otro caso de conflicto: los comerciantes pueden hacerse ricos siguiendo la regla de comprar barato y vender caro, pero dicha regla no puede mantenerse para el comercio exterior de la nación debido a que la competencia extranjera exige vender tan barato, si no más que los otros.
Child tampoco encuentra contradicción entre su petición de rebajar el tipo legal de interés y el principio del mercado competitivo. Los que puedan pagar el mejor precio por un producto no dejarán nunca de obtenerlo de una u otra forma, a pesar de la oposición de las leyes o por mucho que se interponga cualquier tipo de poder.
Elementos liberales del pensamiento de Child
"La libertad y la propiedad - afirma - conducen al incremento del comercio y a la mejora de cualquier país". Child propone recompensar a los inventores e inovadores, al mismo tiempo que se opone a las leyes que obligan al trabajo del aprendiz o que limitan el número de aprendices, a las leyes que tipifican los géneros de lana: las modas cambian; a las leyes que restringen el número de telares o de trabajadores: estas favorecen solo a algunos sectores; a las leyes que prohíben que un tejedor se desempeñe en otra artesanía; a las leyes contra el monopolio del grano y a las que prohíben la exportación de efectivo o de metal. Desaprueba la reglamentación del precio de la cerveza: tal reglamentación obstaculiza la mejora del producto e impide la imitación de otras bebidas extranjeras obtenidas también de los cereales; desaprueba también los impuestos que gravan por igual las exportaciones y el consumo interior, los derechos de exportación sobre artículos del país, las leyes que restringen los salarios, la inmigración o la tolerancia religiosa: dichas leyes coartan el aumento de la población, favorecen la inmigración y hacen que los hombres de talento se queden fuera del país.
Child no era contrario a todo tipo de restricciones y controles, sino que se oponía solo a aquellos que consideraba perjudiciales para la nación o para los intereses importantes. Así, además de un tipo legal de interés bajo, apoya el sistema colonial, las restricciones sobre la importación de mercancías que puedan obtenerse en el país o que deban de adquirirse en países que no compra las mercancías inglesas.
Puntos de vista acerca de la población
Child habla de que "tanto la riqueza de una ciudad como la de una nación, la constituyen la multitud de sus habitantes." Acepta el crecimiento de la población, que considera en relación a las condiciones económicas. Los salarios altos constituyen una prueba evidente de la prosperidad del país, pues son causa de un aumento de población que enriquece considerablemente al mismo. El aumento de población ha seguido necesariamente de un incremento del comercio y de una mejora de las tierras. Child no encuentra inconveniente en los salarios altos; si son causa de que aumenten los costos, estos últimos podrán bajar reduciendo el tipo de interés.
El desempleo y la ayuda al pobre
Las medidas propugnadas por los mercantilistas respecto a la población, la ayuda a los pobres y el desempleo deben interpretarse conforme a estos criterios. Los escritores mercantilistas estaban no tanto preocupados por la abundancia de gente como por la abundancia de empleos para ella.
La economía imperial
Los observadores continentales del mercantilismo han puesto de relieve su función como forjadores del estado, descripción que no encaja con la variante inglesa puesto que, cuando aparecieron en escena en Inglaterra los escritos mercantilistas, estaba ya consolidado el estado nacional. Lo que en el continente fue la creación del estado, en Inglaterra fue la creación del imperio.
Debido a su punto de vista acerca de las ventajas de una población abundante, Child está muy interesado en la cuestión de si las colonias americanas han supuesto una pérdida de población para Inglaterra. En lo general, la emigración hacia Norteamérica no ha sido una verdadera pérdida para Inglaterra ya que, si no hubieran existido sus colonias muchas de las personas hubieran emigrado a otro sitio. Pero puesto que las colonias compran manufacturas inglesas, no hay menos si no más personas en Inglaterra a causa de las colonias de América. Las colonias cuyo comercio no está limitado a la metrópoli, son perjudiciales para esta última. Si el comercio colonial no estuviera restringido, los holandeses pronto se harían cargo de él, debido a que su mercado es libre y pueden vender en mejores condiciones.
Child compara las colonias francesas y españolas en América con las inglesas, para desventaja de las primeras. Siendo la propiedad, la libertad y la herencia los acicates más efectivos del trabajo, nada tiene de sorprendente que las colonias francesas no sean un éxito. El colonizador francés no se convierte en propietario de la tierra como el inglés sino que trabaja bajo la supervisión y el control de la compañía colonizadora y del rey de Francia. Los españoles concentran todo su esfuerzo en la extracción minera de oro y la plata. Descuidan el cultivo de la tierra y la obtención de productos agrícolas y, con ello el desarrollo de su comercio marítimo.
La controversia sobre el interés
Mientras que en el Siglo XVI se estuvo muy cerca de establecer la libertad de la tasa de interés, los escritores del siglo XVII trabajaron para intentar controlarlo. La licitud del interés era algo que ya estaba fuera de duda. Lo que se discutía ahora era el techo que debía ponerse a los tipos de interés. Child decía que los comerciantes ingleses, rivales comerciales de los holandeses, no podían sostenerse debido a que el tipo de interés era más alto en Inglaterra, lo que hacía que sus gastos fueran más altos que los de los holandeses. Los holandeses podrían estar satisfechos con una ganancia del 5% en el comercio del arenque; ningún inglés se lanzaría a esta empresa si el costo de oportunidad - el interés que un banquero estaría dispuesto a pagar por un depósito - excediera al rendimiento. Se culpaba a las altas tasas de interés como responsables de otro buen número de dificultades, incluyendo algunas apenas relacionadas con el costo de los créditos. Child, para quien una tasa de interés baja representaba una panacea que sanaría todos, o casi todos, los males de una sociedad, insistía en que reducirían la ebriedad.
De manera típica los autores del siglo XVII desdeñan la competencia y la intención de discutir el interés desde el punto de vista del teólogo moral, como había sido costumbre. El punto de vista seglar queda expresado en el Tratado contra la Usura de Sir Thomas Culpeper quien afirma dejar prueba de la ilegalidad de la usura. Child insiste en que sus argumentos no son de carácter teológico. Nada pone más de relieve la secularización progresiva del pensamiento que la deificación de la nación, así como la idea de que lo que es dañino para la nación debe ser pecado.
Child propone una reducción de la tasa máxima de interés del 6 al 4% o menos. Está a favor no sólo de una tasa de interés reducida, sino inferior a la holandesa. Sólo de esta forma podrá mantenerse la posición competitiva del comercio inglés ante su rival holandés. Cuando Manley insiste en que son los altos salarios más que las tasas de interés los que arruinan al comercio inglés, Child responde que los holandeses pagan también salarios altos. Manley propone una alternativa entonces para la tasa de interés que pagan los ingleses: ¿por qué no pedir prestado a los holandeses? Child se opone a ello. Cuando deudor y acreedor son ingleses el pago de intereses es una mera transferencia, pero cuando quien presta es el holandés, el préstamo se convierte en una clara pérdida para la nación.
Child está consciente de que la tasa de interés varía de acuerdo al giro mercantil. Un giro en el cual hay una lenta rotación de mercancías y debe mantener inventarios por períodos prolongados será especialmente sensible a una tasa de interés alta.
La aparente escasez del dinero es atribuida por Child a los banqueros.
John Locke
La obra de Child atrajo la atención de John Locke, el filósofo de la libertad y fundador del empirismo moderno. En 1692 publicó una obra titulada Algunas Consideraciones sobre las Consecuencias de la Reducción del Interés y la Elevación del Valor del Dinero, que constituye un tratado sobre los aspectos más destacados de la economía. Para Locke el campo de la economía política era parte del tema más amplio de la política misma, la cual a su vez caía dentro del campo de la filosofía moral, la que Locke definía como "el arte de conducir rectamente a los hombres en la sociedad, respaldan-do una comunidad entre sus vecinos."
Locke sobre el interes.
En las Consideraciones de Locke el punto a discutir es la restricción legal del tamaño del interés. Esta discusión condujo a Locke a desarrollar teorías sobre el dinero, su naturaleza y sus funciones, la demanda de él, su relación con los precios y la tasa de cambio, así como a una teoría de la oferta y la demanda, tanto en términos generales como en aplicaciones específicas sobre el dinero y la tierra.
Locke admite que una tasa de interés alta es perjudicial para el comercio. Los vendedores se encontrarán ante una desventaja competitiva y el costo del dinero puede absorber sus utilidades. La única manera de recuperarse de esto es a través de la industriosidad. No hay otra manera porque la necesidad de dinero por sí misma regula su precio.
Es peligroso y, por tanto debe evitarse, regular la tasa del mercado a través de la legislación. Los deudores encontrarán la manera de evadir la restricción legal y los probables acreedores que carezcan de la habilidad para obtener un rendimiento superior al legal pondrán su capital en manos de los banqueros. Estos monopolizarán el crédito. Al final, se reducirá la provisión de dinero para crédito, se restringirá el comercio, y caerá el precio de la tierra.
Si ha de existir una tasa de interés legal, lo mejor es que se aproxime a la tasa natural que se origina por la escasez de dinero. La responsabilidad de una alta tasa natural de interés descansa en dos factores, (1) el pequeño tamaño de la provisión de dinero relativo a las deudas y, (2) el pequeño tamaño de la provisión de dinero en relación al volumen del comercio. Así la teoría de Locke sobre el interés es de carácter monetarista y se interpreta al interés como el precio del dinero. Un cambio en la tasa de interés no causa un efecto inmediato sobre la cantidad de tierra, dinero, o productos en Inglaterra y no tiene por tanto efecto sobre los precios; pero, indirectamente, al afectar la cantidad de dinero o el volumen de los productos en el país, puede producir tales efectos.
Pensamiento monetario.
Los puntos de vista de Locke sobre el dinero reflejan el surgimiento del papel moneda. Distingue dos funciones para el dinero: como "unidad" sirve como una medida del valor y como "fianza" es un derecho para reclamar determinados productos. Si sólo sirviera para contar, es decir como moneda imaginaria, no haría falta que el dinero fuera de oro o plata. El papel moneda podría también utilizarse como un título para reclamar mercancías en el interior del país; en las transacciones internacionales, sin embargo, seguirían siendo necesarios el oro y la plata.
La cuestión de por qué se requiere dinero en metal para fines internacionales está contestada en la "teoría del consentimiento" de Locke: "La humanidad, al haber consentido en dar un valor imaginario al oro y a la plata los ha con-vertido por consentimiento general en la señales comunes que aseguran a los hombres que recibirán cosas de valores determinados a cambio de cantidades concretas de dichos metales." Una legislación interior puede hacer aceptable el uso del papel moneda dentro del país, pero nunca podrá darle el valor intrínseco que el consentimiento general de la humanidad ha fijado en el oro y la plata.
En la discusión de Locke acerca del tamaño deseable para el capital monetario de un país se hace una distinción entre los fines interiores y los internacionales. Para fines internacionales no se necesita solamente mas oro y plata, sino mas en proporción al resto del mundo o a nuestros vecinos.
Aunque sigue manteniéndose en lo general la teoría cuantitativa del dinero se introducen modificaciones importantes. Primero, la substancia de que está hecho el dinero deja de ser algo de poca importancia, entrando el oro y la plata a ocupar el lugar que les corresponde como metales monetarios, siendo estos los únicos que pueden ser universalmente aceptables para realizar los pagos internacionales. Segundo, ya no servirá cualquier cantidad de dinero. Se requerirá de una cierta proporción entre la cantidad de dinero de un país y su comercio.
El argumento de Locke sirve para respaldar la idea de una balanza comercial favorable a fin de que el capital monetario de un país no quede por debajo del de otros, pues ello traería efectos deplorables no, sólo sobre el comercio, sino también sobre la agricultura, el empleo, los salarios, las transacciones comerciales y los movimientos migratorios. El asunto adquiere carácter de urgencia porque el capital monetario mundial crece continuamente, tanto en forma absoluta como respecto a la cantidad de bienes. Esto implica tanto la idea de una inflación universal ininterrumpida como la noción de que un país que permanece inmóvil se va quedando atrás.
Así la teoría de Locke respecto al dinero y a los precios difiere de manera importante respecto a los puntos de vista de otros mercantilistas. No considera que los precios bajos sirvan de estímulo para la exportación. En cierto sentido, la teoría de Locke puede considerarse como un paso atrás, ya que su pensamiento está más alejado de la teoría del movimiento automático del metal, de lo que estuvo el de otros autores anteriores. En ningún momento se declara explícitamente a favor de precios más altos de los vigentes en el extranjero, sino que desarrolla un argumento sobre la hipótesis de que los precios han bajado por debajo del nivel del extranjero porque la cantidad de dinero del país era menor que en otros.
En el análisis de Locke sobre la posición económica de un país respecto al exterior, el capital monetario tiene otra función además de la de mantener los precios y la producción a un nivel deseable. Locke explica esta función en su teoría sobre el cambio exterior, en la que señala que además de los movimientos de bienes hay otros factores que determinan la tasa de cambio: el capital monetario del país y los movimientos de capital. En cuanto a la cantidad de dinero del país, si es grande con respecto a la que poseen otros países, dice Locke, será causa de que el cambio del país se eleve por encima de la paridad, como lo haría un saldo en las exportaciones.
La idea de que la abundancia de dinero elevará la tasa de cambio, trayendo probablemente más dinero al país, aleja las teorías de Locke sobre el movimiento automático del metal. Según esta teoría la abundancia de dinero invertiría el movimiento del comercio y sería causa de una posterior salida de metal. La teoría de Locke implica lo contrario y se convirtió en la base de las teorías inflacionistas de los mercantilistas posteriores partidarios del papel moneda, tales como Law.
Aunque los criterios de Locke acerca de las necesidades monetarias de un país para fines internacionales son una versión extrema del pensamiento mercantilista, su teoría de la demanda de dinero para fines interiores contiene una afirmación sobre la demanda de dinero que es sorprendente-mente moderna. Relaciona una vez más el volumen de las necesidades monetarias de un país con el comercio del mismo.
Teoría del valor y del precio
La teoría general de Locke sobre el valor y el precio, que él establece, es una teoría de oferta y demanda. "El precio de un artículo sube o baja en proporción al número de compradores y vendedores." Relaciona la oferta o cantidad con la demanda o salida de los productos. "Lo que regula el precio de los artículos no es otra cosa que su cantidad respecto a las posibles salidas de los mismos." "Las salidas de un artículo dependerán de lo necesario o útil que sea; la utilidad o la estimación estarán guiadas por el capricho y determinadas por la moda." Aumentará o disminuirá, con lo que una parte mayor del dinero circulante en la nación será gastado en este artículo más que en otro cualquiera.
Independientemente de que la demanda de dinero sea constante, ilimitada, o ambas cosas, Locke concluye que, en lo que se refiere al dinero, la salida del mismo, o sea su demanda, es inmaterial y, su valor, a diferencia del de otros bienes, está exclusivamente regulado por su cantidad.
Locke sigue entonces investigando los determinantes de la demanda y la oferta. Los bienes, en general se consideran valiosos debido a que pueden ser cambiados o consumidos. Su utilidad es una condición necesaria pero no suficiente para ponerles un precio. Deben también ser escasos. Así, el aire y el agua son útiles pero no tienen precio porque su cantidad es mucho mayor que la necesidad de ellos.
Para Locke la moda no es, en una mayor parte más que la ostentación de riqueza, y el alto precio de los artículos que se paga por seguirla más bien hace aumentar que disminuir la salida de dichos productos. Su importancia está en el gasto y no en su utilidad.
Ciertos bienes tienen demanda porque proporcionan un flujo de ingresos, y en relación a esto Locke desarrolla una temprana teoría de la capitalización. El principal ejemplo es la tierra, cuyo valor se debe "a que su constante producción de bienes vendibles proporciona unas determinadas rentas anuales." El multiplicador conocido como "renta anual" aplicado a una ganancia anual constante y perpetua de la tierra da, en una primera aproximación que el precio de la tierra es inverso al tipo de interés. Esta regla que relaciona los altos valores de la tierra con los tipos de interés y viceversa fue sometida por Locke a una prueba empírica y el resultado le hizo dudar de su validez. La tierra que se encuentra en un lugar favorable, como por ejemplo en la vecindad de centros industriales, tiene un valor debido a su escasez y por tanto un precio superior. Las fuerzas que mueven la demanda de dinero son en parte las mismas que influyen en la demanda de bienes y también en parte a las de la demanda de la tierra, dependiendo de si el dinero se quiere como medio de cambio o como fondo para préstamos. Por el uso de la tierra el arrendatario paga una renta; por el uso de los fondos prestados, el prestatario paga un interés. El interés y la renta surgen debido a la desigual distribución del dinero y de la tierra. El prestatario o el arrendatario tienen menos dinero o menos tierra de la que ellos pueden o quieren utilizar; el prestamista o el terrateniente tienen, en cambio más del uno o de la otra.
Teoría de Locke sobre la propiedad
Locke toca también el problema de la desigualdad de la riqueza, aunque sin resolverlo satisfactoriamente, en sus Dos Ensayos sobre el Gobierno Civil, su gran contribución a la filosofía política. Locke desarrolla esta teoría sobre el fondo de un estado natural que no es necesariamente una situación histórica, sino la que hubiera podido existir en ausencia de un gobierno y una sociedad civil. Para Hobbes, el estado natural hubiera sido una guerra de todos contra todos, donde la fuerza y el engaño hubieran prevalecido. Para Locke, sin embargo, el estado natural no sería un estado sin ley, sino ordenado por la ley natural. La razón, que es donde radica dicha ley, enseña que todos los hombres deben ser iguales e independientes y que no debe dañarse ni la vida ni la libertad ni las posesiones de los demás. Sin embargo, los hombres procuran escapar de los males que aquejan al estado natural estableciendo una sociedad civil por medio de un contrato social y creando un gobierno confiable, siendo cada persona a la vez parte y beneficiario de esta confianza. El fin principal de que los hombres creen este medio de convivencia es para la mutua defensa de sus vidas, libertades y per-tenencias, o sea todo aquello a lo que Locke da el nombre general de propiedad.
Locke usa la palabra propiedad tanto en su sentido amplio, en el que abarca una extensa gama de intereses y aspiraciones humanas, como en un sentido estricto, cuando se refiere a los bienes materiales. El meollo de su argumento está en que se trata de un derecho natural y en que se deriva del trabajo. Al considerar que la propiedad es un derecho natural que se encuentra por encima del gobierno, Locke difiere de Hobbes, para quien la propiedad es una creación del gobierno soberano. Al hacerlo proceder del trabajo, discrepa también de otros exponentes de la ley natural, que consideran que depende de un consentimiento general o de un contrato.
La teoría del valor trabajo
Según Locke, la naturaleza ha dado a la humanidad la tierra en común, pero ha suministrado a cada hombre algo que pertenece a su propia persona. Del mismo modo que el cuerpo es propiedad de cada uno, así ocurre también con el trabajo de su cuerpo, y con la labor de sus manos. Al aplicar el trabajo a los productos de la naturaleza, el hombre se apodera de ellos y los hace su propiedad. El trabajo no es solo el origen de la propiedad, sino que marca también la diferencia del valor entre las cosas. Locke considera que el trabajo representa el noventa por ciento del valor de las cosas, atribuyendo el resto a la naturaleza. La idea de Locke de que la propiedad precede al gobierno y que este no puede disponer arbitrariamente de las propiedades de sus súbditos fue una de las grandes fuerzas que dieron lugar a la edad moderna.
Los limites a la acumulación
En el estado natural, el trabajo que crea la propiedad, contiene también en sí mismo uno de los límites a la acumulación: la capacidad de producción del hombre. EL otro límite es la capacidad consumo del hombre. Ambas son consideradas por Locke como lo suficientemente moderadas como para impedir que las mercancías se estropeen o desperdicien, o que los hombres se roben unos a otros.
Dice Locke: "la naturaleza ha establecido perfectamente la medida de la propiedad, mediante la posibilidad limitada del trabajo del hombre y lo que es conveniente para su vida. Ningún trabajo de ningún hombre podría apoderarse de todo, ni podría tampoco consumir más que una pequeña parte de ello; por esto, es imposible que ningún hombre, vistas las cosas de esta forma, pueda invadir los derechos de los demás o adquirir para sí una propiedad con perjuicio de su vecino."
Mediante estas limitaciones a la acumulación de bienes perecederos y los factores que los producen, era posible evitar lo que Locke consideraba como una ofensa contra las leyes de la naturaleza: el desperdicio.
La introducción del dinero marca la culminación de este proceso. He aquí una cosa duradera que los hombres pueden conservar sin que se estropee y que, por mutuo consentimiento, puede cambiarse por otras cosas más útiles pero perecederas, que sean necesarias para la vida. La introducción del dinero hace posible la acumulación ilimitada de propiedad sin que se produzcan pérdidas por el desperdicio. El mismo consentimiento de la humanidad que da valor al oro y a la plata y justifica su uso en forma de dinero, justifica también las desigualdades en la propiedad privada. Según Locke el oro y la plata pueden ser atesorados sin daño para nadie puesto que no se estropean ni decaen en manos de su poseedor. Con la introducción del dinero se desvanecen los límites que la ley natural había puesto originalmente a la acumulación y a la desigualdad. Locke no admite explícitamente que haya un conflicto entre la ley natural y lo que el hombre ha dispuesto por consentimiento general. Señala, sin embargo, que la desigualdad ha tenido lugar debido al tácito acuerdo sobre el uso del dinero y no por el contrato social que establece la sociedad civil; añade que las leyes de la tierra pueden regular la propiedad. Quizá implique esto que una de las funciones del gobierno sea moderar el conflicto existente entre la acumulación ilimitada de pro-piedad que ha autorizado el consentimiento general y la casi igual distribución de riqueza autorizada por la ley natural.
EL SURGIMIENTO DEL PENSAMIENTO FISIÓCRATA.
El siglo XVIII habría de traer la preeminencia de dos nuevas escuelas del pensamiento económico, la Fisiócrata y la clásica. Los Fisiócratas fueron predominantemente franceses, los clásicos escoceses e ingleses. Los Fisiócratas tuvieron una influencia importante sobre Adam Smith, fundador de la escuela clásica. Bodin y Boisguilbert son las dos figuras líderes en el pensamiento económico de Francia antes del advenimiento de la fisiocracia, pensamiento que constituye la reacción ante el mercantilismo.
Nadie ha dado una expresión más poderosa a la posición fundamental de los mercantilistas que Montaigne, el gran ensayista francés, quien en vigésimo ensayo desarrolló ampliamente el tema indicado por su título: la ventaja de uno es el daño de otro. Los comerciantes adquieren riqueza a partir del consumismo de los jóvenes, los agricultores por la escasez de grano y los constructores de la destrucción de las casas; Montaigne generaliza este pensamiento y se acerca mucho a un concepto de destrucción creativa resucitado en el criterio de Schumpeter sobre la competencia, que dice ser de ley natural: la aparición y el surgimiento de una cosa genera el declive y el desmoronamiento de otra.
Laffemas.
En su conjunto, el mercantilismo francés fue más bien obra de hombres de acción - ministros de finanzas, etc. -que de pensadores. Uno de ellos fue Barthélemy de Laffemas, ministro de finanzas de Enrique IV, quien discutió diversos problemas económicos en numerosos opúsculos en los que subraya la importancia de la fabricación de manufacturas. Otro escritor fue Antoine de Montchrétien, que incluye en sus escritos el término de "economía política." Subrayó la necesidad de la regulación y la instrucción industrial. Repitió la observación de Montaigne de que la ganancia de un hombre supone una pérdida para otro y lo aplicó específicamente al comercio exterior.
Colbert.
La regulación estatal y la promoción de la fabricación de manufacturas alcanzó un grado de verdadera fruición en el trabajo de Jean Baptiste Colbert, ministro de finanzas de Luis XIV, recordado como uno de los grandes experimentadores del sistema mercantilista. Dio su nombre al sistema que habría de llamarse colbertismo, bajo el cual la fabricación fue protegida por medio de subsidios y tarifas. El colbertismo trajo también consigo toda una red de regulaciones que trataban de controlar la calidad y el precio de las manufacturas y los productos agrícolas y de eliminar las barreras para el comercio interior de Francia.- Colbert intentó también realizar ciertas reformas fiscales, pero sus esfuerzos se vieron frustrados por la corrupción de los tribuna-les y por los gastos reales en las continuas guerras.
El problema fiscal francés estaba agravado por la erosión de la taille, un impuesto directo del que muchos nobles, clérigos y hombres que ostentaban diversos cargos podían declararse exentos y que muchos terratenientes podían reducir evaluando a la baja sus propiedades. El peso de este impuesto recaía principalmente sobre la población rural, que tenía además obligaciones feudales de toda clase. Colbert intentó aumentar los impuestos sobre el consumo con el fin de que no pudieran ser burlados por aquellos que escapaban a la taille. Más concretamente, propuso una reforma fiscal que reemplazara un cierto número de impuestos por un diezmo real - dime royale - que era una especie de impuesto sobre las rentas personales que debería basarse sobre los ingresos, cualquiera que fuera la procedencia de los mismos, y variar en proporción a las necesidades fiscales; se proponía un límite para este impuesto del 10%. Se hizo incluso un intento de hacer dicho impuesto progresivo, reduciendo el impuesto a pagar por ciertos grupos, como, por ejemplo, el de los artesanos. El libro de Vauban, cuyo título es idéntico al del impuesto propuesto no encontró el favor de Luis XIV, quien lo condenó a ser quemado públicamente por el verdugo. Vauban murió el día en que había de ejecutarse la sentencia.
El apoyo del gobierno a las manufacturas, su relativo descuido de la agricultura y su incapacidad para resolver el problema fiscal proporcionaron el fondo sobre el que se desarrollaron los escritos de Boisguilbert, un teórico de logros considerables.
Boisguilbert.
Pierre le Pesant de Boisguilbert, miembro de la nobleza judicial francesa y terrateniente publicó buen número de obras entre las que se cuenta Le Detail de la France. En su obra surge un pensamiento que contrasta fuertemente con los juicios preconcebidos de los mercantilistas y que había de desarrollarse con plenitud en las teorías de los fisiócratas. Se trataba de la pretensión de que la agricultura y la vida rural eran, en muchos sentidos, superiores a la industria y que ésta no debía de promoverse a costa de la población rural. En esta línea Boisguilbert defiende vigorosamente el alza de precios de los productos agrícolas. Estos han sido deprimidos en el interés de la población urbana, por un embargo colocado sobre la exportación de granos. Se acerca mucho con ello a captar los conceptos del principio de marginación y la elasticidad de la oferta y la demanda. Debía pues retirarse la prohibición de la exportación de grano, debido a sus efectos perniciosos sobre los precios interiores y la oferta. Los precios bajos del grano provocan su escasez y los precios altos, por el contrario, son causa de abundancia. Si los campesinos no pueden cubrir sus costos de producción responderán dejando que los cultivos disminuyan y se estropeen. Ello producirá escasez y los bajos precios engendrarán precios más elevados. Boisguilbert se acerca mucho al enunciado de la fórmula del laissez faire cuando defiende la libertad de la exportación de grano. "La naturaleza, dice, que no es otra cosa que providencia, ha ordenado las cosas del tal manera que si se la deja sola, se producirá un equilibrio en el que los agricul-tores serán pagados en forma adecuada y quedará al mismo tiempo asegura-da una oferta suficiente."
La economía de los precios altos.
El sistema defendido por Boisguilbert no es tanto un sistema de laissez faire como un sistema de precios altos; desarrolla más aún esta característica de su teoría, cuando habla de promover el consumo. Afirma que los artículos de consumo son más importantes que el oro y la plata. La demanda efectiva de los consumidores se verá fortalecida por los altos precios, que él considera como sinónimos de prosperidad. Inicia con estos pensamientos un enfoque de la cuestión, que había de influir en gran manera en la historia de la economía. En contraste con los mercantilistas, da escasa importancia a la cantidad de dinero en metálico. Argumenta que el dinero es un instrumento más eficaz cuando se encuentra en las manos del pobre que cuando está en los bolsillos del rico. El primero lo gastará y el segundo lo atesorará. Para Boisguilbert atesorar es equivalente a robar.
Como lo había hecho antes Petty, Boisguilbert identifica la renta nacional con el gasto de consumo. Al resaltar el papel desempeñado por el consumo como fuerza motriz de la economía, admite la interdependencia mutua que vincula a compradores y vendedores en una "cadena de opulencia." Si un posible vendedor no consigue cubrir su costo de producción, la cadena se rompe, y el equilibrio se destruye. Al dejar de comprar mercancía un posible cliente, se produce una contracción en las compras de los demás con lo que el mal se extiende a la economía en conjunto. Para Boisguilbert, la evolución económica se detendrá en el mismo momento en que la producción agrícola alcance un máximo y no pueda expandirse ya.
El pensamiento económico francés se fue separando más aún del mercantilismo gracias a las obras de John Law y de Richard Cantillon. Aunque el primero era escocés y el segundo irlandés, los efectos inmediatos de sus trabajos se dejaron sentir en Francia más que en ningún otro sitio.
Law.
A John Law, financiero famoso de su época, se le recue-rda mejor por su desastrosa dirección de los asuntos financieros de Francia, que por su contribución al pensamiento económico, que fue sin embargo muy importante. El mago financiero escocés fue invitado a ir a Francia, a la muerte de Luis XIV, para restaurar la salud económica del país. Fundó un banco que, entre otras cosas, emitía papel moneda, y la Compañía del Mississippi para promover el desarrollo de Luisiana, entonces colonia francesa. Bajo el sistema de Law aumentó enormemente la emisión de billetes de banco y gran parte de ellos fueron utilizados para subastar las acciones de la Compañía del Misisipí, que alcanzaron niveles fantásticos. Cuando el delirio especulativo hizo un alto y estalló la burbuja de jabón, los pocos que se habían mantenido sensatos y habían vendido sus acciones obtuvieron grandes ganancias mientras que quienes se aferraron a sus acciones se arruinaron.
Los pensamientos de Law, expuestos en su obra Dónde se consideran el dinero y el comercio junto con una propuesta para suministrar dinero a la nación, tienen una importancia mayor en la historia de la economía por lo que ayudaron a dar un nuevo golpe a las ideas mercantilistas, que lo hicieron precursor de la fisiocracia. Law no menospreció el papel representado por el dinero; por el contrario, sus criterios no sólo se centran en el concepto del dinero en circulación, sino que se basan en la idea de utilizar el dinero y la política monetaria para dirigir los asuntos económicos de la nación. El punto que le distingue de los mercantilistas es su preferencia por el papel moneda y el crédito, que él consideraba mejores instrumentos que la moneda metálica para fortalecer y expandir la economía.
En la historia del pensamiento económico Law ha sido caracterizado como un simple inflacionista. Sin embargo, fue más que eso; a él se debe la idea de que el dinero puede ser creado mediante operaciones bancarias. Autores anteriores habían comparado las operaciones bancarias a las actividades de los traficantes en metales preciosos que aceptaban depósitos de los clientes para prestarlos a otros distintos. Con Law, surge la idea de que los banqueros no se limitan a transferir dinero de unos a otros, sino que son también capases de crear su propio dinero. Law también introduce en la nomenclatura económica la palabra circulación.
Las "espléndidas pero quiméricas ideas" de Law, como fueron calificadas por Adam Smith, pueden resumirse como sigue. El valor del dinero metálico puede fluctuar según fluctúen los precios de los metales de que está formado. La tierra, sin embargo, nos proporciona un patrón fijo para el valor y puede movilizarse por medio de papel moneda emitido sobre la seguridad de las hipotecas. Law propone la creación de un banco del gobierno que emita el papel moneda y lo redima, a su presentación, en metal monetario, ya que la unidad monetaria continúa representando una cantidad determinada de dicho metal. Así, la oferta de papel moneda se expandirá o se contraerá, según las necesidades monetarias del país. Las deudas primarias podrán pagarse en papel, pero el dinero metálico continuará empleándose para los pagos internacionales.
Law va más lejos y hace un notable análisis del valor económico. Como Locke, desarrolla también una teoría de la oferta y demanda; relaciona la cantidad u oferta con la demanda; utiliza ya esta última palabra para designar lo que Locke llamaba salida de los productos. Aristóteles, al referirse a algún producto, había hecho la distinción entre el uso y el cambio. Law amplia esta distinción y, como habían de hacer mas tarde los economistas clásicos, distingue entre valor de uso y valor en cambio. Los clásicos, sin embargo, adheridos como estaban a la teoría del valor-trabajo, apenas mencionaron el valor de uso y desarrollaron solamente la teoría del valor en cambio. Law, por el contrario, combina ambos valores (en uso y en cambio) en una teoría subjetiva que explica el valor en cambio de una cosa en función de su utilidad y su escasez. Las cosas tienen un valor porque son útiles pero el que valga más o menos está determinado por la "razón existente entre la mayor o menor cantidad (oferta) de las mismas, respecto a la demanda de ellas." De la misma manera, las variaciones de la oferta o de la demanda llevarán consigo una variación del valor de las cosas.
Law amplía aún más su teoría del valor, aplicándola al dinero metálico. Se opone a Locke, que había hablado del "valor imaginario" del oro y la plata. Como el valor de las cosas deriva de su uso, para Law todos los valores son subjetivos. Así, los metales preciosos tienen un valor determinado como mercancías, que proviene de su uso en el arte y en la industria. Si se les utiliza además como dinero, este segundo uso crea una demanda adicional y con ello un valor también adicional. Así la moneda tiene un valor más alto que el de una cantidad igual del mismo metal preciosos no utilizado como dinero.
Cantillon
Alguien que amasó una gran fortuna bajo el régimen de Law fue Cantillon, banquero irlandés en París. Su obra tardó en conocerse por su deseo de anonimidad. Su obra Essai sur la nature du commerce en général es la de un escritor dotado de profunda visión analítica y conocimiento del mundo. Jevons le llama "el primer tratado sistemático sobre economía" y "la cuna de la economía política." Desde entonces Cantillon gradualmente ha venido reconociéndose como figura importante en la economía del siglo XVIII.
Cantillon fue un teórico de primer orden y mucho más sistematizador que Petty, a quien emula en algunos aspectos, principalmente en su aritmética política. Cantillon frecuentemente empleó cálculos cuantitativos. Petty había utilizado la fórmula del céteris paribus; Cantillon habla de "todo lo demás siendo igual."
Ni Petty ni Locke presentaron su pensamiento para conformar un sistema integral y consistente en el que encajaran los diversos elementos del proceso económico. Petty se acercó a ello al introducir el concepto de la renta nacional y formulando su ley según la cual el ingreso de alguien es el gasto de otro. Cantillon va más lejos y des-cribe detalladamente las operaciones de un sistema de precios.
Empieza proclamando a la tierra como fuente o "materia" de toda riqueza y al trabajo como "forma" que la produce, dando con esto un toque aristotélico a los puntos de vista de Locke y Petty, y resaltando el valor de la tierra, en lo que se anticipa a los fisiócratas. Antes de explicar la forma de actuar de su sistema de precios, describe el desarrollo de las instituciones económicas. Postula luego una ley que habría de volver a aparecer, aunque con diferente aspecto, en el pensamiento de Marx, Weber y Pareto: una ley de la concentración de la propiedad, que se decía debía regir en cualquier tipo de sociedad económica. Hablando concretamente de la tierra, manifiesta que la propiedad se irá concentran-do invariablemente en manos de unos pocos. Incluso si se empezara con una distribución uniforme, las diferencias en el número de hijos y en las facultades de cada uno producirían pronto una desigualdad.
Cantillon da entonces una amplia sugerencia sobre la demanda de productos y de mano de obra. Afirma que "todas las clases y todos los habitantes de un estado viven a expensas de los propietarios de la tierra." Puesto que los artesanos y empresarios están al servicio unos de otros, al mismo tiempo que al de los nobles y terratenientes, afirma el hecho de que su mantenimiento recae en última instancia sobre los propietarios.
La oferta de los factores de la producción
Suponiendo de momento una demanda fija, Cantillon pasa a discutir la oferta de mano de obra. El precio del trabajo de los artesanos será más alto que el del trabajo agrícola, debido a los mayores gastos que implica el aprender la especialidad. La oferta está, por otra parte, restringida, porque no todos los hijos de los artesanos serán capases de aprender el oficio de sus padres. La ocupación de los pues-tos de trabajo será una respuesta a la demanda. Si una oferta reducida de mano de obra eleva su precio, ello atraerá más personas, con lo que volverá a bajar dicho precio. Una oferta elevada de mano de obra, en cambio, irá acompañada de unos salarios más bajos que serán corregidos mediante el consiguiente movimiento de los productores hacia otras regiones u ocupaciones distintas. Como regla general, los distintos productores se regulan cuantitativamente a sí mismos según el número de empleos y la demanda de ellos. Son siempre proporcionales al empleo y éste basta para mantenerlos.
Teoría de los precios
A partir de la oferta y de los precios de la mano de obra, pasa Cantillon a los precios del producto. Distingue entre el precio normal, al que inadecuadamente llama "valor intrínseco", y el precio del mercado. El precio normal está en función de la cantidad y la calidad de tierra y trabajo que han sido necesarios para producir una cosa. Puede ser mayor o menor que el precio de mercado, ya que este refleja las exigencias del consumo. Puede ocurrir, por ejemplo, que los campesinos planten mucho o demasiado poco de una cosa con el resultado de que el precio de mercado quede por encima o por debajo del precio normal. Sin embargo, en una sociedad bien ordenada, el precio de mercado no se alejará mucho del precio normal, para los artículos cuyo consumo sea prácticamente invariable; dicho precio podría incluso ser fijado por los magistrados.
Cantillon, como antes Petty, busca la "equivalencia" y la encuentra igualando el valor de un trabajador con el doble del producto de la tierra que él consume, para dejar con ello un margen por las variaciones en la calidad o en el estado del trabajador. Esto será necesario para mantener al trabajador en persona y para asegurar la continuidad de la oferta de trabajo, manteniendo a dos de sus hijos hasta que puedan independizarse.
Terratenientes, empresarios y asalariados
Al expresar la medida del valor de las mercancías en forma de cantidades de tierra, Cantillon prepara el terreno para la idea central de su obra: "puesto que toda la tierra pertenece al soberano o a los poseedores de la misma, todas las cosas que tienen un valor intrínseco de este tipo, lo tienen a expensas de aquellos." En consecuencia, todos los individuos son mantenidos, no sólo mediante el producto de la tierra que se cultiva en beneficio de los propietarios, sino también a expensas de estos últimos, ya que de su propiedad obtienen todo cuanto poseen.
Criterios sobre la población
Cantillon considera que la renta y la población están relacionadas positivamente y en forma causal. "Los hombres se multiplican como los ratones en un granero cuando tienen medios ilimitados de subsistencia." Así, "si se dedicara toda la tierra para el simple sostenimiento del hombre, la raza humana aumentaría hasta sobrepasarse el número de hombres que la tierra puede mantener.
Pensamiento monetario
Uno de los puntos más destacados de la segunda parte del trabajo de Cantillon es su análisis de lo que Keynes habría de llamar "difusión de los niveles de precios", es decir, "el hecho de que los cambios monetarios no afectan a todos los precios en la misma forma, en el mismo grado, o en el mismo tiempo.
Comercio internacional.
La tercera parte de la obra maestra de Cantillon trata específicamente del comercio de los cambios exteriores, y contiene nuevas discusiones sobre el dinero, los créditos y los bancos. Al considerar Cantillon que la producción agrícola es el factor que limita el crecimiento de la población, se opone al cambio internacional de los productos agrícolas por mercancías, en cuya obtención se hubiera empleado gran cantidad de trabajo.
Los fisiócratas
Con los fisiócratas aparece por primera vez una escuela de pensamiento económico con una cabeza reconocida, un grupo de seguidores íntimamente unidos para exaltar y extender las doctrinas del maestro y una publicación periódica para contribuir a su difusión. A partir de los fisiócratas, fueron surgiendo nuevas escuelas de pensamiento, como la clásica, los marxistas, los economistas históricos, los neoclásicos y los keynesianos, entre otras. Como regla general, puede decirse que la formación de una escuela ha requerido un jefe con carisma y una base de la que partir y, al avanzar el siglo XIX esta última fue proporcionada por una posición académica de importancia durante un largo período de tiempo.
Quesnay
La cabeza de los fisiócratas fue Francois Quesnay, médico personal de Luis XV para quien el estudio de la economía fue una fase de transición en su carrera intelectual, mismo que abandonó años después para dedicarse a las investigaciones matemáticas.
Turgot
Junto con Quesnay, el fisiócrata mejor recordado hoy día es Jacques Turgot, uno de los últimos ministros del antiguo régimen quien, no obstante quería conservar su independencia intelectual de los fisiócratas. Otro fisiócrata muy importante fue Pierre Dupont de Nemours, editor y director del periódico de la escuela, que fundó una dinastía industrial de gran renombre.
Critica del pensamiento mercantilista
El sistema de los fisiócratas requería una completa recons-trucción de la economía, ya que ellos hicieron pedazos todo el pensamiento mercantilista. Nada quedó de la primacía del comercio exterior que para ellos no era más que un "mal necesario". La esperanza de obtener ganancias nacionales a costa de otros países no es más que una ilusión, pues las precarias ganancias se perderán en las guerras resultantes.
El comercio no es más que el cambio de unas mercancías por otras; cada venta es al mismo tiempo una compra. Para poder vender, hay que comprar. Más aún el oro y la plata no constituyen riqueza, sino que son simplemente los efectos de la producción real que ha cambiado de forma. Cuanto mayor sea esta última, serán necesarios menos oro y plata. Las privaciones no proporcionan riqueza, la producción sí. Las conclusiones sacadas de la balanza comercial son erróneas y la doctrina que identifica la ganancia nacional con el superávit de la exportación es una idea quimérica.
El orden natural y el orden positivo
El propósito de los fisiócratas fue reorganizar la economía francesa por medio de una reforma tributaria y la promoción de un sistema agrícola eficaz y de gran escala. El nombre de la escuela, fisiocracia, significa gobierno de la naturaleza. Quesnay hizo una aguda distinción entre el orden natural y el orden positivo, formado el primero de reglas benéficas y evidentes por sí mismas y reflejando el otro la insuficiencia del legislador humano. Cuando el orden positivo se distancia del orden natural perfecto e inmutable, dejan de manifestarse con toda su plenitud los efectos beneficiosos de este último.
El individualismo económico
Los fisiócratas se imaginaban el orden natural de la sociedad como regulado por el principio del individualismo. Turgot insistía en que el individuo es el mejor juez de sus propios intereses y el secreto de una sociedad bien ordenada estaba como para Quesnay, en que todos trabajaran para los demás pensando que trabajaban para sí mismos. Los fisiócratas postulaban una perfecta armonía tanto entre los intereses individuales como entre los intereses del rey y los de los súbditos. Así pues, la frase laissez faire, laissez pasar, se acuñó en relación con el pensamiento de los fisiócratas y ha sido una máxima que ha servido hasta nuestros días como una afirmación del individualismo económico.
La propiedad privada
El individualismo de los fisiócratas se complementaba con un profundo respeto de la propiedad privada. Como Locke, Quesnay funda la propiedad privada en el trabajo, pero funda también el trabajo en la propiedad: es la seguridad de que se va a poseer una serie de cosas, dice, lo que induce al hombre a realizar el trabajo necesario para el bienestar de la sociedad.
Los fisiócratas hablan de la propiedad de un hombre como la medida de la libertad de la que disfrutan. Para ellos la función primordial del orden positivo era la protección del derecho de propiedad. Quesnay resalta que la libertad y la igualdad son incompatibles. De manera análoga a la ley de la concentración de Cantillon, los fisiócratas apoyan explícitamente la desigualdad de las posesiones: si yo he adquirido la propiedad exclusiva de una cosa, ninguna otra persona puede poseerla al mismo tiempo.
El "produit net"
En cuanto a la economía técnica, los fisiócratas utilizaron un sistema en equilibrio en el que la interacción de las tres clases económicas, campesinos, terratenientes y artesanos produce la renta nacional. La idea central de este sistema es que la productividad es algo exclusivo de los campesinos. Al aplicar su trabajo a la tierra, obtiene un superávit o producto neto, que es el exceso sobre el costo de producción. Este superávit tiene dos características únicas. En primer lugar, brota una y otra vez como un don de la naturaleza al campesino, en segundo lugar, el superávit producido por el agricultor, sirve para mantener al resto de la sociedad, esto es a los señores, incluidos el rey y la Iglesia, así como los artesanos, industriales y comerciantes.
La competencia existente para obtener los arrendamientos permite al señor extraer a los campesinos el producto neto en forma de rentas, que se convierten así en la ganancia de los señores. Estos últimos no son productivos en el sentido estricto de la palabra, ya que lo que ellos reciben ha sido producido por los campesinos. Sin embargo, merecen la denominación de clase "mixta", porque proporcionan capi-tal a los campesinos y mantienen en circulación el producto neto, ya que una parte vuelve a los campesinos como pago de sus productos y otra se gastará en la adquisición de manufacturas.
Los artesanos, industriales y comerciantes pueden quizá trabajar tan duro como los campesinos, pero son una clase económicamente estéril que lo único que hace es transformar las materias primas obtenidas por los agricultores, recibiendo como pago nada más que lo necesario para su subsistencia.
Teoría del valor y del precio
Lo que los fisiócratas no supieron explicar fue el superior valor-productividad de la agricultura. Si las fuerzas de la competencia hacen descender los precios de las manufacturas hasta los costos de producción y los salarios agrícolas e industriales al nivel de subsistencia, ¿por qué los precios de los productos agrícolas constituyen una excepción y permanecen lo suficiente-mente altos como para dar el producto neto?.
El bon prix de Quesnay formaba parte de su teoría del valor que está relacionado con el prix fondamental, que es igual al costo de producción. Los precios del mercado forman un espectro. En un extremo del mismo, pueden estar por debajo del costo de producción, en cuyo caso causarán pérdi-das. En el otro extremo pueden ser demasiado altos constituyendo una carga. El bon prix está situado entre estos extremos en un precio que proporciona cierta ganancia, por lo que constituye un incentivo para mantener o expandir la producción. El prix fondamental es el vínculo que relaciona la teoría del precio de Quesnay con su teoría del valor. Distingue entre valor en uso y valor en cambio. El valor en uso refleja las necesidades y los deseos individuales y está relacionado solo de una forma muy leve con los otros valores y con los precios. Quesnay concentra su atención en el valor de cambio. La riqueza está constituida solamente por aquellas cosas que tienen valeur vénale, es decir el valor surge únicamente donde hay una sociedad. Establece que este valor no está controlado en ningún momento por las necesidades del hombre, no es tampoco un valor arbitrario ni se fija por un acuerdo entre las partes contratantes.
Esto deja al costo de producción, el prix fondamental, como uno de los determinantes del valor y junto con él, se menciona la influencia del comercio exterior y para los fisiócratas es un factor estratégico en la formación de los valores y los precios.
Rendimientos decrecientes
Turgot fue el primero que estableció el principio de los rendimientos decrecientes. Para Turgot las sucesivas aplicaciones de las variables de insumos harán que el producto crezca, primero en proporción creciente y después en proporción decreciente hasta alcanzar un máximo.
Teoria del capital
Turgot distingue cinco formas diferentes de emplear el capital: la compra de tierras, la inversión para la agricultura, la industria, el comercio, y los préstamos a interés. Cada uno de ellos proporciona unas ganancias distintas. Las inversiones en tierras son las que dan menos beneficios, debido a su seguridad y facilidad. La ganancia obtenida de los fondos prestados será más alta debido a que incluye una remuneración por el riesgo corrido. Debido a esto y también por el cuidado y la atención que se requieren por parte del inversionista, el capital invertido en la agricultura, la industria o el comercio deberá proporcionar unas ganancias mayores.
El interés
El interés se paga un costo de oportunidad, debido a que, si el prestamista hubiera utilizado sus fondos para la compra de tierras, hubiera obtenido unas determinadas ganancias, oportunidad esta a la que renuncia en el momento en que presta su dinero. Turgot refuerza esta consideración con el derecho de propiedad: el prestamista es el propietario de sus fondos, puede hacer con ellos lo que desee y nadie puede pretender tener su uso a cambio de nada.
Turgot atribuye al interés una función estratégica en la economía. Es el termómetro mediante el cual puede cobrar-se sobre la abundancia o la escasez de capital. El capital solo puede emplearse en aquellas inversiones que produzcan tanto o más que el tipo de interés. Este último puede ser considerado como una especie de "nivel", por debajo del cual, todo trabajo, toda agricultura, toda industria o todo comercio terminan.
La influencia de los fisiocratas
Los fisiócratas buscaban preservar el antiguo régimen; para conseguirlo desarrollaron un programa con un buen número de características claramente medievales, mezcladas con otras sorprendentemente modernas. En forma análoga al pensamiento económico medieval, sus ideas fueron preceptivas y exigían una adhesión al orden natural. De la misma manera que en los tiempos medievales el poder económico era domina-do por las fuerzas de la religión, así ahora debía estar contenido por la obediencia al orden natural. La tierra, que había sido la principal fuente de riqueza durante la edad media, debía recobrar su posición. Como los señores feudales de antaño, la clase de los terratenientes podría ahora disfrutar de una posición preponderante en la sociedad y , como compensación los miembros de dicha clase estarían sujetos, ya no a unas obligaciones feudales sino al mantenimiento del estado a cuyo frente había un soberano ab-soluto. Pero a diferencia de los labriegos medievales, la clase campesina estaría ahora libre de todo tipo de deberes feudales o dependencias personales características de la sociedad medieval. En su lugar, habría de transformarse en una clase próspera de actuación eficaz y a gran escala, que debería producir para abastecer a un mercado, libre de toda regulación.
11.- Corrientes de pensamiento discordantes.
Existieron otros pensadores de la época que contribuyeron al pensamiento económico. Como una alternativa al pensamiento fisiócrata surgió el pensamiento empiricista de Hume; fue enfatizado por Galiani, crítico de los fisiócratas; y comentado igualmente por Stuart. La segunda mitad del siglo XVIII señala los límites de la lucha entre los seguidores del racionalismo y los del empiricismo.
Ninguno de los tres escritores mencionados desarrolló un sistema económico integral, ni fundó escuela alguna. A Galiani se le recuerda sobre todo como un precursor de la teoría subjetiva del valor y a Hume por su ataque demoledor al mercantilismo. Stuart, el último mercantilista expuso sin embargo las debilidades de esta doctrina. Lo que liga a los tres pensadores es su antiracionalismo, esto es, su oposición a las ideas de los fisiócratas.
Galiani
Los Fisiócratas adelantaron sus opiniones con un dogmatismo característico de los verdaderos creyentes que se consideran a sí mismos como poseedores de la verdad y acusaban a los no creyentes de ceguera intelectual. Ferdinando Galiani, diplomático italiano en París, escribió sus Dialogues sur le commerce des blés que contenían una crítica efectiva de la Fisiocracia. Condenaba el dogmatismo racional de esta escuela desde el punto de vista del relativismo histórico, y pedía políticas flexibles en línea con las condiciones históricas y geográficas mas que una adherencia a principios inmutables de aplicación supuestamente universal.
Teoría del valor
La contribución mas importante de Galiani es su teoría del valor, basada en la distinción entre valor de uso y valor en cambio. Desarrolla primero una teoría del valor de uso y luego deriva de ella el valor en cambio.
El sentido histórico de Galiani le hace contemplar el valor no como inherente a la calidad de los productos sino como algo que cambia con la apreciación cambiante del hombre respecto de los bienes. Reconoce el efecto poderoso de las fuerzas sociales y destaca el papel de la moda como determinante de los deseos del hombre y en consecuencia del valor. En el análisis del valor por Galiani como una relación subjetiva entre la mente del hombre y los bienes externos, la utilidad y la escasez emergen como determinantes del valor. Define la utilidad como "la capacidad de un bien de proporcionarnos felicidad." Por tanto, cualquier bien que produce placer es útil. Existen pasiones o deseos elementales como el deseo de comida, bebida o sueño. Una vez satisfechos éstos, de presentan otros nuevos igualmente poderosos. "El hombre está constituido de tal manera que cuando satisface un deseo, se le hace sentir otro con igual fuerza. Así se encuentra a sí mismo en perpetuo movimiento sin llegar nunca a la satisfacción completa." Galiani acusa un buen número de principios que una vez desarrollados son parte de una teoría subjetiva del valor que emergió en la década de los 1870. Conoce el efecto de la substitución: "un bien cuyo precio cae es utilizado preferentemente." De manera general está consciente de lo que más tarde habría de llamarse utilidad marginal: "Alguien que ha comido hasta saciarse considera que el pan es el último de los bienes. Querrá entonces satisfacer otras necesidades." Y nunca deja de enfatizar el sentido estrictamente subjetivo y el carácter relativo de la utilidad y del rango de los bienes que se derivan de ella.
Hume
David Hume, el famoso filósofo escocés, fue la primera gran figura en el pensamiento económico en abrir la ruta que condujo al establecimiento de la economía como parte constituyente de una más amplia ciencia social. Hombres como Petty, Locke, y Quesnay introdujeron en el pensamiento económico los conceptos y puntos de vista de los científicos naturalistas. Los tres fueron médicos. Su principal compromiso era hacia las ciencias naturales. Tales actividades le eran ajenas a Hume, quien desde joven se abocó a la construcción de una ciencia social, una "ciencia del hombre", como un agente moral y miembro de una sociedad, que habría de basarse en la experiencia y la observación. Escribió su Treatise of Human Nature, su gran contribución a la filosofía.
Hume y los fisiócratas.
Tanto los fisiócratas como Hume están ligados al individualismo y el liberalismo económicos, pero las filosofías en las que se basan son diferentes. Los puntos de vista de los fisiócratas postulan un orden providencial del mundo, armonioso, inmutable, y benéfico. Para Hume estas materias caen más allá del conocimiento humano, y su punto de partida, a diferencia de los fisiócratas, es la naturaleza del hombre más que la del mundo. Existe una profunda diferencia entre los métodos de Hume y el de los fisiócratas. Los fisiócratas eran racionalistas que buscaban verdades evidentes a la luz de la razón más que derivadas de la experiencia. Hume, por otra parte, fue un empiricista que practicaba el método de la observación. Estaba consciente de las limitadas oportunidades para utilizar una experimentación genuina en las ciencias sociales y así colocaba mucha confianza en la introspección y en las lecciones de la historia. El moderno enfoque científico que considera la verdad científica mas como un proceso que como un dogma tiene su antecesor en Hume. Hume fue también el primero en hacer una aguda distinción entre el ser y el deber ser, esto es, entre las afirmaciones positivas y las normativas, distinción que se ha vuelto fundamental en la ciencia moderna.
Tanto los fisiócratas como Hume eran utilitaristas -equiparaban la utilidad con el bien. Para Quesnay, la ley moral implica la adhesión a un orden natural que "es evidente que es el más ventajoso para la humanidad." La justicia de tal orden se deriva de su utilidad, y sus atributos inmutables son los derechos individuales a la libertad y la propiedad privada. Hume, sin embargo, no creía en los derechos naturales, y en lugar del utilitarismo dogmático de los fisiócratas respaldó uno de carácter empírico. La propiedad privada merece respaldo porque es socialmente útil bajo las condiciones existentes. Si las circunstancias fueran diferentes, por ejemplo, si todos los bienes estuvieran disponibles en cantidades ilimitadas, o si toda persona se preocupara tanto por los demás como de sí misma, la utilidad social, y por tanto la justificación de la propiedad privada, se desvanecería en un ritual inútil.
Como los fisiócratas, Hume apoya la distribución desigual de la propiedad. Le parece que la perfecta igualdad sería "de alta utilidad". Pero el costo social de una perfecta igualdad sería prohibitivo y destruiría el ahorro y la industria conduciendo a una depauperación general. Las consecuencias políticas de una igualdad perfecta sería desastrosas porque producirían las anarquía o la tiranía: tiranía si el gobierno tuviera que respaldarla, anarquía si al nivelar la propiedad se derrumbaran las bases del poder político. Cada persona, si es posible, debe disfrutar de los frutos de su trabajo. Tal igualdad es "más acorde con la naturaleza humana."
Los ensayos económicos de Hume discuten materias tales como el comercio, el dinero, el interés, el comercio internacional, los impuestos, el crédito público, y la población.
La psicología del hombre económico
Es particularmente notable la atención que Hume da a los orígenes psicológicos de las actividades económicas. Lejos de ser un hedonista calificado que explicara todo en términos del deseo de placer, describe a las personas como alguien en busca de una mezcla proporcional individual de acción, placer, y diversión. Los frutos de su trabajo no sólo gratifican su deseo de placer sino que el trabajo mismo enfrenta el deseo con la acción. A diferencia de otros escritores clásicos posteriores, Hume no visualiza el trabajo como esencialmente penoso y encuentra en él elementos de diversión y espíritu deportivo. Afirma también, "todo en el mundo es comprado por el trabajo; y nuestras pasiones son la única causa del trabajo."
El efecto demostración del comercio exterior.
Hume no considera al comercio exterior como un instrumento estratégico para la formación de capital, como lo hicieron los escritores mercantilistas, ni era tampoco para él un mal necesario, como para los fisiócratas. En lugar de ello enfatizaba el papel del comercio exterior como promotor del desarrollo económico de un país. Buscando el proceso evolutivo más que un equilibrio momentáneo, llama la atención sobre la función educacional del comercio exterior, que hace conocer a los hombres "los placeres del lujo y las ganancias en el comercio," Esta sería la principal ventaja del comercio exterior.
Una vez que el comercio exterior ha servido en su función educacional, pueden retirarse los fondos destinados a él y dirigirse a la producción de bienes de uso interno.
El globalismo de Hume
A diferencia de los mercantilistas Hume no considera que el volumen del comercio exterior sea fijo. Tampoco el comercio exterior es para él una clase de guerra económica en la que sólo pueden obtenerse las exportaciones del país propio si declinan las exportaciones de otros. En lugar de identificar la ganancia de un país con el empobrecimiento de sus vecinos, Hume anticipa el punto de vista opuesto. Los individuos como las naciones no deben temer la prosperidad de sus vecinos; sólo pueden beneficiarse de ser miembros de una comunidad próspera. Mientras más rápido crezca la economía de un país, mayor será su demanda para los productos de sus vecinos. Hume concluye sus observaciones con estas famosas palabras: " Me aventuro a poner en conocimiento de todos que, no sólo como hombre, sino también como súbdito inglés, hago votos por el florecimiento del comercio con Alemania, España, Italia e incluso con la misma Francia."
La migración de la oportunidad económica
En su punto de vista optimista y globalizador, los intereses económicos de diferentes países son tan compatibles entre sí como los de los individuos. La caída en la demanda exterior de un bien específico no tiene que ser necesariamente fatal; si los recursos de un país son versátiles y el mismo es eficiente y emprendedor. Fácilmente desviará esos recursos hacia la producción de bienes que el mercado exterior pueda recibir con facilidad. Por muy armonioso que pueda parecer este orden económico internacional, el realismo de Hume le impide cerrar totalmente los ojos a la posibilidad de conflictos económicos resultantes de la incompatibilidad de intereses económicos nacionales. En el largo acontecer de la historia, "una feliz concurrencia de causas" hace que sea muy poco probable que una nación que mantiene una posición comercial preponderante pueda conservar para siempre esa posición privilegiada. Para demostrarlo, Hume establece lo que podríamos llamar una ley de migración de las oportunidades económicas, según la cual el desarrollo económico de un país se detiene o modera al mismo tiempo que se abren oportunidades para el desarrollo de otros. Una vez que un país se ha hecho comercialmente próspero, su nivel de precios será desfavorable si se le compara con el bajo precio del trabajo en otros países que no tienen un comercio de tal volumen, y en los que no abundan tanto el oro y la plata. Como dice Hume, las manufacturas se van desplazando gradualmente, abandonando aquellos países a los que ya hayan enriquecido y volando hacia otros, a los que son atraídos por los bajos costos de los materiales y el trabajo.
La teoría de Hume acerca de la elevación y declinación relativa de las economías regionales y nacionales puede ser suplementada por su punto de vista acerca de la importancia del efecto demostración en el plano internacional, o sea la influencia de unas culturas sobre otras.
Entre las contribuciones de Hume a la economía interior está su teoría del interés, su discusión sobre los empréstitos y su famosa teoría de la inflación benéfica.
Pensamiento monetario
La argumentación de Hume es presentada con frecuencia como si fuera una elaboración de la teoría cuantitativa del dinero, a la que se adhiere ostensiblemente. Afirma, " la cantidad absoluta de los metales preciosos, es un asunto casi indiferente. Hay sólo dos circunstancias que tienen una cierta importancia y son su incremento gradual y su cabal difusión y circulación por todo el estado." Es una falacia el asignar a los factores monetarios consecuencias que son realmente el resultado de "un cambio en las formas y en las costumbres de la gente." La teoría mercantilista del interés, que hace variar la tasa de interés en forma inversamente proporcional a la oferta de dinero, es un ejemplo de tal falacia. En lugar de ello, la tasa de interés reflejará primordialmente la demanda y la oferta de capital real, factores que a su vez son influidos por los hábitos y la manera de ser de las personas. Así en una nación agrícola la tasa de interés puede ser alta porque la demanda por parte de los terratenientes ociosos y hedonistas encontrará sólo una oferta pequeña. No existirá una clase de ahorradores y capitalistas, y no se acumularán fondos prestables porque cualquier dinero que reciban los terratenientes será disipado tan rápido como se produzca. La tasa de interés bajará en el curso del desarrollo económico, cuando una clase formada por comerciantes y fabricantes surja para adquirir una "pasión" por las utilidades y practique la frugalidad. Al acumularse el capital, "la abundancia reduce su precio," y tanto la tasa de interés como la utilidad declinan.
La relación entre la tasa de interés y la tasa de utilidad no es causal en el sentido de que una baja tasa de interés sea la causa de una baja tasa de utilidad o viceversa. Ambas reflejan el nivel de desarrollo económico y relación es de interdependencia, más bien funcional que causal.
La importancia del ensayo de Hume sobre el interés indica la importancia que adjudica a la aparición de una clase comercial e industrial. Según la agricultura va siendo suplementada por las actividades comerciales e industriales, el efecto de demostración hará que los campesinos se vayan convirtiendo en ricos agricultores, al mismo tiempo que la difusión de la propiedad entre las clases comerciales otorgará "autoridad y consideración a estos hombres de rango medio que son la base mejor y más leal de la libertad general." Las clases de Hume son categorías económicas que se distinguen principalmente por las características psicológicas de sus miembros.
La deuda pública.
Las preferencias de Hume están indudablemente con la clase media, siempre que esta sea una clase activa y no esté formada por rentistas. Esta es una de las razones por las que condena, con desacostumbrada acritud y firmeza, la deuda pública, la cual contempla en manos de personas ociosas que llevan una vida inútil e inactiva. La práctica de contraer deudas invitará al abuso inevitablemente, hasta producirse un colapso.
Teoría de la inflación benéfica
La teoría de la inflación benéfica de Hume parte de un incremento de la cantidad de dinero, producido, por ejemplo, por una balanza comercial favorable. En línea con la teoría cuantitativa del dinero, el incremento en la cantidad de dinero tenderá a elevar los precios, pero Hume introduce una nueva idea, el lapso a ocurrir entre el incremento de la cantidad de dinero y el alza de los precios. En un primer momento los precios no se elevarán; después lo harán en forma vacilante y en diferentes sectores de la economía. Es en este intervalo cuando tienen lugar los efectos benéficos de la elevación de la oferta monetaria; dicho beneficio consiste precisamente en la expansión de los ingresos y del empleo producidas por las sucesivas rondas de gastos adicionales. Los exportadores, a los que va a parar el nuevo dinero emplearán en primer lugar brazos extra procedentes de una oferta de trabajo que inicialmente es perfectamente elástica; los trabajadores tendrán más dinero para gastar y de aquí se seguirán una segunda y tercera ronda de gastos de bienes de consumo, que van elevando sus precios en forma gradual.
La sorprendente conclusión de Hume de que el incremento de la oferta monetaria elevará la producción y no sólo los precios, se deduce con la ayuda de un análisis de la expansión que no difiere mucho del que ofrece la teoría del multiplicador. Malthus y Ricardo discutieron dicha idea y hablaron de "un efecto mágico sobre la industria", reconociendo que fue Hume el primero que hizo esta observación. Pero mientras Malthus se mostraba inclinado a aceptar la idea, Ricardo fue un crítico de ella, y la tradición Ricardiana fue la más fuerte hasta que ideas similares recibieron más amplia circulación bajo la Teoría General de Keynes.
El análisis de corto plazo del efecto benéfico de elevar la oferta de dinero fue notada con aprobación por Keynes, quien aplaude lo que considera un rasgo mercantilista en Hume. La defensa que Hume hace de los comerciantes estaba también dentro de la tradición mercantilista, pero su devastadora crítica de las teorías mercantilistas sobre el dinero, el interés y la balanza comercial, contribuyeron mucho para acabar de desacreditar las mismas.
Las relaciones de Hume con los fisiócratas y con Smith.
Aunque los Discursos de Hume, publicados en 1752 y pronto traducidos al francés, preceden al trabajo de los Fisiócratas, DuPont, el primer historiador del pensamiento económico, omite mencionar a Hume como uno de los precursores de la nueva ciencia. Hume conoció personalmente a buen número de Fisiócratas y mantuvo correspondencia con Turgot, con quien discutió los méritos de un impuesto singular. Pero no ocultó su baja opinión acerca de los Fisiócratas. No puede hacer uso de su metafísica, su racionalismo, su dogmatismo.
Hume fue gran amigo de Adam Smith, pero en su correspondencia no hay nada que arroje luz alguna sobre sus ideas respectivas acerca de la economía. Hume encuentra defectos en el tratamiento que Smith hace de la renta. De una manera que anticipa la teoría de la renta de Ricardo, escribe: "No puedo pensar que la renta de granjas constituye parte alguna del precio del producto, sino que el precio es determinado conjuntamente por la cantidad y la demanda."
La filosofía utilitaria de Hume, su defensa del individualismo económico, su creencia en la compatibilidad de los intereses de los individuos y las naciones, y su actitud crítica hacia las ideas mercantilistas y fisiócratas fueron compartidas por Smith. La gran diferencia entre los dos está en el método. Hume escogió la trayectoria empiricista, mientras que Smith pensaba que existía un alto grado de abstracción y racionalismo deductivo, aunque mezclados con cierta medida de empiricismo casual. Aunque Smith hace uso de las lecciones de la historia, lo hace incidentalmente y de manera que no obstruya la construcción de un gran sistema de pensamiento primariamente abstracto. El historiador y el teórico siguen rutas distintas hacia el conocimiento, y el elegido por el historiador no conduce a un sistema. Es dudoso que Hume hubiera construido una economía sistemática de permanecer apegado a su método empírico. Ningún economista que ha practicado el método empírico ha construido jamás una economía sistemática. En el mejor de los casos, los economistas históricos han tenido la capacidad de hacer una clasificación de los sistemas, pero no han producido un sistema en sí mismo.
Stuart
Tres años después de la publicación de los Discursos de Hume, Sir James Stuart, un escocés exiliado, publicó su obra Principles of Political Economy, sólo nueve años antes que The Wealth of Nations de Smith.
El libro de Stuart fue el primero en llevar el nombre de la nueva ciencia en su título y el primero en desarrollarlo en una escala importante. No es de sorprender el poco éxito de la obra de Stuart porque se le compara desfavorablemente con la obra de Smith. Para Smith el individuo era el primer motor del desarrollo económico, para Stuart era el paternalismo de un déspota ilustrado, del hombre de estado que él supone estará constantemente alerta, atento a su empleo, capaz e incorruptible, tierno en su amor por la sociedad que gobierna, imparcialmente justo en su indulgencia para con todo género de habitantes, y desdeñoso de los intereses individuales a los que consideraba inconsistentes con el bienestar general. Stuart fue un defensor del viejo orden, Smith el profeta de una nueva era.
Su libro se aproxima a un sistema de política económica más que a uno de economía. Esto limita la validez de las reglas generales y de los sistemas. Stuart defiende el relativismo histórico que le hace respaldar el punto de vista de que cada país tiene su propia política económica.
Stuart y Hume
Stuart, hombre entrenado en el derecho pero no en la epistemología, se lanza a investigar los principios de la nueva ciencia, pero al mismo tiempo no deja nunca de insistir en que "las circunstancias concomitantes...producen reglas generales de poca utilidad." Hume, al hablar de las motivaciones psicológicas de las actividades económicas, había señalado la acción, el placer y el ocio como las tres grandes fuerzas motivadoras. Esto no basta para Stuart. El hombre, afirma, actúa de manera uniforme en todas las épocas, en todos los países, y en todos los climas, movido por los principios del propio interés conveniencia, deberes, o pasiones. Al aserto de Hume arroja luz sobre el comportamiento humano; el de Stuart es una perogrullada.
Stuart y la población
Stuart discute la población y la agricultura, la industria y el comercio, el dinero y la moneda, el crédito, las deudas y los impuestos. El crecimiento de la población es considerado con mayor atención de lo que lo habían hecho antes Mun, Child o Petty, que apoyaban este crecimiento. Cantillon había reconocido que el crecimiento estaba limitado por las subsistencias. Stuart cae del lado del nuevo pensamiento. El poder del hombre para reproducirse, dice, "se parece a un manantial tapado con un peso," representado por los medios de subsistencia. Las enfermedades contrarrestarán la posible tendencia de la población a crecer más rápido que la cantidad de alimentos. Condiciona el crecimiento de la población como consecuencia de una producción agrícola que excede a las necesidades de la población campesina. Como respuesta se producirá una demanda recíproca, la de la población no agrícola será de productos alimenticios y la de los campesinos será la de manufacturas. El desarrollo industrial es, según esto, un requisito previo, tanto para la expansión de la producción en el sector agrícola como para el crecimiento de la población facilitado por dicha expansión.
Stuart distingue tres etapas en el desarrollo económico: el comercio primitivo, el comercio internacional y el comercio interior. Considera la última la más alta de las tres. Se inicia cuando un país se ve amenazado por una balanza comercial desfavorable.
La teoría del precio
Stuart hace contribuciones notables a la teoría del precio y la demanda. Distingue dos elementos en el precio, el "valor real del bien," y el "beneficio sobre la enajenación." El valor real de un bien está determinado por la subsistencia y los gastos del trabajador durante el tiempo necesario promedio para la terminación del producto, y por el valor del material, que representa nuevamente trabajo y subsistencia. Stuart sostiene que el precio no puede ser inferior al valor real, mientras que la utilidad fluctuará en respuesta a las condiciones cambiantes de la demanda.
La demanda debe ser efectiva, esto es, respaldada por la capacidad de proveer lo que demandado recíprocamente. De lo contrario se produce inflación.
12.- Economía de la autoconfianza: Adam Smith
(Estudiar la biografía de Adam Smith)
Los puntos de vista filosóficos de Smith reflejan el espíritu de la época, con su creencia en el orden newtoniano de la naturaleza, es decir, un universo mecanicista cuya organización armoniosa y beneficiosa prueba la sabiduría y la bondad de su creador. Los moralistas británicos del siglo XVIII, entre los que se encuentra Smith, propusieron varios principios para tratar de integrar el mundo moral y social de una manera similar. El conde de Shaftesbury consideró que el hombre tenía un "sentido moral" que le capacitaba para distinguir entre una acción buena y una mala y preferir la buena. Dicha buena acción estará en perfecto equilibrio entre los impulsos egoístas y altruistas del hombre; será placentera y conducirá al bien de la sociedad. Shaftesbury ve la armonía de la naturaleza reflejada en un orden social bajo el que "trabajar por el bien general es algo que está conforme con los intereses privados y es bueno para todos." Quizá está en todo ello la noción de un plan divino realizado con la ayuda de los individuos, independientemente de su voluntad. Según enseñaba Juan Crisóstomo, ningún trabajador puede ganar su paga sin producir al mismo tiempo algo que satisfaga las necesidades de los demás.
Este pensamiento fue desafiado por el médico holandés Mandeville para quien todo egoísmo es vicio y toda abnegación es virtud sin que exista término medio entre ambos. Condena el lujo y la búsqueda de ganancia como vicios, pero los describe al mismo tiempo como requisitos previos e indispensables para la prosperidad económica. De esta forma los vicios privados se convierten en beneficios para todos. Con esto hace aparecer al mundo como algo fundamentalmente perverso. Es refutado por Smith quien habla con frecuencia de una "mano invisible" que conduce al hombre a promover el interés público, aún cuando el fin que se proponga no sea este.
Hutcheson fue maestro de Smith, a quien precedió en la cátedra de filosofía moral en Glasgow. Consideraba que el hombre estaba, por naturaleza, más dispuesto a la benevolencia que al mal y que el mundo contenía mas felicidad que miseria. Nuestro sentido moral nos inclina a la benevolencia hacia los demás y nos conduce a la realización de actos que son a la vez útiles y placenteros. Hutcheson proporcionó a Smith, de esta manera, otro modelo de aquella mano invisible que trabaja para el beneficio de la sociedad hasta el individuo. Hutcheson no dudaba que la acción virtuosa es siempre útil.
Cuando Smith estaba en sus treinta años escribió su Teoría de los sentimientos morales, obra que por sí misma le hizo merecedor en un lugar de honor en la filosofía, si no lo hubiera ganado igualmente en la historia de la economía. Para la posteridad es él un hombre de la mayor dimensión por su Riqueza de las Naciones, en la que intenta, en forma totalmente nueva, conciliar la nueva ciencia de la economía política en un universo newtoniano, mecánico y al mismo tiempo, armónico y beneficiosos, en el que la sociedad se beneficia de las no intencionadas consecuencias de la búsqueda del interés particular de cada persona.
Para Smith lo que la compasión realiza en el terreno moral, lo hace el propio interés en el económico. La ética de Smith describe al hombre en posesión de un sentimiento de compañerismo que le hace ser partícipe de los sentimientos de los demás. Al compadecer o simpatizar con los demás aprobamos sus sentimientos. Y los demás, deseosos de obtener esta aprobación, procurarán ser dignos de ella, siendo empujados a obrar correctamente. El juez que decide la dignidad moral de nuestras propias acciones y de los actos de los demás habla a través de la voz de la propia conciencia interior. La de Smith es una ética de autodominio y de confianza en uno mismo, como lo es su laissez faire en economía.
Smith no admite que el sentido moral, la benevolencia o la utilidad puedan ser las bases de la ética. El sentido moral, un concepto nuevo, es algo superfluo puesto que no denota nada que no pueda ser deducido de la simpatía o de la aprobación. En la ética de Smith, la simpatía o compasión por los demás y el deseo de aprobación nos hacen dominar nuestro egoísmo y dar rienda suelta a nuestra inclinación por la benevolencia. Esto "constituye la perfección de la naturaleza humana y puede producir por sí solo en la humanidad esa armonía de los sentimientos y las pasiones que constituye toda su gracia y decoro." La consecución de la armonía, aquí como en todas las cosas, no se debe a la razón humana, sino a la "economía de la naturaleza," que nos ha dotado de una tendencia a buscar los medios con los que conseguir nuestro fin último.
El hombre busca la riqueza no porque le empujen a ello las necesidades naturales. Estas quedarían satisfechas con el salario del más pobre trabajador. Su motivación es más bien el deseo de emular a los que están por encima de él. El objetivo final de nuestros deseos es conseguir la condición de los grandes. Pero es sin duda esta cualidad engañosa de la riqueza "la que hace que surja la industria humana y la mantiene en movimiento perpetuo."
La idea del laissez faire aparece temprano en la obra de Smith; sin embargo no sabemos hasta donde fue estimulada por sus estudios sobre Derecho natural realizados en Glasgow, donde pudo leer a Grocio a Pufendorf, escritores exponentes de una ley natural secularizada, de la que deducían los principios básicos de la jurisprudencia. En el pensamiento de Pufendorf surge obscuramente la idea de unos "derechos naturales" que la ley natural concede al hombre y al ciudadano. La obligación que tiene el gobernante de respetar dichos derechos es considerada por Pufendorf como incompleta, ya que en el caso de que las leyes humanas prohíban lo que las leyes naturales ordenan, el ciudadano deberá respetar las leyes humanas.
En los escritos de Locke el estudio de los derechos naturales alcanza su pleno desarrollo. Los derechos naturales llegan a considerarse ahora como algo innato e inalienable, en contraste con los derechos adquiridos. Con esto surge la idea de la limitación de las funciones gubernamentales.
En Locke pudo encontrar Smith unas definiciones mucho más claras acerca de los derechos de los individuos frente al gobierno, que expresan las aspiraciones populares de la época respecto a la protección de la vida, de la libertad y de la búsqueda de la felicidad. La garantía de la libertad del hombre en sociedad está asegurada en el pensamiento de Locke tanto por el consejo de los gobernados, como por otras condiciones entre las que se incluye la de considerar al gobierno como un administrador fiduciario, al que se le autoriza sólo a promulgar leyes que sean para el bien del pueblo.
Cuando Smith hace su petición de la libertad natural o de laissez faire, tenía ya tras de sí la tradición de la filosofía política de Locke. En ésta pudo encontrar ya la gran idea de que existen limitaciones a las funciones legítimas del gobierno. La principal limitación establecida por Locke era restringir su poder legislativo a la promulgación de leyes que promovieran el bien común. Para Smith el bien público o común, requería del laissez faire, ya que la prosecución del interés de cada uno, guiado por la mano invisible de la competencia, daría lugar a dicho bien; la intervención del gobierno en la esfera económica obstaculizaría, por el contrario, la consecución del bien público, en lugar de ayudar a conseguirlo.
Las paradojas de la sociedad comercial.
Smith fundió el liberalismo político de Locke con su propio liberalismo económico, convirtiéndose con ello en el profeta de la sociedad comercial del capitalismo moderno, bajo la cual la iniciativa privada, estimulada por las ganancias, puso en práctica las innovaciones tecnológicas de la revolución industrial, en forma relativamente independiente de los controles gubernamentales. Sin embargo, la sociedad comercial racionalizada para los contemporáneos de Smith en La Riqueza de las Naciones resulta ser una sociedad que el mismo Smith encuentra viciada por numerosos y serios defectos. La obra está llena de ejemplos de los mismos. La división del trabajo de la que surge la riqueza de las naciones, elogiada en el Libro I, está descrita en el Libro V como la responsable de hacer al hombre, por la monotonía y la simplicidad de las operaciones que debe realizar en su trabajo, "todo lo estúpido e ignorante que una criatura humana puede llegar a ser."
La torpeza de su mente le hace, no sólo incapaz de saborear o tomar parte en una conversación racional, sino también de concebir ningún sentimiento generoso, noble o tierno y, en consecuencia, de formar ningún juicio justo respecto, incluso, a los deberes más normales de la vida privada...Corrompe también la actividad de su cuerpo y le hace incapaz de ejercitar su fuerza con vigor y perseverancia, en ningún trabajo distinto de aquel para el que ha sido adiestrado. Ha adquirido destreza para su propio arte particular pero lo ha hecho a expensas de sus virtudes intelectuales, morales y sociales. Sin embargo, en todas las sociedades civilizadas y perfeccionadas, el humilde trabajador, es decir, la gran masa de la población, deberá caer irremisiblemente en este estado...
Si este es el sino del trabajador en la sociedad comercial, uno cree que podrían encontrarse características compensadoras entre las otras clases sociales. No es esta la opinión de Smith. De los terratenientes dice que, "como a todos los demás hombres, les gusta cosechar donde nunca sembraron" y habla de la "indolencia, que es la consecuencia natural de la comodidad y seguridad de su situación" y que con frecuencia les hace ignorantes.
A los patrones les encuentra: en todo tiempo y lugar, haciendo una especie de cábalas tácitas, pero constantes y uniformes, para no elevar los salarios por encima de su nivel actual.
El comportamiento que muy bien puede violar lo que Smith considera necesario para la equidad, es decir, que aquellos que alimentan, visten, y dan alojamiento a toda la población, deberían participar en el producto de su propio trabajo, de forma que pudieran a su vez alimentarse, vestirse y albergarse en forma tolerable. En cuanto a los comerciantes y patronos industriales, Smith dice que se quejan mucho de las consecuencias desfavorables de la elevación de los salarios, pero omiten comentar sobre las consecuencias de sus exageradas ganancias.
Smith opina que el interés de los traficantes en cualquier rama del comercio o de la industria es siempre opuesto al interés del público. El interés de los traficantes consiste siempre en ampliar el mercado y reducir la competencia. Smith habla de "la mezquindad de los prejuicios mercantilistas", de "la mezquina rapacidad y el espíritu monopolizador de los comerciantes e industriales. Para Smith la sociedad comercial está llena de brechas y conflictos que amenazan los "sagrados derechos de la propiedad privada:"
Dondequiera que hay una gran propiedad, habrá una gran desigualdad. Por cada hombre muy rico habrá como mínimo quinientos hombres muy pobres y la opulencia de unos pocos supone la indigencia de muchos. La opulencia del rico excita la indignación del pobre, que con frecuencia se siente llevado por la necesidad o movido por la envidia a invadir las posesiones de aquél.
El trabajo de Smith es una mezcla única de racionalismo y empirismo, de deducción y de inducción. Su racionalismo le permite construir un gran sistema de pensamiento sobre la base de unos pocos principios fundamentales; su empirismo le hace ser realista y le proporciona el don de la persuasión, al complementar cada idea general con cantidad de ejemplos adecuados y convincentes. El empirismo de Smith le permitió ver al gobierno como responsable que se perturbe la complaciente idea del universo ordenado que caracteriza su ética y las notas discordantes que turban la armonía de su economía.
Si Smith encontraba el mundo de la economía tan lleno de imperfecciones ¿por qué apoyó, a pesar de todo, la idea de una sociedad comercial con una fortaleza intelectual nunca igualada? La clave de sus intenciones puede quizá encontrarse en ciertos pasajes de los Discursos de David Hume, donde subraya su autor los efectos civilizadores del comercio. Smith se refiere a estos pasajes de esta forma: El comercio y la fabricación de manufacturas han ido introduciendo gradualmente el orden y el buen gobierno y, con éstos, la libertad y la seguridad de los individuos entre los habitantes de un país...
Evolución económica
Smith fue hijo de la era de la Ilustración y se opuso vigorosamente a todas las dependencias feudales y eclesiásticas de los tiempos pasados. En su pensamiento, el comercio y la industria surgen como los instrumentos indispensables para el cambio. La interpretación de Smith acerca de este cambio histórico estrictamente en términos económicos, es el siguiente. En tanto los señores feudales no encontraron nada que comprar con aquella parte de sus productos que excedía a sus limitadas necesidades, emplearon el excedente en mantener a sus dependientes. En esto basaban su poder, y era la base sobre la que hacían justicia y mantenían fuerzas militares en la región. El poder del señor feudal sólo por el surgimiento del comercio y la manufactura. Estos les hicieron parte de una economía de mercado al proporcionarles productos que podían comprar con sus excedentes y consumirlos ellos mismos, sin compartirlos con sus dependientes. Al dejar de mantener a éstos, perdieron poder ya autoridad sobre ellos. Así los señores vinieron a mantener, aunque indirectamente ahora, a los mismos que antes dependían de él.
Es posible que Smith considerara que la influencia civilizadora de la sociedad comercial, la que trajo la liberación respecto a las dependencias feudales, fuera lo suficientemente importante como para hacerle aceptar sus inconvenientes en vista de lo que él consideraba un bien mayor - la libertad política y la independencia.
Smith y los fisiócratas.
Smith mantuvo estrecho contacto con los Fisiócratas, pero su pensamiento marca un agudo contraste con el de ellos. Smith apoyaba el laissez faire porque para él era un compañero indispensable de la libertad política. La intención de los fisiócratas era diferente: proclamaban el laissez faire como medio de perpetuar el antiguo régimen absolutista. Más aún, la idea del laissez faire de los fisiócratas era modificada por el bon prix para los productos agrícolas. Smith nunca compartió los puntos de vista acerca de la deseabilidad de los precios altos para los productos agrícolas, la productividad de la agricultura, o un impuesto singular. Dupont, el primer historiador del pensamiento económico, insistía en que todo lo sólido en la Riqueza de las Naciones era derivado de los fisiócratas, mientras que todo lo añadido por Smith era defectuoso. Hay buen número de pasajes en la obra de Smith que indican la influencia fisiócrata, pero puede considerarse que la idea básica del laissez faire es propiedad intelectual de Smith.
La influencia de Rousseau.
Smith, como cualquier pensador de su época no escapó de la influencia de Rousseau, con quien mantuvo amplia correspondencia. La influencia de Rousseau es especialmente notable cuando Smith identifica los efectos perniciosos de la división del trabajo.
La economía clásica
En La Riqueza de las Naciones el principio del laissez faire se convierte en la piedra angular de todo un sistema del pensamiento. El principio del laissez faire, la competencia, y la teoría del valor trabajo son aspectos destacados de la enseñanza de la escuela clásica de economía, formada esencialmente por Smith, y por Malthus, Ricardo y Mill. Esta escuela, la segunda en la historia del pensamiento económico, fue líder durante los cien años que siguieron a la publicación de la obra de Smith en 1776. No todos los economistas clásicos siguieron en detalle los patrones establecidos por Adam Smith. Según la ley natural, los derechos naturales, y el orden newtoniano de la naturaleza dieron lugar a otras percepciones, algunos escritores pusieron mayor énfasis en el principio de la utilidad como el fundamento del laissez faire.
Durante el siglo XIX la escuela clásica enfrentó tres desafíos, el primero de la escuela histórica, el segundo de los Socialistas, y el tercero por parte de los economistas de la utilidad marginal en los 1870. Aunque sobrevivió a los ataques los economistas históricos y los socialistas, la tercera corriente destrozó la teoría del valor. En el siglo XX, El desafió de Keynes hacia el laissez faire puso en duda los cimientos mismos de la economía clásica. Pero lo que le parecía anticuado a Keynes era terriblemente revolucionario dos siglos atrás. Lo propuesto por los clásicos marca un agudo contraste con tendencias anteriores en el pensamiento económico. Los medievalistas se inclinaron a confiar en la caridad como medio de solución para el problema económico. Los mercantilistas exaltaron la búsqueda de la ganancia nacional y vieron en ella el indicio para el poder y la abundancia. Los fisiócratas por su parte hicieron de la reconstrucción de la agricultura el instrumento para derrotar la escasez y la pobreza. Los clásicos encuentran fallas en todas estas posturas. Los medievalistas pedían las buenas obras; los reformadores la fe. En su lugar Smith trae la demanda del laissez faire, un sistema de libertad natural, como el mejor medio para producir la riqueza de las naciones. En tal sistema el individuo puede perseguir su propio interés, pero, independientemente de sus intenciones, hay un orden providencial que tenderá a convertir la búsqueda del interés privado en un instrumento que sirva a los intereses de la sociedad.
13.- Los detalles del sistema de Smith.
La Riqueza de las Naciones de Smith está dividida en cinco libros, que discuten, en este orden, la producción y la distribución con referencia al trabajo, el capital, el desarrollo económico, la historia de la economía, y las finanzas públicas. Los dos primeros libros destacan como los más importantes en asuntos tales como la división del trabajo, y las teorías del valor, el precio, los salarios, utilidades, e intereses.
La diferencia entre Smith y los mercantilistas se destaca en los comentarios del gran tratado de Smith en el que señala como criterio para el bienestar económico el ingreso per cápita nacional en lugar de la ganancia agregada o la riqueza nacional.
La división del trabajo.
Smith percibe el ingreso per cápita nacional como determinado por dos factores, la productividad del trabajo y la proporción en la que el trabajo productivo se encuentra respecto del no productivo. Esta idea Smith la deriva de los Fisiócratas. Respecto a la productividad del trabajo Smith considera principalmente su relación con la división del trabajo, que surge como la condición económica más importante para obtener incrementos en laä productividad. Presenta así su famoso ejemplo de la producción de alfileres y la subdivisión de las tareas correspondientes.
Smith asigna los efectos favorables de la división del trabajo a tres circunstancias: el incremento resultante en la habilidad y destreza del obrero, el ahorro de tiempo que de otra manera se perdería al cambiar de un tipo de tarea a otra, y la invención de la maquinaria que facilita la labor y que Smith considera es fruto de la inventiva del obrero más que de los especialistas.
Pero el punto de vista de Smith es más amplio de lo que indica el ejemplo de los alfileres. Tiene puesta su mente en la especialización no sólo por habilidades, sino también por ocupaciones, funciones, empresas, e industrias, y en un contexto del trabajo se referirá también a lo que podría llamarse la división territorial del trabajo, la base para el comercio Interregional e internacional.
A diferencia de la República de Platón, la división del trabajo de Smith no se deriva de la desigualdad entre los hombres. Por tanto no sirve como principio para la estratificación de la sociedad en tres clases como en la obra de Platón. En lugar de ello requiere de movilidad económica y la libertad de entrar a puestos de trabajo no cerrados a nadie por incapacidades originales.
Smith cierra su discusión sobre la división del trabajo enunciando el gran principio "que la división del trabajo está limitada por la extensión del mercado." Sólo expandiendo los mercados pueden realizarse en su totalidad los beneficios integrales de la división del trabajo.
Trabajo productivo e improductivo
Aunque pocos encuentran fallas en la exposición de Smith respecto a la división del trabajo, su segundo factor determinante del ingreso per cápita nacional, esto es, la proporción en la que el trabajo productivo se encuentra respecto del no productivo, ha sido objeto de controversias después de la publicación de la obra de Smith. Entre quienes apoyaron esta distinción se encuentran Malthus, Mill, y Marx. Ricardo no se compromete; y Say y Senior lo cuestionan. En años recientes han sido descubiertas nuevas facetas de la dicotomía entre trabajo productivo y no productivo. Con la atención prestada hoy día a los problemas del desarrollo económico ha habido un revivir del interés en la distinción de Smith, y algunos estudiantes del desarrollo económico la contemplan hoy más favorablemente que antes.
Básicamente la idea de Smith es restringir el concepto de producción a los bienes materiales, que presumiblemente tienen mayor duración que los servicios. Las personas cuyo trabajo considera Smith como no productivo, son mantenidos por los ingresos de otros, y dejan de reproducir ingresos, mientras que el trabajo productivo añade el valor que le es debido al sujeto que lo produce y reproduce así su ingreso. Aparentemente Smith rechaza la idea de que alguien pueda hacerse rico empleando a personas que presten sus servicios a otras.
Aunque el trabajo improductivo rinde un ingreso debido a la generosidad de los pagos hechos por otros, en el punto de vista de Smith, no produce ingresos en términos de producción.
La teoría del valor trabajo.
Al progresar la división del trabajo, sólo algunas pocas del las necesidades de la persona son satisfechas directamente por su propio trabajo. En lugar de ello, la mayor parte de sus necesidades es cubierta por el intercambio. Pero puesto que el producto hecho por un individuo puede no satisfacer las necesidades de la primera, la sociedad comercial requiere del dinero - un bien que pocas personas se rehusarán a aceptar a cambio de los productos de su industria. Smith entra luego a discutir "el valor relativo o valor de intercambio de los bienes." Menciona tanto el valor de uso como el valor en cambio, pero después de referirse a lo que hoy se conoce como la paradoja del valor - un bien puede tener un alto valor en cambio y bajo valor de uso, y viceversa: el agua y los diamantes - el valor de uso desaparece de las discusiones de Smith quien se vuelve entonces al valor en cambio. Desarrolla así la teoría del valor trabajo:
Los hombres son ricos o pobres según hasta qué punto puedan permitirse disfrutar de las cosas necesarias, útiles y placenteras de la vida humana. Pero una vez que la división del trabajo se ha extendido por doquier, el trabajo propio de cada hombre sólo puede proporcionarle una pequeñísima parte de dichas cosas y el resto, es decir la mayoría de ellas, debe proceder del trabajo de otras personas, por lo que un hombre será rico o pobre según la cantidad de trabajo de los demás que pueda mandar hacer o según la cantidad del mismo que pueda permitirse el lujo de comprar. El valor del cualquier mercancía, por lo tanto, para la persona que la posee, y que no quiere usarla ni consumirla personalmente sino cambiarla por otras mercancías, es igual a la cantidad de trabajo que le permite exigir o comprar. El trabajo es, según vemos, la medida real del valor relativo de todas las cosas.
El valor en cambio de un bien está determinado por la cantidad de trabajo que el bien puede demandar en el mercado. Lado a lado con esta teoría del valor en términos del trabajo demandado aparece una teoría del "costo real" del valor, una teoría en términos del esfuerzo de trabajo, de la que parece derivarse la primera teoría. Las cosas tienen el valor del trabajo que se puede exigir en el cambio, porque el propietario, al cambiarlas, puede evitar el esfuerzo de trabajar él mismo para producir lo que obtiene en el cambio. Y Continúa Smith:
El precio real de cada cosa, lo que cada cosa realmente le cuesta al hombre que desea adquirirla, es el esfuerzo y el trabajo necesarios para obtenerla...Lo que se compra con el dinero o bienes es comprado por el trabajo... Contienen el valor de cierta cantidad de trabajo que intercambiamos por lo que suponemos contiene el valor de una cantidad igual. El trabajo fue el primer precio, el dinero original para las compras, lo que se pagaba por todas las cosas,
El valor, "real" o "natural", de todos los bienes intercambiables se mide en términos de la cantidad de trabajo demandada. El trabajo, sin embargo, no es una cantidad homogénea, puesto que distintos tipos de trabajo están ligados a condiciones distintas de riesgo o ingeniosidad. Por tanto el trabajo no puede ser medido con exactitud y no puede servir como un común denominador para estimar el valor de las cosas. En su lugar el ajuste tiene lugar mediante los regateos y tratos del mercado, con los que se consigue esa tosca equivalencia que, aunque no exacta, es suficiente para llevar a cabo los negocios de la vida común. De esta manera, los precios del mercado se explican en función del trabajo exigido y éste en función de los precios del mercado. Este razonamiento ha sido calificado por los críticos de Smith como un círculo vicioso..
La intervención del dinero evita el cálculo del valor de las cosas con base en el trabo. Si se considera sólo el trabajo realizado, las cantidades iguales de trabajo tendrán siempre el mismo valor o valor real; pero como el valor del dinero sufre variaciones, lo mismo ocurrirá al "precio nominal" del trabajo y de las mercancía, cuando se considere su valor en función del dinero.
En el desarrollo realizado por Smith en la teoría del valor trabajo, el trabajo se interpreta en ocasiones como trabajo exigido y en otras como trabajo gastado o costo del trabajo. Conforme progresa la sociedad van surgiendo nuevas complicaciones y Smith reconoce que el trabajo deja de ser entonces el único factor determinante del valor y que el precio de un artículo producido con la ayuda del trabajo, la tierra, y el capital, incluye no sólo la retribución del trabajo, sino también un rendimiento sobre el capital y la tierra.
Pero una vez que ha empezado a utilizarse el capital en el proceso productivo y que la tierra se ha convertido en propiedad privada, los precios de las cosas se convierten en salarios, beneficios y rentas. Con esto la teoría de Smith del valor trabajo se convierte en una teoría del costo de producción. En esto hay buen grado de ambivalencia. A veces aparecen la tierra y el capital como factores de la producción coordinados con el trabajo. Otras contemplan los rendimientos de la tierra y el capital como deducciones al producto del trabajo, pensamiento que adquirirá plena fuerza en el sistema de Marx.
El precio natural
Smith habla de una tasa natural para los salarios, los beneficios y las rentas, del precio natural de las mercancías y de sus precios de mercado. La tasa natural, conocida también como tipo ordinario o tipo medio, está controlada por las fuerzas sociales. El precio natural de una mercancía es el que cubre los tipos naturales de los salarios, beneficios y rentas. El precio de mercado, o sea el precio que alcanzan las cosas en el mercado, puede desviarse del precio natural. El precio de mercado está controlado por la cantidad ofrecida y por la demanda efectiva de aquellos que quieren pagar el precio natural. Si la demanda efectiva es mayor que la cantidad suministrada, el precio de mercado se elevará por encima del precio natural; en caso contrario bajará por debajo de él. Cuando el precio de mercado exceda la precio natural, el incremento consiguiente en el factor pagos atraerá al factor oferta, aumentándose la cantidad de producto suministrado y los precios bajarán de nuevo a sus niveles naturales.
Así, el precio natural se convierte en "el precio central hacia el que gravitan continuamente los precios de todas las mercancías." El precio de mercado cambia con las infrecuentes variaciones de la demanda sino con las más regulares variaciones de la cantidad suministrada. Por otra parte, las fuerzas monopolísticas, las fricciones y la falta de información pueden hacer que se mantengan los precios de mercado por encima del natural por lapsos prolongados.
Teoría sobre los salarios
El hecho de que el precio natural pueda estar relacionado con el nivel de producción no es considerado por Smith. Las suposiciones implícitas en este argumento son costos constantes y coeficientes de producción fijos. En su teoría no hay lugar para los rendimientos decrecientes o la substitución de factores. En su lugar el precio natural está relacionado funcionalmente con los factores de la producción. Como Smith señala, el precio natural varía con la tasa natural de cada uno de sus componentes, esto es, salarios, utilidades, y renta. El salario natural para el trabajo, de acuerdo a Smith, consiste en el producto del trabajo, el cual, antes de la posesión de la tierra y la acumulación del capital, pertenecía por entero al trabajador. Con el surgimiento de la clase de terratenientes y patrones capitalistas, tiene que compartir su producto con el terrateniente y el patrón. Es probable que tanto los obreros como los patrones formen asociaciones para elevar o reducir los salarios. Usualmente tendrán más éxito los patrones, pero las necesidades del obrero y su familia para subsistir forman un piso bajo el cual no pueden caer los salarios por un lapso prolongado. Una demanda creciente de mano de obra puede elevar los salarios por encima del nivel de subsistencia, considerado por Smith como "el más bajo consistente con la humanidad común." Sin embargo, la demanda de mano de obra puede sólo incrementarse en proporción al incremento en "los fondos destinados al pago de salarios." Así aparece el fondo salarial, compuesto de superávit en los ingresos y en el capital por encima de los requerimientos personales y del negocio del patrón. Unos ingresos y un capital crecientes son prerrequisito para incrementos salariales.
Los salarios bajos son un síntoma de condiciones económicas estacionarias, bajo las cuales el fondo salarial, por grande que sea, puede dejar de crecer y en consecuencia deja de estimular la demanda de mano de obra.
Un salario alto es el efecto de una riqueza creciente y la causa del crecimiento de la población. Según Smith, los altos salarios son relativos a las mejoras en la productividad de la mano de obra. Aunque Smith está a favor de salarios altos, no lo está con los precios altos. A diferencia de los Fisiócratas, asocia los bajos precios en los alimentos con la abundancia y la prosperidad, los precios altos con la escasez y la inestabilidad. Cuando las provisiones son baratas y abundantes, los obreros pueden desear negocios por sí mismos y los patrones emplear más trabajadores; al elevarse la demanda de mano de obra y reducirse la oferta, es probable que suba el precio de la mano de obra.
Utilidad e interés
Mientras que un incremento en la acumulación de capital tiende a aumentar la demanda de mano de obra y consecuentemente la tasa de los salarios, tendrá un efecto depresivo sobre la tasa de utilidad. Según se va acumulando más y mas capital, la competencia entre los propietarios del mismo para encontrar inversiones lucrativas se hace más pronunciada y el capital se ve desplazado hacia empleos de una rentabilidad decreciente. En cambio, el interés, " la compensación que el deudor paga al acreedor, por las utilidades que tiene la oportunidad de conseguir mediante el uso del dinero", tenderá a variar con la utilidad.
Smith desarrolla el principio de las ventajas iguales, en relación con los salarios y las utilidades, de acuerdo al cual, bajo condiciones de perfecta movilidad, las ventajas y desventajas de distintos tipos de trabajo tenderán a igualarse. Lo mismo ocurrirá con los diferentes usos del capital. Las diferencias en los salarios, por ejemplo, serán compensadas por diferencias en otras ventajas o inconvenientes, tales como la amenidad del trabajo, el esfuerzo para aprenderlo, la seguridad en el empleo, o la posibilidad de recibir recompensas extraordinarias. El principio se aplica, sin embargo, sólo al empleo principal de una persona. Si los individuos acumulan dos o más empleos, el empleo extra recibirá una retribución menor de la obtenida mediante la igualación de las ventajas totales. Como regla general, Smith considera que el pluriempleo se encontrará con más frecuencia en los países pobres que en los ricos.
Renta
En la teoría de Smith sobre la renta, encuentra en ésta un precio monopolístico, designación que explica notando que su importe no es en manera alguna proporcional a lo que el propietario ha gastado para mejorar la tierra, sino a lo que al campesino le es posible pagar. En el capítulo destinado a la renta, considera que una renta alta o baja es el efecto de un precio alto o bajo para el producto.
Más aún, se interpreta la renta como un diferencial que varía de acuerdo a las condiciones de fertilidad y localización. Respecto a esta última, las mejoras en los sistemas de transporte tenderán a igualar las diferencias de localidad así como las rentas.
En la teoría del desarrollo económico de Smith, un ingreso nacional creciente está asociado con una participación creciente del ingreso por rentas de la clase terrateniente. Se recordará que Smith predica la división del trabajo, más apta para la producción industrial que para la agricultura. Una creciente especialización y, en consecuencia, de productividad en el sector manufacturero de la economía disminuirá los precios de las manufacturas y elevará el valor real de las rentas.
Capital
El capital es una exigencia de la economía de intercambio con su división del trabajo. En esta economía una persona no consume los productos de su propia industria sino que compra los productos de otros con el precio contribuido por su propio producto.
La división del trabajo no puede ocurrir sin una acumulación previa de capital y, conforme se va poniendo en práctica aquella, se va necesitando más y más capital para utilizar la mano de obra, la cual crece en cantidad y productividad pudiendo manejar mayores cantidades de materiales. A veces Smith se refiere al capital como una aglomeración de cosas, otras como un fondo de inversión, y, mezclado con estos conceptos la idea, derivada de los fisiócratas, de que el capital consiste en "anticipos" hechos por el patrón para el mantenimiento de su fuerza de trabajo. El capital es el resultado de un acto de ahorro precedente, de abstenerse de consumir el producto del ingreso. Smith insiste en que la porción de los ingresos que se ahorra es de inmediato utilizada como capital.
Comercio exterior e interior.
Respecto a los diferentes usos del capital, a diferencia de los mercantilistas Smith no asigna un valor especial a su utilización en el comercio exterior. Por el contrario, considera que el comercio interior es más productivo que el exterior, puesto que el capital utilizado en el comercio interior de manera general respaldará una mayor cantidad de mano de obra productiva en el país y elevará el ingreso nacional interno más de lo que lo haría cualquier inversión igual en comercio exterior. Sin embargo, considera que el comercio exterior cumple una importante función porque abre un mercado para los excedentes de productos en el mercado doméstico y proporciona oportunidades para el empleo de capital acumulado por encima de las necesidades de la economía doméstica. Una vez que las condiciones económicas estén a favor de la exportación, ésta se producirá sin necesidad de que el gobierno intervenga para favorecerlas. Tampoco debe el gobierno interferir con las importaciones, tratando de preservar el comercio interior para los productores domésticos. Reglamentaciones de este orden reducirán el ingreso nacional por debajo del que produciría un comercio libre.
Las tareas del gobierno.
Smith nunca desarrolló una teoría integral sobre el gobierno y su discusión sobre las funciones del mismo no está influido sino por el principio general del laissez faire. Pero en su obra asigna al gobierno una cierta cantidad de tareas. Se opone a las restricciones gubernamentales al libre comercio. Mantiene explícitamente las tres funciones generales del gobierno para proporcionar protección, justicia, y realizar ciertas obras públicas. Respalda específicamente la regulación del papel moneda bancario, las empresas públicas en el ramo del transporte, patentes y marcas, leyes sobre el interés, la educación pública.
Los cánones de la tributación
Entre las aportaciones de Smith a las finanzas públicas, la más conocida es su enumeración de los cuatro cánones de la tributación. Los impuestos, afirma, deben ser iguales, ciertos, convenientes, y económicos. Por igualdad entiende una tributación acorde con el principio de la capacidad de pago, la cual mide por el ingreso de la persona.
EL OPTIMISMO DE JEAN BAPTISTE SAY
Say es un pensador francés, funcionario de una empresa de seguros y más tarde industrial. Se presenta a sí mismo como continuador de Adam Smith, pero en realidad destruye enteramente la teoría de éste. Rechazando la idea conforme a la cual el valor de cambio es creado por el trabajo, formula la teoría adoptada todavía hoy por muchos, de que la producción se realiza gracias al concurso de tres elementos o factores de la producción, a saber, el trabajo, el capital y los agentes naturales. De estos últimos sólo debe retener la atención el que es susceptible de apropiación, esto es, la tierra, ya que los demás se obtienen gratuitamente. Cada uno de estos elementos indispensables aporta el concurso de sus "servicios productivos" a la empresa y obtiene a cambio un ingreso por el precio de esos servicios.
Los salarios, los beneficios, y las rentas agrarias representan los precios de los servicios que se determinan en función de la oferta y demanda de los mismos. Los empresarios industriales no son más que intermediarios que reclaman los servicios necesarios para un producto determinado. Este análisis tiene por objeto mostrar que en una sociedad liberal cada uno recibe la justa remuneración del concurso a la obra común. El liberalismo de Say no se justifica solamente, como el de Smith, por la preocupación por la eficacia. Pretende fundarse sobre una demostración de la conformidad entre la distribución natural de las rentas y la justicia social.
Cuando la demanda de trabajadores- escribe - es inferior a la cantidad de individuos que se ofrecen para trabajar, sus ingresos declinan por debajo de la tasa necesaria para que la clase pobre pueda mantenerse en el mismo número. Las familias con más hijos, y los imposibilitados, desaparecen. A partir de ese momento la oferta de trabajo disminuye y al descender la oferta el precio sube.
Para comprender el análisis de Say sobre los salarios no hay que perder de vista que está asociado a una teoría por la cual el valor de los bienes se conforma con la suma de los beneficios y los salarios pagados por su producción. Afirma que la competencia de los productores tiende a hacer bajar el valor de los productos al nivel de sus costos de producción, que se componen del valor de todos los servicios productivos que han concurrido a su fabricación. En consecuencia, la concepción de Say es que el salario, los beneficios del capital, y el alquiler de la tierra, se fijan independientemente unos de otros. Tal concepción es extremadamente ingenua, porque desdeña el hecho de que los propietarios agrícolas, los capitalistas y los asalariados tienen que repartirse la producción total. Si los beneficios del capital y los alquileres del suelo los consideramos dados, los salarios quedan determinados por el mismo hecho, ya que representan lo que resta de la renta total, o de la producción neta total de toda la sociedad. No podemos pues considerar aisladamente a cada mercado para cada categoría de servicios de modo independiente al de los demás.
A finales del siglo XIX la teoría neoclásica, retomando la tesis de los tres factores de la producción, intentará hacerla aceptable poniendo de relieve la idea de la determinación simultánea de los precios de los servicios y de la interdependencia de dichos precios. No obstante, la tesis de Say tropieza con una dificultad insuperable. Es claro que el sistema de Say no explica las rentas más que a partir de la suposición de que existe el pleno empleo de los factores de la producción, ya que el precio de equilibrio de cada servicio es aquel en el que la oferta del mismo es igual a su demanda. Esta condición destruye toda la teoría porque sabemos que el juego del mercado no elimina la posibilidad del paro de la mano de obra y tampoco garantiza la utilización plena de los equipos productivos. En última instancia, la teoría de los tres factores es inaceptable porque se inspira en el más estrecho materialismo y niega la especificidad de la fuerza de trabajo humana.
Por lo demás, es imposible sostener que el beneficio es el precio de los servicios productivos del capital, determinado por la ley de la oferta y la demanda, ya que el capital no suele ser "demandado." Entra en posesión de los propietarios de las empresas a través del ahorro, la herencia, o el financiamiento. El mercado de capital afecta sólo a las operaciones de crédito y el precio que en él se determina es la tasa de interés y no la tasa de beneficio.
El capital no es, por tanto, fuente de valor de cambio. Lo mismo ocurre con la tierra. La tierra es un elemento natural por cuyo uso se cobra sólo porque dicho uso está monopolizado por parte del propietario, lo que le permite exigir se le entregue parte del producto.
En un segundo aspecto, Say se opone a la teoría clásica. Rechaza la definición dada por Smith del trabajo productivo como el trabajo ejecutado en función de la fabricación de un objeto material. Existen, dice, productos inmateriales que son objeto de intercambio; por ejemplo, la "industria del médico." Es necesario situarlos en el mismo plano que los productos materiales. Asimila a la industria del médico a los militares y administradores públicos. Say sostiene que "todos los que proporcionan una utilidad verdadera a cambio de sus salarios, son productivos."
La ley de los mercados.
Say se opone a casi todos los puntos de los economistas ingleses. No obstante, en cuestión de mercados está de acuerdo con ellos. Conviene subrayar - escribe Say -, que un producto terminado ofrece, desde este mismo instante, un mercado a otros productos por todo el importe de su valor. En efecto, cuando el último productor ha terminado un producto, su mayor deseo es venderlo, a fin de que el valor de este producto no se inmovilice en sus manos. Pero se encuentra no menos impulsado a desprenderse del dinero que le ha producido la venta, para que no se le inmovilice el valor del dinero. Ahora bien, no puede desprenderse de su dinero comprando un producto cualquiera. Así pues, el sólo hecho de la formación de un producto facilita un mercado a otros productos.
Say desdeña el fenómeno de la tendencia al atesoramiento. No es cierto que el hombre siempre intente deshacerse lo más rápidamente posible del dinero. Muchas veces lo conserva para buscar mejores oportunidades de empleo. Por otra parte, si muchas personas quieren vender sin comprar simultáneamente, se produce una superproducción.
MALTHUS: PENSAMIENTO SOBRE POBLACIÓN Y ECONOMÍA.
El pensamiento económico de Thomas Malthus se compone de dos partes, una dedicada a los problemas de la población y la otra a lo inadecuado de la demanda agregada. El primer aspecto se discute en el Ensayo sobre el Principio de la Población, publicado en 1798, mientras que la deficiencia de la demanda general es el tema de sus Principios de Economía Política, que apareció en 1820. Sólo desde 1930, cuando la demanda agregada ha sido reconocida como un problema central en la economía, se dio a Malthus reconocimiento como precursor del pensamiento moderno.
El mensaje de la autoconfianza de Smith había sido de optimismo: Si se permite a las personas disponer sus asuntos de acuerdo a sus propios intereses, sin intervención del gobierno, harán una contribución substancial a la solución del problema de la escasez. En los escritos de Malthus se hace mucho por disipar ese optimismo. Malthus no cuestiona las bases del laissez faire de la economía de Smith pero se esfuerza en demostrar que aún bajo el laissez faire un país puede encontrar severos obstáculos para el bienestar económico, siendo uno de ellos la presión de la población.
El primer Ensayo de Malthus fue una respuesta a los profetas del progreso. Donde predicaban el optimismo Malthus predicó el pesimismo. Establece dos postulados, el primero, que el alimento es necesario para la subsistencia del hombre y, segundo, que la pasión entre los sexos es necesaria y permanecerá en su estado presente. Sobre la base de estos postulados concluye que "el poder de la población es indefinidamente mayor que el poder de la tierra para producir subsistencias para el hombre." Esto es porque la población cuando no se limita, crece en proporción geométrica, mientras que las subsistencias, en el mejor de los casos lo hace en proporción aritmética. La naturaleza, al hacer dependiente la existencia del hombre de los alimentos, hace iguales las dos fuerzas, y lo hace limitando el crecimiento de la población siempre que presione contra la provisión de alimentos. Los dos elementos de limitación son el vicio y la miseria.
Nadie sabe qué tan rápidamente crecería la población si no existieran restricciones a su crecimiento. "Nunca en la historia fueron los modos de vida tan puros y simples, ni los medios de subsistencia tan abundantes, que no existieran controles siempre que existió el matrimonio precoz; entre las clases bajas, por el temor de no tener la capacidad de proveer para la familia; o entre las clases superiores, por temor a disminuir su calidad de vida. Consecuentemente no hemos conocido un estado en el que el poder de la población para reproducirse haya sido dejado en total libertad."
Si la evidencia empírica no arroja luz sobre el potencial máximo para el crecimiento de la población, debe bastar con una aproximación. Malthus cree haber encontrado está en la situación demográfica de los Estados Unidos. En este país se ha observado que la población se duplica cada 25 años. Malthus acepta esto como base de su regla de que "la población, cuando no se le limita, se duplica a sí misma cada 25 años, o crece en proporción geométrica."
Año 1 25 50 75 100 125 150 175 200 225
Población 1 2 4 8 16 32 64 128 256 225
Subsistencias 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Así, la población, si no se limita, crecerá 512 veces después de 225 años, mientras que los alimentos lo harán sólo diez veces. No existiendo casi estadísticas sobre la producción agrícola en tiempos de Malthus, su evidencia empírica para la progresión aritmética es todavía más débil que la proporción geométrica de la población.
En el punto de vista de Malthus la población tiende a crecer mucho más rápido que la provisión de alimentos, " "la constante operación de esta fuerte ley de la necesidad" debe mantener limitada la población para que no sobrepase los medios de subsistencia. Más aún, la población es controlada por las subsistencias de manera aún más amplia. No sólo las subsistencias controlan su crecimiento sino que permitirá el crecimiento siempre que crezca la producción de los medios de subsistencia. El medio por él se establecen restricciones al crecimiento de la población son los dos controles del vicio y la miseria. Si la población crece antes de que se hayan expandido los alimentos, los precios de estos se elevarán y los salarios reales caerán. En el malestar conducente, el crecimiento de la población se detendrá temporalmente. Mientras tanto, la reducción en los salarios impulsará un creciente empleo de mano de obra sobre la tierra, crecerán los alimentos, y eventualmente se dará un nuevo estímulo para el crecimiento de la población en este movimiento pendular.
Los controles del vicio y la miseria pueden afectar la tasa de nacimientos, cuando se conocen como "preventivos," o la tasa de mortalidad, cuando son "positivos" o represivos. El control positivo opera sobre todo en las clases pobres, entre las cuales es alta la mortalidad infantil y la que surge generalmente de una nutrición inadecuada, hacinamiento, y mala salud. Las personas retrasarán su matrimonio por temor a la pérdida de status social. Malthus considera que tal demora es productiva de vicio y miseria.
A partir del principio de la población Malthus deriva la conclusión de que la asistencia pública para el pobre derrota su propio propósito. Sólo aumenta el malestar al causar la elevación de los precios de las provisiones sin añadir nada a su volumen. La asistencia pública promueve la pereza y el desperdicio. Impulsa a los pobres a fundar familias para las que no pueden proveer y en consecuencia "crean el pobre que mantienen." Lo que la sociedad da a los pobres lo toma de otros que lo merecen más. Igualmente objeta la construcción de vivienda para los pobres, ya que esto les impulsará a casarse.
Malthus no considera la presión de la población simplemente un problema para una preocupación futura sino que creía que "el período en el que el número de los hombres sobrepase a los medios de subsistencia ya está aquí" y que esto es la causa de las épocas de miseria que han ocurrido en la mayor parte de los países a lo largo de la historia registrada.
La doctrina de Malthus no debe interpretarse como una aprobación implícita del control natal. Su limitación por el control moral, el único que invocaba como remedio contra la presión de la población, se refería exclusivamente a demorar los matrimonios, con la observancia de una estricta continencia durante el período premarital. De hecho Malthus se oponía al control natal, que consideraba inmoral.
Para Marx, los males de la sociedad son más bien el resultado de arreglos institucionales inadecuados, los que fustiga en su crítica del capitalismo. Para él no existe una ley universal de población válida, y lo que en su tiempo parecía ser un problema de población eran solamente síntomas de otros desajustes en la sociedad curables mediante el cambio radical.
Al avanzar el siglo, la expansión de la producción agrícola y las mejoras en los sistemas de transporte arrojaron dudas sobre lo inadecuado de la provisión de alimentos. Todavía después, cuando en la década de 1880 los nacimientos empezaron su declinación en los países de le Europa occidental, hecho que coincidió con la difusión de la información sobre el control natal, la autoridad de Malthus se eclipsó para no revivir sino durante la época de la Gran Depresión en los 1930.
Malthus es mejor recordado como un estudioso de la población, pero tuvo también contribuciones importantes a la teoría económica. Al discutir las leyes para los pobres, trazó los efectos de los cambios en la asistencia pública, esto es, la transferencia de precios, asunto sobre el que recurre en su Investigación sobre la Causa del Presente Precio Alto sobre las provisiones de 1800. En esta obra, que recibió un elogio singular por parte de Keynes, Malthus no sólo ratifica el punto de vista que relaciona los cambios en los precios con los cambios en los ingresos sino que rechaza también explícitamente la interpretación que contempla los cambios en los precios primero como un fenómeno monetario Considera que los cambios en la cantidad de moneda son probablemente más un efecto de los cambios en los precios que su causa. No deja de reconocer, sin embargo, que una vez que ha incrementado la cantidad de dinero, actuará como un obstáculo para volver a los precios bajos.
El ahorro y la inversión
Smith, se recordará, había expuesto las virtudes de la moderación y enseñó que los ahorros son "inmediatamente transformados en inversiones. Malthus ahora hace una distinción entre el hombre de negocios frugal de Smith y el avaro miserable que atesora sus ahorros, con consecuencias adversas para la economía:
El hombre frugal para hacer más dinero, ahorra parte de sus ingresos, y los añade a su capital; y este capital o bien lo utiliza por sí mismo en el mantenimiento de mano de obra productiva, o lo presta a otra persona, la que probablemente lo empleará de esta manera. Beneficia al estado porque se suma al capital general; y porque la riqueza empleada como capital, no sólo pone en movimiento más mano de obra que cuando gasta lo que ingresa, sino que además contribuye a un trabajo de clase más valiosa. Pero el avaro...encierra su riqueza en el cajón, y no pone en movimiento trabajo de ningún orden.
El avaro, dice Malthus, "encierra el poder de producción".
El cálculo en el analisis economico
Una de las obras de Malthus, las Observaciones sobre los Efectos de las Leyes del Maíz, contiene la que probablemente es primera referencia en la economía inglesa respecto a la utilidad del cálculo diferencial para la teoría económica. Sin embargo, él mismo no sigue su sugerencia. Para Malthus, " la ciencia de la economía política tiene más parecido con la ciencias de la moral y la política que con las matemáticas.
Malthus y Ricardo
Smith ofreció un buen número de variantes a la teoría del valor-trabajo, y entre ella Malthus prefería el trabajo demandado" como medida del valor, mientras que Ricardo prefiere el "trabajo incorporado." Aparte de las diferencias acerca de la adecuación de la demanda agregada, las diferencias de ambos pensadores permanecen sobre estos tres puntos: (1) Malthus incluía la renta entre los rendimientos importantes que determinan el precio de un bien, mientras que Ricardo la excluyo, argumentando sólo sobre la base de los productos marginalmente producidos. (2) Los dos difieren en su elección de una medida invariable del valor, prefiriendo Ricardo el oro y Malthus el salario diario de la mano de obra común. (3) Ricardo no usa el análisis de la oferta y la demanda porque no le parece que señale directamente a lo que le preocupa mas como determinante fundamental del valor. Malthus, por otra parte, relaciona el costo de producción con la demanda e impulsa un enfoque centrado en la oferta y la demanda.
Malthus y Say
Al destacar lo inadecuado de la demanda agregada, Malthus no sólo difiere de Ricardo y sus seguidores sino también de Say, que desarrolló la ley de los mercados que lleva su nombre y que niega la posibilidad de una sobreproducción general. Al negar la validez de esta ley, esto es, rehusándose a aceptar la tendencia de la economía hacia el empleo total, Malthus arrojó luz sobre un rango totalmente nuevo de opciones en la teoría económica. En esta nueva luz surge como importante tarea el desarrollo de una teoría que explicaría la determinación del ingreso nacional, no meramente su distribución bajo las condiciones de empleo total, que era la tarea a la que Ricardo se había dedicado a sí mismo.
Los principios de Malthus.
El gran mensaje de los Principios de Malthus es la reducción deliberada del ahorro de una virtud absoluta a otra relativa. Malthus advierte sobre los efectos negativos del atesoramiento. Admite que la inversión requiere del ahorro, pero insiste también en que "el principio del ahorro, llevado al exceso, destruirá la motivación para la producción." La noción de una propensión óptima al consumo fue formulada por Malthus con estas palabras:
Si el consumo excede a la producción, debe disminuirse el capital del país y su riqueza debe ser gradualmente despojada de su deseo del poder de producir; si la producción está muy por encima del consumo, la motivación para acumular y producir debe cesar por el efecto de la demanda en aquellos que tienen los medios de producción principales. Debe existir un punto intermedio donde, tomando en consideración tanto el poder de producir como la voluntad de consumir, sea superior el respaldo al incremento de la riqueza.
Malthus distingue entre el ahorro nacional y el individual:
El ahorro nacional...considerado como el medio para una producción incrementada está confinado a más estrechos límites que el ahorro individual. Mientras que algunos individuos continúan gastando, otros pueden desear continuar ahorrando en gran forma; pero el ahorro nacional, en referencia a la masa total de productores y consumidores, debe estar necesariamente limitado por la cantidad que pueda ser empleada con ventaja en proveer la demanda para los productos; y para crear esta demanda. Debe existir un consumo adecuado y efectivo bien sea entre los productores o en otra clase de consumidores.
Malthus considera al dinero como "absolutamente necesaria para cualquier ahorro considerable."
Los puntos de vista de Malthus acerca de lo inadecuado de la demanda general están derivados inmediatamente de su teoría del valor: los bienes tienen valor en términos de la mano de obra que demandan, y esto puede quedar corto respecto al trabajo incorporado en ellos. De hecho, no habrá demanda de mano de obra a menos que el valor del producto exceda al del trabajo incorporado en el producto. El trabajo sólo no tiene la capacidad de comprar los productos de su industria puesto que los salarios son inferiores al valor de los productos. Por tanto, hay que confiar en otras clases para disponer de los productos, especialmente los ricos ociosos y sus sirvientes.
Las políticas fiscales que Malthus considera indican la independencia de una mente que se adelanta a su tiempo. Tiene sus dudas respecto al pago de la deuda pública a partir del ahorro. Discute los méritos relativos de una reducción de impuestos y un incremento en la compra por parte del gobierno de bienes y servicios y le asigna más importancia a esta última porque los efectos expansivos de una reducción de impuestos están limitados por el deseo de la gente de ahorrar una parte considerable del impuesto remitido. Las obras públicas financiadas con impuestos son más efectivas que las reducciones de impuestos si crean una mayor y mas cierta demanda de mano de obra y bienes.
LA ECONOMIA DE DAVID RICARDO.
El pensamiento de David Ricardo fue, ante todo una reacción y una transformación del gran sistema de Smith. Desde muy joven se empleo en la bolsa de valores, estableciéndose más tarde como corredor de bolsa, posición en la que se enriqueció y a la que más tarde renunció para hacerse miembro del parlamento inglés. La mayor parte de sus discursos se orientó a asuntos tales como la moneda circulante, la deuda nacional y las dificultades de la agricultura. Su propuesta de imponer un impuesto sobre el capital para pagar la deuda nacional fue considerada doctrinaria y le enajenó el aprecio de sus amigos y le hizo perder influencia.
Con Ricardo la economía pierde la tendencia empírica que había sido característica de Adam Smith y se vuelve más abstracta. También pierde su contacto con la filosofía y llega a ser verdaderamente autónoma, esto es, desligada de cualquier principio excepto aquellos generados por la lógica interna de su propio sistema de pensamiento.
El debate sobre los metales
Los escritos de Ricardo entre 1809 y 1813 tratan fundamentalmente sobre la controversia monetaria de su época. A partir de entonces su atención se torna gradualmente hacia los más amplios aspectos económicos presentados por el problema de la protección a la agricultura, sobre el que escribió sus Principios de Economía Política. Cuando Ricardo hizo imprimir un artículo en el periódico bajo el título " El Precio del Oro" , lo que ha sido llamado el más grande debate monetario alcanzaba su nivel más alto. La opinión estaba dividida entre los metalistas para quienes la inflación de la época de guerra era resultado de la expansión monetaria, y los anti metalistas, que la atribuían a la acción de otras causas. Ricardo abraza una estrecha teoría cuantitativa de la moneda. Para él era la expansión monetaria, y sólo ella, la responsable de la inflación de tiempo de guerra, misma que se hubiera evitado si el Banco de Inglaterra se hubiese mantenido apegado a la disciplina del estándar oro. Respecto a la balanza comercial desfavorable, no podría tener otra causa que una " redundancia de dinero " provocada por la expansión monetaria. Dice, " si consentimos en entregar nuestras monedas a cambio de bienes, debe ser por nuestra elección, no por la necesidad. " Ricardo niega la necesidad de equilibrar los movimientos del oro.: No es necesario exportar oro si el sólo propósito es mantener bajos los precios en el país exportador y elevarlos en el importador. Debe exportarse bienes ante todo.
La génesis de los principios
Ricardo desarrolló un sistema en el que la utilidad llegó a ser la piedra angular de su sistema, en agudo contraste con el punto de vista de Smith. Adam Smith había enseñado que según se acumula capital, la competencia entre los productores hace bajar la tasa de utilidad. Ricardo, por su parte, relaciona las utilidades a los salarios y, en última instancia, con el costo de producir las subsistencias del trabajador. Altos costos en la producción de alimentos producirán altos salarios y bajas utilidades; costos reducidos tendrán el efecto opuesto.
Producción versus distribución.
Ricardo enfoca el estudio de la economía general como un estudioso de la distribución, un cambio de énfasis respecto a Adam Smith quien había colocado la producción como el aspecto central.
El nuevo énfasis en la distribución estaba en línea con las circunstancias cambiantes de la época. La transición de la agricultura a la manufactura elevó la cuestión acerca de la participación relativa de los terratenientes y los capitalistas, y el sistema fabril, apenas surgiendo en la época de Adam Smith, iba ya en camino, presentando gradualmente ante el foro el problema de la mano de obra. El énfasis en la distribución era un nuevo aspecto en la historia del pensamiento económico. En la Edad Media, con su orden social relativamente inmóvil, la distribución no presentaba un problema especial, y el pensamiento económico estaba orientado primariamente al consumidor. Para los mercantilistas, el deseo de la ganancia ensombrecía cualquier otra consideración. Ricardo habla de tres clases sociales, los terratenientes, los capitalistas, y los trabajadores, los que reciben rentas, utilidades, y salarios. El principal problema en Política Económica era determinar las leyes que regulan esta distribución. La primera parte de su obra contiene la substancia de su teoría económica general e incluye capítulos acerca del valor, la renta, el precio, los salarios, las utilidades, y el comercio exterior.
El Capítulo de Ricardo sobre el valor empieza con estas palabras:
El valor de un artículo, o la cantidad de cualquier otro artículo por la cual será cambiado, depende de la cantidad relativa de mano de obra necesaria para su producción, y no de la mayor o menor compensación con el que se pague este trabajo.
Para Ricardo como para Smith, el valor es primariamente valor de cambio, más que valor de uso, y el valor de cambio tiene tres elementos constitutivos, utilidad, escasez, y trabajo - implicados en el bien cuyo valor ha de determinarse. Respecto a la utilidad, ningún bien que carece de utilidad puede tener valor de cambio, pero la utilidad no mide el valor de cambio. Por lo que se refiere a la escasez, ella sola determina el valor de los bienes que no pueden ser reproducidos mediante el trabajo. El valor de estos bienes reflejará la fuerza de la demanda por parte de aquellos ansiosos de adquirirlos. Más significativos son aquellos bienes que pueden ser reproducidos en cantidad mediante el trabajo humano, y es a estos, si se producen bajo condiciones de competencia irrestricta, que se aplica la teoría del valor de Ricardo, esto es, que su valor de cambio está regulado por la cantidad de trabajo incorporado en ellos.
Ricardo rechaza la versión alternativa de Smith de la "medida estándar del valor", esto es, el trabajo demandado. El trabajo incorporado y el trabajo demandado, señala, no son iguales, y el trabajo demandado es una cantidad altamente variable, sujeta a cambios en la demanda y la provisión de mano de obra y en los precios de los bienes en salarios.
Las dificultades que la teoría del valor-trabajo enfrentan se producen por la falta de homogeneidad de la mano de obra y porque el empleo del capital, que está asociado con la mano de obra en una proporción que varía en diferentes procesos de producción.
Todo esto implica el reconocimiento de la significación del elemento tiempo en el proceso de producción - los inversionistas reciben un rendimiento relativo a la extensión del tiempo que pasa antes de que rinda frutos la inversión, y el valor en cambio de los bienes será afectado por este rendimiento del capital. Los bienes se intercambiarán en la proporción del trabajo incorporado en ellos si mano de obra y capital estuvieran siempre combinados en la misma proporción, si todos los capitales fijos tuvieran igual durabilidad, y si las tasas de rotación el capital circulante fueran uniformes a través de toda la economía. Pero puesto que esto no es así, los cambios en los salarios afectarán el valor de cambio de los bienes.
Puede interpretarse esta teoría del valor no como una doctrina sobre el trabajo sino como del costo de producción, aunque excluyendo la renta.
Ricardo aplica su teoría del valor al dinero igualmente considerando el valor del dinero en los términos de una teoría del dinero como bien. Si el dinero ha de tratarse como un artículo, su valor reflejará la cantidad de mano de obra incorporado en él, como en el caso de los demás artículos. Un cambio en los salarios tendrá el mismo efecto sobre el precio del oro que sobre cualquier otro bien.
La invariable medida del valor
Ricardo persiguió la búsqueda de una medida invariable del valor. El valor real o natural, o valor absoluto, para él está determinado estrictamente por la cantidad de trabajo sacrificado en la producción de un bien. Ricardo estuvo, sin embargo, cerca de admitir que no existe bien alguno que pueda satisfacer los requerimientos de tal medida del valor invariable.
Por lo tanto, para ser una medida invariable del valor, un bien debe tener incorporado en todo tiempo la misma cantidad de mano de obra; tendría que haber sido producido exactamente con la misma combinación de capital fijo y la tasa de rotación del capital circulante empleado en su producción tendría que haber sido la misma que en la producción de todos los demás bienes. No puede encontrarse tal artículo. Sin embargo, facilitaría las cosas si fuera posible usar el oro como una aproximación hacia una perfecta medida invariable del valor. Esta es la solución, por tentativa que sea, que propone Ricardo. El oro puede servir como una aproximación a la medida invariable del valor si pudiera suponerse que su producción requiere siempre de la misma cantidad de mano de obra y que las dos clases de capital son empleadas en su producción en una proporción próxima al promedio utilizado en la producción de los demás bienes.
El valor y la distribución
Ricardo fue el primero en integrar una teoría del valor e integrarla con una teoría de la distribución y fue así el pionero de lo que llegaría a ser la principal preocupación de la teoría económica del siglo XIX: valor y distribución. En esta teoría Ricardiana del valor y la distribución se considera sin costo el uso de la tierra, y la renta parece ser como una transferencia de pago porque la tierra se mantiene en propiedad, porque es limitada en cantidad, y porque difiere respecto a fertilidad y localización. A diferencia del pago de salarios a los trabajadores o de la utilidad para el capitalista, el pago de la renta no tiene la naturaleza de un incentivo necesario para obtener los servicios deseados.
La teoría de la renta
De acuerdo al principio diferencial, los costos de producción difieren en los productos de diferentes lotes de tierra como lo hacen artículos producidos con dosis variantes de insumos de capital y mano de obra en el mismo lote de tierra. De acuerdo al principio marginal el valor en cambio de la producción está siempre regulado por el costo de producción incurrido "en las más favorables circunstancias." La renta es un superávit que se aumenta al propietario de la tierra cultivada bajo condiciones de costo más favorables que aquellas que prevalecen en los márgenes. La renta no es parte del costo de producción, "el maíz no es caro porque se pague renta, sino que la renta se paga porque el maíz es caro." Para demostrar este proceso de formación de la renta, Ricardo empieza con el modelo de un nuevo país, donde la tierra fuera gratuita y sólo se utilizara la mejor tierra. No se paga renta alguna en la primera aproximación de este modelo.
La teoría de los salarios
Para Ricardo, "la misma causa que eleva la renta, esto es, la creciente dificultad de proporcionar una cantidad adicional de alimentos con la misma cantidad proporcional de trabajo, elevará igualmente los precios." Los crecientes precios de los alimentos tenderán a incrementar "el precio natural de la mano de obra," el salario que permita a los trabajadores "subsistir y perpetuar su raza, sin aumento ni disminución." Salarios altos estimularán el crecimiento de la población, y cuando como consecuencia se aumenta la provisión de mano de obra, los salarios caerán. Cuando los salarios son bajos, caerán la población y la oferta de mano de obra, provocando un aumento en los salarios.
El salario de subsistencia o natural no es absolutamente fijo sino que varía de acuerdo al tiempo y al lugar, reflejando hábitos, costumbres e instituciones sujetas a cambio. Bajo condiciones de crecimiento económico sostenido el salario de mercado puede ser indefinidamente superior al de subsistencia, porque el crecimiento de capital provocará una elevación en la demanda de mano de obra.
Al crecer la población, el costo creciente de producir los alimentos no será compensado enteramente por salarios en dinero más altos de manera que el salario perderá poder adquisitivo.
La teoría de la utilidad
La teoría de la utilidad de Ricardo está desarrollada como corolario a sus teorías sobre los salarios y el valor. Los salarios en dinero se elevan en el curso del desarrollo económico, reflejando el aumento en los precios de los alimentos que acompaña al incremento de la mano de obra demandada para la producción agrícola. Los precios de las manufacturas, por otra parte, permanecen a su nivel establecido - la producción no requiere de una cantidad adicional de mano de obra. Por tanto, mientras aumentan los salarios en dinero, es probable que caigan las utilidades. Cuando la utilidad se aproxima a cero, no habrá mayor estímulo para la acumulación de capital. El crecimiento de la población cesará al no existir fondos adicionales para sostener a más trabajadores. "Casi el producto total de un país, después de pagar a los trabajadores, será propiedad de los terratenientes y de los recaudadores de impuestos." En su Ensayo sobre las utilidades el interés del terrateniente está siempre caracterizado como "siempre opuesto al interés de todas las demás clases de la sociedad.
El sistema de Ricardo.
En general, los bienes se intercambian a precios proporcionales a la cantidad de mano de obra incorporada en ellos. Los salarios tienden a mantenerse al nivel de subsistencia. Existen rendimientos decrecientes, que elevan el costo de la producción de alimentos. En el curso del desarrollo económico, los salarios en dinero subirán, reduciendo las utilidades. La renta subirá como una diferencia en el costo de producción al margen. Al aproximarse a cero la utilidad cesaría la acumulación de capital. La libertad comercial puede frenar este proceso.
DE RICARDO A MILL
Desde 1823, año de la muerte de Ricardo, hasta 1848, cuando John Stuart Mill publicó sus Principios de Política Económica no surgió una figura imponente cuya imagen impresionara por sí misma el pensamiento económico contemporáneo como lo hicieron Ricardo y John Stuart Mill. El período estuvo, sin embargo, repleto de figuras secundarias que o bien consolidaron los logros del pasado o fueron pioneros al dar una nueva dirección al pensamiento económico. Así Bentham di-fundió la creencia en el utilitarismo. Torrens, codescubridor de las teorías de la renta y la ventaja competitiva, es-tuvo presente en las discusiones acerca del comercio internacional y la colonización. Senior fue un pensador respetado, virtualmente el único en profundizar en los fundamentos teóricos de la economía clásica. Richard Jones atacó los métodos de los economistas clásicos y se convirtió en el primer economista histórico de Inglaterra. Surgió el trabajo de Robert Owen conocido como un socialista Ricardiano (y quien es de recordar en el pensamiento administrativo por su preocupación por la integridad de la persona humana). En Francia, donde la tradición intelectual de racionalismo creaba los mejores auspicios para la construcción de esquemas especulativos para la reorganización social surgieron Saint Simón y Fourier como líderes del pensamiento económico en el siglo XIX. En los Estados Unidos de desarrolló una rama característicamente americana de economía en la década de 1820. Buen número de escritores siguieron el patrón general de los clásicos pero haciendo excepción de teorías específicas, especialmente aquellas sobre la población y la renta, que les parecían poco adecuadas para las realidades del Nuevo Mundo. Otros llegaron a apartarse más de los clásicos oponiéndose a la libertad de comercio y asignando al gobierno funciones importantes en la promoción del desarrollo económico.
Bentham
Jeremías Bentham se convirtió en la cabeza de los radicales filosóficos y fue conocido como reformador y filósofo de la reforma más que como economista. Publicó su Defensa de la Usura criticando a Adam Smith por permitir un techo legal en la tasa de interés. Pero no fue la economía técnica de Bentham la que ejerció mayor estímulo sobre el pensamiento de su tiempo, sino su utilitarismo. Aquí rompió nuevas rutas apartándose del laissez faire, y aquí también, al hacer a la utilidad el concepto central de su reforma, expandió en gran manera el área de especulación que habría de convertirse en preocupación para generaciones posteriores de economistas.
Bentham era, ante todo, un estudioso del Derecho. Consideraba su tarea más importante la reforma del Derecho y el desarrollo de una ciencia de la legislación, la cual pensaba derivar del principio de utilitarismo. Escribía "la naturaleza ha colocado a la humanidad bajo el reinado de dos soberanos principales, dolor y placer. Ellos gobiernan todo lo que hacemos." En el centro de su pensamiento no está la felicidad individual sino el "principio de utilidad" o principio de la mayor felicidad, que considera como el mayor bien la mayor felicidad para el mayor número. Para él no existía una armonía de intereses como la postulada por Smith. Hace recaer en el gobierno la tarea de producir una armonía artificial por medio de la legislación. Para Bentham, es una función de la legislación y de la ciencia que de ella trata el establecer un sistema de castigos y recompensas que induzcan a los individuos a perseguir acciones que conduzcan a la mayor felicidad para el mayor número.
Como derivado e "inmediatamente subordinado" al principio de la máxima felicidad, listaba cuatro grandes objetivos de la política pública, que clasificaba por rango en orden de subsistencia, seguridad, abundancia, e igualdad. Todo esto apartó a Bentham, de la posición del laissez faire y abrió nuevas tendencias en el pensamiento económico. Cuando él, a pesar de su oposición al establecimiento de un techo para la tasa de interés, propuso un techo similar para el precio del maíz, demostraba su poca disposición para confiar siempre en la in-variabilidad de las fuerzas del mercado. Cuando sugería que el gobierno se encargara del negocio del seguro de vida, ponía el germen para la idea de la seguridad social. Su pensamiento monetario se apartó de Ricardo; enfatizaba la expansión económica como medio para alcanzar el empleo total, y su discusión de este problema muestra su conciencia respecto a la importancia del atesoramiento, ahorro forzado, la relación entre ahorro e inversión, la propensión al consumo, y otros asuntos que forman el contenido del análisis moderno sobre el ingreso y el empleo.
En su modelo utilitarista de toma de decisiones, decidió que los placeres y dolores pueden ser ordenados de acuerdo a su valor y que este puede estimarse teniendo en cuenta ciertas "dimensiones" como intensidad, duración, certeza o incertidumbre, cercanía o lejanía, del placer o del dolor. Se su-maría otra dimensión, la extensión, si el asunto involucrara a un grupo de personas y no a un individuo.
El papel de Bentham en la discusión económica fue sólo periférico. No fue su economía técnica sino su utilitarismo lo que proporcionó el estímulo y el reto para el pensamiento de John Stuart Mill.
James Mill, Padre de John Stuart Mill.
Después de 10 años de trabajo produjo una obra monumental, La Historia de la India Británica, que le condujo a la fama y el empleo en la Compañía de las Indias Orientales, en la que alcanzó importantes puestos, aunque nunca había estado en la India. Para Mill la utilidad era la prueba de todas las cosas, incluyendo el rango de civilización. Proclamaría: "Exactamente en proporción a la Utilidad es el objeto de todo lo que pueda perseguir una nación civilizada." Su preocupación principal fue la difusión de las ideas de Ricardo, por lo que publicó el primer libro de texto sobre economía, sus Elementos de Economía Política, que sigue en lo general el pensamiento de Ricardo. Mill llega a defender la teoría del valor trabajo en forma menos calificada de lo que lo hizo Ricardo. Atribuiría el valor del vino añejado a un in-cremento de la mano de obra gastada en él y se referiría al capital como "trabajo atesorado." De manera similar a Malthus, es opinión de Mill que el crecimiento de la población tiende a superar el crecimiento del capital.
Mcculloch
Como Mill, escribió un texto, Principios de Economía Política. La aparición de este trabajo coincide con el ataque, por parte de Samuel Bailey, sobre la teoría del valor-trabajo de Ricardo, la que respaldaba McCulloch. Anticipaba la necesidad de una justificación más completa de las utilidades, las que Ricardo describía como un superávit sobre los salarios destinado a compensar al capitalista por su esfuerzo y el riesgo corrido al poner su capital en un uso productivo. Así como Mill se refirió al capital como "trabajo atesorado," McCulloch le llamaría "trabajo acumulado." Para él, "las utilidades, en el análisis final, se resolverán en salarios, los salarios de la mano de obra acumulada, y los salarios a su vez constituyen las utilidades de los propietarios de la máquina llamada hombre."
Respecto a los salarios, McCulloch distingue entre la tasa real o de mercado, la que considera dependiente de la proporción en que el capital se encuentra ante el todo de la población laboral - la teoría del fondo salarial - y la tasa natural o necesaria, igual a la subsistencia, que forma un piso para la tasa de mercado. Apoya fuertemente los salarios altos. La experiencia de todas las épocas y naciones prueba que los salarios altos son de inmediato el mas fuerte estímulo para el esfuerzo, y el mejor medio de ligar a las personas a las instituciones bajo las que viven. En el largo plazo, según McCulloch, ni la supresión ni la operación de los sindicatos laborales tendrá efecto sobre los salarios. Si los salarios están deprimidos en una cierta línea de trabajo, se atraerá el capital y se elevarán los salarios. Los sindica-tos, sin embargo, pueden acortar el intervalo antes de que las fuerzas de la competencia produzcan un incremento en los salarios.
Torrens
Sus intereses incluían la teoría económica, dinero y banca, política comercial y colonización. Formando parte de la corriente del pensamiento económico, algunas contribuciones de Torrens fueron descubrimientos múltiples por las que tiene que compartir el crédito con otros - Ricardo, Malthus, John Stuart Mill. Fue la mala fortuna de Torrens que sus codescubridores fueran las más grandes figuras del pensamiento económico de su tiempo. La teoría del valor de Torrens contiene tanto una crítica acerca de la teoría del valor-traba-jo de Ricardo, una de las primeras, como una contribución positiva con una teoría del valor propia. Negaba la validez de una teoría del valor trabajo en una economía multifactorial y se negó a participar en la búsqueda de una medida invariable del valor. Para él, el valor es una mera relación entre bienes, no entre las cantidades de trabajo incorporado en ellos sino entre las cantidades de capital, incluido el desembolso en salarios, invertido en su producción. Si la competencia iguala las tasas de utilidad a través de la economía, entonces, argumentaba Torrens, los bienes deben intercambiarse en proporciona al capital invertido en ellos.
Ricardo y sus seguidores rechazan la teoría del valor de Torrens y para ellos fue una ofensa que se rehusara a participar en la búsqueda de una medida invariable del valor, tan importante para Ricardo. Sin esta medida, escribía Ricardo, un cambio en el valor relativo de las cantidades de capital empleado en diferentes empresas dejaría sin contestar la pregunta de cuál de los capitales ha cambiado de valor.
Torrens, en sus Cartas sobre Política Comercial, señalaba que un país puede mejorar los términos de su comercio por medio de las tarifas de derechos y sobre esta base hace una importante defensa de la reciprocidad como piedra angular de la política comercial de un país. Un país, insistía, no debe bajar sus tarifas unilateralmente sino sólo si este paso va acompañado de reducciones semejantes en otros países.
La escuela del circulante contra la escuela banquista
Una vez pasada la controversia sobre los metales, surgió en Inglaterra un segundo debate monetario en el que participaron todos los economistas líderes. Cuando tuvo lugar el de-bate sobre los metales, Inglaterra se encontraba bajo un estándar de papel moneda no convertible. El segundo gran debate monetario ocurrió bajo un sistema monetario diferente. Había sido restaurado el patrón oro y se habían reanudado los pagos en metálico. Sin embargo, las quejas acerca de los desordenes monetarios eran interminables. Existieron fluctuaciones dolorosas, y períodos de expansión monetaria seguidos a veces por movimientos contrarios y corridas contra los bancos. En 1839, debido a una salida al exterior que amenazaba con la suspensión de pagos en oro, el Banco de Francia vino en ayuda de Inglaterra, situación considerada humillante por muchos ingleses. Pocos participantes en este debate negaban la deseabilidad de un estándar metálico. La escuela de Birmingham luchó contra el patrón oro y pidió la expansión de papel moneda no convertible como medio para alcanzar el empleo total.
Al final, no obstante, la discusión se cerró respecto a la organización adecuada del patrón de papel convertible, y surgieron dos escuelas de pensamiento, la una adhiriéndose al principio banquista y la otra al principio del circulante.
El punto de discusión principal entre las dos escuelas era el adecuado control de la provisión de dinero. De acuerdo al principio del circulante, una moneda formada por oro y papel convertible se comportaría exactamente de la misma manera que lo haría una moneda consistente sólo de oro - se expandirá y contraerá en la misma extensión con que el oro fluya hacia o fuera del país. Tal comportamiento del dinero, mantenían los seguidores del principio del circulante, no se produciría automáticamente sino que requeriría de la regulación de la cantidad de papel moneda para que se conformara con el principio.
La escuela banquista, por otro lado, niega la necesidad de tal regulación y en su lugar deja la determinación de la cantidad de papel moneda al criterio de la comunidad banca-ria, disciplinada por el requerimiento de convertibilidad. Más aún, esta escuela negaba que una moneda enteramente metálica se comportara de la manera postulada por la escuela del circulante, esto es que se expandiera o contrajera de acuerdo a los movimientos internacionales del oro. Tales movimientos, en lugar de llenar o vaciar el oro en circulación, podrían en cambio llenar o vaciar las arcas del atesoramiento del oro, esto es, las reservas en metálico del sistema bancario. Otra arma de esta escuela era la teoría del "reflujo" - los billetes de banco son emitidos contra créditos, y cuando estos vencen una cantidad igual de billetes fluirá de regreso al banco. Así si la convertibilidad fallará en garantizar la adecuada limitación del papel moneda, el reflujo la aseguraría. Más aún, la escuela banquista señalaba que lo que hoy se conoce como masa monetaria consiste no sólo de oro y papel moneda, sino de todos los depósitos bancarios y letras de cambio.
El gran debate terminó al pasarse el Acta Constitutiva Bancaria en 1844, que separó las funciones bancarias y monetarias del Banco de Inglaterra y restringió la emisión de billetes de acuerdo con las propuestas de la escuela del circulante. Fue Ricardo con sus contribuciones al debate sobre los metales quien propuso un límite a la emisión de papel no con-vertible hasta un importe tal del que pudiera ser emitido en condiciones de convertibilidad. Torrens fue el gran líder de la escuela del circulante.
Tooke
La escuela banquista fue encabezada por Thomas Tooke, quien se rehusaba a interpretar los cambios en los precios generales como un fenómeno monetario y en su lugar los atribuía a los cambios en la oferta y la demanda de bienes y ser-vicios. Así los cambios en la masa monetaria aparecen como una reacción pasiva a los cambios que ocurren en el mercado de bienes y servicios.
Senior
Se recuerda a Senior por sus contribuciones a la teoría y metodología económicas así como a la economía aplicada. Pronunció puntos de vista acerca de la naturaleza y alcance de la economía y las funciones del economista. La economía política, que trata sobre la riqueza, debe distinguirse de la ciencia de la legislación, que tiene la felicidad o el bienestar como materia. La riqueza y el bienestar no son en manera alguna idénticas, y el economista debe recordar siempre que las consideraciones acerca de la riqueza no son ni los únicos ni los más importantes elementos para la solución de problemas de política.
Senior buscó establecer la economía como una ciencia positiva y deductiva de validez universal. Insistió en que la economía depende del razonamiento mas que de la observación. Las proposiciones elementales de Senior, la base de su economía positiva y deductiva, son: (1) el deseo del hombre de obtener riqueza adicional con el mínimo posible de sacrificio; (2) la propensión del hombre a crecer en número, que está limitada sólo por la moral o el mal físico o el temor a perder el propio nivel de vida; (3) la productividad del capital; y (4) el principio de los rendimientos decrecientes en la agricultura.
La contribución de Senior a la substancia de la teoría económica incluye una teoría subjetiva del valor, la que como Say deriva de la utilidad y la escasez, considera la utilidad como relativa, y hace una formulación incipiente del principio de la utilidad marginal decreciente: "El pacer disminuye en una proporción rápidamente creciente..." La contribución de Senior que más influyó sobre el pensamiento económico de su época fue su interpretación del capital como resultado de la "abstinencia" - "ese agente, distinto del trabajo y de las fuerzas de la naturaleza, cuya concurrencia es necesaria para la existencia del capital, y que está en la misma relación con la utilidad que el trabajo tiene respecto a los salarios."
A diferencia de John Stuart Mill, Senior no simpatiza con los sindicatos puesto que considera que el trabajador individual es el mejor juez de sus propios intereses. Respaldó la legislación en materia de salud y habitación popular, educación elemental gratuita, y la reglamentación del empleo de los niños, pero no de las mujeres, a quienes, como Mill, consideraba tan capaces de manejar sus propios asuntos como los hombres.
Pensamiento económico norteamericano
Henry Carey, en los Estados Unidos formó la primera tradición del pensamiento económico norteamericano, que estaba basado en los famosos papeles sobre el estado de Alexander Hamilton, el arquitecto del "gran sistema americano."
Raymond
Daniel Raymond, un abogado de Baltimore, proporcionó en sus Pensamientos sobre Política Económica, de 1820 una base para una política pública activa para la promoción del desarrollo económico distinguiendo entre la riqueza individual y la nacional, haciendo de esta última su preocupación principal. Define la riqueza nacional como "capacidad" de producir bienes. Se asigna al gobierno la función de engrandecer esta capacidad con la ayuda de políticas proteccionistas, a las que Raymond daba un mayor énfasis que las políticas de subsidios en las que Hamilton ponía toda su confianza. En su petición de tarifas proteccionistas hace uso de los argumentos de la industria infantil y del empleo, hablando específicamente del "empleo total."
List
Se recuerda a List por su Sistema Nacional de Economía Política, publicada en Alemania en 1841 pero anticipada en su Lineamientos de Economía Política Americana, escrita para los proteccionistas del estado de Pennsylvania. Rechaza tanto el punto de vista cosmopolita como el individualista y abraza el nacionalismo, poniendo llanamente sobre el gobierno la función de desarrollar las "fuerzas productivas" de una nación, que contrasta con la producción real. Una vez desarrolladas totalmente las fuerzas productivas, puede ser adecuada una política de libertad de comercio, pero la protección interina es indispensable.
Carey
Sus ideas estaban marcadas por el nacionalismo, el optimismo, y la creencia en la subyacente armonía de los intereses económicos.
El Ensayo sobre la Tasa de los Salarios de Carey contiene el germen de su "ley de la distribución," que mantiene que con el capital creciendo más rápidamente que la población, y con una producción incrementada, las utilidades crecerán en forma absoluta sin tener que reducir los salarios, los que crecerán también de manera absoluta. Expandió la armonía establecida en su Ensayo entre el patrón y el capitalista para incluir también al terrateniente, cuyo rendimiento se interpretaba como el reflejo de la aplicación del capital a la tierra más que como la operación de las fuerzas de la naturaleza.
La teoría de la renta de Carey se oponía a la secuencia Ricardiana y sobre la base de la experiencia americana encontraba la expansión de los cultivos a partir de las peores tierras a las mejores, con rendimientos crecientes más que decrecientes. En su trabajo El Pasado, el Presente y el Futuro, rompe con las ideas de la libertad de comercio y se vuelve un vigoroso defensor del proteccionismo. Bajo el proteccionismo el costo del transporte se reducirá. Su "ley de asociación" requiere de la diversificación de las actividades económicas en lugar de una estrecha especialización, de la difusión de una población creciente, y una organización descentralizada de la sociedad.
En su obra La Armonía de Intereses, rompe con Raymond, quien había reconocido la posibilidad de conflicto entre diferentes grupos económicos y asignaba al gobierno la función de árbitro en tales conflictos. Carey proclamaría su apego a las ideas de Adam Smith mientras expresaba violenta oposición a las de Malthus y Ricardo. Como otros escritores americanos encontraba mucho que criticar en las teorías clásicas sobre población y distribución, que le parecían poco adecuadas para el entorno americano donde la mano de obra era escasa, la tierra abundante, y las oportunidades ilimitadas. Su trabajo parece confirmar la opinión frecuentemente expresada de que un país nuevo requiere de una economía nueva, basada en instituciones políticas y condiciones económicas diferentes de aquellas que prevalecían en el Viejo Mundo. El surgimiento de una nueva economía, característicamente americana, representaba un desafío así para la pretensión de aplicación universal de los clásicos.
Cardozo, Tucker, y Everett
No todos los escritores americanos fueron proteccionistas, y puesto que a menudo la doctrina refleja opiniones regionales, los escritores sureños se inclinaron a respaldar la teoría de Ricardo sobre la libertad comercial.
George Tucker en sus Leyes de los Salarios, Utilidades y Renta, de 1837, señaló una nueva teoría del valor declarando que "el valor, en su sentido más amplio, significa el sentimiento con que consideramos cualquier cosa que nos pueda prestar algún beneficio y permitirnos una gratificación." Pero aunque caracterizaba el valor como "una emoción de la mente," falló en desarrollar más lejos la idea y la colocó lado a lado con la teoría del valor trabajo. Tucker fue más pesimista que otros escritores americanos y visualizaba el desarrollo económico como producido por salarios reducidos y cambios en el consumo de nutrientes, cuya producción requiere de menos tierra, por ejemplo de carne a cereales, y de estos a papas.
Pocos americanos encuentran convincente la doctrina de Malthus sobre la población. Cardozo la critica por su negligencia de los factores institucionales. El error de Malthus, expresó, consistió en proclamar como una ley de la naturaleza lo que "puede ser el resultado de una organización social imperfecta."
Everett adscribía a la población efectos favorables sobre la especialización y la productividad y los consideraba lo suficientemente fuertes como para producir mayor abundancia más que escasez.
Rae
La contribución más importante de Rae fue su teoría del capital, en la cual juega un papel central la diferente valuación de los bienes presentes y futuros. Los "instrumentos," como Rae llama a los bienes de capital, están diseñados para proveer a nuestras necesidades futuras. Entre su formación y el consumo existe un intervalo durante el cual producen un rendimiento, medido por el número de años que toma el duplicar la cantidad de trabajo gastado en su formación, La formación de capital requiere del sacrificio de un bien presente pequeño en aras de un bien futuro mayor. Rae denomina a la disposición de hacer tal sacrificio el "deseo efectivo de la acumulación," y bajo este título presenta su discusión original y magistral sobre las causas que determinan la acumulación de capital. La fuerza del deseo efectivo de acumulación es relativo a las afecciones sociales y benevolentes del hombre, esto es, su habilidad de tomar un punto de vista de largo plazo y sus facultades intelectuales. Las dos son interdependientes, "las afecciones excitan el intelecto para descubrir los medios de producir el bien, el intelecto abre un canal para las afecciones dándole el poder de hacer el bien."
La división del trabajo y el progreso tecnológico acelerarán el ritmo de rendimiento de las inversiones. Así surge una nueva función del gobierno, equipar a la sociedad mas adecuadamente con los medios para satisfacer necesidades fu-turas impulsando las invenciones y el progreso tecnológico. Lo que propuso Rae se realizó cien años más tarde cuando el gobierno tomó la responsabilidad mayor para financiar la investigación y el desarrollo.
18. John Stuart Mill.
A diferencia de Malthus y de Ricardo, John Stuart Mill dejó su marca no solo en la economía sino en la filosofía y la política asimismo. Su pensamiento político planteó cuestiones relevantes todavía para todos aquellos para quienes la libertad es algo importante. Fue su más amplio interés por la posición del hombre en el cosmos y la sociedad, con las reglas de su pensamiento y con sus acciones, que dio una nueva dirección y enfoque a las contribuciones de Mill a la economía. En el punto de vista amplio del pensamiento de Mill la economía pura de la producción o de la eficiencia abren camino a conceptos más integrales en los que la calidad de la vida y el desarrollo total del individuo se levantan. Mill fue un economista técnico, y un maestro, pero su economía técnica está conformada por las preocupaciones de un filósofo social.
Mill no solo estaba convencido de la importancia suprema del desarrollo total del individuo sino que vio en tal desarrollo la única esperanza de la humanidad. Aunque Mill en lo general se adhiere a la doctrina sobre la población de Malthus y a la teoría de Ricardo sobre la distribución, la posibilidad de la regeneración humana, siempre presente en el trabajo de Mill, quita la mancha del dilema de la población, el salario de subsistencia, el estado estacionario, y otros aspectos dolorosos de la economía clásica. En lugar del negro panorama de las economías de Malthus y de Ricardo el pensamiento de Mill ofrece la promesa de un optimismo mesurado. "Nadie cuya opinión merezca ser considerada", escribe en su Utilitarismo, "puede dudar que la mayoría de los grandes males de este mundo son removibles, y lo serán, si continúan mejorando los asuntos humanos". El mesurado optimismo de Mill redime la economía clásica al hacerla compatible con la creencia en el progreso.
Mill trabajó para la Compañía de las Indias Occidentales, en la que ocupó altos puestos durante 35 años hasta su retiro cuando la compañía fue liquidada en 1858.
El utilitarismo de Mill
Mill está de acuerdo con la idea central de Bentham, que las acciones son rectas en la proporción en que tienden a promover la felicidad e incorrectas cuando tienden a producir lo contrario de ella. Sin embargo, considera, no solo la cantidad de placer, como lo hizo Bentham, sino también su calidad. Mientras para Bentham el placer de una persona contaba tanto como el de otra, el enfoque de Mill abre la puerta a una evaluación discriminada no solo de los placeres sino también de los agentes que los disfrutan. "Un ser con facultades más altas, requiere más para ser feliz".
La teoría de la utilidad moderna ha seguido los puntos de vista de Bentham más que los de Mill en no preocuparse de la calidad inherente de los productos. Coloca la elección no entre las clases de bienes sino entre las unidades de bienes en el punto marginal.
Contribuciones a la economía internacional
La división de la ganancia del comercio.
Mill desarrolló sus ideas acerca de la distribución de las ganancias que se obtienen por el comercio internacional. Ricardo había demostrado que existe una ganancia en el comercio pero dejó abierta la interrogante de su distribución entre los socios comerciales.
Mill, como Torrens, desarrolla la teoría de la ventaja competitiva a la que denomina teoría de la demanda recíproca. En esta teoría Mill discurre sobre la determinación de la razón del precio de las exportaciones en términos de las importaciones. De acuerdo con la teoría de la demanda recíproca los paños ingleses serán cambiados por vino portugués a un precio que se encuentra entre las razones de costos y es tal que permite obtener de Portugal exactamente la cantidad de vino que Inglaterra aceptará a cambio de los paños, y de Inglaterra exactamente la cantidad de tela que Portugal acepte a cambio del vino - o, lo que es lo mismo, a precios que hacen apreciable el vino en términos de telas -Inglaterra ofrecerá menos tela de la que Portugal está dispuesto a tomar y Portugal ofrecerá mas vino del que Inglaterra está dispuesta a aceptar. Inversamente, a precios que hacen la tela apreciable en términos de vino, Inglaterra ofrecerá más tela de la que Portugal está dispuesto a aceptar, y Portugal ofrecerá menos vino del que Inglaterra estaría dispuesta a comprar. En el precio de equilibrio no existirán sobrantes ni faltantes; en lugar de ello las cantidades demandadas para la importación igualarán a las cantidades de las exportaciones.
¿Qué determina las cantidades de tela y de vino que se ofrecen a diversos precios? Mill replica refiriéndose a los factores que constituyen la fuerza y la elasticidad de la demanda. Mientras más fuerte sea la demanda para un producto más favorables serán los términos comerciales para el país que lo produce y vice Versa. La discusión de Mill demuestra que entendía la demanda como una función y que estaba consciente de la significación de las variadas reacciones de los probables compradores ante los cambios en los precios, esto es, la elasticidad de la demanda.
Escribió:
Un incremento en el precio de un producto probablemente disminuirá la cantidad consumida. Puede disminuir tanto que aun al precio incrementado no se requiera un valor monetario tan grande como antes. Puede disminuir en una proporción tal que el valor monetario de la cantidad consumida sea exactamente la misma que antes. O puede no disminuir, o disminuir tan poco, que en consecuencia del precio más alto se compre un valor monetario mayor que el que se compraba anteriormente.
Tarifas y términos comerciales
Un derecho de importación, enseñaba, elevará el precio de las importaciones en el país importador, al precio superior la cantidad demandada se verá reducida como lo hará el ingreso total por ventas realizadas por el extranjero, quien no recibe el precio de la venta total sino disminuida por el importe del derecho. El ingreso por ventas obtenido por los extranjeros, o el valor de sus exportaciones ya no cubrirá el valor de las importaciones, perderán oro y sus precios caerán, mientras que los precios se elevarán en el país que impone la tarifa.
Mill enfatiza sin embargo, que el argumento desarrollado por él no tiende a respaldar una tarifa prohibitiva que ponga fin a todo el comercio y presente el riesgo de una revancha.
Suponiendo las exportaciones alemanas de lino, y las exportaciones de paños ingleses, y una tarifa inglesa sobre el lino, Mill describe el ajuste en la balanza de pagos después de que ha sido perturbado como resultado de la imposición de la tarifa:
Los precios caerán en Alemania y subirán en Inglaterra; el lino caerá en el mercado alemán; los paños se elevarán en el mercado inglés. Los alemanes pagarán un precio superior por los paños, y tendrán menos ingresos monetarios para comprar; mientras que los ingleses obtendrán el lino más barato, esto es, su precio excederá al que tenía previamente por el importe del derecho, mientras que sus medios de compra se verán incrementados por el aumento en sus ingresos monetarios.
El mecanismo de ajuste
El énfasis puesto en los términos precios e ingresos indica que el mecanismo de ajuste, tal como lo contempla Mill, incluye cambios tanto en los precios como en los ingresos. Hume había enseñado que una balanza comercial pasiva es responsable de los movimientos del oro, y que estos, en línea con la teoría cuantitativa del dinero, subirán los precios en el país que recibe el oro y los bajará en el país que lo pierde. Mill en cambio parece dar peso tanto a los cambios en precios como a los cambios en los ingresos.
La teoría del proceso de ajuste que contempla los cambios en los ingresos más que en los precios como el instrumento para la restauración del equilibrio ha estado en el liderazgo intelectual solo desde 1930 después de la publicación de la Teoría General de Keynes.
Mill y la ley de say
Say argumentaba que quien quiera que ofrezca un producto para su venta desea obtener un artículo a cambio de él, y es en consecuencia un comprador por el mismo hecho de ser vendedor. Mill acepta este punto solo bajo la suposición de que existe un estado de trueque, cuando la compra y la venta se combinan en una operación singular e indisoluble. El uso del dinero, sin embargo, divide la operación en dos transacciones separadas, que pueden ser ejecutadas en distintos períodos de tiempo. Aquel que vende no necesita comprar en el mismo momento en que realiza la venta; y en consecuencia no necesariamente se agrega a la demanda inmediata para un producto.
Con la separación en el tiempo de la compra y de la venta, puede ser fácilmente posible una situación de sobre oferta, no como resultado de sobre producción, sino de la falta de confianza. Una ansiedad general para vender sin demora coincide con una inclinación general a diferir las compras. Los inventarios subirán y los precios caerán. Mill considera, sin embargo, que el exceso de bienes es siempre temporal y será seguido generalmente por una demanda súbita.
El enfoque de Mill a la economía
La producción es la materia propia de la economía y - como lo es la tecnología - de las ciencias naturales. Esto es, sin embargo, más aparente que real, porque la economía es una ciencia moral preocupada con leyes de la mente, mientras que las ciencias naturales desarrollan leyes de la materia. Entre las ciencias morales o mentales, algunas enfatizan el papel del hombre como individuo, mientras que la economía le considera como viviendo en un estado de sociedad de la que forma parte o una unión o agregación de seres humanos con los que coopera sistemáticamente para propósitos comunes. La economía no trata con la naturaleza del hombre integral y su conducta en la sociedad sino que tiene un rango circunscrito mas estrechamente: le considera solamente como un ser deseoso de poseer riqueza y capaz de emitir juicios sobre la eficiencia comparativa de los medios para alcanzar este fin. En lo general, la economía se abstrae respecto a consideraciones no económicas, tomando en cuenta solamente tres aspectos humanos, la aversión del hombre a trabajar, su deseo de disfrutar al presente de placeres costosos y el principio de la población, todos los que han sido incorporados en la economía.
Así Mill construye un homo economicus pero no está totalmente consciente de que su artificio es un tipo ideal que rara vez tiene su contrapartida exacta en el mundo de la realidad.
Mill llega a la conclusión de que la economía es esencialmente una ciencia abstracta que llega a generalizaciones sobre la base de suposiciones hipotéticas que no necesitan basarse en hechos. A diferencia de las ciencias naturales, la economía ofrece un rango sumamente limitado para la experimentación controlada. Cuando se trata de aplicar la economía para propósitos de política práctica, es indispensable la verificación y existe algún rango para la observación de los hechos de la vida. Mill dice: "el simple economista político, aquel que no ha estudiado otra ciencia que la economía política, si trata de aplicar su ciencia a la práctica, fracasará.
Mill mismo era un ferviente seguidor de los preceptos metodológicos. Su conciencia de la necesidad de probar las hipótesis le hizo examinar la aplicabilidad de la ley de Say a una economía monetaria e interpretarla de modo que no hiciera violencia el hecho observado de la existencia de una sobreoferta ocasional de los artículos que buscan los compradores. Fue un crítico imparcial de sus propias teorías, dispuesto a admitir la existencia de hechos antes pasados por alto, y tenía la capacidad de ver las cosas desde el punto de vista de otros estudiantes de la materia. La actitud de Mill hacia su propio trabajo y su disposición de corregirlo en respuesta a razones que consideraba importantes indican qué tan seriamente tomaba en cuenta los preceptos metodológicos por los que abogaba.
Mill y Compte
Mill estuvo bajo la influencia de Augusto Compte, el positivista francés, y sus puntos de vista acerca del método adecuado para la economía y su lugar en las ciencias sociales muestran su intento de apegarse a las ideas de Compte y, si fuera posible, alcanzar una conciliación entre su propio pensamiento y el de Compte. El amplio e influyente sistema de Compte cubre todas las ciencias y toda la historia. Su sistema era de tipo cerrado, y le consideraba tan perfecto que cualquier pensamiento acerca de completarlo, corregirlo o mejorarlo le parecía imposible. Hizo una regla de su régimen de higiene cerebral no leer obras de nadie más, y si Mill no pudiera acomodar sus ideas a las suyas propias, tendrían ambos que separarse, lo que ocurrió finalmente.
Una de las ideas de Compte que Mill encontraba sugerentes y estimulantes eran la teoría de Compte sobre el consenso y su método positivo. El consenso de Compte insiste en la mutua interdependencia de todos los fenómenos sociales. Las tendencias filosóficas y religiosas de una época, sus creaciones literarias y artísticas, su tecnología y sus instituciones políticas y económicas no están solamente lado a lado sino que forman un todo integral. Están ligadas por un proceso de interacción por el cual un cambio profundo en un sector viene acompañado de cambios relativos en otros sectores. Con esta teoría del consenso el fundador de la sociología quiere desconocer la existencia de ninguna rama especializada de las ciencias sociales, encontrando en la sociología las únicas pistas que revelan las leyes que regulan la vida del hombre en sociedad. Respecto a la economía, Compte la encuentra defectuosa sobre la base de la teoría del consenso y el requerimiento de la inducción. Su mera existencia es violatoria de la primera, y su método no satisface la segunda. Compte hizo algunas observaciones amables acerca de Adam Smith pero, en general, no encuentra nada bueno en la economía, a la que encontraba indebidamente estrecha, poco científica, y preocupada mas con el significado de los términos que con la realidad - una rama de la metafísica, más que una auténtica ciencia.
Mill, por su parte, consideraba que si bien la sociología debía seguir el método inductivo, la economía debería seguir su propio método deductivo. Más aún, la economía debería complementarse con la "etología," una ciencia todavía por construirse, que sería de utilidad para revisar los descubrimientos de los economistas a la luz de patrones de conducta y respuestas características de diferentes países. Mill eventualmente abandonó el trabajo en esta propuesta ciencia, cuyo nombre aparecerá en tiempos modernos sirviendo otro propósito.
Los principios de Mill
Mill buscó poner al día lo que Ricardo había enseñado y armonizar "los principios establecidos por los mejores pensadores sobre la materia," con nuevas ideas - sobre la moneda, el comercio exterior, la colonización, etc.
Producción y distribución
La gran innovación, que Mill destaca colocándola al inicio de su obra, es la distinción que traza entre la producción y la distribución. Los principios que regulan la producción de riqueza están basados en las ciencias naturales y por tanto más allá del control del hombre, mientras que "a diferencia de las leyes de la producción, aquellas relativas a la distribución son parcialmente de institución humana" y por tanto sujetas de cambio.
Mill, sin embargo, acentúa la diferenciación entre producción al dejar de emplear como eslabón entre las dos la teoría del valor trabajo, el eslabón que Ricardo había forjado con este propósito en mente. Ni su libro sobre la producción ni aquel sobre la distribución contienen su teoría del valor, la que aparece bajo el encabezado de "intercambio." La posición de Mill parece tan distante de los puntos de vista de Ricardo como del pensamiento neoclásico, que coordina la producción y la distribución con ayuda de la teoría de la productividad marginal.
Sensible como fue Mill a toda propuesta para el cambio social, quiso consolidar la economía como una ciencia abierta más que cerrada. Su distinción entre producción y distribución buscaba una reorganización y reforma económicas. Al señalar la variabilidad de las leyes de la distribución, la división del trabajo que se produce con el laissez faire aparece sólo como uno de varios tipos de organización económica. A diferencia de Adam Smith, Mill contempla el laissez faire no como un sistema natural de libertad sino como una institución humana y como tal sujeta a que se pruebe su utilidad social.
Mill nunca cesó en su firme creencia de la necesidad de controlar el crecimiento de la población. Así como el punto de vista de Mill sobre la flexibilidad de la distribución soportaba su apertura de conciencia para propuestas de reformas sociales y económicas, su insistencia acerca de la naturaleza inflexible de la producción sirve como justificación para su opinión sobre una siempre presente necesidad de controlar los nacimientos.
La teoría del valor
La sensibilidad de Mill a las corrientes intelectuales de su tiempo no se extendió a dos asuntos doctrinales que dejó de percibir o a los que no reaccionó. Estos fueron la teoría del valor y el monopolio. Escribió, "felizmente, no hay nada en las leyes sobre el valor que permanezca sin escribirse hoy ni en el futuro; la teoría sobre la materia está ya completa." Esta omisión probablemente tenga que ver con su resistencia a desarrollar lado a lado con la teoría de la producción y la distribución una teoría sobre el consumo, que le hubiera proporcionado el marco analítico para una visión alternativa acerca del valor.
Monopolio y competencia
Un asunto más difícil que la teoría subjetiva del valor era la teoría del monopolio. La teoría económica desarrollada por Mill no era de carácter general como para reclamar validez en cualquier clase de mercado, ni dejaba alternativa para reflejar distintos tipos de mercados. Era válida sólo en el supuesto de la presencia de competencia, una limitación a su teoría que Mill nunca dejó de subrayar.
Estática y dinámica
Adaptando una idea desarrollada por Compte, Mill dividió la economía en una parte estática y otra dinámica sentando así un precedente para un nuevo punto de vista para la materia. La estática muestra los fenómenos en su coexistencia simultánea; la dinámica añade una teoría del movimiento que revela la naturaleza, las leyes, y las tendencias últimas del siempre presente cambio. La dinámica de Mill sigue las líneas principales de la economía Ricardiana, con la elevación de las rentas, caída de las utilidades, y salarios que permanecen apenas al nivel de subsistencia. Se coloca énfasis en el papel de la población y la necesidad de controlarla como un remedio para los bajos salarios y la pobreza.
Mill concluye su tratamiento sobre la dinámica económica con un capítulo sobre el probable futuro de las clases laborales, en el que expresa su creencia de que en el curso del tiempo la organización del trabajo dependiente, con su sistema salarial, dará lugar a nuevas disposiciones sociales tales como la participación en las utilidades, asociaciones entre trabajadores y capitalistas y, especialmente, cooperativas. Mill fue un estudiante pionero de las economías de escala, y consideraba a la cooperativa como la organización capaz de salvaguardias estas economías añadiendo a ello las ventajas en la productividad promovidas por los nuevos incentivos resultantes de la influencia de un armonioso espíritu de cooperación.
La teoría del fondo salarial
Hablando genéricamente, los exponentes de la teoría del fondo salarial consideraban la demanda de mano de obra como determinada por un fondo de capital destinado al mantenimiento de los trabajadores - el fondo salarial - y la oferta de trabajo como reflejo del tamaño de la población. Este punto de vista aparece como un cociente, siendo el dividendo el fondo salarial y el divisor el número de trabajadores. Para elevar los salarios es necesario reducir el divisor, esto es, controlar el crecimiento de la población. Se hace énfasis mas en el divisor que en el dividendo - el fondo salarial - porque se considera que este último es fijo, reflejando principalmente el importe de capital circulante destinado al pago de salarios.
Históricamente la idea del fondo salarial se origina en los puntos de vista de los Fisiócratas y Adam Smith de que el patrón anticipa los salarios en bienes o su valor monetario. En esta forma la idea señala la contribución del pasado a la producción presente, a un sacrificio para el capitalista, y a la dependencia de sus ahorros como fuente de salarios.
Mill admitió que el fondo salarial no era fijado por la cantidad de capital circulante sino que este podía ser suplementado con los ingresos del patrón que de otra manera se convertirían en ahorros o serían gastados en el consumo. Fue este punto de vista de Mill que el cambio doctrinal tuvo grandes consecuencias porque era ahora claro que ciertas combinaciones de trabajadores podrían asegurar salarios más altos. Aquellos que se encontraban bajo la influencia de la teoría del fondo salarial expresaban en ocasiones su opinión de que tal incremento sería seguido necesariamente en cortes en los salarios de otros trabajadores. No se llegaba, sin embargo, siempre a esta conclusión porque aun bajo la teoría del fondo salarial la acción colectiva podría ser necesaria para contrarrestar la superior fuerza de negociación de los patrones y colocar los salarios en un nivel competitivo. Mill consideraba favorablemente las actividades de los sindicatos, siempre que las mismas fueran voluntarias.
El papel del gobierno
Mill no compartía el punto de vista de su padre acerca del papel del gobierno y la organización deseable para la sociedad respecto a la identidad de intereses entre los gobernados y el gobierno representativo encargado de ellos. Se alarmó ante la posibilidad de abuso por parte de las mayorías en el poder e hizo buen número de propuestas destinadas a restringir la tiranía de las masas y dar un peso especial a las funciones políticas a hombres de independencia y excepcional capacidad.
PRECURSORES DEL PENSAMIENTO SOCIALISTA EN EL SIGLO XIX
Con la perspectiva del tiempo las lagunas y los errores de la economía política clásica nos parecen bastante evidentes. La teoría malthusiana de la población, del salario y del empleo parecería en la actualidad absurda. La negación de las crisis de sobreproducción y la aceptación de la eventualidad del estancamiento económico nos parecen igualmente inaceptables.
Como dice Keynes, Ricardo tuvo éxito porque sus planteamientos eran conformes a los intereses de la clase dirigente. Pero todos los que no aceptaban considerar como eterna la dominación de la burguesía se opusieron a los economistas. En los primeros años del siglo XIX, se asiste a la aparición, sobre todo en Francia e Inglaterra, de un socialismo naturalista. Se trata del socialismo asociacionista de Fourier y de Owen.
Simultáneamente el conde de Saint-Simón elabora unas opiniones que corresponden a los que puede considerarse como un socialismo tecnocrático. Una tercera corriente del pensamiento pre marxista socialista está representada por los autores que adoptan las tesis de los economistas para deducir de ellas conclusiones a la transformación de la sociedad: los principales son Sismondi en Francia, Thompson en Inglaterra y Rodbertus en Alemania. Todos estos autores pueden considerarse como representantes del socialismo pre marxista.
El socialismo asociacionista
Desde los tiempos más remotos han existido hombres que intentaron formar pequeños grupos de individuos dispuestos a separarse de la masa de los seres humanos con el fin de llevar una vida más perfecta.
Este antiguo ideal de vida perfecta en el marco de pequeñas comunidades reaparece a comienzos del siglo XIX, pero entre pensadores que se apartan del cristianismo, en general, y que profesan una concepción estrictamente naturalista del hombre. Los dos principales representantes de este nuevo socialismo son Carlos Fourier en Francia y Roberto Owen en Inglaterra.
Fourier
"los científicos, dice, han descubierto las leyes del movimiento material; ello es hermoso, pero no elimina la indigencia. Era necesario descubrir las leyes del movimiento social." Se compara a Newton y declara que aporta al mundo una teoría análoga a la de este sabio, pero válida para el mundo moral. Fourier establece en la base de su doctrina una concepción del hombre decididamente naturalista. Afirma que las pasiones del hombre son fundamentalmente buenas, que la ciencia del hombre se basa totalmente en la "teoría de las atracciones y repulsiones pasionales", finalmente que "las leyes de la atracción pasional" son en todo conformes a la atracción material explicada por Newton y Leibnitz.
De conformidad con estos principios, la historia humana no es más que un aspecto del movimiento universal que se divide en cuatro ramas principales: lo social, lo animal, lo orgánico y lo material. Fourier reconoce la existencia de una sucesión natural de fases distintas de la historia, o el de una evolución social natural. Después de la etapa primitiva, en la que se desconoce la sociedad, se suceden el salvajismo, el patriarcado, la civilización, que es la etapa actual y prepara el tránsito a una nueva etapa, la armonía. Percibe los signos del tránsito a la armonía en los desórdenes provocados por la preponderancia del comercio en el mundo y, sobre todo, del comercio inglés.
El espectáculo de los desórdenes de la revolución ha convencido a Fourier que debe haber en el mundo alguna alteración del orden natural. Es necesario, por lo tanto, que sea posible otro estado social, que permita, finalmente, a todas nuestras tendencias naturales ejercitarse libremente; este estado es la armonía a la que la humanidad está destinada. Se caracterizará por la generalización del "Falansterio" como base de la vida social, consistiendo esta institución en una asociación del trabajo y de la vida formada por un número perfectamente determinado de individuos, hombres y mujeres, que constituyen la "Falange." En él se ejercitará sobre todo el trabajo agrícola, ya que Fourier es enemigo de las ciudades y los grupos masivos. Desde el punto de vista jurídico, el falansterio será una sociedad por acciones, constituida gracias a las aportaciones de sus miembros, que no han de ser necesariamente iguales. Los beneficios irán en un proporción de 4/12 a los que aportan el capital y 5/12 a los trabajadores que carecerán de cualquier otro tipo de remuneración; lo restante estará destinado a remunerar el talento. Por consiguiente existirán en el falansterio clases diferentes, correspondientes a grados diversos de comodidad.
Fourier no propone que se haga una revolución. En virtud de sus tesis fundamentales, el tránsito a la nueva etapa de la historia se realizará necesariamente cuando haya llegado el momento.
Roberto Owen y el movimiento cooperativo
Owen no presenta una teoría de la evolución social. Se interesa en mejorar el carácter del individuo. Asocia estrechamente reforma moral y transformación del sistema económico. Su moral es rigurosamente laica y su irreligiosidad será causa de escándalo en Inglaterra. Llega hasta negar el libre arbitrio; pero precisamente porque piensa que el individuo es producto del medio ambiente, afirma que es susceptible de un inmenso progreso, que debe conducir a la sociedad hacia un estado de perfecta armonía.
Concibe, pues, una activa política de mejoramiento de las condiciones de vida del hombre, sobre todo en el trabajo, fundada en la ciencia de la moral o "etología." El principio esencial de esta ciencia será el de que los hombres encuentran interés en unirse en el trabajo, en cooperar unos con otros.
Comienza la lucha por la reforma social a partir del momento en que encuentra en posesión de autoridad, combate el alcoholismo con éxito y, para sustraer a sus obreros de la explotación de los comerciantes, organiza la venta de artículos de consumo al precio de mayorista. Finalmente conquista la confianza de sus obreros manteniéndoles sus salarios durante un paro de trabajo obligado de cuatro meses, debido al embargo de los Estados Unidos sobre el algodón. Al mismo tiempo se lanza a una campaña para proteger el trabajo de los menores. Aspira a suprimir los desequilibrios entre producción y consumo que se producen en la economía capitalista: para ello, piensa, es necesario modificar radicalmente la estructura económica, organizar la producción cooperativa sobre la base de la propiedad común de los medios de producción.
Su plan, que debe desembocar en la supresión de la propiedad privada, fuente de egoísmo, prevé un cierto período de tiempo para permitir que los individuos adquieran la mentalidad comunitaria. Owen fue asimismo uno de los promotores de los sindicatos obreros en Inglaterra.
Los socialistas asociacionistas, como Fourier y Owen, ignoran al estado. Una nación, en su perspectiva, debe constituirse de la yuxtaposición de cierto número de falansterios o de cooperativas que se administran por sí mismas. Este socialismo sedujo a muchos. Sin embargo tropieza ante una objeción fundamental. En el mundo moderno, la vida económica descansa sobre la existencia de relaciones extremadamente complejas entre todos los miembros de una nación, e incluso entre los miembros de naciones diferentes. Debemos reconocer, sin embargo, que sus partidarios han arrojado al mundo un ideal que permanece vivo: el de la gestión de las unidades de producción por los mismos trabajadores.
Saint-Simón
Es autor de la famosa parábola que lleva su nombre en la que Saint-Simón explica que si Francia perdiera en cada ciencia, en cada una de las artes, en cada industria, en cada oficio, los primeros cincuenta, se convertiría en un cuerpo sin alma; mientras que si tuviera la desgracia de perder el mismo día a todos los parientes próximos del rey, a todos los ministros, mariscales y miembros del Consejo de Estado, a todo el alto clero, a todos los prefectos y magistrados, a todos los burócratas y a los diez Mil propietarios más ricos, este accidente afligiría sin duda a los franceses porque tienen buen corazón, pero ningún mal político se produciría por ello.
El Socialismo de Saint-Simón
Encontramos, como en Fourier, un socialismo que quiere fundarse en un estudio científico de la historia. Afirma que la historia debe convertirse en una ciencia positiva, una "física social" que permita prever el porvenir. Muestra que la historia en una sucesión de períodos en los que reina cierto orden, y de épocas de crisis, en las que el orden antiguo es destruido, mientras que se prepara un orden nuevo. Después de la Revolución Francesa, comienza un nuevo período, que es el de la industria. En adelante, los fines de la sociedad no son ya la guerra y la conquista, sino la organización del trabajo y la producción.
Saint-Simón inventó el término de industrialismo para designar a su sistema, que quiere distinguir claramente del liberalismo. Su sistema no está dirigido en modo alguno contra los propietarios. Sin embargo pone por encima la obligación del trabajo y su organización.
Quiere organizar el trabajo con el fin de asegurar la mejora moral y física de la clase más débil. Pero entiende que esta organización económica ha de ser absolutamente distinta de la organización política. Lo que en realidad desea es que la industria se organice por sí misma, al abrigo de las intervenciones necesariamente torpes de los poderes establecidos. Llegará el momento en que la administración de las cosas podrá reemplazar enteramente al gobierno de las personas. Para ello, dice Saint-Simón es necesario confiar el poder a los industriales.
Por otra parte, mantiene el principio de la propiedad privada de los medios de producción o de los capitales. Ahora bien, los industriales y los banqueros, propietarios de los capitales o representantes de estos propietarios, actúan en función de la obtención de beneficios, y no, en absoluto, para servir al interés general. En consecuencia, resulta perfectamente imposible imaginar que puedan asegurar una organización del trabajo y del intercambio conforme al interés general. No se puede servir, a la vez, al capital y a la sociedad.
Los socialistas ricardianos
Se emplea este término para designar a los escritores socialistas que utilizan las tesis fundamentales de la economía política clásica para atacar la doctrina liberal.
Sismondi
Suizo radicado en Francia. Declara: nos encontramos frente a una nueva forma de mercantilismo de la que es necesario desprenderse: la dominación de la clase capitalista dirigida por los comerciantes y los jefes de industria, sobre la clase de los trabajadores.
El salario de los trabajadores, en efecto, nunca sube por encima de lo que necesita el obrero para vivir; ello no representa, sin duda, la consecuencia de una fatalidad absoluta, como creía Malthus, pero no deja de ser un hecho constante. Entre la remuneración al trabajador y el valor de lo que produce existe, en consecuencia, una diferencia que Sismondi designa como plusvalía; ella es la responsable de la gran desigualdad de las riquezas porque sólo los empresarios se benefician de la misma. Encontramos ya aquí las famosas tesis marxistas de la pauperización del proletariado y la concentración creciente del capital.
Estas crisis obedecen al hecho de que el capitalismo funciona con el objeto de producir no valores de uso, sino valores de cambio: el empresario no se preocupa de si su producto es útil o no a la sociedad, sino solamente de si puede o no venderlo con un beneficio.
Sismondi propone la supresión de los antagonismos de clase permitiendo el acceso de los trabajadores a la propiedad; es uno de los apóstoles de la participación de los trabajadores en las utilidades y del accionariado obrero.
En Gran Bretaña, Hogskin considera que la inutilidad de los propietarios agrarios y de los capitalistas que mantienen a los asalariados en el más débil nivel de salario y se apoderan de todo el excedente de valor creado por el trabajo. Sostiene la tesis de que los trabajadores deberían recibir el valor íntegro de lo que producen. No se manifiesta sin embargo contrario a la propiedad privada y rechaza la intervención del estado. Corresponde a los sindicatos obreros suprimir la explotación del trabajo por el capital.
Thompson
Considera las rentas agrarias y los beneficios como una fracción del valor robado a los trabajadores. Piensa que el principio utilitario (realizar la mayor felicidad del mayor número posible), siguiendo a Bentham, exige la transferencia de los excedentes de ingresos de los ricos a los individuos más pobres, que obtendrán con ellos satisfacciones mucho mas importantes. Añade que la redistribución de las rentas en un sentido igualitario engendraría un crecimiento considerable de la producción porque aseguraría a las empresas mercados más importantes y seguros.
Rodbertus
En Alemania, Rodbertus desarrolla la idea de que las rentas de los propietarios y los capitalistas constituyen una sustracción efectuada sobre el producto del trabajo. Explica las crisis de sobreproducción por la insuficiencia del poder de compra de los trabajadores. Se adhiere al principio de la propiedad colectiva de los medios de producción. Opina que el tránsito a este tipo de propiedad, en lo que se refiere a la tierra y el capital significará el punto de partida de una nueva era en la historia de la humanidad, a la que llama la era "cristiano-social." Sin embargo, no incita a los trabajadores a la revuelta y no cree se pueda prescindir de la monarquía. En su oposición, el socialismo será el fruto de una lenta evolución que puede durar varios siglos.
20.- La influencia de Hegel y el historicismo en la economía
El historicismo económico tuvo más éxito y duración en Alemania que en Inglaterra debido al crecimiento de la ilustración alemana, que alcanzó su cumbre con el gran filósofo Kant.
Muchas tendencias de la época fueron un estímulo poderoso para los estudios históricos, culminando con la aparición del historicismo, la reacción alemana a la Ilustración, que se rehusaba a derivar reglas generales a partir de la razón insistiendo en el carácter único e interminable de las variaciones históricas. Durante las últimas décadas del siglo XIX las universidades alemanas disfrutaban de enorme prestigio y atraían estudiantes de todo el mundo. No fue, sin embargo, un movimiento sin peligros, tanto para los alemanes mismos, como para la humanidad. El historicismo no ofreció principios para guiar o restringir la acción. Era hostil tanto a la tradición de la ley natural propuesta por Smith como al utilitarismo. Así finalmente el historicismo degeneraría en una idolatría del poder desnudo. Existió no solamente una ausencia de principios generales sino total desdén por ello, una oposición cínica a cualquiera que apelara a las reglas de humanidad.
La filosofía hegeliana.
Como otros exponentes del historicismo, Hegel consideraba que el estudio de la historia era el enfoque más adecuado a la ciencia de la sociedad, el que revelaría las tendencias del desarrollo histórico. Pero fue más lejos en este punto de vista con el positivismo moral de su filosofía del éxito, que enseñaba que todo lo que es real es razonable, y todo lo que es razonable es real. En su filosofía, la historia no sólo ofrece pistas en la comprensión de la sociedad y el cambio social sino que llega a ser glorificada como una corte mundial de justicia.
En la interpretación de Hegel, la historia revela un desdoblamiento progresivo de la libertad y la justicia incorporadas en la nación estado fuerte, representada por la monarquía absoluta de la Prusia de su tiempo, considerada por él como la materialización de la justicia sobre la tierra. El positivismo moral de Hegel haría iguales la fuerza y el derecho y el poder con la moralidad. Como el estado es la realización de la justicia y la libertad, y de la razón igualmente, es solamente como miembro del estado que el individuo tiene un valor moral. Considera la libertad como la sumisión consciente a la autoridad del estado, como obediencia a la autoridad del estado, con cuyo poder y moral coincide. Hegel está cerca de identificar leyes con libertad. Dejó su marca no sólo en los economistas historicistas sino también en Marx.
Los primeros economistas historicistas.
Los tres fundadores el historicismo económico alemán fueron Roscher, Hildebrand y Knies.
Roscher
En su núcleo el historicismo económico enfatiza el elemento programático metodológico, que estaría destinado a llegar a ser un aspecto característico del pensamiento económico alemán. "El método de la ciencia," declara Roscher, "tiene mayor significación con mucho que cualquier descubrimiento singular, sin importar qué tan sorprendente pueda ser este último." Este enfoque marca un agudo contraste con la tradición inglesa, en la que la primacía lógica y cronológica de la substancia sobre el método no fue nunca disputada. Mill incluso enfatizó que los llamados primeros principios de una ciencia son, en verdad, los últimos principios, establecidos no antes sino después de que sus verdades substantivas han sido recopiladas.
El programa de los economistas historicistas era más fácil de expresar que de ejecutar. Buscaba la reconstrucción de una economía basada en el método histórico. Para Roscher implicaba el establecimiento de leyes del desarrollo económico, derivadas de la investigación de la historia nacional, prestando atención no sólo a sus aspectos económicos sino legales, políticos y culturales también, siendo todos ellos partes interdependientes de un todo. Su mira era descubrir el secreto de la historia, encontrar su significado, y establecer leyes del desarrollo histórico. Era, en substancia, no más que una hipótesis cíclica que hacía pasar a las naciones y sus economías a través de períodos de juventud, madurez y decadencia senil.
Hildebrand
Hildebrand fue un crítico histórico del pensamiento económico, condenando tanto los puntos de vista de los clásicos como de los socialistas igualmente. Su postura básica era similar a la de Roscher y su mira era el establecimiento de leyes del desarrollo económico.
Hildebrand nunca estableció con claridad los principios metodológicos que habrían de guiar el enfoque histórico a la economía, ni estuvo tampoco cerca de producir un cuerpo de doctrina que substituyera al de los clásicos. Señalaría la moral, la religión, las costumbres y normas de comportamiento como factores que afectan la conducta económica. Respecto a todos ellos encontraría defectos en la teoría de los clásicos, especialmente de Ricardo, al que encuentra unilateral, incompleto, materialista y cosmopolita. Propone contemplar la realidad histórica y explorarla con la ayuda de la investigación estadística de los hechos. Hildebrand era un creyente del progreso lineal, y consideraba que el movimiento de una a otra etapa era progresivo.
Knies
Como Hildebrand creía en el progreso lineal, y esta era una razón para el rechazo de las leyes de las ciencias sociales apartadas de las ciencias naturales. Considera erróneo basar una economía absoluta en la búsqueda del interés propio. No sólo el progreso moral transforma motivaciones de este tipo, sino que su libre juego descompondría y sería contraria a las tendencias hacia la unidad de Alemania. Más aun, su reconocimiento, y con él el de las fuerzas reguladores de la competencia y del mercado, volverían inútiles las políticas económicas del estado.
Knies considera que la economía clásica no está equipada para superar la marea creciente del socialismo. La economía clásica y el socialismo comparten prejuicios tales como el punto de vista utilitarista y el énfasis en el trabajo como factor de producción y determinante del valor. Así, lejos de contribuir a derrotar al socialismo, sólo le ayuda en su victoria. La concentración de poder económico y el feudalismo industrial que la competencia irrestricta del modelo clásico traerían solo impulsaría el progreso del socialismo. Nuevamente, aunque Knies produjo una crítica política y metodológica de la teoría económica, dejó de construir una nueva economía.
El punto de vista histórico de la teoría económica significaba que la última era despojada de su carácter absoluto y se le consideraba en su lugar producto de las circunstancias históricas. Los resultados de la teoría tienen el carácter se soluciones históricas; sus leyes generales son sólo una explicación histórica y una progresiva manifestación de la verdad. La teoría se convierte en un fenómeno relativo, limitado en su validez en el tiempo y en el espacio.
Resultados de este trabajo:
Hay que admitir que los historicistas no tuvieron éxito en su búsqueda de leyes para el desarrollo económico. Quedó a cargo de Marx, que compartía alguna de la influencia bajo la que trabajaron, reasumir la búsqueda de una ley del cambio histórico. Los economistas historicistas anticiparon una fase de su pensamiento al enfatizar la importancia del factor económico en la historia.
Tampoco tuvieron éxito en establecer un método histórico para el estudio de la economía. Los economistas de esta tendencia fueron incansables opositores del socialismo. Bismarck mismo, el Canciller de Hierro, se identificó a sí mismo con la política social anti socialista de los economistas historicistas y lanzó al mismo tiempo un programa de persecución de los socialistas y un programa de seguridad social.
Schmoller
La siguiente generación de economistas historicistas alemanes fue encabezada por Schmoller, que dominó la economía académica en su país. Encabezó el grupo de economistas denominados "socialistas de la silla" o economistas de la cátedra magisterial. Bajo Schmoller la economía historicista se volvió más hostil a la teoría económica de lo que había sido antes. La joven escuela ahora no simplemente rechazaba el supuesto absolutismo de la teoría sino la teoría misma. Entonces se identificó a la economía con la historia económica, relegando toda teoría para un futuro incierto cuando los estudios de la historia económica estuvieran disponibles en tal abundancia que pudieran derivarse de ellos suficientes conclusiones. El tipo de historia económica de Schmoller y sus discípulos consistía principalmente de descripciones minúsculas orientadas hacia la historia política y especialmente la historia de la administración pública.
Los economistas alemanes, en su negligencia por décadas hacia la teoría económica, produjeron un estado de incultura económica que hizo a este país difícil superar las crisis económicas, caracterizadas por inflación y devaluación, que siguieron a la Primera Guerra Mundial.
21.- Marx: la salvación por medio de la revolución
Carlos Marx (1818-1883) hizo poco uso del pensamiento de los socialistas que le precedieron, así como el de sus rivales. Aquellos socialistas que creían que la nueva sociedad surgiría bajo la influencia de la buena voluntad o por consideraciones morales o religiosas fueron descritos por Marx como sentimentalistas o moralistas. A aquellos que consideraban que podría surgir mediante conspiraciones les consideraba locos. A quienes pintaban los detalles de la sociedad por venir pero proponían confiar en medios que a Marx le parecían inadecuados les llamaba utópicos. Tampoco estaba dispuesto, a pesar de su formación alemana, a colocar su confianza en el estado como instrumento de transformación social.
La substancia del pensamiento de Marx
Brevemente, la doctrina de Marx, designada como socialismo científico por su amigo Engels era esta: Él, Marx, estaba en posesión de las pistas para explicar el acaecer histórico. La historia no ha sido sino la arena de la lucha de clases. El surgimiento y la caída de las clases eran determinados por factores económicos. Así como la burguesía había derrotado al antiguo régimen feudal, así el proletariado derrotará a la burguesía. Esto se producirá mediante una revolución para acabar con todas las revoluciones e introducirá una sociedad sin clases. En esta sociedad el estado, un instrumento de coerción utilizado por la clase dominante, perderá su función y desaparecerá. La derrota de la burguesía tendrá que venir, puesto que será producida por las fuerzas inexorables de la necesidad histórica. Un movimiento revolucionario de las masas proletarias conscientes de su propia clase tendrá la historia de su parte y ayudará a facilitar la transición hacia la nueva sociedad. En este amplio panorama, la doctrina de Marx no era sino una variante del historicismo alemán, una teoría de etapas o períodos económicos que él invocaba para afirmar, no el carácter peculiar de la economía alemana como lo habían hecho otros economistas historicistas, sino la inevitabilidad del socialismo.

Durante las décadas de los 1840 y 1850 Marx esperó pacientemente a que surgiera la revolución. En aquella época estaba dispuesto a apoyar aún una rebelión de la clase media, en la esperanza de convertirla al proletariado. Pero cuando fueron suprimidas las revoluciones de 1848 y no se presentaron otras, Marx, en un gesto de resignación, se volvió hacia la economía para apoyar su filosofía de la historia y demostrar con la ayuda de estos estudios que la caída del capitalismo era inevitable. Lógica y cronológicamente, las ideas filosóficas e históricas de Marx preceden a su economía, a la que se acercó más tarde para hacerla la piedra angular de su pensamiento.
Marx era un fanático de visión unilateral que derivaba de una fusión de la filosofía, la historia y la economía un mensaje que persiguió con incansable celo. De una manera ostensible su visión profética del cataclismo del capitalismo y la salvación por medio de la revolución pretendía estar basada en estricta ciencia, de ahí su designación de socialismo científico. Contiene, sin embargo, muchos elementos que desafían su prueba científica y dan a su mensaje un carácter violento interpretado como un drama, como una mitología llena de demonios y héroes, casi una religión.
Los seguidores de Marx negarán tal interpretación, pero el fervor con el que sostienen sus puntos de vista y el celo con el que tratan de apartar cualquier opinión herética son cualidades de los verdaderos creyentes para quienes la verdad no es un proceso evolutivo resultante de nuevos conocimientos y cambios de evidencia sino con la autoridad de un dogma establecido, al que hay que adherirse por la fe y obedecer en una acción leal más que tratando de probarlo mediante cuestionamientos del pensamiento. El mensaje de Marx contiene tanto una interpretación del mundo como una llamada a la acción. A diferencia de la ciencia, que demanda despego y objetividad, exige un compromiso personal. Dicho mensaje, por el cual los creyentes han tenido la voluntad de morir y de matar, ha venido a incrementar el odio en un mundo de odios entre las clases, odio contra los no creyentes y los disidentes, y odio contra los marxistas.
Las doctrinas de Marx articulaban la insatisfacción de las masas pobres y desheredadas urbanas que habían fluido hacia las nuevas fábricas recién fundadas, equipadas sólo con derechos políticos incipientes, y que sufrían de los desajustes producidos por un industrialismo creciente bajo la regla del laissez faire. La vida de Marx se extiende durante un período que coincide con la expansión de la industrialización a través de toda Europa. El crecimiento del empleo en las fábricas y la urbanización trajeron nuevos problemas con los que el liberalismo apenas podía tratar. Con el tiempo surgió un movimiento laboral que reclamaría su papel como vocero de la nueva clase urbana de trabajadores asalariados. El mensaje de Marx ofrecía un apoyo ideológico a este movimiento.
La vida de Marx
Recibió su formación en las universidades alemanas, principalmente en la de Berlín. Aunque temprano en su vida llegó a ser un internacionalista -"los trabajadores no tienen país," declaró en el Manifiesto Comunista, nunca perdió toda traza de su formación alemana. Marx despreciaba a los eslavos de la Europa oriental y sud oriental y sólo al final de su vida reconoció el punto de vista de que algo bueno habría de producirse en Rusia. El apego de Marx al orden y la disciplina, su autoritarismo, su industriosidad y perseverancia, pueden haber sido legado de su país natal. Se añadían a estos una falta de modestia y de moderación, y una autosuficiencia y consideración de propia bondad que no admitían resistencia ni toleraba rivales.
En Berlín cayó bajo el influjo de la filosofía hegeliana. Obtuvo un doctorado en filosofía en la universidad de Jena, con una disertación acerca de las doctrinas de Demócrito y Epicuro. Aún entonces el joven Marx estaba imbuido del espíritu de rebelión contra las autoridades establecidas y los valores aceptados. A diferencia de Hildebrand y Knies, nunca buscó la seguridad relativa de una posición académica. Fue a París, donde mantuvo estrecha asociación con Federico Engels. Fue ahí donde se familiarizó ampliamente con los socialistas franceses. En la década de los 1840 se convirtió de periodista radical en agitador comunista. Si tiempo estaba dividido entre el estudio, la escritura, y la organización del movimiento comunista internacional.
El manifiesto comunista
El más famoso trabajo de Marx y Engels es el Manifiesto Comunista, publicado conjuntamente en 1848 pero escrito fundamentalmente por Marx. Este llamado a la acción política organizada por parte del proletariado contiene las ideas claves del pensamiento de Marx. Tal como escribió Engels en el prefacio a la edición alemana de 1883:
El pensamiento básico que discurre a través del Manifiesto -que la producción económica y la estructura de la sociedad de cada época histórica necesariamente resultantes de ellas constituyen las bases para la historia política e intelectual de esa época; que consecuentemente toda la historia ha sido una historia de lucha de clases, de conflictos entre los explotados y los explotadores, entre clases dominantes y dominadas en las varias etapas del desarrollo social; que esta lucha, sin embargo, ha llegado a una etapa en que la clase explotada y oprimida (el proletariado) no puede por sí misma emanciparse de la clase que explota y oprime (la burguesía), sin al mismo tiempo liberar para siempre a la sociedad total de la explotación, la opresión y las luchas entre las clases - lo básico de este pensamiento pertenece sola y exclusivamente a Marx.
Lo que probablemente el lector moderno de este documento encuentre más sorprendente es el reconocimiento de Marx de los logros de la revolución burguesa:
La burguesía, durante su dominio de escasamente cien años, ha creado fuerzas productivas mas masivas y colosales que todas las anteriores generaciones juntas. La sumisión al hombre de las fuerzas de la naturaleza, la maquinaria, la aplicación de la química a la industria y la agricultura, la navegación a vapor, ferrocarriles, telégrafo eléctrico, la adecuación de continentes enteros para la agricultura, la canalización de los ríos, poblaciones enteras surgidas de la nada - ¿qué siglo anterior ha tenido siquiera el presentimiento de que podrían conjurarse tales fuerzas productivas en el regazo del trabajo social?
Marx pasa entonces a describir las fuerzas que minan el capitalismo moderno, que tiene medios de producción gigantescos pero que no puede ya controlarlos y se encuentra a sí mismo expuesto a la amenaza recurrente de la sobreproducción y las crisis periódicas. Las relaciones de propiedad sobre las que está basada la sociedad burguesa se han convertido en cadenas que restringen las fuerzas de la producción y que el proletariado debe romper. Marx enlista luego un buen número de medidas intermedias destinadas a revolucionar las maneras de producir en los países más adelantados. Algunas de ellas - la abolición de la propiedad privada de la tierra y la extensión de las industrias nacionalizadas - serían todavía consideradas como radicales hoy en día, pero otras - un pesado impuesto sobre la renta progresivo, la educación gratuita para todos, y la centralización del crédito y los medios de comunicación y transporte en manos del estado - tienen hoy las implicaciones revolucionarias que tuvieron en su día.
Las internacionales
El Manifiesto Comunista concluye con las palabras, "¡Trabajadores de todos los países, uníos!" y durante un lapso de unas diez y seis años condujo al movimiento comunista con su secuencia de Internacionales. Aunque fuertes a veces, al final todas ellas se hundieron - la Primera (1864-76) a consecuencia de desavenencias con los anarquistas; la Segunda (1889-1914) porque la Primera Guerra Mundial mostró que las lealtades nacionales eran más fuertes que los alegatos de clase; la Tercera (1919-1943) porque después de que el precedente sentado por la Revolución Rusa había dejado de ser emulado en otro lado, los soviéticos disolvieron el Comintern como un gesto hacia sus aliados en la guerra. Después de las guerras mundiales la fuerza del comunismo como movimiento internacional se vio disminuida por el surgimiento de grupos fraccionarios - los seguidores de Trotsky fundaron la Cuarta Internacional en 1938 - así como, en el oeste, apareció el socialismo no comunista. Después de la Segunda Guerra Mundial, el crecimiento de la diversidad nacional entre los regímenes comunistas recién establecidos frustró el surgimiento de un movimiento comunista monolítico de dimensiones mundiales, al producirse los desacuerdos entre China y la Unión Soviética. Mientras que el occidente se acercaba al socialismo democrático, la marcha del comunismo se dirigió hacia el este: de Londres, donde Marx fundó la Primera Internacional, hacia Alemania, país del más fuerte componente de la Segunda, después a la Unión Soviética, la fuerza rectora tras la Tercera, y al final en China.
Así, aunque el mensaje de Marx quiso dirigirse a los trabajadores del mundo, sólo fue recibido en los países en los que condiciones de atraso económico y ausencia de una tradición democrática había mantenido a las masas en la pobreza, la ignorancia y la sumisión. Ningún país libre y económicamente avanzado se ha vuelto nunca comunista por su propia voluntad y sin intervención extranjera. Según el oeste se fue consolidando libre y próspero, se emancipó a sí mismo del atractivo de Marx, por más fuerte que este fue durante el siglo XIX. El atractivo de Marx se evaporó con la extensión del sufragio, la transformación del gobierno del laissez faire en el estado de la seguridad social, crecientes niveles de vida, mayor estabilidad económica, y la gradual nivelación de las distinciones de clase. Fue fuerte en el oeste donde estas condiciones estaban ausentes, y es todavía fuerte en países en vías de desarrollo, estableciendo una división, no como Marx la pensó, entre individuos ricos y pobres sino entre naciones pobres y ricas.
El capital
El aspecto económico del pensamiento de Marx fue desarrollada más a fondo en El Capital, al que Marx subtituló Una Crítica de la Economía Política, publicado en 1867. En esta obra, la economía inglesa clásica se une a la filosofía alemana y al socialismo francés como la tercera influencia en su trabajo.
Marx y Hegel
Los puntos de vista de Marx acerca de la filosofía y la historia jamás recibieron el tratamiento sistemático que dedicó a su economía en El Capital. Como Hegel, Marx afirmaba haber descubierto el secreto de la historia, pero a diferencia del último, que consideraba a la historia como un desdoblamiento del espíritu, manifestándose a sí mismo en el surgimiento de las naciones y sus luchas, Marx interpretaba la experiencia pretérita de la humanidad como una lucha entre las clases. Para Hegel, las guerras entre las naciones llevaron a cabo lo que la necesidad histórica ordenaba; Para Marx, esta función era servida por la lucha entre las clases. Para Hegel, la monarquía Prusiana habría de traer la total satisfacción en la búsqueda del hombre de la libertad y la justicia, mientras que en el pensamiento de Marx esta tarea viene a recaer sobre el proletariado. La libertad, de hecho, fue interpretada por Marx en el sentido hegeliano de una sumisión consciente y voluntaria a la necesidad. En el pensamiento de Marx, así como en el de Hegel, la fuerza y la moralidad, el poder y el derecho, se integran. Para Marx, los preceptos prevalecientes de moralidad no eran sino prejuicios burgueses, y la religión el opio de las masas para mantenerlas sometidas.
Tal era la visión del mundo de Marx, una interpretación no basada en la ciencia conduciéndose así a sí misma a la prueba empírica pero derivada de especulaciones que desafían su prueba científica. Las especulaciones, sin embargo, se convirtieron en las bases para las predicciones, y estas, por supuesto, pueden ser probadas por la experiencia.
Muchas de las predicciones de Marx eran de la variedad autosuficiente - tenían una posibilidad de ser verdaderas si suficientes personas creyeran en ellas. Si suficientes trabajadores pueden ser convencidos de que son miembros de la clase oprimida, que sus opresores son los capitalistas, y que su salvación históricamente ordenada puede sólo venir del derrocamiento de un orden en el que la propiedad es mantenida privadamente, de hecho pueden provocar tal derrocamiento. De hecho Marx consideraba este mensaje como una fusión del pensamiento y la acción, de la teoría y la práctica. La teoría era ostensiblemente una elucubración acerca de la necesidad histórica, pero en realidad era una profecía; la práctica consistía en las actividades revolucionarias destinadas a volver realidad la profecía. Como Marx expresó en sus famosos pasajes de su Tesis sobre Feurbach: "Los filósofos sólo han interpretado al mundo, de varios modos; el punto, sin embargo, es cambiarlo.
Para dar al cambio progresivo la apariencia de inexorabilidad, Marx adaptó otra idea de Hegel para su propio uso, la dialéctica de la lógica paradójica. En la dialéctica hegeliana la lucha entre los elementos opuestos y contradictorios es considerada como la fuerza tras el cambio progresivo y el desarrollo evolucionario. Estos elementos pueden en ocasiones llegar a estar unidos pero en la tensión resultante de esa unión serán disueltos eventualmente, surgiendo victoriosa una de las fuerzas. La dialéctica de Hegel es a menudo interpretada, como lo hizo Engels, en términos de una terna consistente de tesis, su negación o antítesis, y la negación de la negación o síntesis.
Para Marx, la historia está en verdad llena de procesos dialécticos inexorables que sirven como instrumentos del progreso. Así la propiedad privada individual, basada en el trabajo del propietario, era negada por la propiedad privada capitalista, el resultado del modo capitalista de producción, y se convertiría en propiedad comunitaria, la negación de la negación. La lucha de clases en sí misma es un movimiento dialéctico en el cual las clases gobernantes sucesivas son reemplazadas por las clases que dominaron, un proceso que habrá de culminar en una sociedad sin clases. La clase gobernante misma engendra las fuerzas de su propia destrucción: así la burguesía produjo a sus propios enterradores al sentar el escena para el surgimiento del proletariado, educando a sus miembros políticamente y de otras maneras, armándolas en la lucha contra burguesías extranjeras, y colocándolas en grandes fábricas en las que pueden unirse en la acción colectiva. Engels fue más lejos que Marx y encontró en el proceso dialéctico en la esencia de la naturaleza. Fue esta consideración que hizo que Marx desarrollara el concepto de conciencia de clase e invocara un movimiento masivo de un proletariado con conciencia de clase.
La interpretación económica de la historia
Marx no fue un seguidor ciego de Hegel y difirió de él especialmente en su énfasis sobre el factor económico en la historia. Escribió:
En la producción social de los medios de subsistencia los hombres entran en relaciones definidas necesarias que son independientes de su voluntad, relaciones productivas que corresponden a etapas definidas de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El agregado de estas relaciones productivas constituye la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que surge una superestructura jurídica y política, y a la cual corresponden formas definidas de conciencia social. El modo de producción de los medios materiales de subsistencia condiciona el proceso total de la vida social, política, e intelectual. No es la conciencia del hombre la que determina su existencia, sino, por el contrario, es su existencia social la que determina este estado de conciencia.
Marx pasa luego a explicar, y esto trae la dialéctica dentro de la concepción materialista de la historia, como se produce el conflicto entre las fuerzas productivas de la sociedad y las relaciones de producción existentes. Según se desarrollan las fuerzas productivas, estas relaciones llegan a convertirse en cadenas que habrá que romper eventualmente bajo la revolución.
La interpretación económica de la historia por Marx está así cimentada en la aguda distinción entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales construidas a partir de ellas. Las primeras, que Marx describe como el modo de producción de los medios materiales de subsistencia, generan o determinan las relaciones sociales, esto es, el contenido político y cultural de la superestructura, sus leyes y su política, y su vida intelectual, moral, religiosa y artística.
Marx y Engels consideran la interpretación económica de la historia como una verdad simple y fundamental acerca de la cual no puede existir una diversidad de opinión. Sin embargo, ellos nunca hacen un esfuerzo para elaborar más ampliamente sobre la idea clave, la distinción entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales. Marx da un indicio de interpretación de las fuerzas productivas en términos tecnológicos: el molino de mano, dice, dio surgimiento a la sociedad con el señor feudal; el molino de vapor, a la sociedad del capitalista industrial.
Las clases
Marx mostró una limitación aún mayor cuando se trató de definir uno de los conceptos centrales de su doctrina, la clase. La palabra recurre en innumerables páginas de las obras de Marx, pero lo que quiere decir permanece a lo más como una conjetura.
Marx presumiblemente no identificó una clase en términos de los ingresos - salarios, rentas, o utilidades - de sus miembros, como lo habría hecho Ricardo, sino en términos de la posición de sus miembros en el proceso de producción. Para Marx, la distinción fundamental en la sociedad de su tiempo era la división entre trabajadores y medios de producción o, en términos de propiedad, entre aquellos no equipados con la propiedad de los activos productivos aparte de su fuerza de trabajo y los propietarios del capital.
Marx estaba consciente de que el esquema de dos clases no era adecuado para los agricultores y, por supuesto, la clase media, a la que contemplaba formada principalmente de pequeños artesanos -designada posteriormente como la antigua clase media - más que por oficinistas - la nueva clase media.
Su punto era más bien que existen fuerzas en el sistema económico que producirán una polarización creciente en la sociedad y eventualmente la dividirán en dos clases, con la clase media hundiéndose o alineándose del lado del proletariado.
Sin embargo, para Marx una clase era algo más que una aglomeración de personas que viven bajo las mismas condiciones objetivas. Para desempeñar su papel en la historia, sus miembros tienen que llegar a estar conscientes subjetivamente de estas condiciones, esto es, en el caso del proletariado, adquirir una conciencia de clase que le provoque a levantarse en contra de tan insostenibles condiciones. Marx intenta despertar el espíritu de clase por medio de la propaganda y la organización para acelerar la revolución proletaria.
Ni la burguesía ni el proletariado se ha desarrollado en un monolito homogéneo. En lugar de ello, la mayor diferenciación dentro de las clases y una creciente movilidad social han convertido a la sociedad en un continuo de grupos finamente graduados. Es especialmente el surgimiento de la nueva clase media de oficinistas y trabajadores de servicios, supervisores, administradores y técnicos que han evidenciado la falsedad de las predicciones de Marx. El no contempló el surgimiento de esta clase ni la emergencia del fascismo, al cual bajo ciertas circunstancias esta clase le hubiera prestado su apoyo. Como profeta mostró estar particularmente equivocado cuando esperaba que el proletariado industrial se levantara contra la burguesía. En lugar de levantarse contra ella, los miembros del proletariado han preferido elevarse hacia la burguesía o dentro de la grandemente expandida clase media.
Sin embargo, donde han sido escasas las oportunidades de este tipo como ocurre particularmente en las sociedades preindustriales de los países en vías de desarrollo, persisten agudas divisiones de clases entre una capa delgada de personas ricas y grandes masas de pobres, siendo la clase media demasiado frágil para servir de puente entre las dos. Cuando el pobre no tiene oportunidad de emular al rico tiende a combatirlo, y el conflicto resultante se verá exacerbado si el pobre hace responsable de su situación a la influencia extranjera. Es por estas razones que en los países en vías de desarrollo se ha encontrado una respuesta más rápida al mensaje de Marx que en las sociedades industriales de Europa occidental y Norte América.
Las clases, así enseñó Marx, desaparecerían en la sociedad comunista, puesto que la abolición de la propiedad privada de los instrumentos de producción pondría fin a las divisiones de clase. Este punto de vista desdeña el hecho de que ninguna sociedad industrial puede funcionar a menos que use administradores - personas que supervisan la actuación de los trabajadores en el puesto, organizan su trabajo, contratan y despiden, obtienen materias primas y disponen de los productos terminados, hacen arreglos financieros, y, en ausencia de mercados, asumen la dirección de la producción. Los miembros de esta clase es natural que disfruten de un status distinto de los subordinados; estos en cambio continuarán sin embargo realizando la misma clase de operaciones independientemente de si la planta es la propiedad de unos accionistas anónimos o de una comunidad igualmente anónima. En la Unión Soviética, que sin embargo hasta ahora no se considera a sí misma totalmente comunista sino profesa estar en una etapa transicional llamada socialismo, los ingresos de la clase administradora son mucho mayores que los de los trabajadores, y entre la clase trabajadora misma existen diferencias importantes en la retribución.
El estado
Puesto que Marx consideraba al estado como un instrumento de coerción empleado por la clase dirigente, enseñaba que en una sociedad sin clases perdería su función y desaparecería. De hecho, sin embargo, en pocas sociedades conocidas al hombre el estado ha ejercido una fuerza más brutal que en aquellos que afirman estar en marcha hacia el comunismo. El derecho universal al voto ha hecho imposible describir a la burguesía como una clase dominante que dirige el estado. Existen partidos laboristas y gobiernos laboristas en Europa y, en los Estados Unidos, la influencia política del trabajo organizado y de los empleados en general ha sido lo suficientemente fuerte para poner en existencia un cuerpo de legislación para el beneficio y la protección de los trabajadores, fortalecer su posición en las relaciones industriales, y proporcionándoles la seguridad social. La Economía de Marx
Las varias partes que forman la estructura del pensamiento de Marx - las teorías del valor, del valor de la plusvalía y la explotación, de la decreciente tasa de utilidad, de la concentración creciente, del ejército industrial de reserva, y de la creciente miseria del proletariado, constituyen un todo integrado.
Mantuvo Marx que con la emancipación de la burguesía y la mayor intensidad de la lucha de clases, la economía renunció a la búsqueda de la verdad y perdió su carácter científico. En lugar de ello se colocó al servicio de los intereses de la burguesía.
La teoría del valor trabajo.
Llamando la atención hacia el enfoque de Aristóteles al problema del valor, Marx considera el valor en cambio de los bienes como algo más que una mera relación de un Bien A y otros bienes B. En lugar de ello considera a los bienes como iguales en valor porque ambos incorporan cantidades iguales de una substancia común, llamada por Marx trabajo abstracto. Aristóteles, sostiene Marx, careció de este punto de vista porque la sociedad griega estaba basada en la esclavitud y por tanto era difícil que reconociera la igualdad y equivalencia de diferentes cantidades de trabajo humano.
Si, como sostiene Marx, los bienes se intercambian en la misma proporción en la que incorporan trabajo humano, un artículo producido por un trabajador lento tendría más valor que otro producido por uno más eficiente. Para resolver esta dificultad, Marx emplea el término "tiempo de trabajo socialmente necesario," que es el promedio de diversos grados de eficiencia y también niega valor alguno para artículos resultado de una producción mal dirigida para la que no existe demanda.
Marx hace una aguda distinción entre el trabajo, el constituyente del valor de los bienes, y la fuerza de trabajo, lo que el trabajador vende en el mercado y cuyo valor, a su vez, se define como la subsistencia para el mantenimiento y la reproducción del trabajador. Los salarios no pagan al trabajador el valor total de su producto sino típicamente el inferior valor de su subsistencia. Su trabajo puede incorporar diez horas de trabajo; su subsistencia sólo cinco. La diferencia entre el salario y el valor del producto es denominado por Marx como "plusvalía," la única fuente de la utilidad o el interés o la renta.
Marx divide el capital que la empresa utiliza en una parte variable y otra constante. el capital variable (v) está formado por los salarios, el constante (c) por la planta, la maquinaria y las materias primas. El capital constante simplemente reproduce su valor en el proceso productivo - en el caso de la planta y la maquinaria, simplemente devenga su adecuada cuota de depreciación. Sólo el capital variable, que se destina al pago de salarios, rinde un valor adicional o plusvalía.
El análisis marxista se lleva a cabo con el empleo de tres razones, c/v, o la composición orgánica del capital, s/v, o la tasa de explotación, y s/v+c, o la tasa de utilidad.
La maldición de las utilidades
Como lo hicieron Smith y Ricardo antes que él, Marx sostiene que la tasa de utilidad tiende a declinar a través del tiempo. Cada uno de ellos llega a esta conclusión por diferentes razones. Para Smith el factor decisivo era que el crecimiento del capital estaría acompañado de una competencia creciente entre los capitalistas, tanto para la venta de los productos como para la contratación de la mano de obra. Para Ricardo era el incremento de los salarios en dinero, que reflejaba el crecimiento de los precios de los bienes en salarios, lo que reduciría las utilidades. Marx, por otra parte, adscribe la tendencia a caer de la tasa de utilidad a una creciente composición orgánica del capital. Sólo el capital variable genera plusvalía, y es de esta plusvalía de la que se derivan las utilidades. Según el capital variable va combinándose con el capital constante en proporciones cada vez menores, la tasa de utilidad debe caer, a menos que la tasa de explotación suba lo suficientemente rápido para eliminar la declinación relativa del capital variable. Para cancelar la tendencia a caer de la tasa de utilidad, debe aumentarse la tasa de explotación en la misma proporción en que hay una disminución relativa del capital variable. Aunque Marx prestó atención a los factores que causan un crecimiento en la tasa de explotación - más horas de trabajo, empleo de las mujeres y menores, creciente productividad de la mano de obra, etc. - no considera que tengan el poder suficiente para eliminar el impacto de una composición orgánica creciente del capital sobre la tasa de utilidad.
La concentración del capital
Lado a lado con la tendencia a la declinación de la tasa de utilidad Marx encuentra una tendencia del capital a concentrarse altamente en manos de las grandes empresas. Marx adscribe esta tendencia a la concentración a la competencia, a las economías de escala, a las restricciones para la entrada de nuevas empresas, y al sistema crediticio. En la batalla de la competencia los productores tratan de reducir los precios. Tratan de reducir sus costos con la ayuda de una creciente productividad de la mano de obra, y esta última, refleja la escala de las operaciones. Por tanto, concluye Marx, "el capital más grande derrota al más pequeño,; y en otro contexto escribe: "Un capitalista siempre mata muchos otros." Más aún, es difícil entrar en líneas de actividades productivas que requieran de grandes inversiones de capital.
Además, existe el sistema de crédito, que saca fondos de una multitud de fuentes aisladas y los pone en manos de capitalistas individuales o asociados.
Todas estas fuerzas, según Marx, son responsables de la constante disminución en el número de los magnates del capital y el surgimiento de los monopolios.
Mientras la burguesía es puesta a la defensiva por la caída de la tasa de utilidad y el crecimiento de la concentración, la clase trabajadora es mantenida con salarios de subsistencia y expuesta a una miseria creciente.
La creciente miseria del proletariado
La tradición clásica ha relacionado la persistencia de los salarios de subsistencia con la doctrina Malthusiana de la población. Lasalle, siguiendo a Ricardo, liga el tamaño de la población a los salarios y con la ayuda de la ley de bronce de los salarios trata de demostrar que los salarios oscilan alrededor del nivel de subsistencia. Marx, por otro lado, expresa su desacuerdo con la doctrina de Malthus. Su punto de vista era que una población excesiva no es producto de falta de subsistencias sino por falta de demanda de mano de obra, y a esta población excesiva le llama "ejército industrial de reserva."
La conclusión de todas estas tendencias producía en Marx una visión de miseria creciente del proletariado. La substancia de esta depauperación lo describe Marx en varias formulaciones, una apuntando hacia una disminución absoluta de los salarios, otra a una declinación relativa, y una tercera que enfatiza el deterioro de la calidad de vida del trabajador.
La limitación de los nacimientos, sostiene Marx, agravará los males del capitalismo más que aliviarlos. Al reducir la oferta de mano de obra, serán responsables de un aumento temporal en los salarios, pero este a su vez aceleraría el uso de maquinaria y eventualmente aumentará las filas del ejército de desempleados.
Critica de la economía de Marx
Una crítica de la economía de Marx debe empezar con la teoría del valor trabajo, una herramienta analítica poco adecuada para una economía multifactorial. Marx reconocería que la productividad del trabajo se eleva cuando se combina con grandes cantidades de capital, pero se rehusaba a considerar productivo al capital. En sus escritos la teoría del valor trabajo asume el carácter de una ideología destinada a levantar a la clase trabajadora en la acción política.
La ley de la tasa de utilidad decreciente de Marx está basada en su punto de vista de que las utilidades fluyen exclusivamente de la plusvalía resultante del empleo de la mano de obra. Este punto de vista es afirmado y derivado de definiciones pero no es demostrado de manera que convenza a aquellos no dispuestos a aceptar la opinión de que todo ingreso que no es producto del trabajo produce explotación. Más aún, Marx llega a esta ley de la tasa de utilidad decreciente con ayuda de un procedimiento cuya legitimidad deja serias dudas. Reúne un número de factores y de ellos deriva una ley, seleccionando, sin embargo, sólo aquellos factores que apoyan la ley postulada, mientras que los que la niega son dejados de lado caracterizados como tendencias opuestas.
Respecto a la ley de la concentración de Marx, se considera a veces verificada por el advenimiento de grandes negocios. Sin embargo, Marx deja de reconocer que la gran empresa, al facilitar la concentración del control, ha sido al mismo tiempo instrumental en la difusión de la propiedad entre muchos pequeños capitalistas.
El proletariado no ha sido expuesto a una miseria creciente, como quiera que esta se defina; en lugar de ello, la riqueza y el placer se han extendido a todas las clases de la sociedad en la Europa Occidental y Norte América.
El mensaje de Marx implicaba el levantamiento del proletariado y la revolución, pero tuvo sus efectos también entre la burguesía e introdujo así concesiones y reformas que apartaron el riesgo de revolución. Marx no está dentro de los arquitectos del mundo moderno de la abundancia y el cambio económico, pero su amenaza de demolerlo puso a trabajar a dichos arquitectos. La fuerza de Marx radica en su crítica destructiva, no en sus ideas constructivas.
EL SOCIALISMO DESPUÉS DE MARX
Las principales variantes del pensamiento socialista desde 1880 pueden clasificarse bajo los rubros de Revisionismo alemán, Sindicalismo francés, Marxismo soviético, y Fabianismo británico, existen algunas variantes menores conocidas como Austro y Neo Marxismo.
El pensamiento socialista tendió a institucionalizarse según sus exponentes se conectaron con los diversos partidos socialistas que surgieron en todo el mundo. Como regla general reflejan los intereses de estas organizaciones, las que estaban más profundamente afectadas por cuestiones de táctica política que por especulaciones económicas. Más aún, aquellos que se profesan como seguidores ortodoxos de Marx se involucrarán en tales especulaciones sólo con considerable resistencia puesto que en su opinión Marx tuvo la última palabra sobre la economía del capitalismo.
A la vuelta del siglo, la influencia de Marx se dejó sentir sobre todo en Alemania, donde sus seguidores fueron muchos e incluyeron a los líderes de los Social Demócratas. Estos vinieron a constituirse en un partido de masas con una representación parlamentaria que al iniciar la Primera Guerra Mundial sobrepasaba a la de cualquier otro partido. El contingente alemán a su vez, desempeñó el papel preponderante en la Segunda Internacional, que ligaba a los movimientos socialistas de varios países hasta que cayó durante la guerra.
La influencia intelectual de Marx fue también fuerte entre los radicales rusos. Después de que El Capital de Marx fue publicado originalmente en alemán, la primera lengua a la que fue traducido fue el idioma ruso. Los socialistas rusos formaron parte de la Segunda Internacional, pero a diferencia de sus asociados occidentales tenían que operar en su propio territorio de forma subterránea y por medios de conspiración más que con la ayuda del voto y los procedimientos parlamentarios.
Marx tuvo poca influencia en Inglaterra, la que nutrió sus aspiraciones socialistas de otras fuentes, e igualmente en los Estados Unidos. Marx mismo sentía que su socialismo revolucionario era poco adecuado para la situación en Inglaterra y en América.
El revisionismo
Veinte años más tarde, después de posteriores extensiones del sufragio y de la legislación social, y después de repetidas victorias de los partidos socialistas en las urnas, Engels consideró seriamente la inclusión de Alemania y Francia entre los países elegibles para una revolución pacífica mediante el voto y los procedimientos parlamentarios. No fue un accidente que el Revisionismo, un reexamen y enmienda de las doctrinas de Marx, tuviera nacimiento en Alemania, porque en ningún otro lado había tantos seguidores de esas doctrinas.
Bernstein
El líder del revisionismo fue Eduard Bernstein, quien en 1899 publicó un libro traducido más tarde al inglés bajo del título de Socialismo Evolucionario. Estuvo en contacto con los líderes del Fabianismo y rompió con la ortodoxia marxista. Lo que enseñó fue condenado oficialmente por el partido Social Demócrata alemán. Lo que Bernstein hizo fue explorar "dónde estuvo bien Marx y dónde se equivocó" tarea no fácil. Su obra contiene una visión del socialismo que en sus aspectos esenciales difiere agudamente de la de Marx. En el aspecto filosófico Bernstein se aparte de la dialéctica Hegeliana y en su lugar proclama su creencia en una evolución gradual hacia el socialismo, que se producirá no simplemente por la lucha de los contrarios sino por una conjunción de circunstancias relacionadas. Tratará de realinear las aspiraciones socialistas con la tradición Judeo-Cristiana de valores morales, de la que Marx las había divorciado, y lo hizo enfatizando la significación del factor ético, el cual volvería al socialismo en un ideal por el que vale la pena luchar, más que pintarlo como Marx como una necesidad histórica inevitable. Así llegó a ser el primer socialista en cuestionar, de manera investigadora, la validez de las predicciones de Marx acerca de la concentración, la creciente miseria, creciente intensidad de la lucha de clases, etc. No ignoró el hecho de que el capitalismo, en lugar de encaminarse a su muerte, mostraba una mayor vitalidad y viabilidad de la que Marx estaba dispuesto a concederle, y reunió una rica evidencia demostrando que la clase trabajadora participaba en los beneficios que fluían de la expansión económica. Tenía sus dudas acerca de la significación de la teoría del valor. La teoría del valor trabajo de Marx, sostenía, señalaba sólo un aspecto del asunto, la teoría de la utilidad otro, y ambas no eran incompatibles sino complementarias una con otra, con el concepto de Marx del trabajo socialmente necesario constituyendo el eslabón con la demanda como un determinante del valor. La plusvalía y la explotación eran hechos empíricos demostrados por la existencia de utilidad no devengada; no tenían que ser deducidas de la teoría marxista del valor.
En su política Bernstein llegó a ser el profeta del socialismo democrático, que confiará en el trabajo pacífico de los sindicatos y los partidos socialistas. El estado democrático representativo dará cumplimiento total gradualmente a las aspiraciones socialistas. Contrariamente a las predicciones de Marx, no desaparecería sino que proporcionaría el marco político para la sociedad del futuro. Bernstein rechaza de plano y califica de bárbara una "dictadura del proletariado."
Revisionismo francés
El revisionismo de Bernstein tuvo su contrapartida en el Reformismo francés, que floreció bajo la Tercera República y en 1899 introdujo al primer socialista dentro de un gabinete burgués. El socialismo francés estaba dividido en un buen número de grupos fragmentarios, y entre las influencias que sobre él pesaban se encontraba no sólo Marx sino también la tradición de anarquismo representada por Proudhon. Más aún, el movimiento laborista francés estaba apartado de los partidos parlamentarios socialistas y generó una ideología propia, conocida como sindicalismo, el cual era radical, revolucionario y opuesto al trabajo de los políticos y de las instituciones de una democracia parlamentaria.
El sindicalismo francés, un sindicalismo revolucionario, era de carácter militante, empeñado en la persecución incansable de la lucha de clases y destinado a establecer el control por parte de los trabajadores en las fábricas. Esta lucha era dirigida tanto contra los patrones como contra el estado, y habría de ser llevada a cabo por los sindicatos cuya principal función no era la obtención de ganancias económicas para sus miembros sino socavar el orden político por medio de la acción directa guiada por una minoría consciente. Entre los ejemplos de la llamada acción directa se encontraban el sabotaje, paros, huelgas y, especialmente, la huelga general que podría conducir a la revolución. Como los anarquistas, los sindicalistas rechazaban el gobierno organizado y la influencia del estado.
Sorel
El líder teórico del sindicalismo fue Georges Sorel. Sorel abrazó el culto de la violencia, y como su contemporáneo, Pareto, enfatizó la importancia del factor irracional en la vida social. Contemplaba al hombre como movido por sus emociones y pasiones más que por la razón, el objeto apropiado de una manipulación por parte de las élites que emplearían la imaginería y los mitos para impulsar a la gente a la acción. El mito preferido de Sorel era la idea de la huelga general, la cual daría al proletariado un sentido de poder y daría vigor a la lucha de clases.
El mundo de voluntarismo y ficción de Sorel no era el mundo de Marx sino el del fascismo, cuyo surgimiento llegaría a ver.
El marxismo soviético
De las adiciones construidas sobre la estructura del pensamiento de Marx después de su muerte, los soviéticos rechazarían algunas y aceptarían otras. Entre las que les parecían adecuadas, se destaca la doctrina del imperialismo. Si el imperialismo implica la expansión política por la fuerza de las armas, los soviéticos llegaron a ser maestros en su práctica, y anexaron, después de 1939, un área con una población de 25 millones, y colocaron a una población de más de 100 millones bajo el control de regímenes comunistas en la Europa oriental. Los soviéticos intentaron, a pesar de ello, identificar capitalismo con imperialismo
Teorías del imperialismo: Hobson
El elemento crucial de estas teorías es la introducción del término "imperialismo." Hobson, en su obra publicada en 1902, condena las políticas de las potencias europeas de rivalidad imperial y expansión colonial y las relacionaba con factores económicos tales como la búsqueda de establecimientos de población, materias primas, mercados para la exportación, y establecimientos productivos, así como con la teoría del exceso de ahorro. Culpaba a los intereses egoístas de los grupos financieros y comerciales por la persecución de estas políticas y describía sus efectos sobre las poblaciones nativas como "explotación" y "parasitismo."
Los puntos de vista de Hobson han permanecido controvertidos entre los estudiosos competentes de la historia económica del siglo XIX. El factor económico como la fuerza tras la expansión colonial ha recibido una importancia exagerada si se le compara con impulsos como el prestigio nacional, el sentido de misión, y consideraciones de estrategia militar. Como regla general, el comercio no sigue a la bandera; más frecuentemente la bandera sigue al comercio. Las colonias no han absorbido un número substancial de pobladores europeos ni el comercio colonial ha constituido más que una fracción pequeña del comercio total de las potencias metropolitanas. El flujo de capital foráneo a las colonias, lejos de ser meramente explotador, ha sido instrumental en la promoción del desarrollo económico factible bajo las condiciones del entorno colonial.
Implícito en la conclusión del punto de vista de Hobson está el aserto de que la única causa de las guerras es el deseo de ganancia económica, lo que no está en línea con la experiencia histórica. No todos los señores de la guerra en la historia han sido conducidos preponderantemente por el deseo de la ganancia económica. Fue el atractivo del poder y el sentido de misión lo que impulsó sus conquistas Pueden haber existido pequeñas conflagraciones que puedan ser interpretadas en términos económicos, pero en lo general los conflictos de esta índole son mas negociables que las premisas que han dividido a las naciones cuando luchan por su independencia o por el mantenimiento de sus valores e instituciones.
Hilferding y Luxemburgo
El análisis e Hobson fue continuado por otros escritores socialistas que interpretaban el imperialismo como la última fase del capitalismo, con la expansión imperial sirviendo como medio tanto para prolongar la vida del capitalismo como asegurar su muerte. El primero de ello fue Hilferding que describía al capital financiero, representado por los bancos, como ejerciendo presión para el establecimiento de inversiones en el extranjero e incitando a los gobiernos a rivalidades imperialistas mientras que en casa promovían la organización de carteles y otras combinaciones monopolísticas entre sus clientes industriales para salvaguardarlos de una competencia irrestricta.
A Hilferding siguió Rosa Luxemburgo quien argumentaba que la economía capitalista carecía de la capacidad para disponer de su producción de bienes en el mercado doméstico y se veía forzada a la expansión hacia el extranjero para alcanzar la realización de la plusvalía perseguida.
Lenin
En su obra, Imperialismo, la Etapa más Alta del Capitalismo, Lenin pinta la guerra como el resultado de los deseos del capitalista de dividir el mundo para sacar de los países subdesarrollados "superutilidades" con las cuales sobornar a los líderes domésticos y al estrato más alto de la aristocracia del trabajo y hacerle así acorde con las políticas reformistas. El trabajo de Lenin tuvo vastas y siniestras consecuencias, porque la doctrina del imperialismo, respaldada por el maestro agitador y practicante de la revolución, estaba ahora destinada a ser parte integral del Marxismo Soviético, para ser reiterada una y otra vez como medio para dividir el mundo y reclamar así la devoción de los supuestamente explotados países subdesarrollados. El trabajo de demolición de la civilización occidental, que Marx había iniciado colocando clase contra clase, recibía ahora una nueva dirección al incitar a los países con carencias contra los países ricos.
El pensamiento económico soviético
A tarea que habrían de enfrentar los economistas soviéticos era formidable porque las doctrinas de Marx parece más bien un almacén de material incendiario adecuado para la quema del capitalismo que de ladrillos sobre los cuales construir el orden socialista. Lo que complicaba aun mas esta tarea era la suposición de Marx de que el nuevo orden se produciría en una economía altamente desarrollada, bien dotada de capital concentrado en pocas manos y poblada por proletariado industrial alerta. Marx de hecho visualizó la socialización de la economía capitalista como un asunto sencillo comparable con la anterior transformación de la economía feudal en economía capitalista.
En lugar de apoderarse de una estructura industrial plenamente desarrollada, como había previsto Marx, los soviéticos encaraban la tarea de construir una. Los dos problemas clave de los que llegaron a preocuparse crecientemente eran la aceleración del desarrollo económico y la planeación. Marx dijo poco respecto a la planeación, y lo que observó respecto al desarrollo económico lo colocó dentro del contexto de su crítica al capitalismo.
Los soviéticos encontraron el pensamiento de Marx restricciones más que directivas. Para empezar, tenían que adecuar la teoría del valor trabajo y o bien negar su significación en una economía socialista o tratar de racionalizar la divergencia de su sistema de precios de los valores del trabajo. Existía, además, la interpretación de Marx del interés como no funcional, no devengado, y resultado de la explotación capitalista. La adhesión de los planeadores a este punto de vista provocó que los precios soviéticos reflejaran sólo inadecuadamente el costo del capital. Este introdujo en la economía soviética un elemento que parecería irracional desde el punto de vista occidental, especialmente en vistas de la gran escasez de capital en un país en vías de desarrollo.
El régimen soviético nunca toleró la libertad de pensamiento pero nunca fue tan opresivo como durante el reinado de terror desatado por José Stalin. Las oportunidades para la expresión de un pensamiento económico fueron más favorables antes y después de Stalin. El pensamiento económico soviético puede quedar dividido en tres fases, la Leninista, la Stalinista, y la post-stalinista.
Bukharin
Nicolai Bukharin pronunció en 1920 el final de la economía política y las relaciones de precios y leyes que existían independientemente de la voluntad de los individuos o grupos. La economía soviética no estaba ya mas regulada por las fuerzas ciegas del mercado y la competencia sino por un plan cuidadosamente llevado a cabo. La revolución, esperaba Bukharin, habría de extenderse hacia el oeste, especialmente Alemania, donde los controles económicos de una época de guerra habían acelerado la tendencia hacia un "capitalismo organizado" que habían puesto en movimiento el capital financiero y los movimientos monopolísticos. Ahí el control y la regulación estatal habían reducido todavía más el rango del mercado y preparado el campo para una toma del poder por los comunistas.
En Rusia la presión de las condiciones económicas adversas llegó a ser tan fuerte que en 1921, bajo la presión de la Nueva Política Económica, se dio más campo de acción al sector privado de la economía.
El debate acerca de la industrialización
Al avanzar los años veinte, la principal cuestión en materia de política económica era la expansión del sector de la economía controlado por el estado y, relacionado con ello, el establecimiento industrial. Se produjo un debate entre aquellos radicales que deseaban mantener el carácter preponderantemente agrícola de la economía rusa y aquellos que favorecían una industrialización en gran escala. En este debate ganaron los exponentes de la industrialización, y la construcción de un establecimiento industrial fuerte llegó a ser la meta principal de la política económica soviética. Sin embargo, la opinión respecto a cómo lograrlo estaba dividida. ¿Habría de proporcionar el desarrollo de la agricultura el estímulo para el crecimiento industrial? ¿El crecimiento debería ser equilibrado o desequilibrado? ¿Qué criterio debería utilizarse en la asignación de recursos limitados a los proyectos de inversión? ¿Cuál era la óptima estructura de tiempo para la inversión, la tecnología óptima, y la relación óptima entre capital y producción? ¿Cómo habría de controlarse la inflación si el país enfrentara una multiplicación del gasto generada por las nuevas inversiones?
El gobierno habría de ocupar las "alturas del mando" de la economía y guiar las fuerzas del mercado. Bukharin propuso asignar prioridad a la regeneración de la economía campesina, cuya prosperidad estimularía el crecimiento industrial. Este punto de vista recibió la oposición de Eugenio Preobrazhensky, quien insistió en que la ausencia de capital importado los medios para la construcción del establecimiento industrial habría de ser extraído de los campesinos. Con la ayuda de políticas de precios monopólicas de las empresas industriales del estado y medidas relativas los términos domésticos del comercio se volverían en contra de los campesinos. Si estos recibieran bajos precios por los productos agrícolas y pagaran precios altos por las manufacturas, se transferirían recursos del sector agrícola privado al sector industrial estatal. Estas eran las políticas invocadas por Preobrazhensky para acelerar el desarrollo industrial.
Economía Stalinista
La colectivización forzada establecida por Stalin cerró el debate sobre la industrialización. En lugar de expropiar a la masa de los campesinos en una "revolución agraria desde arriba" que provocó el desarraigo de millones y en la cual muchos perecieron. En forma paralela a estos desarrollos empezó en 1928 una serie de planes quinquenales, que pasado el tiempo convirtieron a la Unión Soviética en una potencia industrial. El instrumento de planeación eran los "balances materiales." Bajo este método las autoridades supremas establecerían ciertas metas de producción en términos de cantidades físicas, y los planeadores prepararían presupuestos detallados para los materiales, equipos y mano de obra, balanceando los requerimientos de materia prima, exportaciones, e inventarios terminales con la producción, importaciones, e inventarios iniciales. Puesto que las metas de producción tendían a enfatizar la industria pesada y de municiones más que de bienes de consumo, los sacrificios así impuestos a los consumidores hicieron posible una alta tasa de inversión, lo suficientemente alta para permitir el desarrollo económico a pesar de muchas ineficacias en la planeación.
Bajo Stalin, las implicaciones políticas se volvieron siniestras y trajeron la extinción no sólo de la teoría económica sino de los economistas mismos así como de los intelectuales. Las víctimas incluyeron a Bukharin, Preobrazhensky, y otros economistas líderes. Durante un período de 25 años nadie escribiría un libro de texto sobre economía general, y en algún momento la enseñanza de la economía en las instituciones superiores cesó por completo.
Las instancias de terror continuaron durante el período de la posguerra. El anterior jefe de la oficina de planeación y autor de una historia sobre la economía de guerra soviética fue ejecutado a pesar de que su trabajo le había valido el premio Stalin dos años antes. Su libro contenía buen número de observaciones sobre la operación de la ley bajo el socialismo.
Pensamiento económico en Europa Oriental
En su lucha por una mayor independencia política de la Unión Soviética, los países comunistas de la Europa Oriental desarrollaron su organización económica separadamente del patrón soviético. Como regla general, se colocó mayor énfasis en el mercado y en la administración individual de las granjas que en la colectivización. El asunto del óptima de bienestar, por ejemplo, llegó a ser el tema de debates vigorosos entre los economistas en Yugoslavia, y se hicieron contribuciones importantes en problemas tales como la tasa de inversión óptima.
El socialismo en los países subdesarrollados
El anticapitalismo de Marx aparece ahora en formas de anticolonialismo, surgiendo una nueva demoniología de intereses económicos extranjeros responsables, más que una burguesía doméstica, de los males reales o imaginarios que aquejan a estos países.
Las ligas religiosas indígenas, en lugar se ser rechazadas, eran consideradas fuentes importantes de aspiraciones socialistas y destacadas como instrumentos para una integración nacional y regional.
Comunismo chino
Aunque los comunistas chinos se han proclamado a sí mismos como los verdaderos herederos de Marx, su pensamiento se aparta más aún de Marx que el de los soviéticos. Mas que la confianza en las fuerzas de la historia ha sido una idolatría del poder lo que ha surgido en ambos regímenes, pero ninguno acentúa el voluntarismo tanto como Mao Tse-tung, quien declaró que "el poder político crece del cañón de un fusil." El punto de vista tradicional chino considera al resto del mundo, incluida la Unión Soviética, como poblado por bárbaros. En la china comunista, el ataque contra el imperialismo se ha expandido para incluir variantes "culturales" e "intelectuales," de las cuales las actividades misioneras han sido consideradas como una manifestación importante. La liga con el proletariado fue rota en la china comunista, donde se considera a los trabajadores occidentales como beneficiarios de la explotación capitalista más que como aliados en una lucha común.
Socialismo británico
Inglaterra llegó a ser de hecho el hogar de un socialismo no marxista que era pragmático y democrático más que doctrinario y autoritario.
La influencia de Henry George
El impacto decisivo sobre el socialismo británico no fue producido por Marx sino por el reformador social norteamericano Henry George. El observó el surgimiento de poblaciones prósperas en sitios que poco antes habían sido áreas salvajes, una transformación que llenó las arcas de los propietarios de inmuebles, los que aumentarían todavía más el valor de sus propiedades dejando de mejorar algunos de ellos. Su riqueza había sido producida por la transformación del entorno; por medio de una escasez forzada trataban de enriquecerse aún más. Todo esto era para George una asquerosa violación de la justicia social, y llegó a considerarlo como el principal problema social de su época.
Como Marx, George parte de la economía Ricardiana para encontrar la base teórica de su doctrina, pero a diferencia de Marx la encuentra en la teoría Ricardiana de la renta más que en la del valor. Si se pagara renta por el servicio de la tierra, y si la tierra fuera original e indestructible, un impuesto que gravara la renta aportaría a la comunidad lo que es un regalo de Dios más que el producto de los esfuerzos del propietario. Más aún, si las rentas suben como consecuencias de los cambios en el entorno, la sociedad, argüía George, tenía el derecho de recuperar el incremento creado por el cambio social más que por la acción del propietario.
George no se adhirió al concepto de la lucha de clases. No hizo excepción de los ingresos distintos del trabajo que no fueran la renta, y afirmó lo deseable de la competencia. No contemplaba la transferencia a la propiedad comunitaria de los medios de producción, excepto aquellos monopolios naturales como el transporte común y los servicios públicos. No apeló a las fuerzas de la historia sino a la justicia social, el derecho natural, y las enseñanzas de la Cristiandad. Habría de ser esta atracción de George por la religión la que traería una nueva generación de Socialistas Cristianos.
La sociedad Fabiana
El paso decisivo para la formación de una clase británica de socialismo democrático fue la fundación de la Sociedad Fabiana, a la que pronto se unió George Bernard Show. El socialismo al que se convirtió encontró su expresión en los Ensayos Fabianos sobre el Socialismo. La principal contribución de Show a la economía socialista fue la expansión del principio de la renta diferencial y su aplicación al capital y la capacidad personal.
Los Webb
La Sociedad Fabiana deriva su nombre de Quintos Fabius Maximus Cunctator, "el demorador", general romano famoso por sus tácticas de demora. La marcha gradual era el lema de la Sociedad Fabiana. Webb expresó su convicción de un desarrollo inevitable hacia el socialismo, el cual, a diferencia de Marx, visualizaba como gradual y experimental, procedente de medios parlamentarios más que como resultado de un levantamiento abrupto. Webb y su esposa, llegaron a ser maestros en el arte de la ingeniería social y la experimentación económica.
Entre otros efectos el trabajo de Webb transformó a Inglaterra, por la actuación del Partido Laborista, del cual la Sociedad Fabiana era la rama intelectual. Para los Fabianos la tendencia hacia el socialismo era la aproximación a la justicia social por medio de la planeación y el control ejercidos por un gobierno responsable ante el electorado en un sistema democrático. En su programa inicial contemplaban el establecimiento de empresas públicas a nivel municipal, regional, y estatal, que habrían de ser financiadas mediante impuestos sobre las rentas. Al no padecer estas empresas las cargas de las rentas y pago de intereses, podrían ofrecer mejores salarios y condiciones de trabajo que las empresas privadas y poco a poco se iría contratando a los empleados de estas. Lado a lado con esta idea aparece la propuesta de nacionalizar ciertas industrias existentes, principalmente los servicios públicos, transporte comunes, y aquellas bajo el control de monopolios privados. La empresa pública, sostenían, permitirá al desempleado ejercer su derecho al trabajo, que le ha sido negado por la empresa privada.
El gradualismo de los Webb implicó el asignar un creciente número de funciones al gobierno en todos los niveles, con el gobierno nacional asumiendo el papel principal. Propusieron un "estándar nacional mínimo de vida civilizada," que llegaría a cristalizar en los sistemas de seguridad social.
MARGINALISMO.- PRECURSORES Y JEVONS.
La economía convencional como quedo ejemplificada en los escritos de John Stuart Mill, contra la que lanzaron sus ataques Marx y sus seguidores, no permaneció quieta sino que durante las últimas décadas del siglo XIX entró en una profunda transformación llamada a menudo la "revolución marginal." Cuando esta revolución tuvo lugar a la vuelta del siglo, tanto la estructura de la economía como su método difieren ya agudamente de la economía política de los clásicos. La teoría del valor trabajo fue desechada, y con la ayuda de un nuevo principio unificador se consiguió la integración de las teorías del consumidor y de la empresa, así como la integración de las teorías del valor y la distribución, que habían sólo estado flojamente ligadas en el pensamiento clásico. El principio unificador, ahora disponible, era el principio marginal. Probó su utilidad igualmente aplicado a la teoría de los precios y a la teoría de los mercados, y señaló el camino hacia el establecimiento de posiciones teóricas óptimas, o equilibrio, en el cual consumidores y productores maximizarían magnitudes tales como la satisfacción y el ingreso neto. Existe menos énfasis en el desarrollo económico, con el que tan preocupado había estado Adam Smith. En su lugar, trata de localizar posiciones de equilibrio dentro de un marco en el cual está dada la cantidad de recursos totales.
La búsqueda de posiciones óptimas dentro de un marco de una cantidad de recursos dada abrió la puerta a los modos matemáticos de argumentación, y así en este sentido la revolución marginal marca el principio del moderno análisis económico. Las variaciones entre las variables económicas llegan a reconocerse como funcionales, que relacionan el cambio de una variable con el cambio en otra, tal como la cantidad demandada respecto al precio demandado. Una vez que fueron interpretadas como funcionales estas relaciones, había sólo un pequeño paso para su expresión en forma de ecuaciones y la presentación gráfica de las curvas que las representan. Así la literatura económica se llenó de símbolos y gráficas. Hicieron su aparición las ecuaciones simultáneas, denotando, por ejemplo, demanda y oferta, y fueron resueltas encontrando su raíz.
La búsqueda de posiciones óptimas hizo conscientes a los pioneros del moderno análisis económico de las oportunidades que se abrían por el empleo de las poderosas herramientas del cálculo diferencial. Así definirían la unidad marginal en términos de la primera derivada. La utilidad marginal, por ejemplo, fue interpretada como el coeficiente diferencial de la utilidad respecto a la cantidad de un producto bajo el control de una persona. Se hizo aparente también que otro tipo de posiciones óptimas podría definirse en términos de los valores marginales en usos diferentes, por ejemplo, cuando la última unidad de gasto utilizada en diferentes direcciones proporciona la misma satisfacción incremental, un cambio en el gasto no añadiría nada a la satisfacción total.
La discusión económica cambió así su atención de las cantidades totales hacia los pequeños cambios en esos totales. Uno de sus conceptos centrales llegó a ser el del equilibrio, que iguala ciertas variables y maximiza otras. Puesto que el equilibrio era empleado principalmente en la microeconomía y centrado alrededor del consumidos y la empresa, asuntos tales como la macroeconomía de la determinación del ingreso nacional y la economía del crecimiento y el desarrollo no estaban entre los temas prominentes en esta discusión.
Precursores
La historia comienza en 1814 con ciertas sugerencias de Malthus, en las que llamaba la atención hacia la potencial utilidad del cálculo diferencial para la economía y ciencias relativas. Diez años más tarde Perronet Thompson, quien como Malthus había sido un excelente estudiante en Cambridge, se convirtió en el primer escritor inglés en usar el cálculo en el análisis económico. El problema que Thompson planteó fue maximizar la ganancia de un gobierno que compra bienes y servicios con papel moneda, cuya emisión es asistida por precios crecientes.
Cournot y la teoría de la demanda.
Augustin Cournot, en su libro Investigaciones acerca del Principio Matemático de la Teoría de la Riqueza, presentó la primera elaboración sistemática del principio marginal aplicado a la teoría de la empresa. Fue el primer esfuerzo sostenido para construir una economía matemática de tipo "puro," que presente proposiciones generales de validez formal.
Mucho del contenido de la economía de Cournot parece hoy un lugar común en la forma que mas tarde de dieron los escritos de Marshall. Existía, para empezar, la interpretación de Cournot de conceptos económicos tales como que la demanda y el costo son funcionales, en los cuales las cantidades físicas están relacionadas con los precios demandados y los costos. Con Cournot entran en la literatura económica los programas y funciones de la demanda y la curva de pendiente hacia abajo de la demanda. A partir de la hipótesis singular de que cada persona busca maximizar el posible valor de sus bienes y de su trabajo, Cournot es el primero en desarrollar la teoría del monopolio. El monopolista, esto es, el vendedor de un producto único, que busca maximizar su ingreso neto, cargará un precio en el que el ingreso marginal sea igual al costo marginal. Incrementando gradualmente el número de vendedores, Cournot eventualmente llega al escenario de competencia, y su discusión produce una amplia teoría de la empresa que opera en varios tipos de mercado. La teoría del duopolio, que desarrolla en este contexto, fue el primero de muchos intentos para llegar a una determinada solución de este difícil caso.
Thûnen y la productividad marginal
El principio marginal fue utilizado primordialmente en la teoría de la producción. El pionero en esta contribución fue Von Thûnen, en su obra.
El estado aislado habría de servir como modelo de una economía cerrada de fertilidad uniforme, con una ciudad como su centro de mercado y con la producción agrícola especializándose en líneas óptimas, reflejando la distancia al mercado, en un número de círculos concéntricos alrededor de la ciudad. Al aumentar la distancia respecto a la ciudad, la producción se hará gradualmente más cara y cambiara paulatinamente de un mercado de hortalizas hacia los pastos. Este modelo constituyó un ejercicio temprano sobre la teoría de la localización y sirvió como punto de partida para la posterior ciencia de economía regional.
En el contexto presente, sin embargo, no es el estado aislado de Thunen o su salario natural lo que llama la atención sino la aplicación del análisis marginal a la teoría de la producción. El tratamiento que hace Thunen anticipa lo que más tarde vino a conocerse como el principio de la proporción variable y el de la substitución. Hace variar los insumos de mano de obra mientras mantiene constante el capital, y viceversa, y subraya el impacto de las variaciones en los factores de la producción y los precios del producto sobre la mezcla de insumos óptima. Su análisis culmina en la declaración de que el ingreso neto se maximiza cuando el valor marginal del producto es igual al costo marginal de los factores. Se abre el camino para la teoría marginal de la distribución al señalar que la productividad del capital debe medirse por el producto marginal que una cantidad constante de mano de obra rinde si se le combina con una aportación creciente de capital, e inversamente que la productividad de la mano de obra debe medirse por el producto marginal rendido por una aportación constante de capital con una mano de obra creciente.
Como ocurrió con Cournot, la influencia principal de Thunen habría de sentirse más tarde por generaciones de economistas, específicamente de Marshall.
Gossen y la teoría de la utilidad
El primer escritor en desarrollar una teoría integral sobre el consumo, basada en el principio marginal fue Gossen, en su libro titulado Desarrollo de las Leyes de las Relaciones Humanas y las Leyes que de ahí habrán de Derivarse para la Acción Humana. El trabajo de Gossen se aparta de Cournot y Thunen yendo más allá del desarrollo de principios científicos y expresando la filosofía de la vida del autor - un utililitarismo consecuente, que encuentra en el hombre el deseo de maximizar el placer durante su vida y atribuyendo a este propósito de la existencia del hombre sobre la tierra al designio divino. El análisis de Gossen culmina en dos proposiciones que la literatura posterior ha venido a conocer como sus primera y segunda leyes: (1) la utilidad marginal - o, en frase de Gossen, el valor del último átomo - de un bien perfectamente divisible disminuye según aumenta la cantidad del bien; y, derivado de esto, (2) la utilidad total de una cantidad dada de un bien que proporciona varios usos está en su máximo cuando la utilidad marginal es igual para todos los usos.
Jevons, Menger, y Walras.
De mucha mas consecuencia que el trabajo de Gossen fue la publicación casi simultánea de obras por Jevons, Menger, y Walras, en las cuales el principio marginal fue nuevamente aplicado a la conducta del consumidor. Su trabajo tuvo más alcance, que incluyó el reemplazo de la teoría del valor trabajo por otra que enfatizaba la utilidad; la derivación, a partir del principio de la utilidad marginal decreciente, de la ley de la demanda, que Cournot había postulado como dada por la naturaleza de las cosas; y el eventual reconocimiento del principio marginal como el central y unificador en la economía.
Según empezaron a extenderse las doctrinas de Marx en el Continente, los seguidores de Menger fueron conscientes de las potencialidades de la nueva teoría subjetiva del valor como instrumento para demoler la economía de Marx, derivada como estaba de la teoría del valor trabajo. Los miembros de la escuela austríaca, como se llamó a Menger y su grupo, se constituyeron en los primeros y más efectivos críticos de Marx. Aunque los trabajos de Menger anteceden a la difusión de las ideas de Marx y aunque Walras era cierta clase de socialista, los economistas que se agrupaban en búsqueda de municiones intelectuales contra las ideas de Marx encontraron en la economía de la utilidad marginal y en la teoría subjetiva del valor una alternativa si no es que un antídoto para esas ideas.
Jevons
William Stanley Jevons dejó su marca no sólo en la economía sino en otras disciplinas también. Sus obras sobre lógica han servido como textos para sucesivas generaciones de estudiantes. (Estudiar su biografía). En 1860, cuando no cumplía aún 25 años, descubrió "la verdadera teoría de la economía," la teoría de la utilidad. El resultado del trabajo de Jevons fue la publicación, en 1871, de su Teoría sobre Economía Política.
La teoría de la utilidad
El punto de partida del análisis de Jevons fue la teoría de la utilidad. De aquí derivó él una teoría del intercambio, y redondeó su obra con capítulos sobre el trabajo, la renta, y el capital. La economía, sostenía, requiere de un tratamiento matemático porque trata de cantidades.
La teoría de la utilidad de Jevons contiene referencias frecuentes a Bentham, y en línea con el enfoque de éste visualiza la economía como "un cálculo entre el placer y el dolor."
Jevons interpretaba la utilidad en términos subjetivos y relativos, esto es, no como una cualidad intrínseca de las cosas sino como "una circunstancia respecto a las cosas que resulta de su relación con los requerimientos del hombre." El argumentaba que diversas porciones del mismo artículo no poseen igual utilidad. Hasta cierta cantidad, un artículo puede ser indispensable. Cantidades posteriores tienen grados de utilidades diversas, y más allá de cierta cantidad la utilidad se hunde gradualmente hasta llegar a cero y puede aún volverse negativa si nuevas cantidades llegan a ser inconvenientes y dolorosas. Distinguía entre la utilidad total y lo que Marshall llamaría más tarde "utilidad marginal," denominada esta última por él como "el grado de utilidad de la última adición, o la siguiente posible adición de una muy pequeña, infinitamente pequeña, cantidad de la existencia presente." En el lenguaje del cálculo diferencial, el grado final de utilidad es el coeficiente diferencial de la utilidad respecto de la cantidad. La teoría de la utilidad de Jevons culmina con el teorema, equivalente a la segunda ley de Gossen, de que la utilidad total derivada de un bien que tiene usos diversos será maximizada cuando el grado final de utilidad sea igual en todos los usos.
De hecho distinguía entre el cálculo de la utilidad, significativa para la economía, y "el cálculo superior del bien y el mal moral," y subordinaba el primero al último. Sólo en asuntos de indiferencia moral el cálculo de la utilidad sería la regla suprema.
La teoría del intercambio, que él derivó de su teoría de la utilidad, contiene como clave su proposición de que la razón de intercambio de cualquiera de dos artículos será el recíproco de las utilidades marginales de las cantidades de bienes disponibles para el consumo después de efectuado el intercambio. (Expresado matemáticamente).
El análisis de Jevons de "el costo real."
Jevons desarrolló una teoría del costo real, expresado en términos de sentimientos de inutilidad o dolor, un análisis que, aunque no producía una teoría de la empresa, arrojó alguna luz sobre los determinantes de la provisión de mano de obra. Visualizaba el trabajo como inicialmente irritante pero llegando a ser placentero después de cierto rango de horas con una duración moderada. Después de pasar este rango, el trabajo se volverá irritante de nuevo, y lo será crecientemente al alargarse el número de horas. El trabajo vendrá a detenerse cuando la decreciente utilidad marginal del producto del trabajador o sus salarios sea desplazado por la inutilidad marginal creciente del esfuerzo.
La muerte de la teoría del valor trabajo
El surgimiento de la teoría de la utilidad de Jevons marca el fallecimiento de la teoría del valor trabajo. Como señaló Jevons, la teoría del valor trabajo carecía de generalidad puesto que sólo era de aplicación para bienes producidos con ayuda de la mano de obra. Más aún, en el rango de situaciones en las que supuestamente habría de aplicarse, un vistazo a los precios realmente cargados en el mercado demostraría que estos no reflejan la cantidad de trabajo incorporado en los artículos.
Los socialistas Ricardianos y Marx cambiaron totalmente la función de la teoría del trabajo. La transformaron de un instrumento de santificación de la propiedad privada en un instrumento de denigrante para ella, con la teoría de la plusvalía como resultado de la explotación.
En el análisis de Jevons, la utilidad y la escasez reemplazan al trabajo como determinantes del valor. En lugar del divorcio del valor en cambio y el valor de uso de los clásicos, ambos eran interpretados por él en términos de la utilidad, entendiendo por ésta la utilidad total y la marginal. En lugar del énfasis de los clásicos en la oferta y el costo como determinantes del valor, Jevons identificó los factores que operan tras la demanda. En el análisis clásico el valor era considerado como resultante de las condiciones del mundo exterior, de ahí la designación del la teoría del valor de los clásicos como objetiva. La teoría de Jevons era subjetiva en el sentido de que deriva el valor de un "sentimiento distinto" del estado de la mente, uno influido por el factor externo de la escasez.
Puesto que los clásicos enseñaron que los bienes tienen valor porque incorporan trabajo, en su punto de vista el valor del producto reflejaba el valor del servicio productivo. Jevons, por otra parte, deriva el valor del servicio productivo del valor del producto, sosteniendo, por ejemplo, que el valor del trabajo "debe ser determinado por el valor de lo producido, no el valor del producto por el valor del trabajo.
Jevons se rehúsa a designar el trabajo como un determinante directo del valor, pero sin embargo concede que el valor de un artículo puede estar afectado indirectamente por el trabajo. La cantidad de mano de obra dedicada a la producción de un artículo influye sobre la oferta, y la oferta a su vez tiene efectos sobre el grado de utilidad del artículo, lo que gobierna la razón de intercambio. Jevons explica esta cadena de razonamiento como sigue:
El costo de producción determina la oferta;
La oferta determina el grado final de utilidad;
El grado final de utilidad determina el valor.
La curva de indiferencia de edgeworth
Las contribuciones a la economía de Edgeworth dejan su marca en las teorías del monopolio, comercio exterior, impuestos, y producción, En la teoría de la producción, las autoridades anteriores habían empleado generalmente el concepto de un producto promedio para demostrar los rendimientos decrecientes. Edgeworth insistió en la distinción entre el producto promedio y el marginal. En su Física Matemática amplió la función de la utilidad de Jevons relacionando la utilidad de un bien no sólo a la cantidad del bien que un individuo posee o consume sino también a la cantidad de todos los demás bienes poseídos o consumidos por el individuo - el valor que una persona asigna a otra unidad de alimento refleja no sólo que también está alimentada, sino también qué tan bien está vestido, su habitación, etc. En el mismo trabajo introduce la curva de indiferencia, la combinación de bienes que producen una utilidad total igual.
LA ESCUELA AUSTRIACA
Menger
En 1871, el año en el que Jevons publicó la Teoría de la Economía Política en Inglaterra, apareció en Viena la obra de Menger Principios de Economía. El austríaco, codescubridor del principio marginal y la teoría subjetiva del valor era un graduado de la facultad de derecho, la que en la tradición de los países de habla alemana estaba a cargo de la instrucción sobre economía. Obtuvo un seguimiento substancial dentro de los economistas jóvenes de su época. Al crecer su influencia, llegó a reconocérsele como el líder indisputado de la escuela austríaca.
Sus teorías encontraron la oposición de los economistas historicistas de Alemania. A pesar de estos obstáculos Menger hizo contribuciones importantes a la teoría pura de la economía desarrollando un análisis de la utilidad que culminó con la teoría subjetiva del valor, logro que puede atribuirse a la convergencia de un conjunto disparado de circunstancias. Había, para empezar, en los países de habla alemana la fuerte tradición de la filosofía del idealismo de Kant, paralela y que rivalizaba con la de Hegel, un idealismo que interpretaba los fenómenos del mundo exterior como creaciones de la mente humana. Existía una afinidad entre esta filosofía y la teoría subjetiva del valor, la cual deriva el valor económico de un estado mental del hombre. La atmósfera intelectual generada por la filosofía de Kant impulsaría todavía más el desarrollo de la teoría subjetiva del valor.
Para un desarrollo ulterior de estas ideas la economía alemana no ofrecía un campo fértil puesto que estaba dominada por los economistas historicistas que no hacían uso del análisis económico abstracto y proponían reemplazarlo por estudios descriptivos de detalles históricos concretos.
Menger desarrolló sus ideas en un nivel de abstracción que las apartó de consideraciones de espacio y de tiempo; sin embargo, aún siendo general y abstracto su enfoque, lo que le condujo a su estudio sobre la economía fue, un problema práctico del día. Uno de sus deberes al servicio del gobierno era la preparación de encuestas de mercado, y al desempeñar este deber encontró difícil conciliar la teoría de precios convencional con las realidades de la vida. De ahí su intento de reconstruir las teorías del valor y el precio sobre nuevas bases.
Los bienes económicos y su valor
A diferencia de Jevons, desarrolló su argumento en términos de necesidades sentidas subjetivamente mas que en términos del placer. La calidad de un bien de producir la satisfacción de las necesidades y las necesidades mismas no son necesariamente reales sino imaginarias, con esta última contingencia, en opinión de Menger, volviéndose menos frecuente según progresa la civilización. "Los bienes de primer orden," tales como el pan, sirven las necesidades humanas en forma directa, mientras que "los bienes de orden superior," tales como la harina y los utensilios de panadería, molinos de grano, servicios de mano de obra del agricultor, etc., las sirven indirectamente. Como subrayó Menger, los bienes de orden superior requieren de bienes complementarios; sin ellos, pierden su carácter de bienes.
Los bienes son bienes económicos cuando los "requerimientos" - la cantidad que una persona tiene que tener de ellos para satisfacer sus necesidades - exceden la cantidad disponible. Aunque Menger no usa este término, la implicación es que los bienes económicos son escasos. En relación con el problema de los bienes económicos se presenta el problema de economizar, esto es, de elegir entre necesidades, satisfaciendo algunas y dejando de satisfacer otras, y hacerlo de manera que se alcance un resultado óptimo. Su hombre que economiza no busca maximizar el placer sino satisfacer sus necesidades de la manera más eficiente.
Las necesidades y su satisfacción
Las necesidades y su satisfacción son de importancia desigual en relación tanto a la satisfacción de las necesidades de clase diferente como a la mas o menos completa satisfacción de una necesidad igual. Las necesidades y las satisfacciones pueden ser graduadas, empezando con las necesidades vitales y descendiendo hasta necesidades de importancia menor, hasta que eventualmente se alcanza la saturación. Menger no emplea ni diagramas ni fórmulas matemáticas para respaldar su argumento y, en lugar de ello, presentó una tabla consistente en escalas hipotéticas que indican la importancia de la satisfacción derivada del consumo de unidades sucesivas de diez bienes diferentes.
Las diez escalas se reproducen a continuación:
I II III IV V VI VII VIII IX X
______________________________________________________
10 9 8 7 6 5 4 3 2 1
9 8 7 6 5 4 3 2 1 0
8 7 6 5 4 3 2 1 0
7 6 5 4 3 2 1 0
6 5 4 3 2 1 0
5 4 3 2 1 0
4 3 2 1 0
3 2 1 0
2 1 0
1 0
1
Menger utilizó las columna I y V para ilustrar la importancia decreciente de la necesidad de un hombre de comida y tabaco respectivamente. Si ha sido satisfecha la necesidad de comer hasta un grado ilustrado por la cifra 6, el consumo de tabaco, aunque menos vital, asume una importancia igual a la posterior satisfacción ahora menos presionante de comida. Al discutir este asunto, Menger no se refiere a la utilidad declinante sino a la importancia declinante de las necesidades y su satisfacción. Estableció el principio de que la gente provee primero para la satisfacción de las necesidades a las que asigna mayor importancia para ella y hará luego provisiones para necesidades de menor importancia hasta que todas las necesidades queden satisfechas hasta un grado de importancia igual. El siguiente paso en este argumento, y uno crucial, fue la derivación de una teoría subjetiva del valor a partir del principio así enunciado.
Concluyó así que el valor para un individuo de cualquier unidad de la cantidad total de un bien es igual a la importancia de la satisfacción menos significativa lograda con ayuda de una unidad de la cantidad total del bien.
La teoría de la imputación
El valor no es una cualidad inherente a los bienes sino que les es imputada. Aunque, estrictamente hablando, sólo las satisfacciones tienen valor porque la vida del hombre y su bienestar dependen de ellas, sin embargo el hombre imputa valor a los bienes cuya disponibilidad hace posibles las satisfacciones. Menger entonces amplió su teoría de la imputación a los bienes de orden superior, que satisfacen las necesidades sólo en forma indirecta y cuyo valor es determinado por el valor de los bienes de orden inferior que van a ser producidos con su ayuda. El enfoque de Menger a la valuación de los bienes del productor, esto es a la teoría de la distribución, produjo una teoría de la utilidad marginal, en la cual, sin embargo, el valor del servicio productivo era interpretado no en términos del cambio en el producto físico o el valor del producto físico sino en términos de los cambios en la satisfacción de las necesidades. Identificó el valor de un bien de orden superior con la satisfacción potencial producida por bienes de orden inferior pero pérdida por el retiro de una unidad de bien de orden superior. La teoría de la imputación abrió un punto de vista unificado sobre la distribución. Relacionó el valor del producto con el de los servicios productivos e integró las teorías del valor y de la distribución. Como Jevons, la teoría del valor de Menger no asigna lugar alguno al costo de producción como determinante del valor. Ambos desarrollaron sus argumentos sobre la base de una existencia de bienes dada que habían sido producidos a costos incurridos en el pasado, los que ahora carecen de relevancia. Nosotros estamos siempre empezando a partir de cero en cada momento, juzgando el valor de las cosas con vistas a su utilidad futura. Esta reacción extrema a la teoría del valor de los clásicos con su énfasis en el trabajo o el costo de producción como determinantes del valor sería posteriormente corregido por Marshall, que coordinó el costo de producción con la utilidad como determinantes del valor.
Teoría monetaria
En su análisis del dinero, Menger aplicó a este la teoría subjetiva del valor. El origen del dinero, sostuvo, no debe buscarse en una convención explícita o en la acción de las autoridades públicas. En lugar de ello, fue el interés de los hombres que economizan lo que les condujo a intercambiar bienes por otros más vendibles. El dinero es el bien más vendible de todos, y su valor se determina de la misma manera que el de los demás bienes que son objeto de transacciones de intercambio. En esta interpretación el dinero no fue introducido por designio y como consecuencia de un plan sino como el resultado no buscado de acciones no concertadas de una multitud de individuos que perseguían sus propios intereses.
Menger y el método de las ciencias sociales.
Habiendo respaldado una teoría subjetiva del valor que interpretaba éste en términos del estado mental de un individuo, Menger declaró que la tarea principal de la teoría económica es investigar la conducta del hombre que economiza. La vida económica de una nación, sostuvo, es el resultado de innumerables esfuerzos económicos de agentes individuales. Estos son los verdaderos elementos que constituyen la economía nacional, y forman el tema apropiado de la teoría económica. Menger consideraba su individualismo metodológico confirmado por formaciones sociales sin propósito como el dinero, las poblaciones, ferias y mercados, y la división del trabajo, interpretadas por él como estructuras sociales que son el resultado no buscado de la persecución de intereses individuales.
El individualismo metodológico de Menger, en el cual los fenómenos microeconómicos son identificados para su análisis, impidió una atención sistemática a la conducta de agregados económicos, la determinación del ingreso nacional, y el desempeño general de la economía. Más aún, el individualismo metodológico no asigna función alguna a la política pública en la esfera económica.
La economía moderna no se ha adherido a los preceptos de la metodología de Menger y se ha vuelto en cambio hacia la macroeconomía. Menger buscaba la interpretación de las relaciones económicas en términos de causas y efectos y rechazaba su interpretación en términos de interdependencia mutua, lo que se ha convertido en el enfoque normal de la economía moderna. Tampoco empleo ni tuvo Menger uso alguno para la economía matemática. Consideraba los símbolos y las gráficas como herramientas inadecuadas para la exploración de la esencia de las cosas.
Wieser y la economía socialista
En su Valor Natural Wieser trató de demostrar que el valor económico es una categoría "natural" en el sentido que cualquier sociedad racionalmente ordenada, independientemente de sus instituciones, tendría que hacer valuaciones. Presentó la importante conclusión, que sentó un precedente para el posterior estudio de la economía del socialismo, de que una economía no puede evitar las valuaciones:
Las necesidades estarán ahí todavía, ahí como en todas partes; los medios disponibles serán todavía insuficientes para su total satisfacción; y el corazón humano permanecerá apegado a sus posesiones. Todos los bienes que no son gratuitos serán reconocidos no sólo como útiles sino valiosos; tendrán un rango de valor de acuerdo a la relación en que las existencias se encuentren respecto a la demanda; y esa relación se expresará finalmente en la utilidad marginal. La oferta y la demanda social o la cantidad de bienes y la utilidad socialmente comparados una y otra, decidirán el valor. Las leyes elementales de valuación, como las hemos explicado, serán efectivas total e ilimitadamente para toda la comunidad.
Aún cuando Wieser enfatizó la importancia de la teoría subjetiva del valor para un estado socialista, tanto él como Bhom-Bawerk rechazaron la teoría del valor trabajo y se la sometieron a una investigación critica, el último en un volumen titulado Karl Marx y el Cierre de su Sistema.
Bohm-bawerk y la teoría del interés
Bohm-Bawerk hizo sus principales contribuciones a las teorías del interés y del capital, y fue con ellas que desarrolló la crítica más efectiva del socialismo. Fue considerablemente más lejos que Wieser, quien dejó sin respuesta la cuestión de la viabilidad o deseabilidad del socialismo y simplemente subrayó la validez de los principios fundamentales de la economía tanto bajo el capitalismo como bajo el socialismo. El principal argumento de Bohm-Bawerk era que la crítica socialista del capitalismo era de hecho una crítica de la condición humana, esto es, del problema central de la escasez, con la cual tendría que luchar tanto el socialismo como el capitalismo.
Los puntos de vista de Bohm-Bawerk quedaron en su Capital e Interés, y en su Teoría Positiva del Capital. Las personas tienden, argumentaba Bohm-Bawerk, a sobrestimar los recursos futuros y subestimar las necesidades futuras; ademas, los bienes disponibles hoy producirán bienes de un mayor valor en el futuro. A la luz de esta "tres razones" - las primeras dos psicológicas y la tercera tecnológica - la gente se sentirá inclinada a colocar un mayor valor en los bienes presentes que en los futuros de la misma clase y cantidad, y para inducirla a intercambiar bienes presentes por bienes futuros debe pagársele un agio, o premio, que iguala el valor de los bienes presentes y futuros. Este agio o premio, es conocido como el interés.
Algunos ejemplos, aportados por el mismo Bohm-Bawerk, ilustrarán el significado de estas tres razones. Las personas tienden a sobrestimar los recursos futuros: Si sufren al presente por la carencia de ciertos bienes, pueden tener razón para esperar ser provistos más ampliamente en el futuro. Casos a punto son el malestar temporal o calamidad, así como la situación de todos aquellos que esperan que una carrera mejorara su situación económica. Las personas tienden a subestimar las necesidades futuras: Lo hacen debido a una falta de fuerza de imaginación y de voluntad y porque la vida es incierta y corta. Los bienes presentes producen un mayor valor en el futuro: Una persona que necesita agua puede ir a la fuente y beberla de sus propias manos. O puede buscar un palo y una cubeta y almacenar agua en sus casas, pero esta situación más ventajosa requiere tiempo para procurarse un hacha y derribar un árbol. Para una mayor conveniencia, puede construir una tubería que conduzca el agua a sus casas. Este camino que parte desde el consumo de trabajo hasta la disponibilidad del agua se hace más largo, pero el resultado es todavía más remunerador.
Las primeras dos razones de Bohm-Bawerk para el interés, las psicológicas, respaldan lo que ha venido a designarse como la teoría de la preferencia en el tiempo, mientras que la tercera parece una recién inventada teoría del capital. Esta última interpretación, sin embargo, no fue respaldada por Bohm-Bawerk, que reconocía sólo la tierra y el trabajo como factores originales de la producción y se rehusaba a considerar al capital como factor de la producción coordinado con aquellos. En su análisis, el capital simplemente aumenta la productividad de la tierra y de la mano de obra.
Critica del socialismo de bohm.bawerk
Bohm-Bawerk concluye que el interés es una categoría general y un aspecto característico de todos los sistemas económicos y no se produce, como argumentan los socialistas, por la explotación del trabajo bajo instituciones económicas específicas. Las tres razones para el interés, insiste, están presentes todavía bajo el socialismo, que no puede abolir simplemente la diferencia entre el valor presente y el valor futuro de los bienes. Si bajo el socialismo se intentara pagar al trabajador el valor no descontado de su producto, se seguirían resultados curiosos. Un sembrador cuyo trabajo produciría robles a cien años recibiría un salario cientos de veces superior a un panadero, cuyo producto es efímero. Si, por otra parte, se les paga a los dos a la tasa del panadero, con el interés incrementándose en favor de la comunidad y luego redistribuido por ella, sería todavía verdad exactamente "como en nuestra sociedad capitalista en que los propietarios de bienes presentes derivan interés a través del trabajo de aquellos que producen un bien futuro." El socialismo puede efectuar un cambio en las personas que reciben el interés y las cantidades en que este es distribuido, pero no puede cambiar el hecho de que los poseedores de bienes presentes, cuando los intercambian por bienes futuros, obtienen un agio. Si las autoridades de planificación no asignan un menor valor a los bienes futuros, los recursos productivos serán siempre canalizados a sus usos técnicamente mas productivos que rinden una producción disponible en un futuro remoto e inmedible, a costa del malestar del presente.
La insistencia de Bohm-Bawerk de que el interés es una categoría general y no derivada de instituciones históricas específicas iba dirigida a combatir no sólo las teorías de la explotación de los socialistas sino todos los puntos de vista de los economistas historicistas, que estaban inclinados a interpretar las disposiciones económicas como reflejando las estructuras de poder existentes más que leyes inmutables y que colocaban una mayor confianza en el gobierno para revisar estas disposiciones mediante políticas públicas. La supremacía de las leyes económicas sobre los factores institucionales fue también enfatizada por el trabajo final de Bohm-Bawerk, un famoso artículo titulado "¿Control o Ley Económica?". La premisa a discusión aquí era la efectividad del poder de los sindicatos para elevar los salarios. Al llamar la atención sobre los límites de tal poder, Bohm-Bawerk de hecho cuestiona las posibilidades de reforma propuestas tanto por los revisionistas socialistas como por los intervencionistas no socialistas.
Los austriacos más jóvenes: Mises
Entre los economistas entrenados en Austria que alcanzaron prominencia al avanzar el siglo veinte estuvieron Mises, Von Hayek y Schumpeter. Si el trabajo meramente teórico, no diluido por el empirismo y libre de las matemáticas, y el individualismo metodológico y político fueron la característica de la escuela austríaca, nadie siguió esta tradición más que Mises. Su crítica al socialismo, un sistema económico que consideraba imposible porque no contenía un método racional para medir los precios fue de tanta influencia como en su época lo fue el de Bhom Bawerk. Mises cuestionó también la viabilidad de un régimen de intervencionismo económico. Su apego al laissez faire era tan fuerte que se rehusó a concederle un papel al gobierno aún en el campo de la política monetaria.
Hayek
Menor veinte años que Mises, compartió el liberalismo y el individualismo de éste pero fue más receptivo a la economía matemática. A la mitad de su carrera hizo contribuciones notables a las teorías del ciclo de negocios y del capital pero al final de su vida se volvió crecientemente hacia cuestiones de organización económica, historia doctrinal, y filosofía de la economía. La contribución de Hayek a la teoría del ciclo de los negocios era una teoría de sobreinversión, en la cual una "escasez de capital" en dos sentidos provoca una caída: Se presenta una depresión cuando los fondos para inversión dejan de estar disponibles y en consecuencia dejan incompletos los proyectos de inversión que han sido ya construidos pero que requieren de proyectos complementarios, cuya construcción tiene que detenerse.
La preocupación metodológica principal de Hayek no era tanto el empleo de las matemáticas como el uso de las ciencias naturales en la economía. En lugar de invocar el ideal de una humanidad auto dirigida, él, como Mises, prefiere invariablemente confiar en la disciplina impersonal del mercado; en verdad, definió la economía teórica como dirigida a "explicar esas uniformidades en las actividades económicas de la sociedad que no son resultado de un designio deliberado sino que se producen por el juego de decisiones de individuos y grupos," excluyendo de ellos todos los fenómenos ajenos al mercado.
Schumpeter
La idea central a la que llega Schumpeter y permea todo su trabajo a partir de su Teoría del Desarrollo económico hasta su Ciclos de Negocios y Capitalismo, Socialismo y Democracia, fue la importancia de una élite empresarial para el cambio y el desarrollo, para el ciclo de negocios, y para la supervivencia del capitalismo. El elemento estratégico en la actividad empresarial era la "innovación," esto es, la aplicación de nuevas ideas en la técnica y la organización que habrían de producir cambios en la función de producción. La innovación habrá de romper con el flujo circular de la economía estacionaria y generar desarrollo económico con una nueva posición de equilibrio en los niveles de ingreso superiores. En una economía dinámica de este tipo surgirá el interés, el que Schumpeter interpreta como una especie de impuesto cobrado a los empresarios por los banqueros a cambio del crédito inflacionario.
La caída del capitalismo, que Schumpeter contempla en su Capitalismo, Socialismo y Democracia y la cual, a diferencia del esquema marxista, se producirá no por el fracaso sino por éxito del capitalismo, se relacionaba de nuevo con la élite empresarial. Como en el análisis de Weber, el factor fundamental aquí era la ascendencia del racionalismo, que hace florecer el capitalismo pero destruye el tejido social en el que está incorporado. La empresa se vuelve de gran escala e impersonal, y con la empresa de gran escala, la innovación, hasta hora prerrogativa de los capitanes de la industria, de despersonaliza y transforma en una rutina administrativa llevada a cabo por personal asalariado más que por los receptores de la utilidad. Una burguesía formada por personal asalariado y con los accionistas ausentes y divorciados de la administración pierden sus ligas con la propiedad privada y la libertad de contratación. Más aún, la ascendencia política de la burguesía sobre sus anteriores protectores, las viejas clases gobernantes de la aristocracia, la nobleza, y la realeza, otorga poder político a la comunidad de negocios, un grupo que Schumpeter considera no adecuado para gobernar porque le falta la mística necesaria para gobernar a los hombres.
La exaltación que hace Schumpeter del empresario colorea sus puntos de vista sobre el monopolio, del cual es un apologista, y sobre la economía keynesiana, a la que se opone firmemente. Considera que el poder del monopolio es un incentivo para el empresario innovador, que disfrutará de su poder sólo un tiempo limitado, hasta que sea roto y reemplazado por una cadena de "destrucción creativa" por otro monopolio innovador. Permaneció hostil a las implicaciones políticas de las ideas de Keynes, las que consideraba una amenaza para lo que para él era la fuerza rectora de la economía, esto es, la iniciativa privada más que la política pública.
LA ESCUELA DE LAUSANA
En este punto debemos retroceder hacia 1870 cuando Jevons y Menger desarrollaron sus teorías subjetivas del valor sobre la base del concepto de utilidad marginal. Su trabajo fue convergente con el de León Walras, cuyos Elementos de Economía Pura incluyó un análisis del valor y la utilidad marginal semejante al de Jevons y Menger. Cuando Walras formuló estas ideas desconocía su trabajo así como el libro de Gossen. Lo que formó su pensamiento fue la influencia de su padre, Auguste Walras, y de Cournot.
Como Cournot, Auguste Walras trabajó como un administrador en la educación más que como economista profesional. Como Locke antes que él, basó la propiedad y el valor económico sobre el mismo principio, representado en este caso no por el trabajo, como en los escritos de Locke, sino la rareza, o escasez, de los bienes en relación a las necesidades humanas. Esto fue transformado por su hijo en el equivalente de la utilidad marginal. Como Cournot, el joven Walras encontró en su trabajo una función y una curva de la demanda, la que Cournot había introducido como un dato empírico pero que ahora Walras derivó de la función de la utilidad.
Sus propuestas tienen cierta afinidad con las ideas de Mill, Gossen, George y los primeros Fabianos, invocando la nacionalización de la tierra por medio de la compra a los propietarios privados. En una sociedad progresiva, sostuvo Walras, los valores de la tierra seguirán subiendo a tasas crecientes y producirán al estado un ingreso por arriba del valor capitalizado de lo pagado como indemnización a los propietarios originales. El estado, argumentaba Walras, podría entonces renunciar a los impuestos como fuente de ingresos y en su lugar hacer frente a sus gastos con la renta de la tierra nacionalizada.
Walras y Cournot
Las contribuciones teóricas de Walras fueron más lejos que las de Jevons y Menger en el desarrollo de la idea del equilibrio económico general y su expresión en la forma de una sistema de ecuaciones simultáneas. El gran problema que Walras trató de resolver fue la liga de los numerosos mercados de los que se compone la economía. Cournot había llegado lejos al explorar las posiciones particulares de equilibrio en los mercados contemplados separadamente de otros mercados, pero se dio cuenta de que su análisis era incompleto porque no consideraba la interdependencia de los mercados existentes en la economía y la cuestión de la compatibilidad de sus posiciones de equilibrio particulares. Expresó así su duda acerca de la posibilidad de resolverlo:
Hasta ahora hemos estudiado como, para cada artículo en sí mismo, la ley de la demanda en conexión con las condiciones de producción de tal artículo, determina el precio y regula los ingresos de los productores. Consideramos como dada la invariabilidad de los precios de otros artículos y los ingresos de otros productores; pero en realidad el sistema económico es un todo en el que las partes están conectadas y reaccionan unas con otras. Un incremento en los ingresos de los productores del artículo A afectará la demanda de los artículos B,C, etc., y los ingresos de sus productores, y, por su reacción, incluirán un cambio en la demanda del artículo A. Parece, en consecuencia, como si, para una solución completa y rigurosa de los problemas relativos a algunas partes del sistema económico, fuera indispensable tomar en consideración el sistema total. Pero esto rebasa las capacidades del análisis matemático y nuestros métodos prácticos de cálculo, aún si a los valores de todas las constantes pudieran asignárseles valores numéricos.
La última frase de la cita apunta a la posibilidad de que Cournot desesperara de resolver el problema del equilibrio general porque lo consideraba como econométrico que debería producir valores numéricos para las cantidades y precios desconocidos. El objetivo de Walras, sin embargo, no era la medición sino la construcción de un sistema lógico consistente de validez formal. Su sistema requería de la competencia perfecta, libertad de entrada al mercado, movilidad, y flexibilidad de precios. Los ingresos de la empresa serían igualados exactamente con sus costos como lo serían los ingresos del consumidor por su consumo de productos. En la primera aproximación de Walras, no ocurre ni ahorro ni formación de capital, y no existe incertidumbre que induzca a la gente a retener el dinero. El sistema es cerrado, no afectado por las transacciones extranjeras o por la operación de las cuentas del gobierno. En el equilibrio, la igualdad de las cantidades demandadas y ofrecidas limpia los mercados, y desaparece la demanda excesiva, positiva en forma de faltantes y negativa en el caso de sobrantes.
El equilibrio general
Al construir su sistema de ecuaciones, Walras empieza con la distinción básica entre mercado de productos y mercado para servicios productivos. En los mercados de productos los consumidores demandan artículos que son ofrecidos por las empresas; en el mercado de servicios productivos producidos por el trabajo, la tierra, y el capital, los consumidores que son también los propietarios de los servicios productivos, venden estos a las empresas y a cambio reciben ingresos por tales ventas que constituyen su ingreso. Los consumidores aparecen así como compradores en el mercado de productos y como vendedores en el mercado de servicios productivos. Las empresas con compradores en el mercado de servicios productivos y vendedores en el mercado de productos.
Las variables desconocidas en el sistema son los precios y las cantidades de los productos y servicios productivos, así como las cantidades de servicios productivos utilizadas en cada producto, "coeficientes técnicos" en el lenguaje de Walras. (De interés estudiar el sistema de ecuaciones simultáneas de Walras).
En los últimos capítulos de su trabajo, Walras expande su sistema e introduce incógnitas y ecuaciones adicionales para tener en cuenta el ahorro, la formación del capital, y la retención del dinero. Al hacerlo, mantiene la simetría del formato de su sistema extendiendo el análisis de la utilidad de la demanda de bienes de consumo al ahorro y al dinero. Al interpretar el ahorro, no lo basa en la comparación entre bienes presentes y futuros sino que lo deriva de la utilidad de una perpetuidad que produciría un ingreso constante y perpetuo, cuya demanda corre en paralelo a la demanda de productos por los consumidores. La economía monetaria de Walras continúa caracterizándose por la ausencia de incertidumbre puesto que deriva la demanda de dinero no de su capacidad de servir como reserva ante contingencias sino de su capacidad para servir de medio para realizar pagos que son ciertos.
El sistema de pensamiento de Walras trajo orden en el caos y transformó la diversidad en unidad. Demostró el poder del análisis matemático. Su piedra angular fue el intento de Walras de mostrar que una economía perfectamente competitiva tendería a aproximarse a las posiciones de equilibrio, y con esto en mente desarrolló su teoría de las aproximaciones, que explicarían el movimiento progresivo del mercado hacia la posición de equilibrio. Esta teoría presume el anuncio de un precio arbitrario, al cual compradores y vendedores anuncian la cantidad que están dispuestos a vender y comprar. Si el precio deja de agotar el mercado, se anunciará otro, y este procedimiento continuará hasta alcanzar el equilibrio.
El sistema de Walras proporciona el punto de partida para otra contribución al análisis económico. Como representaba presumiblemente la economía clásica y neoclásica en su total desarrollo, recibió particular atención por parte de aquellos que pensaban que en la economía clásica y neoclásica existe una dicotomía o divorcio entre la teoría de los precios relativos y la teoría del dinero y el nivel de precios y que en el sistema de Walras el precio es indeterminado. Patinkin, el principal exponente de este punto de vista, consideraba que el sistema de Walras necesitaba de suplementación por el efecto del saldo real, que hace que los individuos ajusten el saldo de su dinero para mantener una relación deseada entre este saldo y el gasto en bienes de consumo. A un nivel de precios por debajo del nivel de equilibrio, por ejemplo, implica un valor real de los saldos monetarios tan alto como para inducir al individuo a intercambiar dinero por bienes poniendo en movimiento en consecuencia un movimiento hacia arriba de los precios hacia el nivel de precios de equilibrio total. En ausencia del efecto del saldo real, sostenía Patinkin, la ley de Walras asegurará el equilibrio en el mercado de dinero cuando los mercados de productos estén en equilibrio, esto es, el equilibrio en el último caso es compatible con cualquier nivel de precios, el cual, de hecho, es indeterminado.
Aunque la continuada discusión de estos temas demostró la importancia del pensamiento de Walras sobre la teoría pura, durante largo tiempo se tuvieron dudas respecto a su importancia para la práctica económica, especialmente en relación a la formación de política económica.
Leontief
Estas dudas fueron disipadas por la economía de insumo-producto, o relaciones interindustriales desarrollada en los años1920 y 1930 por Leontief, que constituye una fusión de la economía del equilibrio general y la moderna álgebra de matrices. La economía del insumo-producto puede caracterizarse como un ingenioso desarrollo de la técnica de Walras de substitución de ecuaciones. Este enfoque está basado en la idea de que una transacción, desde el punto de vista del vendedor, puede interpretarse como una venta de producción, mientras que desde el punto de vista del comprador, la misma transacción es la compra de un insumo.
Obviamente, existe una estrecha relación entre el valor de la producción de una empresa singular - sus ventas - y el valor de sus insumos - sus compras. Menos obvia, pero sin embargo existente, es la relación de interdependencia entre transacciones. Por ejemplo, un cambio en las ventas de cualquier industria será seguida de cambios en las ventas de las industrias que le venden materiales a la primera. Estas industrias, a su vez, cambiarán sus compras a otras industrias, y así sucesivamente, hasta que los efectos del cambio inicial se difundan a toda la economía.
El análisis insumo-producto dio contenido numérico a la economía del equilibrio general y demostró su utilidad práctica en la planeación y pronóstico económicos. Este desarrollo debió mucho al empleo de computadoras electrónicas, que permitió la solución de un número mucho mayor de ecuaciones de lo que era posible en tiempos de Walras. Sin embargo, por medio de la agregación el número de ecuaciones requeridas en el análisis insumo-producto fue reducido substancialmente por debajo de lo que hubiera sido su nivel en el sistema original de Walras, calculado por Pareto en 70,699 ecuaciones para cada cien personas que intercambian setecientos artículos. En el modelo econométrico de Brooking acerca de los Estados Unidos, considerado el mayor del mundo, existen alrededor de cuatrocientas ecuaciones, una pequeña fracción del número requerido en el sistema de Walras.
Pareto
La tradición de la economía matemática y del equilibrio general que Walras estableció en Lausana fue continuado por su sucesor, Vilfredo Pareto. En líneas generales, los escritos económicos de Pareto siguen el enfoque de Walras, pero en otros aspectos existen suficientes diferencias en las obras de estas dos incompatibles personas como para arrojar dudas de si uno es seguidor del otro. Walras tenía el optimismo de un idealista y era progresista en materia política. Sus recomendaciones políticas no le parecían bien a Pareto, que tenía una visión sombría sobre la condición humana y miraba con desdén la democracia parlamentaria como un aristócrata reaccionario. Para un hombre como Pareto, el utilitarismo le parece una doctrina superficial y errónea.
Aunque Pareto expandió la teoría del equilibrio general, rechazó las implicaciones utilitaristas del análisis de la utilidad y en su lugar propuso eliminar de plano la palabra utilidad y reemplazarla con ofelimidad, una derivación del griego que denota el poder de satisfacer necesidades.
Pareto elaboró su concepto de la máxima ofelimidad y la definió como una posición en la que es imposible, por medio de un pequeño cambio, bien sea incrementar o disminuir la ofelimidad de todos los individuos.
La ley de pareto
El más famoso resultado de su trabajo es su famosa ley sobre la distribución del ingreso. Sobre la base de información estadística sacada de diversos países y relativa a diferentes períodos de tiempo, llegó a la conclusión de que la distribución de los ingresos se conforma a un patrón invariable. Pareto intentó así mostrar la futilidad de las políticas dirigidas a la redistribución del ingreso, políticas que según su punto de vista simplemente pondrían en movimiento fuerzas que restaurarán el patrón de distribución original. Sólo elevando el ingreso total de la sociedad podrá lograrse el aumento en el ingreso de ciertos grupos.
LA ESCUELA DE CAMBRIDGE
Durante las décadas finales del siglo XIX las dos corrientes de pensamiento representadas por la escuela austríaca y la escuela de Lausana fueron acompañadas por una tercera, producto de la mente de Alfred Marshall, quien en 1885 ocupó la silla de economía política en Cambridge y que volvió a esta institución en un centro de estudios económicos de prestigio mundial. Fue un matemático profesional. Quizá por su superior entrenamiento en este campo fue un cauteloso práctico de la economía matemática, escéptico respecto a sus posibilidades y consciente del abuso a la que la misma puede conducir. En parte esto refleja el alto propósito moral con el que Marshall enfocó el estudio de la economía. Siendo un ardiente filatropista y humanitarista, se acercó a la economía a partir de la ética.
La urgencia pragmática con la que Marshall realiza su tarea hizo su economía más realista y menos abstracta que la teoría de la utilidad de los austríacos o el sistema del equilibrio general de Walras. Él mismo no era un econometrista. Preparó, sin embargo, el campo para el crecimiento de la econometría, porque su sentido de realismo era tan pronunciado que un buen número de los conceptos que él desarrolló probaron ser operacionales en manos de escritores posteriores y estimularon los estudios empíricos de las curvas estadísticas de la demanda y la elasticidad de la demanda.
Demanda y oferta
La substancia del pensamiento de Marshall difiere de la de Jevons, los austríacos, y los economistas de Lausana en tanto mantiene atrás la teoría de la utilidad y, por otra parte, va mucho más lejos en el desarrollo de una teoría de la oferta. Demanda y oferta, el "cruce de Marshall" de las dos curvas, surgen como los pilares de la doctrina de Marshall, y fueron los instrumentos analíticos que integran su trabajo total. Su principal preocupación no era la teoría del consumidor, como lo había sido en los escritos de Jevons y Menger, ni el equilibrio general de la economía total, sino el equilibrio particular de la empresa y de la industria.
Respecto a la posición de Marshall en la historia doctrinal, es frecuentemente caracterizado como un economista neoclásico. Pero hay dos imágenes de Marshall, una consistente de lo que él mismo consideraba su posición en la historia doctrinal y otra que refleja como les aparecía a muchos intérpretes de su pensamiento. Para empezar con la última, una interpretación frecuente y casi estándar de su trabajo le presenta como un compromiso o conciliación entre el pensamiento de los clásicos, que se centraba alrededor del costo y la oferta, y el de los austríacos y Jevons, cuyo análisis de la utilidad para subyacente en la teoría de la demanda de Marshall. Marshall mismo invariablemente rechazó esta interpretación. Aunque reconoce sus obligaciones respecto a Ricardo y a Mill, no asigna ninguna influencia significativa sobre su trabajo a los escritos de Jevons o de los austríacos. Aparte de los clásicos, sus maestros, insistía, habían sido Cournot y Thunen, no Jevons o Menger. Admiraba el análisis de la demanda y de la empresa de Cournot y su interpretación de las relaciones económicas como funcionales de mutua interdependencia más que casuales. Exaltó las contribuciones de Thunen al análisis y su maestría en los métodos inductivos y deductivos, y sobre todo el humanitarismo filantrópico de Thunen. En lugar de recordarnos la teoría pura de Jevons, los austríacos y los economistas de Lausana, Marshall siempre recordó la inimitable mezcla de empirismo y análisis característico de La Riqueza de las Naciones.
Los principios de Marshall
Sus Principios de Economía Política, constituyen, en un sentido, un trabajo único porque fue el último en contener un tratamiento original de casi toda la teoría económica de su época. El lector atento del libro de Marshall encontrará que, aunque plantea muchas interrogantes, no tiene respuestas concluyentes para todas ellas. En este sentido, el trabajo de Marshall constituye un reto para las generaciones sucesivas de economistas que respondieron con una abundancia de comentarios e interpretaciones a todas las fases del trabajo de Marshall.
Análisis de la demanda
La curva de la demanda de Marshall, una herramienta analítica que tenía suprema importancia en su sistema, relaciona los cambios en la cantidad demandada con los cambios en el precio demandado, y sólo con ellos. En consecuencia se cierra la puerta a la potencial influencia de otros factores, los cuales en su lugar se supone que permanecen constantes.
Marshall nunca aportó un lista completa de las variables que el suponía constantes para efectos de su análisis de la demanda. De acuerdo a la interpretación estándar, incluyen los probables gustos del consumidor, sus ingresos, y los precios de otros artículos.
Si se traza la curva de la demanda de Marshall sobre la suposición de un ingreso inmutable del probable comprador, se presenta todavía la interrogante posterior de si lo que debe considerarse como constante es el ingreso en dinero o el ingreso real. En la interpretación convencional, lo que se mantiene constante es el ingreso en dinero más que el ingreso real del consumidor. Esta interpretación ha sido desafiada por Milton Friedman, quien ha señalado que la suposición de un ingreso en dinero inmutable implica que cada punto a lo largo de la curva de la demanda está asociado con una capacidad productiva diferente de la comunidad. A un precio más bajo, por ejemplo, la producción total de artículos de la comunidad sería necesariamente más grande porque o bien se demandará una mayor cantidad del artículo en cuestión o, en el caso de una demanda inelástica para tal artículo, mayores cantidades de otros artículos. Para evitar esta consecuencia, Friedman ha propuesto reemplazar la interpretación convencional de la curva de la demanda de Marshall y mantener como constante el ingreso real más que el monetario.
Aunque Marshall dejó estos asuntos sin decidir, enriqueció su análisis de la demanda desarrollando con considerable precisión conceptos tales como la elasticidad de la demanda y el superávit del consumidor.
Superávit del consumidor y del productor
En el análisis de Marshall el superávit del consumidor surge como resultado de las condiciones del medio ambiente que encara el consumidor. Las fuerzas del mercado le hacen posible obtener un artículo al precio de mercado más que a un precio superior demandado que estaría dispuesto a pagar por el artículo más que abstenerse de él. En el ambiente competitivo que Marshall tiene en mente, el factor estratégico que hace surgir el superávit del consumidor era invariablemente el precio de mercado, no el precio demandado.
El superávit del consumidor de Marshall tiene su contraparte en el superávit del productor, medido por el excedente del precio de mercado sobre el precio de la oferta de mano de obra.
El análisis del costo de Marshall
El análisis de Marshall del superávit del productor conduce convenientemente a una discusión acerca de sus puntos de vista en relación al costo y la oferta. Los costos eran los "des-artículos" sicológicos involucrados en la producción de artículos, las fatigas del trabajador, y las "abstinencias" o "esperas" de los ahorradores. Los costos en dinero se definían como los pagos necesarios para inducir a los trabajadores y los ahorradores para someterse a estas fatigas.
A su análisis del costo añadió Marshall el concepto de la cuasi renta, un rendimiento diferencial determinado por el precio y se incrementa a los equipos, capacidades especiales, y habilidades naturales del propietario. Estos recursos tienen una oferta fija por períodos breves y así producen a sus dueños un ingreso que, aunque de corta duración, recuerda en otros aspectos a la verdadera renta por la oferta permanente de tierra.
Dependiendo de si un incremento en la demanda del producto de una industria conduciría a una nueva posición de equilibrio a precios superiores, inferiores, o sin cambios, Marshall distingue entre industrias con costos crecientes, decrecientes, o constantes. Estaba inclinado a identificar a las industrias con costos crecientes con aquellas actividades que tienen que enfrentar la inelasticidad de la respuesta de la naturaleza al esfuerzo incrementado, mientras que las industrias con costos decrecientes serían aquellas que se beneficiarían por la fuerza de la organización mejorada por el hombre, lo que hace surgir la eficiencia de la mano de obra y el capital. En las situaciones en que un conjunto de circunstancias descritas compense al otro conjunto, se produciría la industria de costo constante.
Marshall introdujo buen número de instrumentos novedosos que incluían una analogía biológica que buscaba explicar los patrones de conducta administrativa así como conceptos tales como la empresa representativa, las economías externas, y, apenas esbozada, la competencia imperfecta. Enseñaba, para empezar, que las empresas pasan a través de un ciclo vital consistente en fases sucesivas de vigor y decadencia administrativas y que esta última limita el crecimiento de la empresa. Más aún, introdujo el concepto de que una empresa representativa de tamaño moderado debe servir como modelo de una conducta competitiva.
Economía interna y externa
Mayores aclamaciones recibió Marshall por la distinción en las economías para reducción de costos incurridos por la empresa, que él dividió en internas y externas. Una empresa recibe beneficios de su economía interna que tuvo la capacidad de derivar de una más estrecha especialización, la creciente escala de sus operaciones, y las mejoras administrativas. Existen, además, economías internas, beneficios que fluyen hacia la empresa considerada como parte de la industria en general.
Pigou y la economía del bienestar.
El concepto del ingreso nacional, si no los términos, puede remontarse a Petty, Smith, Ricardo y Mill. Con Marshall el concepto se estableció en sí mismo en la literatura económica con su nombre presente, y eventualmente llegó a ser, aunque en un contexto diferente, el punto focal de otro economista de Cambridge John Maynard Keynes, que fue alumno de Marshall. Otro eslabón entre los dos fue Arthur Pigou, alumno de Marshall y maestro de Keynes, quien ocupó la silla de Marshall de 1908 a 9143. Mientras que en los escritos de Marshall el ingreso nacional, como en el producto de Ricardo y Mill, ha servido como un conveniente término de referencia para designar el dividendo a distribuir entre los terratenientes, trabajadores, y capitalistas, recibió usos nuevos e importantes en La Economía del Bienestar de Pigou. En la economía del bienestar de Pigou, que estaba estimulada por la preocupación sobre el desempleo y otros problemas sociales, el ingreso nacional de Marshall adquiere una posición central. Pigou interpretaba el bienestar económico como un estado subjetivo de la mente que era ordinariamente medible y podía relacionarse con la medida del dinero. Su contraparte objetiva es el ingreso nacional, cierto tipo de cambios que son identificados con cambios en el bienestar económico. Este último mejorará con un aumento en el ingreso nacional, con su mas amplia difusión, y con una mayor estabilidad.
Además de los tres criterios para el bienestar, del tamaño, la distribución y la estabilidad del ingreso nacional, la economía del bienestar de Pigou contenía conceptos tan novedosos como el producto neto marginal social y marginal privado. Estos conceptos estaban destinados a arrojar luz sobre situaciones en las que una empresa privada dejara de ser recipiente de todos los rendimientos de sus operaciones o la que ocurriera en costos que no nacían en ella directamente. En situaciones como estas, la búsqueda del interés privado no optimiza el bienestar de la sociedad: Se invierte demasiado poco en situaciones del primer tipo, y demasiado en las del segundo. Casos de ejemplo son el agricultor no poseedor, que se resiste a enterrar dinero en mejoras a la tierra que según el derecho común se volverán propiedad del terrateniente; el probable inversionista en bosques que seguiría sin ser compensado por los beneficios al clima y la protección de la erosión del suelo mientras que el agotamiento beneficiará a la sociedad en general.
En estos casos el producto neto marginal social - definido como el rendimiento neto total del incremento marginal de un recurso, independientemente de a quien se agrega - diverge del producto neto marginal privado - la parte del rendimiento así descrita que se incrementa al propietario privado del recurso. Si ocurre tal divergencia, frustrará el alcance de un ideal de producción óptima, esto es, el máximo del ingreso nacional. Alcanzar el óptimo requiere del cumplimiento total de dos condiciones. El producto neto marginal social tendrá que ser igual para todos los usos de un recurso - de otra manera la transferencia de recursos de un uso que rinde un inferior producto neto marginal social hacia uno con un rendimiento mayor elevará la producción total. La segunda condición requiere igualdad del producto neto marginal social con el producto neto marginal privado. Esto quiere decir que el inversionista privado deberá recibir todo el rendimiento de una inversión y tendrá que cargar con todos los costos. De otra manera, cuando el producto neto marginal social exceda al producto neto marginal privado, se dedicará un número de recursos inferior al óptimo a un uso determinado, mientras que en el caso de costos no ocurridos por el inversionista, habrá de invertirse una cantidad mayor a la óptima.
El primer caso de divergencia citado requerirá de subsidios públicos o de privilegios fiscales para elevar el producto neto marginal privado al nivel del producto neto marginal social; en el último caso se requerirá imponer impuestos especiales sobre la empresa privada equivalentes a aquella parte del costo que no pesa sobre ella.
La economía del bienestar de Pigou estaba destinada para revelar instancias en las que la persecución de la ganancia privada no redunde en el bienestar de la sociedad. Con su respaldo para una mayor difusión de los ingresos, tenía su contraparte en el estado del bienestar social, que provee seguridad social y abre oportunidades al consumo sobre líneas tales como la educación, la habitación, y salubridad.
Nueva economía del bienestar
La nueva economía del bienestar, como se designó a las variantes post Pigou, fue la preocupación de buen número de escritores, cuyos trabajos abrieron una variedad de puntos de vista.
El principio de compensación
La mira de la nueva economía del bienestar era llegar a juicios que asignen posiciones de rango alternativo a la economía en términos de mejor o peor. De esta manera, se esperaba, la economía del bienestar ayudaría al formador de política al instruirle acerca de los méritos relativos de cada política.
Hicks, en 1940, revivió el concepto de Marshall del superávit del consumidor, expresado ahora en términos de un análisis de la curva de indiferencia. No se empleaba para medir, como en el caso de Marshall, la diferencia entre el precio de mercado y el precio demandado sino de la compensación por pagar al consumidor para restaurarle a un nivel de satisfacción que ha sido afectado adversamente por los cambios en los precios o en los ingresos.
Teoría del segundo mejor
La cuestión de si el logro total paso a paso de condiciones óptimas en segmentos de la economía ampliará el bienestar económico condujo al desarrollo de una "teoría general del segundo mejor," que investigaba acerca del rango de situaciones inferiores al óptimo que se presentan por violaciones a las condiciones óptimas. La asignación óptima de recursos puede estar distorsionada por monopolios, tarifas, impuestos, o subsidios.
Bienes públicos
En el campo de las finanzas públicas, el análisis del bienestar trajo avances considerables que condujeron al desarrollo de una teoría acerca de los bienes públicos. Tales bienes difieren de los bienes privados en un número importante de aspectos. Ellos producen beneficios que son frecuentemente tan ampliamente difundidos que es imposible asignar sus costos sobre los beneficiarios individuales de una manera proporcionada. Mas aún, en el caso de los bienes públicos puros su disfrute por unos no representa necesariamente lo mismo para otros. El mercado no producirá tales bienes por un número de razones, pero principalmente porque si cualquiera puede disfrutar de lo producido por otro, nadie querrá revelar su demanda particular de un bien público.
Análisis del costo-beneficio
Los bienes y servicios que no son proveídos por el mercado lo serán por parte de las autoridades públicas, pero esta declaración dejó abierta la cuestión de cómo una autoridad puede decidir tomar un proyecto con preferencia sobre otro. La solución a preguntas de este tipo, considerada por Dupuit en 1844 en un trabajo acerca de la utilidad de la obra pública, se acercó al moderno análisis del costo-beneficio, o evaluación de proyectos, que establecía procedimientos paralelos a aquellos que se utilizan para la toma de decisiones privada. El análisis del costo-beneficio estaba designado para producir estimaciones acerca de los costos y los beneficios de un proyecto público de inversión. Entre los problemas encontrados en este trabajo estaba la selección de la tasa de interés para descontar el valor futuro de los beneficios y amortizar el capital empleado, la inclusión o exclusión de costos y beneficios secundarios, y la valuación de beneficios intangibles tales como la belleza del paisaje o el salvar vidas humanas.
La paradoja del voto
Arrow, utilizando en su argumentación la lógica simbólica mas que el cálculo diferencial convencional, indicó ciertas fallas en la toma de decisiones colectiva, que podrían frustrar las metas tan cuidadosamente planteadas por los economistas del bienestar. Se supone que un individuo ordena sus preferencias en forma transitiva, esto es, si prefiere A a B y B a C, también preferirá A a C . Pero lo que es cierto para un individuo puede no ser de aplicación para la comunidad. Las preferencias de la comunidad no se expresan a sí mismas en forma inequívoca, sino que producen una "paradoja del voto." Supónganse tres políticas alternativas, A, B, y C, y tres grupos de ciudadanos, 1, 2 y 3. Luego:
El grupo 1 puede preferir A a B y a C
El grupo 2 puede preferir B a C y C a A
El grupo 3 puede preferir C a A y A a B
La situación es paradójica en que A es preferida respecto a B por mayoría (grupos 1 y 3), como lo es B a C (grupos 1 y 2), mientras que otra mayoría (grupos 2 y 3) prefiere C a A.
La competencia imperfecta: Sraffa, Chamberlin y Robinson
En el siglo XX se hicieron contribuciones substanciales a la teoría de la competencia limitada como Sraffa, con su artículo "La Ley de los Rendimientos bajo Condiciones de Competencia." Igualmente Chamberlin, con su Teoría de la Competencia Monopolística y Joan Robinson con su Economía de la Competencia Imperfecta.
La esencia del artículo de Sraffa era la búsqueda de una análisis de la empresa en términos de monopolio más que de competencia. Con la extensión de los costos decrecientes, el obstáculo para un aumento en las ventas de la empresa no era la amenaza de costos crecientes sino la poca disposición del mercado para absorber mayores cantidades de productos sin, bien sea una reducción de precios o un aumento en los "gastos del mercado." Sraffa consideraba esta situación lo suficientemente común como para requerir de un modelo analítico adecuado, y adoptó la sugerencia de Marshall de usar curvas de demanda particulares para mercados especiales. Tal curva de demanda particular se inclinaría hacia abajo como la curva de la demanda que enfrenta un monopolista. Se trazaría así porque los compradores no serían indiferentes en su elección entre los productos de las empresas particulares sino que preferirían, dentro de ciertos límites, uno respecto a otro. Las causas de tal preferencia son múltiples e incluyen el uso de marcas, nombres comerciales, y " aspectos tales como el modelo o diseño del producto." El precio de la demanda de un comprador para un producto así distinguido reflejará no sólo la valuación que da a ese producto sino también los precios a los que productos similares pueden ser comprados a otras empresas.
En los trabajos de Chamberlin y Robinson el análisis de la industria da lugar al de la empresa. Puesto que esta última tiene una clientela que prefiere su producto al de otras empresas, enfrenta una curva de demanda hacia abajo, como ocurrió con la curva en el monopolio. Esta empresa se enfrentará a una competencia no relativa al precio a través de servicios especiales y aspectos de su producto más que reducir su precio para competir. En lugar de definir la posición de equilibrio en los términos convencionales de la intersección de las curvas, Chamberlin y Robinson, aunque no exactamente del mismo modo, colocan la posición de equilibrio en términos de una "solución tangencial", esto es, de la tangente de las curvas de la demanda y los costos totales promedio.
Teoría monetaria: Marshall
La búsqueda de las teorías de la competencia imperfecta y posteriores desarrollos en el estudio de los mercados nos apartó del tiempo de Marshall en Cambridge. Subsiste para discusión el pensamiento monetario de la escuela de Cambridge.
La vida productiva de Marshall coincide con el período victoriano de prosperidad y expansión cuando los problemas monetarios no parecieron ser tan grandes como durante el debate sobre los metales del siglo XIX y el debate subsecuente entre los seguidores de le escuela banquista y la monetarista. Fue hasta 1920, cuando Inglaterra y otros países se encontraron envueltos en los graves desordenes monetarios provocados por la guerra, que se presentó un nuevo debate monetario. En estos debates tomó la iniciativa una nueva generación de economistas de Cambridge encabezados por Robertson y, desde luego por Keynes. La contribución de Keynes a la teoría monetaria fue opacada por su teoría posterior del ingreso y del empleo, que introdujo nuevas líneas de pensamiento.
El enfoque del saldo de efectivo
El legado de pensamiento monetario que Marshall dejó a la nueva generación de economistas de Cambridge consistió principalmente en el enfoque del "saldo de efectivo" o de liquidez, considerado por Marshall como un refinamiento de la teoría cuantitativa del dinero, la cual respaldaba de manera general. Los economistas de Cambridge se esforzaron en la elaboración del enfoque del saldo de efectivo, pero rechazaban la teoría cuantitativa del dinero y la reemplazaron con una teoría del ingreso, en el camino hacia la macroeconomía de Keynes.
Entre los determinantes de la oferta de dinero y, dentro del arco de la doctrina cuantitativa, del nivel de precios, el enfoque del saldo de efectivo de Marshall señaló el deseo del público de retener una fracción de su ingreso en forma de saldos de efectivo. Lado a lado con esto Marshall también se refirió a la fracción de sus activos que el público desea retener en forma de efectivo. En su formulación matemática más simple produjo la ecuación M=kY, donde M representa la cantidad de dinero, Y el ingreso monetario, y k la porción del ingreso en dinero que el público desea retener en forma de efectivo.
El enfoque del ingreso de Hawtrey
En 1913, Hawtrey empezó a invocar una teoría monetaria que combinaba el enfoque del saldo de efectivo con otro sobre el ingreso. En la búsqueda del enfoque del ingreso, que relacionaba el nivel de precios con el gasto, el modelo de Hawtrey era de una economía monetaria, cuya actuación era determinada por las corrientes del gasto monetario. Hawtrey caracteriza "el agregado de todos los ingresos monetarios" como "la demanda efectiva total por todos los productos monetarios en una comunidad." Declarando que "todos los costos de producción son el ingreso de alguien," dio su propia versión de lo que más tarde llegó a conocerse como la ley de Keynes. El enfoque de Hawtrey, que enfatiza la influencia del fenómeno monetario sobre el nivel de producción, marcó un agudo rompimiento con el método de los clásicos y el de Marshall, que asignaba al dinero un papel subsidiario en la explicación del cambio económico.
En la teoría monetarista de Hawtrey del ciclo de negocios su caída se atribuye a la política de los bancos, que restringirán el crédito al sentirse expuestos a una posición de caja apretada.
Los economistas de Oxford: Harrod y Hicks
La asociación de Marshall y Keynes con Cambridge dio a esta su gran estatura en el mundo de la economía académica a principios del siglo XX. Sin embargo también se llevó a cabo trabajo académico de gran distinción en otras universidades, como Oxford, con Harrod y Hicks. La influencia de Harrod se sintió en la discusión que condujo a la conceptualización del ingreso marginal y en la teoría del comercio internacional y el ciclo de negocios. Su logro principal fue la construcción de un modelo de crecimiento sostenido, que sentó las condiciones bajo las cuales una capacidad productiva adicional, generada por nuevas inversiones, absorbería el ingreso adicional generado igualmente por la nueva inversión.
Hicks fue líder entre aquellos responsables de la resurrección y el refinamiento del análisis de la curva de indiferencia y de la asimilación del enfoque del equilibrio general en la economía inglesa., Hizo otras contribuciones notables a la economía del bienestar, que trató de reconstruir sobre la base del superávit del consumidor de Marshall, así como a la teoría de la productividad marginal, la clasificación de las innovaciones, y la teoría del crecimiento.
La escuela de economía de Londres.
No podemos dejar de mencionar aquí la escuela de Londres cuyo principal exponente fue Cannan, con un enfoque de sentido común a la economía.
DE WICKSELL A KEYNES: EL SURGIMIENTO DEL ANÁLISIS MONETARIO Y DEL INGRESO.
El dinero neutral
La revolución marginal de los 1870 dejó en su camino una reconstruida economía del consumidor y de la empresa. Se prestó mucha atención a la conducta de los precios relativos pero no se hicieron contribuciones significativas similares al análisis del dinero y del nivel de precios. Aquí continuó imperturbable la teoría cuantitativa del dinero, y puesto que este campo poco se había destruido, había poca oportunidad para la reconstrucción. Se hicieron intentos para hacer del dinero la materia del mismo tipo de análisis de la utilidad económica que se aplicaba a los productos en general, pero estos intentos tuvieron el resultado de subestimar el papel del dinero en la economía más que reconocer su influencia imperante. Walras, el más ambicioso de los constructores de sistemas de su época, introdujo el numerario, que identificó la función del dinero como medida del valor pero haciendo abstracción de sus importantes funciones. Marshall descartó las influencias monetarias en la economía al construir sus Principios sobre la suposición de un nivel de precios estable. Faltaba algo importante en la estructura de la economía que habían construido los arquitectos de la revolución marginalista. Era una estructura que recordaba una economía de trueque imaginaria más estrechamente que la economía del dinero del mundo moderno. Se consideraba primariamente al dinero como "neutral" en lugar de como un instrumento activo que afecta el nivel de producción y la distribución del ingreso.
Esta debilidad de la economía clásica fue sólo aliviada mediante el recurso de la teoría cuantitativa del dinero, la cual un economista americano, Irving Fisher, expuso en la forma de la "ecuación del intercambio," MV=PT - la cantidad de dinero multiplicada por su velocidad es igual al nivel de precios multiplicado por el volumen físico del comercio. La teoría cuantitativa del dinero, se esperaba, proporcionaría el "factor multiplicador," que determinaría el nivel de precios y aportaría una dimensión absoluta al sistema de precios relativos. La ecuación del intercambio, sin embargo, lejos de formar parte de una teoría completa acerca del nivel de precios, simplemente proporciona un punto de vista general acerca de los factores relacionados con él. el comportamiento de M, la cantidad de dinero, sólo puede introducirse en una relación causal con el nivel de precios bajo la más estricta de las suposiciones, que requieren que V, un elemento altamente volátil, sea considerado como constante.
Wicksell
Cuando los economistas de Cambridge empezaron su búsqueda de nuevos caminos en un territorio en el que la teoría cuantitativa del dinero arroja sólo una luz pobre e incierta, no estaban plenamente conscientes de que este territorio ya había sido trazado y que alguien había abierto ya una ruta. Este fue el economista sueco Knut Wicksell, cuya obra principal no apareció en ingles sino hasta que estaba lista para imprimirse la Teoría General de Keynes. Aunque era un exponente de una teoría económica tan pura como la de Walras y los austríacos y más pura aún que la de Marshall, tuvo una carrera que no se limitó al trabajo académico. A diferencia de los austríacos, cuya adherencia a ciertos puntos de vista los hicieron elegibles para ocupar puestos en el gobierno, las opiniones de Wicksell a menudo ofendían a las autoridades públicas.
Tuvo gran interés en los problemas sociales, más específicamente en el problema de la población, así asuntos tan diversos como el alcoholismo, la prostitución, el matrimonio civil, la libertad de expresión y la institución de la monarquía, destacándose su opinión de que la sobrepoblación es el problema central y, siguiendo mas a Mill que a Malthus, fue abogado del control natal.
Wicksell estuvo en contacto con los varios enfoques a la economía que estaban en boga en diferentes países europeos - la economía historicista de los alemanes, la teoría pura de los austríacos y Walras, y la más realista e Marshall. A todas reaccionó a su modo. Compartía con Marshall un amplio entrenamiento en matemáticas, pero le faltaba el toque con la realidad que tenía Marshall y carecía de su conocimiento de las condiciones históricas. Mientras Marshall trató de eliminar la línea entre la economía teórica y aplicada, Wicksell, en general, se apegó a la distinción de Walras entre economía pura, aplicada y social, cultivando especialmente la rama pura. En su aspecto más amplio lo que Wicksell intentó fue una fusión del pensamiento austríaco y de Walras, en la cual una versión de la teoría del capital de Bohm-Bawerk, modificada en línea con la teoría de la productividad marginal, cabría en el sistema del equilibrio general.
Wicksell fue virtualmente el único economista notable en criticar el punto de vista, avanzado por los arquitectos de la revolución marginal, de que los precios de competencia denotan el óptimo social. Favoreció la intervención del gobierno en buen número de situaciones, sugirió utilizar el costo marginal más que el total como base para el precio de los servicios públicos, y desarrolló pensamientos para respaldar la nacionalización de ciertas industrias. Introdujo el principio de la utilidad marginal en su análisis de las finanzas públicas y complementó la teoría convencional de la incidencia de los impuestos con muchas iniciativas relativas al efecto de los impuestos sobre la distribución del ingreso, sobre cuestiones de elección social y toma de decisiones en estas materias, y sobre el problema general de los impuestos.
El enfoque del ingreso a la teoría monetaria
La contribución por la que más se recuerda a Wicksell es el desarrollo de una teoría monetaria que va mas allá de la teoría cuantitativa convencional y con la que eventualmente se integrarán las teorías del ciclo de negocios y del ingreso. Wicksell usó como punto de partida la teoría de los precios y el ingreso de Tooke, de acuerdo a la cual no es la cantidad de dinero sino el ingreso nacional designado por el gato lo que determina el nivel de precios. Siguiendo a Tooke en el empleo de conceptos microeconómicos como la demanda general y la oferta de productos, Wicksell relaciona los cambios en el nivel de precios con la demanda monetaria general de bienes que excede, o queda corta, respecto a su oferta.
Teoría del interés de Wicksell
En su explicación de los cambios en el nivel de precios Wicksell cae de nuevo sobre la tasa de interés, en sí misma no sorprendente puesto que existía una tradición añeja, que se extendía desde Ricardo hasta Marshall, que reconocía, además de la influencia directa de la cantidad de dinero sobre los precios, otra indirecta que opera vía la tasa de interés. Si la cantidad de dinero crece, argumentaba, las bajas tasas de interés irán acompañadas de una expansión del crédito, y quienes le usan subirán su oferta en los precios al usar estos nuevos recursos. Tasas altas y bajas son términos relativos, sin embargo, y el argumento no proporciona un estándar que pueda servir como criterio de si una tasa de interés es alta ó baja. Wicksell encuentra tal criterio distinguiendo entre la tasa "natural" de interés y la tasa del préstamo. La tasa natural era el rendimiento esperado del capital recién construido, mientras que la tasa del préstamo es la cargada al deudor por los bancos. Al entrar en divergencia ambas tasas, por ejemplo si la tasa natural excede a la del préstamo, se sigue un "proceso acumulativo" en el cual los inversionistas, ansiosos de maximizar su utilidad, elevan su oferta por los precios de los recursos productivos, provocando en cambio que los ingresos monetarios y los precios de los productos de consumo suban. En el caso de exceso en la tasa del préstamo sobre la natural, el proceso acumulativo se moverá en dirección opuesta.
La teoría de Wicksell contiene una explicación de la decisión de inversión en línea con el principio de maximización así como una alusión al papel de las expectativas. Su tasa natural de interés es análoga a la eficiencia marginal del capital de Keynes. Como Keynes, Wicksell considera la inversión como determinada por la relación entre la tasa de interés del préstamo y el rendimiento del capital con él construido. Su preocupación era respecto a los cambios en los precios que ocurren durante el pleno empleo más que con los cambios en el ingreso y el empleo, y produjo por ello un análisis del proceso acumulativo más que uno de la determinación del ingreso. En su análisis se daba atención principal a la inversión más que al consumo y al ahorro, y no contiene ni la función del consumo ni el multiplicador. La meta de la política de Wicksell era la estabilización de los precios más que alcanzar el empleo total. Aunque consideraba que el deseo del público de retener saldos de efectivo estaba relacionado con la tasa de interés, este aspecto no forma parte central en su análisis. No estaba consciente de las limitaciones que la trampa de la liquidez impondría sobre una política de expansión monetaria y por ello coloca su confianza en la política bancaria como elemento de estabilización.
El principal logro de Wicksell es el del pionero que traza los lineamientos de un nuevo territorio, dejando a otros la tarea de llenar los detalles.
Los contemporaneos de wicksell
Wicksell fue la figura líder entre otros economistas escandinavos. Uno de ello fue Davidson, maestro de Wicksell, con quien tuvo una controversia acerca de los méritos respectivos de los precios estables y los precios declinantes de acuerdo a una producción creciente, estando Wicksell a favor de los primeros y Davidson de los segundos. También estuvo Cassel, rival de Wicksell, que invocaba una economía solamente interesada en los precios y rechazaba como fútiles el análisis de la utilidad y la teoría del valor. Si influencia se dejo sentir en la economía internacional, donde desarrolló una controvertida teoría de la paridad del poder de compra, de acuerdo a la cual la tasa de equilibrio del intercambio iguala el poder de compra doméstico de una moneda con lo que pude adquirirse en el extranjero si se cambia por moneda extranjera. Cassel hizo también una valiosa contribución a la teoría del interés señalando que existe un piso por debajo del cual es poco probable que este caiga.
La nueva generación
La siguiente generación de economistas suecos incluyó a varios alumnos de Wicksell y Cassel, entre ellos a Ackerman, Ohlin, y Myrdal. Ackerman, en una síntesis de los recursos de la teoría económica, la historia, y la estadística, se lanzó a explorar las causas responsables de la "estructura" de una economía y sus cambios y se acercó así a la meta perseguida por los economistas historicistas - la explicación teórica del cambio histórico. Su propósito principal no fue la clasificación de la economía sino la investigación del crecimiento y el cambio. El trabajo de Ackerman complementó el estudio de Marshall sobre el largo plazo y sentó precedentes para los análisis econométricos posteriores de los cambios de largo plazo.
Ohlin
Ohlin alcanzó reconocimiento mundial con su reconstrucción de la teoría del comercio internacional en su Comercio Interregional e Internacional, que integró las teorías del comercio doméstico y el comercio internacional y derivó ambas de una teoría de la localización espacial que consideraba el comercio como el resultado de una desigual distribución de regiones y países con recursos productivos. Donde Ricardo había partido de una demostración de la ganancia a partir del comercio, el punto de partida de Ohlin es la investigación de las razones para el comercio.
En los años 1920 y 1930 Ohlin, Myrdal, y Lindahl contribuyeron al posterior desarrollo de la teoría monetaria de Wicksell aplicándola a condiciones inferiores al pleno empleo y en su propio modo llegaron a resultados que anticipan y son paralelo del análisis de Keynes sobre el ingreso y el empleo. La escuela de Estocolmo, como llegó a conocérsele, operaba con ayuda de un nuevo concepto de equilibrio, que como ocurre con el equilibrio agregado de Keynes y a diferencia del equilibrio microeconómico convencional ya no era definido en términos de una posición máxima. El "equilibrio monetario" de la escuela de Estocolmo se refiere a una situación caracterizada por la igualdad de las tasas de interés natural y real así como la estabilidad del nivel de precios. A diferencia del equilibrio microeconómico convencional, el equilibrio monetario no es ni estable ni indicativo de una tendencia hacia la estabilidad. El desequilibrio se explica en términos del proceso acumulativo de Wicksell, que podría causar un movimiento cada vez más alejado del equilibrio.
Myrdal
Myrdal, que en su juventud jugó un importante papel en la discusión de la relación ahorro - inversión, llegó a ser, después de la muerte de Keynes, probablemente el economista más conocido del mundo. Esto se debió al atractivo moral de su trabajo y al amplio espectro de sus intereses, que iban desde la economía técnica a las más amplias cuestiones del método científico, la política económica, el comercio internacional, el desarrollo económico, y el problema racial norteamericano. El Elemento Político en el Desarrollo de la Teoría Económica, de Myrdal fue la primera gran contribución por parte de un economista a la emergente sociología del conocimiento, que explora el condicionamiento social del pensamiento científico. Demostraba la penetración de las valuaciones políticas en el pensamiento clásico y posterior y su difusión con elementos normativos basados en las grandes filosofías de la ley natural y el utilitarismo, y terminaba con una exhortación para una introducción explícita de valuaciones políticas en el análisis económico, que permitiría trazar conclusiones políticas sobre bases científicas.
Originalmente Myrdal creía que sería posible eliminar todo elemento metafísico de la economía, con la emergencia resultante de un cuerpo de doctrina positiva independiente de toda valuación. Más tarde abandonó este punto de vista. Insistió en que existe un elemento a priori en todo trabajo científico, que aún la selección de un problema para investigación implica una valuación, y que los hechos sólo son significativos dentro del marco de un patrón teórico.
En su contribución a la economía internacional y el desarrollo económico, Myrdal cuestiona la aplicabilidad de la teoría convencional del comercio internacional a las relaciones comerciales entre países desarrollados y países en vías de desarrollo y señaló que estos últimos no reciben del comercio beneficios acordes a las expectativas generadas por esta teoría. En su Drama Asiático: Una Investigación sobre la Pobreza de las Naciones Myrdal desafía los métodos así como buen número de propuestas políticas características de la economía del desarrollo convencional. Pide profundos cambios institucionales en los países en vías de desarrollo, el principal medio, en su opinión, para acelerar el desarrollo económico. La orientación política que permea el trabajo de Myrdal y su atractivo moral, basado en un respaldo franco de los valores humanos, le hacen destacar entre el flujo de estudios estrechamente técnicos y cuantitativos del período.
28. John Maynard Keynes
Con John Maynard Keynes (1883-946) surgió la contraparte del siglo XX a las impresionantes figuras que habían conformado y dado dirección a la ciencia económica en los siglos XVIII y XIX. Aunque su trabajo fue ampliamente discutido, su influencia se sintió pronto porque ofreció respuestas a las candentes preguntas de su época que la economía convencional había dejado sin contestar. Cualquiera que compara dos textos estándar sobre economía, uno escrito alrededor de 1930 y otros veinte años después, podrá notar su influencia prodigiosa. En el primero el lector buscará en vano un tratamiento sistemático de la microeconomía en relación a la determinación de los grandes agregados del ingreso y el empleo. En el último tal tratamiento encontraría un lugar prominente con él la microeconomía.
Influencia temprana.
Como joven estudiante de filosofía, Keynes estuvo expuesto a la influencia de Bertrand Russell y Alfred North Whitehead, quien entonces tendían gran ascendiente en Cambridge y cuyo trabajo, con el descubrimiento de nuevas dimensiones en la lógica y en la estructura lógica de las matemáticas, introdujeron la filosofía empiricista, analítica, y lingüística que surgió en los países de habla inglesa en el siglo XX.
Un Tratado sobre Probabilidad
De los siete principales trabajos de Keynes sólo uno, Un Tratado sobre Probabilidad, estuvo fuera del campo de la economía, aunque con desarrollos posteriores, que introdujeron el estudio de las expectativas y de la toma de decisiones económicas bajo condiciones de incertidumbre, la teoría de la probabilidad entró en estrecha relación con la economía. El trabajo de Keynes se refería a un añejo problema filosófico planteado por Aristóteles y que había sido debatido por Hume, Mill, y Jevons, el de la naturaleza del conocimiento empírico conocido por medio de la inducción. Tal conocimiento dejará de producir una certidumbre perfecta porque se deriva de una enumeración incompleta. En otras palabras, sin importar qué tan frecuentemente se haya observado que dos eventos ocurren simultáneamente, no existe una certeza definida de que lo harán siempre de igual forma.
La moneda y las finanzas Indias
Todos los principales escritos de Keynes sobre economía fueron impulsados por los problemas económicos de su época y constituyeron intentos para desarrollar principios generales de los que se deriven soluciones a tales problemas. Su primer libro, La Moneda y las finanzas Indias, fue resultado de su trabajo en la Oficina de la India y contenía un análisis capaz del estándar monetario conocido como el patrón de cambio de oro, bajo el cual un país liga su moneda a la de otro país con un patrón monetario oro. De este trabajo, emana su interés en la economía monetarista, que habría de mantener por el resto de su vida.
Las Consecuencias Económicas de la Paz
En las negociaciones para la paz, después de la Primera Guerra Mundial, en París, Keynes sirvió como representante del Tesoro norteamericano, pero eventualmente renunció a este puesto oficial en protesta contra lo que consideraba reparaciones excesivas impuestas por los Aliados sobre Alemania. Publicó sus puntos de vista en Las Consecuencias Económicas de la Paz y en Una Revisión del Tratado. El primero de estos libros era una amarga condena de los pacificadores Aliados, quienes, argumentaba Keynes, habían trazado las nuevas fronteras políticas pero habían dejado sin resolver el problema económico de la Europa de la postguerra y les atacaba por imponer a los vencidos condiciones de paz que les era imposible cumplir. Los vencedores, insistía Keynes, han sido más vengativos que magnánimos y han dejado de hacer honor a compromisos contraídos previamente.. Su tesis, altamente controvertida en su época, ha permanecido. El punto de vista de Keynes apoyó a aquellos que atribuían las funestas consecuencias de la guerra no a quienes la habían producido sino a los arreglos para la paz, que el describía como una "paz cartaginesa." Los vencidos encontraron en el punto de vista de Keynes una justificación para su fracaso en reconocer su culpa y por su indignación mas vehementemente expresada acerca del "dictado de Versalles." Entre los vencedores el trabajo de Keynes tuvo el efecto de hacer más profunda su desilusión acerca de la situación de la postguerra, un sentido de desencanto que llevó a los Estados Unidos a rechazar los tratados de paz y a negarse a formar parte de la Liga de las Naciones.
Keynes insistió en la dificultad, si no la imposibilidad de hacer pagos en gran escala por concepto de reparaciones. Enfatizó los ajustes de precios que ostensiblemente se requerirían si el país deudor tuviera que generar sobrantes de exportación en cantidades suficientes para descargar su obligaciones por cuenta de reparaciones, y llamó la atención a la carga secundaria impuesta a ese país al ver deteriorado su comercio. Estas predicciones acerca de la impracticabilidad de las reparaciones se hizo evidente cuando Alemania tuvo la capacidad de obtener de los Estados Unidos créditos en exceso a sus pagos por reparaciones.
El trabajo de Keynes arroja dudas acerca de la sabiduría y la practicidad no sólo de las reparaciones sino de la imposición de obligaciones monetarias sobre los Aliados en tiempo de guerra. Un ejemplo de su nuevo método fueron los convenios de préstamo y arriendo durante la Segunda Guerra Mundial, que a su vez establecieron el patrón para el Plan Marshall al concluir la guerra.
Un Tratado sobre la Reforma Monetaria
Esta obra, escrita contra los desórdenes monetarios que dejó en su camino la Primera Guerra Mundial, atacaba un blanco más formidable. En este trabajo Keynes rompió con la añeja tradición que consideraba evidente la deseabilidad del patrón oro. En opinión de Keynes, las condiciones que habían favorecido el establecimiento del patrón oro en el siglo XIX habían sufrido cambios profundos. Más aún, como otros economistas de su época, sostenía el ideal de los precios estables, una meta no siempre compatible con las tasas de cambio. Si tuviera que escogerse entre precios estables y tasas de cambio estables, él preferiría a los primeros. Un país sometido a la disciplina del patrón oro pone en peligro su libertad para seguir una política doméstica independiente. La inflación en cualquier parte del mundo, mas especialmente en la nación líder, hará que esta gane oro y crezca la inflación dentro de sus fronteras; la deflación en cualquier otra parte tendrá el efecto opuesto.
Un Tratado sobre el Dinero
El pensamiento de Keynes queda indicado por su actitud crítica hacia la teoría cuantitativa del dinero y el enfoque del saldo de efectivo por su apoyo al enfoque del ingreso. Sin descartar la tasa de interés, utilizó como punto de partida para desarrollar una teoría de los precios no la cantidad de dinero sino el flujo de ingresos monetarios devengados en la producción de bienes de consumo y bienes de capital y utilizados en el consumo y el ahorro. En esta obra Keynes intenta un análisis de la relación ahorro - inversión. El libro contiene contribuciones notables para (1) el análisis de los motivos para guardar dinero, (2) la preferencia relativa del público para mantener sus activos en una forma más o menos líquida, y (3) el rendimiento anticipado del capital nuevo.
La Teoría General
Keynes alcanzó la cúspide de su carrera con la publicación de La Teoría General del Empleo, el Interés, y el Dinero, en 1936. En la historia de la economía la aparición de esta obra de Keynes es un evento comparable con La Riqueza de las Naciones de Adam Smith, los Principios de Ricardo y El Capital de Marx. El capitalismo liberal de la edad moderna, que había anunciado Smith, cuya victoria había proclamado Ricardo, y que Marx buscaba destruir, fue transformado y recibió nueva vida por parte de Keynes. Cuando Keynes publicó esta obra, el mundo se encontraba todavía sufriendo el desempleo masivo de la Gran Depresión. Existía una amplia desesperación acerca de un orden económico que dejaba a tanta gente sin empleo. La economía convencional aconsejaba mayor deflación, recortes salariales, y restricciones presupuestales, pero se encontraba que estos remedios agravaban el mal en lugar de aliviarlo. Se escuchaban voces anunciando la caída del capitalismo y el cumplimiento de las predicciones de Marx. Con una proporción de la mano de obra carente de trabajo sin precedentes, ganaron fuerza los siniestros atractivos del comunismo y el fascismo. Keynes apuntó hacia una solución diferente, y su trabajo proporcionó un marco teórico que contenía tanto un diagnóstico sobre los principales males económicos de la época como una solución para su cura.
En el desarrollo del pensamiento de Keynes las ideas expresadas en la Teoría General representaban una desviación de la política pública de la estabilización de los precios hacia una estabilización del ingreso y el empleo a altos niveles. Su substancia puede establecerse en pocas frases: El ingreso nacional es igual a los egresos por consumo e inversión. Un ingreso nacional en condiciones inferiores a las de pleno empleo indica que los egresos son deficientes. Entre los egresos para consumo e inversión, los del consumo son mas pasivos y tienden a cambiar en respuesta a los cambios en el ingreso. Los cambios en el ingreso son generados por, y reflejados en forma ampliada, los cambios en la inversión. El egreso para inversión está determinado por la relación entre tasas de rendimiento anticipadas de las inversiones y la tasa de interés. La tasa de interés refleja las preferencias del público para mantener activos en forma líquida o efectivo. El egreso deficiente - inadecuado para generar un pleno empleo - puede ser aumentado por la estimulación del consumo y la inversión. La inversión privada puede ser suplementada por la inversión pública, esto es, por el gasto compensatorio de la autoridad pública, con una "economía compensatoria" resultante y la parcial socialización de la inversión.
PENSAMIENTO ECONÓMICO DE LOS E.U.
A manera de resumen
Hoy en día, es un hecho aceptado que existen desacuerdos entre los economistas. Pero esto no fue igual durante las últimas décadas. Después de la aparición del pensamiento de John Maynard Keynes en la primera mitad de nuestro siglo, la "nueva economía", que enfatiza un papel activo por parte del gobierno en el estímulo a la economía a través de recortes en los impuestos y gasto gubernamental. Pero para la segunda mitad de este siglo esta armonía de pensamiento había desaparecido para dar paso a un constante desacuerdo entre los economistas.
El Papel de la Ideología.
¿Cómo es posible tanto desacuerdo? ¿No es la economía ya una ciencia? Aunque los economistas, algunas veces pueden hablar acerca de las leyes de oferta y demanda como si fueran verdades eternas como la ley de la gravedad, existen abundantes evidencias antropológicas e históricas de que muchas sociedades se han comportado de manera opuesta a las leyes de oferta y demanda. Las decisiones de los economistas, aunque quizá basadas en un genuino esfuerzo de honestidad, desapego, y evaluación honrada de la evidencia disponible, finalmente se convierten en un juicio de valor sobre su propio punto de vista. La economía, como estudio de la conducta humana, no puede evitar hacer juicios de valor. Por ello la Economía es una disciplina nunca exenta de la ideología.
Las diferencias de opinión entre los economistas han sido consideradas usualmente como diferencias teóricas pero, paulatinamente, han ido cayendo dentro del campo de la política. Para bien o para mal, la profesión económica se ha visto envuelta en la política y en la recomendación de cursos de acción políticos para alcanzar objetivos económicos.
De manera general, podemos caracterizar las posiciones ideológicas de la economía y los economistas contemporáneos como Conservadora, Liberal, o Radical. El problema con las etiquetas, no obstante, es que pueden significar mucho y, al mismo tiempo no significar nada. A distancia los diferentes colores políticos de las banderas Conservadora, Liberal, y Radical son muy diferentes. De cerca, no obstante, la distinción se obscurece, y lo que parecen ser diferencias obvias ya no son tan claras.
¿Cómo se especifica una posición ideológica? ¿Puede definirse una posición Radical, Liberal, o Conservadora? Como señaló la economista británica Joan Robinson, una ideología es como un elefante - no se le puede definir, pero se le debe poder distinguir al verlo. Por tanto no definiremos cada una de estas tres escuelas ideológicas sino que solamente describiremos las características sobresalientes de ellas.
El Paradigma Conservador
No siempre lo que se denomina como posición Conservadora en el pensamiento económico lo ha sido efectivamente. Los iniciadores de esta corriente, entre ellos Adam Smith, no estaban interesados en "conservar" el antiguo orden económico sino en destruirlo. Cuando Smith escribió su clásico Riqueza de las Naciones, Inglaterra estaba organizada bajo un sistema económico más o menos cerrado de derechos monopólicos, restricciones al comercio, e interferencia constante por parte del gobierno en los mercados y en los asuntos individuales y de negocios. Este sistema, conocido como mercantilismo, había dominado el panorama inglés y el resto del Continente por 250 años.
El legado de Adam Smith: El remedio de Smith era muy sencillo: Eliminar todas las restricciones a la actividad industrial y comercial y permitir que el mercado actúe libremente. La base filosófica de su argumentación descansaba en su creencia de que (1) todos los hombres tienen el derecho natural de obtener y proteger su propiedad; (2) todos los hombres son materialistas por naturaleza; y (3) todos los hombres son racionales y buscarán, por sus propias razones, maximizar su bienestar material. Estas tendencias individualistas en los hombres serán atemperadas por la competencia en el mercado. Ahí los hombres tendrán que comprometerse unos con otros para obtener cualquier satisfacción individual. El efecto general de estos compromisos en última instancia conducirá a la satisfacción del interés nacional así como del individual. Para que esto ocurra, por supuesto, tendría que existir un mínimo de interferencia con el mercado libre. La posición de Smith ha venido a conocerse como "Liberalismo Clásico." El término Conservador que ahora se aplica a estos puntos de vista fue aplicado mas tarde.
La moderna economía capitalista debe remontarse en la búsqueda de sus orígenes hasta Adam Smith. Sin embargo, las cosas han cambiado desde entonces. Hoy en día los negocios son grandes. Existen los sindicatos y el enorme gobierno que intervienen en el equilibrio de un mercado libre entre iguales.
El pensamiento Conservador moderno está basado en dos ideas filosóficas que lo distinguen de las posiciones Liberal y Radical. Primero, el sistema de mercado y el espíritu de competencia son centrales en una organización social apropiada. Segundo, los derechos y libertades individuales deben ser ilimitados y no restringirse. Los Conservadores se oponen a cualquier interferencia "no natural" en el mercado. En particular, los Conservadores contemplan el crecimiento del gran gobierno en una sociedad capitalista como la mayor amenaza para el progreso económico. Milton Friedman ha argumentado que el gobierno ha dejado de ser algo instrumentalmente necesario para mantener el orden económico y social para convertirse en un instrumento de opresión. La posición antigobiernista de los Conservadores de hecho va mucho más lejos que señalar los peligros para libertad individual. Para los Conservadores, el crecimiento del gran gobierno en sí mismo causa o empeora los problemas económicos. El asalto de los Conservadores en contra del gran gobierno no es contemplado solamente como una cuestión moral sino también en términos de sus supuestos efectos sobre la economía.
Algunos críticos de la posición conservadora señalan que los Conservadores de hoy en día no son tan consistentes en la cuestión de la libertad individual cuando se enfocan a los grandes negocios. Joseph Schumpeter, el economista austríaco señalaba que "Los grandes negocios son una casa a la mitad del camino hacia el socialismo." El Conservador americano Henry Simons observaba que "el gran enemigo de la democracia es el monopolio." Defender la posición de los grandes negocios no es fácil. Los conservadores parecen ofrecer dos razones básicas. Primero, los grandes negocios y el llamado problema monopólico han sido observados durante largo tiempo y su amenaza para la libertad ha sido ampliamente exagerada. Segundo, con mucho el problema mayor es el surgimiento del gran gobierno, al que se cita como la mayor causa de ineficiencia y mal uso del monopolio.
Los años de la Depresión, produjeron una fuerte reacción contra esta clase de pensamiento político y económico. Para los Conservadores, sin embargo, quizá las mayores pérdidas fueron en las universidades, en las que las viejas "verdades" de Adam Smith acerca del libre mercado cayeron fuera de uso. En su lugar, una nueva generación de profesores abrazaron la "nueva economía" de Keynes y el punto de vista de que una economía capitalista "requiere" la intervención del gobierno para evitar que se destruya a sí misma.
Ronald Reagan se convirtió en el primer presidente desde Herbert Hoover proveniente del sector privado. No existe duda respecto al compromiso filosófico de Reagan con los principios de una economía de libre empresa. Pero poner en práctica una política de libertad de mercado fue por supuesto más fácil de conseguir en la argumentación que en el mundo real. Para 1981, las "Reaganomics" habían sido rápida y dolorosamente puestas a prueba cuando la economía de deslizó en la profunda recesión de ese año.
El Paradigma Liberal
De acuerdo a una encuesta pública, los americanos tienden a asociar el término "Liberal" con el gran gobierno, Franklin Roosevelt, los sindicatos, y el seguro social. En términos de las posiciones de política pública, el espectro Liberal va desde aquellos que favorecen un nivel moderado de intervención gubernamental hasta aquellos que abogan por una amplia planeación de la economía por parte del gobierno. Los Liberales defienden el principio de propiedad privada y el sistema de negocios, Pero, a diferencia de los Conservadores, no los consideran como derechos categóricos. Piensan que el bienestar social y el mantenimiento de la economía entera preceden al interés individual.
Para los Liberales, la intervención del gobierno no es una violación del principio de una "ley económica natural." Es simplemente que los beneficios para toda la sociedad, derivados de la intervención del gobierno, simplemente pesan más que cualquier reclamo acerca de derechos naturales. Las formas de intervención pueden variar pero su propósito pragmático es obvio, manipular para producir mayores beneficios sociales.
La intervención para proteger el trabajo y las extensiones de las provisiones de seguridad social no fueron suficientes para terminar la Depresión. Fue el gasto masivo durante la Segunda Guerra Mundial lo que finalmente restauró la prosperidad. Con ella vino la influencia permanente de Keynes, que había argumentado que solamente por medio de los esfuerzos fiscales y monetarios del gobierno para mantener elevada la demanda de bienes y servicios podría alcanzarse y mantenerse la prosperidad. Los argumentos de Keynes acerca de las políticas gubernamentales para mantener altos niveles de inversión y por tanto de empleo y demanda de los consumidores se convirtieron en el dogma Liberal. Ser un Liberal era ser un Keynesiano y viceversa.
La mayoría de los Liberales, como los Conservadores, todavía descansan en el análisis de la oferta y la demanda para explicar la actuación de los precios y los mercados. Sus diferencias con los Conservadores sobre el funcionamiento de los mercados, determinación de la producción, precios, etc., estriban no tanto en describir lo que está ocurriendo sino en la evaluación de cómo responder a lo que está ocurriendo. Por ejemplo, existe muy poca diferencia teórica entre los Conservadores y los Liberales sobre cómo se determinan los precios bajo condiciones monopolísticas. Sin embargo, para el Conservador, el mercado mismo es el mejor regulador preventivo del abuso monopólico. Para el Liberal el monopolio requiere de la intervención del gobierno.
En el ala izquierda del espectro del Liberalismo economistas como Robert Heilbroner y John Kenneth Gailbraith han argumentado que el capitalismo como el sistema descrito y analizado en la teoría económica convencional no existe ya. Heilbroner señala: "La persistente ruptura de la economía capitalista, cualesquiera que sean los factores que la precipitan, puede ser trazada hasta una sola causa singular. Esta es el carácter anárquico o carente de planeación de la producción capitalista." Esta falta de planeación, según Heilbroner, presenta el escenario para que el gobierno intervenga como un regulador necesario.
Galbraith, que contempla los problemas de las grandes corporaciones como problemas de tecnología más que de utilidades, considera que la empresa moderna demanda un alto orden de planeación interna y externa de la producción, los precios, y el capital. Aunque Gailbraith se presenta a sí mismo como socialista, es obvio el enfoque Liberal de su programa en que (1) nunca se pronuncia acerca de la expropiación de la propiedad privada, y (2) acepta todavía un precario equilibrio social entre el interés público y el privado.
Los Liberales admiten descaradamente ser manipuladores, ajustando e interfiriendo en la toma de decisiones de los negocios en un esfuerzo por afirmar el "interés público." Sin embargo todo esto debe hacerse respetando aún los derechos de propiedad privada y el debido procedimiento. La reglamentación de los negocios implica una protección de los negocios mismos así como la protección igual de otros grupos de interés en la pluralista sociedad americana.
La filosofía de la intervención del gobierno no es vista necesariamente como opuesta a los negocios. Sin embargo, la extensión de la regulación por parte del gobierno pronto alcanzó un nivel inaceptable totalmente para el sector privado. Al final de los 60 y principios de los 70 sopló de Washington un huracán de reglamentos en materia ecológica, de seguridad en el trabajo, protección al consumidor y energía, provocando un alto en el desarrollo económico. Muchos que una década antes temían a la visión de "libertad" de los Conservadores abrazaron ahora esta posición. El creciente descontento popular contra el autoritarismo del gobierno quedó expresado en la victoria de Reagan, lo que confundió a muchos Liberales "intervencionistas," especialmente a aquellos cuyos intereses estaban estrechamente ligados a grupos de interés - ecologistas, abogados del consumidor, pobres, minorías, sindicatos, etc. Algunos están reflexionando acerca de su posición en el intervencionismo, no para abandonar el concepto básico de la intervención del gobierno en la economía, sino para redefinir qué tanta intervención es deseable.
Mas y mas, los Liberales admiten el fracaso de programas intervencionistas pasados: seguridad social, el uso de agencias reguladoras, políticas de impuestos corporativas y personales, y muchas otras piezas centrales de la legislación económica Liberal; pero la esencia de la economía Liberal permanece inalterable: La economía capitalista simplemente requiere de ajustes pragmáticos para mantener el equilibrio general y para proteger a elementos particulares en la sociedad.
Lester Thurow ha tratado de clarificar el dilema Liberal. De acuerdo a Thurow la pasada manipulación ha descansado sobre dos supuestos: (1) el crecimiento económico era no sólo posible sino virtualmente inevitable y (2) el gobierno en consecuencia podría mejorar la participación de ciertos grupos en la sociedad sin dañar seriamente el bienestar de otros. Thurow proclama entonces que la falsedad de estos supuestos resulta ahora obvia. Como el pastel económico no crece en tamaño, una rebanada más grande para uno representa una menor para otro. Por ejemplo, las ganancias de los ecologistas y los consumidores se producen a costa del beneficio de los negocios. Los precios de los negocios se incrementan para superar estos costos redistribuyendo simplemente la carga ambiental sobre la población. Thurow señala que la economía es una vasta colección de muchos grupos de interés, cada uno buscando utilizar al gobierno de una manera u otra para protegerse a sí mismos. La solución Liberal, entonces, implica el reconocimiento de que todos los problemas son básicamente de distribución (quien obtiene cada rebanada y de qué tamaño) y, consecuentemente, hay que desarrollar una política económica integral que provea para una distribución racional del ingreso.
El Paradigma Radical
¿Qué es precisamente la economía Liberal? Para algunos no radicales es simplemente un marxismo recalentado. Esto aunque básicamente cierto, es demasiado simple. la economía Radical va mas allá de Marx. El escenario de Marx sobre el progreso del capitalismo era el siguiente: Dependiendo como lo hacen los capitalistas de la continuada acumulación de utilidades para la expansión del capital y la producción, se apropiarán de la plusvalía creada por la mano de obra del trabajador. Para los capitalistas este es un curso de acción normal y necesario. Si se pagara a los trabajadores, o estos recibieran de alguna manera, el valor total de su mano de obra, sería imposible el crecimiento económico y la acumulación de capital. Sin embargo, según continúa esta acumulación, con la transferencia continua de mano de obra viviente en capital, los capitalistas enfrentan una crisis. Con más y mas de sus costos reflejando la dependencia sobre el capital y siendo la plusvalía de la mano de obra su única fuente de utilidades, los capitalistas se ven enfrentados a la realidad de no tener la capacidad de expandir la plusvalía. A menos que puedan explotar más aún a la mano de obra intensificando el trabajo, disminuyendo los salarios reales, alargando la jornada de trabajo, o haciendo cambios similares, enfrentan una tasa de utilidad decreciente sobre su inversión de capital. Más aún, con mercados limitados y una capacidad constantemente disminuida del obrero para consumir, existe una tendencia del capitalista a sobreproducir.
Así se desarrolla una tendencia hacia la "concentración y centralización." En otras palabras, el tamaño de los negocios crece y el número de empresas disminuye. Mientras tanto, entre los crecientes trabajadores, existe un crecimiento continuado hasta formar un "ejército de desempleados de reserva." De modo simultáneo, la creciente miseria genera la conciencia de clase y la actividad revolucionaria entre la clase trabajadora. La conciencia subjetiva de los trabajadores crece hasta el punto en que tienen éxito en arrojar fuera al sistema capitalista. Lenin añadiría más tarde que el imperialismo, que implica la exportación del problema de la producción y la plusvalía hacia países subdesarrollados, podría comprar también algún tiempo.
Más recientemente, Paul Baran ha argumentado que el desarrollo del capitalismo monopólico (junto con el impulso imperialista) ha permitido un respiro al sistema respecto a la crisis de acumulación y utilidad. De acuerdo con esta interpretación neo - marxista, el capitalismo moderno es el capitalismo monopólico. También de acuerdo a este autor, el capitalismo monopólico ha permitido mantener alta la demanda de dos maneras: (1) por la efectiva manipulación de los gustos del consumidor respecto a bienes que son funcionalmente inútiles e irracionales, (2) impulsando un gasto gubernamental alto y creciente tanto en el sector civil como en el militar, y (3) por la dominación imperialista de los mercados extranjeros y las fuentes de materia prima. En toda esta actividad, el gobierno es contemplado como un agente del capital monopólico, adaptando sus políticas sociales, fiscales y extranjeras para legitimar el orden monopólico y aumentar las utilidades monopolísticas.
De acuerdo a los seguidores de este autor, probablemente los más significativos de estos cambios sean la alteración de las predicciones de Marx acerca de la revolución proletaria. Las presiones revolucionarias, más que surgir primero de la clase tradicional de los obreros industriales, son ahora mayores en la periferia del capitalismo - entre las poblaciones explotadas del Tercer Mundo y el creciente subproletariado doméstico.
Para Marx, el capitalismo era más que la economía. Los valores personales, la religión, la familia, el sistema educativo, y las estructuras políticas han sido conformadas por la clase dominante capitalista y por la meta de la producción para la utilidad privada. Los marxistas no separan la economía de la política o las creencias particulares. Por ejemplo, el racismo no puede ser abstraído al nivel de una cuestión ética. Se encuentran sus raíces en el proceso productivo capitalista. la democracia burguesa como la conocemos es solamente una máscara para la dominación de clases. El estado es simplemente el instrumento de los intereses dominantes.
Los Radicales modernos han revitalizado esta concepción marxista. Enfatizan los problemas de la alienación del trabajador, el fetichismo de los bienes de consumo, y la inútil y desperdiciada producción del capitalismo moderno. Los problemas humanos o sociales de la vida moderna son vistos como enraizados en la manera en que la sociedad entera es conducida a producir mas y mas.
Los Radicales derivan mucho de su impulso de lo que consideran un aparente fracaso del Liberalismo. Se perciben las promesas Liberales de perseguir políticas para una mejoría social general como acciones para proteger sólo a algunos grupos de interés. El punto de vista fundamental es que el sistema de propiedad privada debe de cambiar.
La ideología ante el comercio internacional
Los Conservadores argumentan que los problemas del comercio internacional de los Estados Unidos y los problemas monetarios tienen su origen en el proteccionismo, tasas de cambio fijas, y políticas económicas domésticas mal concebidas. Los Liberales se oponen al remedio Conservador del libre comercio y tasas de cambio flotantes, manteniendo que el costo en términos de empleos y declinación industrial en los Estados Unidos sobrepasa los beneficios. Mantienen que solo estimulando la economía doméstica se asegurará una vitalidad internacional. Para los Radicales, los problemas presentes de comercio internacional y finanzas de los Estados Unidos son una medida de la declinación de su poder como nación y una medida ulterior de la crisis capitalista de producción y distribución.
El argumento Conservador
Los economistas, políticos, y especialmente líderes de los negocios que perciben las ventajas de la competencia y el mercado y se oponen ardientemente a cualquier tipo de control o intervención en las actividades domésticas se sienten a veces inclinados a abandonar su filosofía en las fronteras del país. La lógica del mercado libre se abandona con demasiada facilidad cuando se presentan los problemas internacionales. Para el Conservador consistente, sin embargo, no existe excepción al caso. La libertad en las disposiciones económicas es tan vital internacionalmente como lo es domésticamente.
La Necesidad del Libre Comercio
El primer requerimiento para un acuerdo de libre comercio es la eliminación de todas las tarifas, cuotas, y convenciones comerciales bilaterales o multilaterales que inhiban la libre operación de los mercados internacionales. Cada nación debe tener la libertad de vender sus bienes en la otra, y cada nación debe estar abierta a los productos de la otra. Desgraciadamente, el afán de proteccionismo está muy arraigado entre las naciones. Esta reminiscencia de un mercantilismo anacrónico reaparece cuando una nación obtiene una ganancia o ventaja en los precios en un producto o línea de productos particular.
Irónicamente, los sindicatos en las industrias afectadas frecuentemente se convierten en aliados de las empresas en sus esfuerzos proteccionistas ante el gobierno. Desde el punto de vista sindical el objetivo es siempre proteger los empleos. El resultado real es bastante diferente, sin embargo, por varias razones.
Primero, el proteccionismo es costoso. Eleva los precios de los productos importados para todos los consumidores o mantiene alto artificialmente el precio de los productos locales competitivos. Esto puede implicar empleos e ingresos para los trabajadores de la industria del acero y las empresas en Gary, Indiana, pero implica un poder adquisitivo reducido y pérdida de empleos en otro lugar. Las tarifas y las cuotas no han protegido los ingresos americanos sino que simplemente han redistribuido el ingreso y los empleos y aumentado los precios para todo mundo.
Segundo, el proteccionismo respalda la ineficiencia. Sin el incentivo proporcionado por la competencia, ni los negocios ni la mano de obra son inducidos a incrementar la productividad o a modernizar las técnicas de producción. A cambio, los consumidores deben pagar por la ineficiencia de la industria protegida.
Tercero, el proteccionismo invita a la revancha. Otras naciones pueden ser inducidas a seguir la misma senda proteccionista si sus productos son eliminados de los mercados domésticos por razones de precio. El resultado final es el fin del comercio internacional.
Algunos economistas Liberales han impulsado los controles directos gubernamentales sobre el flujo del capital americano hacia el exterior. Muchos han señalado incorrectamente que las exportaciones de capital de los Estados Unidos son la causa primaria para el déficit de la balanza de pagos. En su miopía proponen restringir las inversiones americanas en el exterior. Como en todas las acciones proteccionistas, el efecto ha sido contraproducente para la economía. Los negocios americanos se encuentran colocados en una posición competitiva de desventaja en los mercados mundiales precisamente al tiempo en que deben ser fortalecidos.
El libre comercio y el libre movimiento del capital de los Estados Unidos hacia el exterior puede de hecho significar el fin de algunas industrias americanas y dejar a algunos trabajadores sin empleo. Sin embargo, se abren nuevas oportunidades de producción. Dejemos a los coreanos concentrarse en la industria textil o del juguete y hagamos que los Estados Unidos exploten su tecnología en materia de computadoras. En verdad, dejemos que cada país desarrolle sus ventajas competitivas de manera que se posibilite el intercambio entre las dos.
La Necesidad de Tasas de Interés Flotantes
El otro lado de la moneda del libre comercio es el establecimiento de tasas de cambio que floten libremente. De hecho, los dos deben caminar juntos.
En el pasado las tasas de cambio ligadas, que fueron establecidas para crear un orden financiero internacional, han tenido precisamente el efecto contrario. Para los Estados Unidos la tasa de cambio ligada significó mantener un dólar sobrevaluado. El resultado fue un déficit en la balanza de pagos creciente durante la década de los 1970 según los productos americanos sobrevaluados se vendían pobremente en los mercados extranjeros mientras los productos extranjeros más baratos inundaban los mercados americanos. Bajo un sistema de tasas ligadas las únicas opciones para eliminar el déficit en la balanza de pagos eran (1) pagar en oro a los acreedores (en tanto existiera un estándar oro internacional), (2) inducir una recesión doméstica para rajar la demanda de importaciones y reducir los precios de los productos exportados, (3) establecer controles a la importación, o (4) recurrir a una devaluación oficial de la moneda de la nación. Las tasas de cambio flexibles, sin embargo, eliminarán los déficits en la balanza de pagos y los problemas asociados a ellos. Las tasas de cambio flotantes pueden reflejar crecientemente el valor real de la moneda de una nación contra la de las demás naciones. Hasta que las tasas de cambio sean flexibles y sean generalmente aceptados los principios del libre comercio, continuarán las crisis monetarias y de comercio internacional.
La Crisis Internacional como Fracaso de las Políticas Domésticas
La desviación de la economía hacia políticas de expansión fiscal y monetaria dispararon la inflación que arrojó fuera de los mercados extranjeros los productos americanos por razones de precio. La inflación doméstica, acompañada por déficits crecientes en los saldos de la balanza de pagos internacionales, requiere de una política doméstica de contracción. El costo es una tasa de crecimiento económico reducido, disminuyendo así el crecimiento del ingreso y del empleo, pero el efecto en el largo plazo será el de restaurar el orden económico.
El Argumento Liberal
Aunque las propuestas Conservadoras sobre libertad de comercio y tasas de cambio flexibles como soluciones a los problemas de comercio y moneda internacionales parecen seductoramente simples y lógicas, fallan, sin embargo, en cuanto dejan de manejar el mundo real tal cual es - increíblemente complejo y carente de respuesta para soluciones rápidas y simplistas. Como veremos, la eliminación, o aún el relajamiento, tanto los controles administrativos domésticos como los internacionales sobre las disposiciones del comercio y el cambio exterior, producirán problemas inmediatos de corto plazo sin dar la seguridad de que se producirá un equilibrio en las condiciones del comercio.
El Caso del Proteccionismo Modificado
La reducción a las restricciones al comercio debe ser una calle de dos sentidos. Debe esperarse una reducción a las restricciones de los productos americanos en las naciones que esperan obtener beneficios de los Estados Unidos. De otra manera, los Estados Unidos abrirían sus puertas a los productos extranjeros mientras que los propios son excluidos efectivamente de los puertos del exterior. Tampoco son las tarifas y cuotas los únicos instrumentos utilizados por las naciones para crear ventajas comerciales. Los japoneses, por ejemplo, han proporcionado extensos subsidios gubernamentales a sus fabricantes, creando así precios artificialmente bajos.
Aparte de la dificultad de inducir a todas las naciones a aceptar los principios del libre comercio, deben considerarse los serios problemas domésticos que seguirán a una adopción apresurada del libre comercio.
Primero, la eliminación de todas las tarifas protectoras pueden representar un golpe mortal para muchas industrias americanas. Entre estas se encuentran las empresas críticas para la capacidad de defensa militar del país.
Segundo, la concentración de los esfuerzos de producción solamente en aquellas áreas industriales en las que una nación pueda tener ventajas comparativas comerciales tendería a crear una economía incompleta y posiblemente inestable. Según nuestra mezcla de producción se vuelve más especializada y concentrada, nos hacemos más y mas vulnerables cuando existe cualquier interrupción en los mercados mundiales. Esto ha sido demostrado ampliamente por las crisis causadas por la OPEP. De manera similar, podríamos experimentar interrupciones en la compra de nuestra producción especializada al desaparecer los compradores. El resultado serán despidos masivos y recesión en casa.
Tercero, estrechamente relacionado con los dos primeros puntos, el libre comercio podría tener el efecto de impedir el desarrollo de nuevas y jóvenes industrias. Las firmas ya establecidas disfrutarían de ventajas de mercado y de capital que no podrían ser superadas. Una protección tarifaria limitada permitirá el surgimiento y maduración de nuevas industrias.
Cuarto, y probablemente el mejor conocido de los argumentos contra el libre comercio absoluto. Las empresas americanas se verían desplazadas del mercado por razones de precio bien sea por la mano de obra extranjera más barata o por el "dumping" extranjero, provocando crisis y desempleo en el país. Necesariamente tendrá que gastarse en un seguro para el desempleo, seguro social, y entrenamiento en el empleo. Tales costos serían muy superiores a las ventajas de eficiencia propuestas por los Conservadores.
El libre comercio es inflacionario. La carga económica que caería sobre los hombros de los contribuyentes para sostener a la mano de obra desplazada e impulsar áreas de producción económica en las que poseemos ventajas competitivas sería mucho mayor que las tarifas que se pagan al presente.
Solución al Problema del Desequilibrio en los Pagos y las Tasas de Cambio.
Estos problemas requieren del mantenimiento de controles sobre el mercado, no el desarrollo de unas tasas de cambio anárquicas "flotando libremente." El desequilibrio en la balanza de pagos no es simplemente un problema de dinero y su valor, como sostienen los Conservadores. Refleja la necesidad de crear una economía doméstica productiva y de pleno empleo. La única solución a largo plazo son las políticas públicas dirigidas a estimular el crecimiento económico. El gobierno debe impulsar una mayor productividad. Al mismo tiempo, las grandes empresas multinacionales deben ser disuadidas tanto de realizar transferencias de capital masivas como de exportar tecnología puesto que ambas cosas erosionan nuestra posición comercial creando nuestra propia competencia foránea.
Otras medidas de corto plazo para mejorar la balanza de pagos incluyen (1) pedir a las demás naciones desarrolladas que se encarguen del costo de su propia defensa más que continuar esperando que los Estados Unidos paguen el costo de la OTAN y otros sistemas de defensa; (2) hacer que estas naciones aumenten su ayuda a los países en vías de desarrollo, permitiendo así que los Estados Unidos reduzcan sus transferencias al extranjero; y (3) exigir a las naciones que tienen superávit comercial con los Estados Unidos que incrementen su comercio remuevan todas las tarifas y cuotas sobre los productos americanos. Mientras es defendible el proteccionismo, las restricciones de tarifas prohibitivas por parte de naciones que tienen superávit comercial tienen el efecto general del "robo."
El Argumento Radical
Aunque los escenarios Conservador y Liberal acerca del comercio internacional y los problemas de cambios parecen muy diferentes, un examen más cercano indica que son similares. Ambas posturas persiguen mantener la hegemonía de los Estados Unidos en el comercio mundial. Los remedios que proponen para los problemas corrientes, bien sea el enfoque del libre comercio de los Conservadores o el énfasis administrativo de los Liberales, se dirigen primariamente a restaurar y reforzar la posición de los Estados Unidos.
Las naciones capitalistas no comercian y expanden su influencia internacional simplemente "para mejorar la eficiencia" o "para beneficiarse mutuamente de la explotación que cada país hace de sus ventajas comparativas." El realizar utilidades, lisa y llanamente, es el motor que impulsa el comercio y la inversión internacionales. El comercio y los asuntos económicos internacionales, más que ser meros aspectos del Capitalismo, como sugieren Conservadores y Liberales, son los aspectos centrales de las modernas economías orientadas a la producción y las utilidades. La crisis del comercio internacional y los cambios extranjeros son así el resultado del insaciable impulso de las naciones capitalistas para explotar al resto del mundo en su propio beneficio.
El Surgimiento del Imperio Americano
Las antiguas potencias comerciales europeas se agotaron a sí mismas en dos guerras mundiales, las que fueron fundamentalmente guerras por la hegemonía comercial, mientras los Estados Unidos continuaban expandiendo sus ventas, compras, e inversiones internacionales.
En 1950, la producción bruta doméstica PIB era casi igual a la del resto del mundo combinada. Durante la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos, como el principal proveedor de armamento, acumuló casi la totalidad del oro del mundo. Las antiguas naciones capitalistas llegaron a formar parte de la esfera de influencia americana. Al mismo tiempo, los Estados Unidos extendieron su penetración en el Tercer Mundo, estableciendo un nuevo sistema colonial informal. Agencias como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, así como la Organización de las Naciones Unidas, supuestamente internacionales, se convirtieron en brazos de la política y economía exterior americanas. Los Estados Unidos podían virtualmente dictar las tasas de cambio, esconder cualquier problema de balanza de pagos obligando a los gobiernos extranjeros a aceptar y conservar dólares en lugar de exigir oro a cambio de ellos.
El Colapso del Imperio
La caída de esta potencia fue acelerada por eventos tanto en casa como en el exterior. Primero, el desafío soviético tardó en desaparecer. En segundo lugar, las economías europeas tuvieron su propia rápida recuperación en la década de los 1960. La participación de los Estados Unidos en los mercados mundiales declinó drásticamente. Al mismo tiempo, las otras naciones industriales empezaron a reclamar mayor participación en los mercados americanos. Tercero, disminuyó la dominación sobre el Tercer Mundo. Cuarto, el surgimiento de las corporaciones americanas multinacionales debilitó aún más a los Estados Unidos. La emigración del capital americano hacia el extranjero, hacia las crecientes economías de Europa y el Tercer Mundo aceleraron la caída de la balanza de pagos de los Estados Unidos.
Un Escenario Triste
Para una nación largamente acostumbrada al dominio del mundo, el futuro no es brillante. Presenta el viejo espectro de las guerras comerciales capitalistas, que, después de todo, condujeron a las dos grandes guerras de este siglo. La competencia en el comercio internacional crece, y amenaza con enfrentar a las naciones capitalistas una frente a otra. En los Estados Unidos, según las importaciones del extranjero erosionan la balanza de pagos del país y provocan desempleo doméstico, el proteccionismo es lanzado otra vez a la arena, y el proteccionismo ha sido siempre el primer paso en el rompimiento del comercio internacional y en la aparición de depresiones de alcance mundial.
Mientras tanto, la dependencia de las naciones industrializadas sobre las materias primas del Tercer Mundo ha crecido precisamente mientras la independencia del Tercer Mundo ha aumentado. Esto deja a los Estados Unidos vulnerables a crisis políticas y económicas fuera de su control.
El costo de las importaciones crece, pero la necesidad de productos importados crece también. Como resultado, los precios de los productos americanos continúan elevándose, estimulando la inflación doméstica y empeorando aún más la posición comercial internacional de los Estados Unidos. Para cubrir estos costos, un dólar crecientemente devaluado inunda los centros financieros internacionales, haciendo peligrar la liquidez a través del mundo capitalista. Los socios comerciales de los Estados Unidos se ven obligados a aceptar la creciente deuda internacional americana o correr el riesgo de enfrentar una crisis financiera. Pero el crecimiento de la deuda americana, que provoca inflación a través del mundo capitalista, no puede seguir para siempre.
Desde la perspectiva Radical el problema era predecible. La internacionalización del capital es un paso más en el desarrollo irracional del capitalismo. La fuerza de las operaciones americanas en el exterior en los 1950 y 1960 fue el resultado de la explotación del llamado "mundo libre." Las ganancias americanas fueron la pérdida de otros países. Según la capacidad de explotación americana ha sido desafiada por otras economías capitalistas, por el desarrollo de los países socialistas, y por la independencia del Tercer Mundo, la posición de los Estados Unidos en el comercio y las finanzas internacionales ha declinado. La crisis, por supuesto, es una crisis de producción - demasiados productos y demasiado pocos compradores.